2: Noviazgo agonizante
Al día siguiente...
9 de agosto de 2022.
Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica.
Era un nuevo día en la ciudad. El cielo estaba despejado, y el clima estaba caluroso.
Santino estaba en la facultad, y estaba saliendo de su salón de clases, aprovechando que ya era mediodía. Portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos, además de llevar su mochila en su espalda.
Sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón y comenzó a mandar un mensaje vía WhatsApp.
Santino
Nos vemos a las 4pm en Plaza Fiesta Anáhuac.
Oliver
Sí, hermano. Nos vemos hoy con unos amigos.
Santino tenía planes con Oliver para aquella tarde. De repente, alguien caminó hacia él, con tal de confrontarlo. Y no era otra que Soraya, quien estaba de mal humor. Ella portaba una blusa gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Ella caminó hacia Santino para confrontarlo.
—Así que me estabas engañando con esa chica, ¿verdad? —rugió molesta, dejando asombrado a Santino.
—¿De qué estás hablando, Soraya? —preguntó Santino estupefacto.
—No te hagas el graciosito —dijo Soraya molesta—. Sé muy bien que te estabas viendo ayer con esa chica. Y ahora mismo me lo vas a decir.
—¿Cuál chica? ¿De qué estás hablando? —preguntó Santino.
—¿Y todavía lo preguntas? —exclamó Soraya molesta—. Estabas haciéndote amigo de esa chica. Oliver y yo lo vimos todos desde muy lejos.
—¿Cómo que ustedes estaban en el parque? —preguntó Santino impresionado.
—Sí, lo vimos todo. Vimos como esa chica se sentó a tu lado, estaban platicando muy contentos —dijo Soraya molesta.
—¿Crees que yo sería capaz de engañarte con otra chica? —preguntó Santino.
—Claro que sí, Santino —dijo Soraya molesta—. Sabes que no me gusta que estés platicando así con otras chicas. ¿Sabes cómo me hace sentir eso?
—Esa chica y yo solo somos amigos. Además, acabo de conocerla ayer —dijo Santino, provocando que Soraya se enojara mucho menos—. Esa chica sólo es mi amiga. Además, tú eres tu novia. Nadie te va a quitar tu lugar.
Soraya estaba empezando a calmarse poco a poco, después de haber escuchado las palabras de Santino.
—¿Así que esa chica y tú solo son amigos? ¿No tienes nada serio con ella? ¿Me lo juras, Santino? —preguntó.
—No, Soraya... Ella y yo sólo somos amigos —dijo Santino tranquilamente.
Soraya respiró profundamente.
—Bueno, haberlo dicho antes... —dijo ya tranquila—. Lo siento mucho, es que no pude controlarme...
—Descuida, no hay problema... —dijo Santino amablemente—. ¿Nos vamos, Soraya?
—No, vete tú. Yo te alcanzo más tarde, lindo... —dijo Soraya tranquilamente.
—Bueno... —dijo Santino.
Santino se fue hacia la salida de la facultad, mientras que Soraya se quedaba sola, tratando de tranquilizarse por completo.
De repente, un chico se acercó a ella, con tal de hablar con ella. Era un chico apuesto, de 17 años de edad. Era delgado y de alta estatura. Tenía piel clara, ojos verdes y cabello corto negro. Portaba una playera negra de mangas cortas, pantalón de mezclilla blanco y un par de zapatos tenis blancos, además de una mochila azul en su espalda.
—Ya estarías contenta, ¿verdad, Soraya? —preguntó el chico molesto—. Le hiciste una escena de celos a tu novio, aún después de haberlo engañado con otro.
Soraya volteó hacia el chico y lo confrontó de inmediato.
—¿Qué es lo que quieres, Ángel? —preguntó molesta.
—Nada, solo quería saber cómo te sientes, después de haber engañado a Santino con otro chico —dijo el chico, conocido como Ángel.
—Vaya, no esperaba que nadie me cuestionara, ni siquiera mi propio hermano menor —dijo Soraya burlona.
—Esa actitud solo muestra que no sientes culpa, después de haber engañado a Santino con su mejor amigo... —dijo Ángel molesto—. O debería decir, quien se dice su mejor amigo.
—No, no siento culpa alguna —dijo Soraya molesta—. Además, sí pasé la noche con Oliver, pero sólo fue una noche, nada más.
—¿Ya ves cómo no sientes culpa, Soraya? —replicó Ángel—. Es increíble que le estés haciendo esto a Santino. Si tanto lo odias, ¿por qué no lo terminas?
—No, que ni crea ese idiota que le voy a dejar el camino libre con esa tal Alessia Landeros —dijo Soraya molesta—. No he llegado tan lejos con él, como para que venga y me quiera cambiar por una insignificante niña que apenas acaba de conocer.
—Pues tarde o temprano, eso va a pasar, hermanita —dijo Ángel burlón—. Santino se va a cansar de tus escenas de celos y maltratos. Y te va a terminar dejando.
—Eso no va a pasar, Ángel —dijo Soraya molesta—. No voy a dejar que Santino me deje por otra chica tan fácilmente.
—Bueno, pero tú sí puedes engañarlo con ese chico, ¿verdad? —preguntó Ángel molesto—. ¿Tú sí puedes ahcerle semejante barbaridad?
Soraya simplemente rodó los ojos, en señal de molestia. Parecía que no estaba escuchando lo que Ángel le decía.
—Te aseguro que tarde o temprano, vas a pagar por todo lo que le hiciste a Santino —dijo Ángel serio—. Vas a pagar por todas las veces que lo has engañado y lastimado.
Después de esto, Ángel decidió irse hacia la salida de la facultad. Soraya se quedó ahí, parada y sin saber que decir o que hacer. Tenía miedo de que Santino la dejara.
—No puedo permitir que eso pase... —dijo molesta—. No puedo con la idea de que Santino me deje por otra chica...
La chica decidió irse de la facultad. Era obvio que ya no quería seguir soportando más pleitos.
***
Más tarde...
Ciudad Universitaria.
Marcelo y Oliver estaban en Ciudad Universitaria, platicando mientras caminaban. Marcelo usaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Oliver usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.
—¿Tuviste una noche de pasión con la novia de tu mejor amigo, Oliver? —preguntó Marcelo impresionado.
—Sí, no sabes lo bien que me sentí —dijo Oliver con una sonrisa maléfica.
—Vaya, hermano... —dijo Marcelo impresionado—. Nunca creí que odiaras tanto a ese chico, al punto de meterte con la novia de su mejor amigo.
—¿Sabes una cosa? Siempre he querido acostarme con Soraya... —dijo Oliver con su sonrisa maliciosa—. Pero nunca se me hizo, pues era y sigue siendo novia de Santino.
—Sin embargo, ayer al fin lograste tu cometido... —dijo Marcelo.
—Sí, al fin se me hizo —dijo Oliver orgulloso—. Ya sabes. Como dice Romeo Santos: una aventura es más divertida si huele a peligro.
—Eso sí que es lo más malvado que hubiera podido imaginar —dijo Marcelo sonriendo—. Pero dime algo: ¿no tienes algún video o galería de fotos que prueben que tuviste una noche alocada con Soraya?
—Sí, tengo fotos y videos en mi celular —dijo Oliver sonriendo—. Ahí tengo la evidencia de lo que hicimos ella y yo anoche.
—No es por nada, pero deberías ponerlo en algún sitio web —dijo Marcelo—. No lo sé, PornHub, o XVIDEOS, quién sabe...
—Buena idea, pero no. Al menos por ahora —dijo Oliver tranquilamente.
—¿Por qué no? —preguntó Marcelo.
—Pues, sería violación a la intimidad —dijo Oliver tranquilamente—. No me gustaría hacer una cosa de esas, sabes que la Ley Olimpia protegería a Soraya.
—Bueno... —dijo Marcelo pensativo—. Entonces no lo hagas.
—Claro que lo haré en un futuro —dijo Oliver—. Si a Soraya se le ocurre traicionarme, todo esto irá a internet.
—Tú lo has dicho, Oliver —dijo Marcelo sonriendo—. Por cierto, me tengo que ir.
—Así será, Marcelo... Así será —dijo Oliver tranquilamente—. Nos vemos.
Marcelo se despidió de Oliver y se fue del lugar. Oliver estaba seguro de que Soraya nunca lo traicionaría. Tenía fotos y videos en su celular, de aquella noche que pasaron juntos. Y estaba decidido a subirlas a la red en el momento debido.
De repente, alguien llegó al lugar, y no era otro que Carlos. Él portaba una playera gris de tirantes, short negro, una gorra roja en la cabeza y un par de zapatos tenis blancos. Se acercó a Oliver para hablar con él.
—Parece que tu cara te delata, Oliver Lattanzio... —dijo Carlos, enfureciendo a Oliver.
—¿De qué estás hablando, Carlos? —preguntó Oliver molesto.
—Tu cara lo dice todo, hermano —dijo Carlos burlón—. Pasaste la noche con Soraya ayer. ¿Cómo te la pasaste?
—Eso no te importa —dijo Oliver molesto—. Aparte, no sé de dónde sacas eso de qué pasé la noche con Soraya.
—Yo sé muy bien lo que le hiciste a tu compa, Oliver —dijo Carlos burlón—. No me gustaría encontrarlo para contarle que le quitaste a su novia, chapulín.
Harto de las burlas de Carlos, Oliver se le puso al brinco.
—¡En primer lugar, Santino no es mi amigo! —le gritó muy enojado—. Y en segundo lugar, ¿a ti qué te importa si pasé la noche con Soraya?
—Pues a mucha gente le va a importar —dijo Carlos—. Porque siempre te ha gustado esa chica, no te hagas.
—¿Sabes qué? Piensa lo que quieras, yo no tengo por qué aguantar lo que diga la gente —dijo Oliver molesto—. Con permiso, yo me voy de aquí. Ya me cansé de esta conversación.
Oliver decidió irse de Ciudad Universitaria, cansado de la presencia de Carlos. Éste lo veía de pies a cabeza.
—¿Por qué tan asustado, Oliver? —preguntó Carlos, provocando que Oliver volteara hacia él—. ¿Temes que tus secretos salgan a la luz?
Oliver volteó hacia otro lado y decidió irse del lugar, dejando solo a Carlos.
—Parece que te tengo en mis manos, Oliver... —dijo Carlos burlón.
El chico también decidió irse del lugar, quiso buscar a sus amigos para hablar con ellos, mientras que Oliver se iba hacia su casa.
—¿Qué rayos le pasa a ese tipo? —dijo molesto—. ¿Y qué le importa si pasé la noche con Soraya?
Está claro que Oliver estaba furioso, y no sabía qué hacer.
***
Más tarde...
Parque La Pérgola.
Alessia se encontraba caminando por el parque, después de haber estado en la escuela. Ella portaba una blusa blanca de mangas cortas, minishort deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Caminaba cómodamente, para ejercitarse.
De repente, Soraya llegó al parque. Portaba una blusa negra de tirantes, pantalón deportivo azul y un par de zapatos tenis blancos. Ella se acercó a Alessia para confrontarla.
—Así que tú eres esa chica con la que mi novio se está encontrando, ¿no es así? —dijo Soraya molesta.
—No sé de qué me estás hablando, Soraya —dijo Alessia molesta—. Simplemente soy amiga de tu novio, nada más.
—¡Mentira! —exclamó Soraya molesta—. Sé muy bien que tú y Santino se están viendo a escondidas de mí. Ya deja de negarlo, Alessia.
—Por supuesto que nos estamos viendo, pero simplemente somos amigos. ¿Por qué no lo entiendes? —replicó Alessia molesta.
—Porque esa amistad parece que está convirtiéndose en algo más —dijo Soraya molesta—. A mí nadie me quita de la cabeza que ustedes tienen algo más que una amistad.
—¿De dónde sacas eso, Soraya? —preguntó Alessia más enojada—. Entiende de una buena vez. Tú eres la novia de Santino, yo simplemente soy su amiga. Espero que te lo metas en la cabeza.
—Espero que tú te metas esto en la cabeza, Alessia —dijo Soraya molesta—. Santino quizá sea sólo tu amigo, pero no voy a permitir que me lo quites así de fácil.
—No te estoy quitando nada, Soraya. Entiéndelo —dijo Alessia molesta—. Santino y yo sólo somos amigos, tú eres la novia. ¿Por qué tan asustada?
—Puras tonterías, Alessia —dijo Soraya molesta—. Ahora entiendo por qué no puedo tener amigas mujeres. Dicen ser tus amigas, pero sólo están esperando para quitarte lo que es tuyo. Y no voy a dejar que me quites lo que con tanto esfuerzo me gané.
—Y yo no voy a permitir que te salgas con la tuya, Soraya —dijo Alessia molesta—. Voy a seguir siendo amiga de Santino, te guste o no.
—¡Por mí, haz lo que quieras, Alessia! —exclamó Soraya molesta—. Pero más vale que esa amistad no llegue a algo más. Los voy a estar vigilando.
Soraya procedió a irse del parque, pero Alessia la detuvo.
—Será mejor que lo sepas, Soraya —dijo Alessia molesta—. No voy a dejar de ser amiga de Santino, sólo porque tú me lo pides. Él y yo seguiremos siendo amigos, te guste o no.
Soraya volteó hacia Alessia.
—Ya te lo dije, Alessia. Por mí, haz lo que quieras —dijo molesta—. Yo no perdono, así que tú sabes lo que haces.
Después de esa discusión, Soraya se dio la vuelta y decidió irse del parque, dejando a Alessia sola y molesta por lo ocurrido.
—¿Qué le pasa a esta chica…? —preguntó sorprendida.
Después de lo ocurrido, Alessia decidió irse del parque. Era obvio que se sentía abrumada, después de la pelea que sostuvo con Soraya.
***
Esa misma noche...
Casa de la familia Lattanzio.
Oliver se encontraba en su casa, exactamente en su habitación, después de haber tenido un largo día. Se encontraba con Marcelo; ambos estaban sentados en la cama. Ambos estaban en ropa interior: Oliver en boxers azules, mientras que Marcelo en boxers negros.
—Créeme que todo está fluyendo tranquilamente, Oliver —dijo Marcelo tranquilamente—. No tienes por qué perder la paciencia.
—No estoy desesperado por ese día, Marcelo —dijo Oliver amablemente—. Simplemente no puedo procesarlo tan fácilmente.
—¿Y qué es lo que no puedes procesar? —preguntó Marcelo un poco preocupado.
Oliver se quedó un poco pensativo, mientras seguía platicando con Marcelo.
—Es que hay personas que quizá sepan que Soraya y yo pasemos la noche juntos ayer —dijo muy preocupado.
—¿Y eso qué tiene que ver, Oliver? —preguntó Marcelo.
—Que tengo miedo de que ese momento salga la luz —dijo Oliver cada vez más preocupado—. Uno de esos tipos de drogadictos sabe que Soraya y yo pasamos la noche juntos, y tengo miedo de que abra la boca.
—¿Y qué vas a hacer al respecto? —preguntó Marcelo.
—No lo sé, Marcelo. Pero no quiero tener que tomar medidas drásticas —dijo Oliver preocupado.
—Pues si ese tipo te odia y quiere sacarlo todo a la luz, no vas a tener otra opción —dijo Marcelo—. Porque si no haces nada al respecto, ese tipo va a sacar a la luz todo lo que sabe sobre ti.
Oliver respiró profundamente antes de responder.
—No lo sé, Marcelo… Pero parece ser que no tengo otra opción —dijo mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia el espejo—. No voy a dejar que ese tipo saque todo a la luz, que diga todo lo que sabe acerca de lo que pasó esa noche.
—Te entiendo, hermano... —dijo Oliver.
—Si alguno de mis secretos saliera a la luz, no sé de lo que sería capaz —dijo Oliver mientras se miraba al espejo.
Marcelo se levantó de la cama y caminó hacia Oliver.
—Mírate nada más, Oliver —dijo Marcelo—. Eres un chico fuerte, temerario, capaz de quitar de su camino lo que le estorbe. Te aseguro que no habrá nada malo que te afecte, y mucho menos lo que hagan esos drogadictos.
—Gracias, Marcelo. Sabía que podía contar contigo —dijo Oliver.
—Esos drogadictos no son capaces de hacer nada al respecto —dijo Marcelo sonriendo—. Y te aseguro que si llegan a hacerlo, tú estarás ahí para borrarlos del mapa. Tú eres capaz de eliminar a quien se le ocurra sacar alguno de sus secretos a la luz. Y no es por nada, pero esta no es la excepción.
—Así será, Marcelo. Así será… —dijo Oliver—. Tú lo sabes, Marcelo. Hay que hacer a un lado lo que estorbe.
—Cierto, lo que no sirve, quítalo de tu camino —dijo Marcelo.
Oliver sabía muy bien lo que le convenía. No le convenía que sus secretos salieran a la luz, y estaba dispuesto a quitar de su camino a los portadores de sus secretos, sin importarle lo que tuviera que hacer.
***
Más tarde…
Parque La Pérgola.
Soraya se encontraba nuevamente en el parque, caminando tranquilamente, después de haber peleado con Alessia. Se encontraba sola, sin nadie que pudiera molestarla.
—Rayos, no sé por qué la tonta de Alessia se atreve a meterse en mi relación con Santino… —dijo molesta mientras caminaba.
De repente, Ángel llegó al lugar para hablar con ella. El chico portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón deportivo azul y un par de zapatos tenis blancos. Soraya lo miró de reojo apenas lo vio, y decidió detenerse para hablar con él.
—¿Y ahora qué quieres, Ángel? —preguntó Soraya molesta—. ¿No se supone que estarías con tus amigos en el deportivo?
—Vamos, Soraya… —dijo Ángel tranquilamente—. Es que mis amigos no pudieron ir, me dijeron que tenían algunos conpromisos importantes.
—Supongamos que te creo… —dijo Soraya aún molesta—. ¿Y como de qué querías hablar?
—Pasa, que no me gustó nada que fueras a hacerle una escenita a esa tal Alessia Landeros —dijo Ángel molesto, enfureciendo más a Soraya.
—¿Y por qué no te gustó esa escena? —refunfuñó Soraya molesta—. Esa chica vino a quitarme a mi novio, ¿y tú pretendes que me quede de brazos cruzados? ¿Pretendes que me quite a Santino y haga lo que se le dé la gana?
—¿Y tú no crees que te estás excediendo un poco? —preguntó Ángel molesto—. Te guste o no, le hiciste una escena de celos a tu novio, y también te le quisiste poner al brinco a Alessia. Acéptalo.
La tensión entre ambos hermanos aumentaba con el pasar del tiempo.
—¿Crees que voy a aceptar que esa chica me quite lo que con tanto esfuerzo conseguí? —preguntó Soraya molesta—. No, eso no se va a poder. Eso no va a pasar, te lo aseguro.
—Claro que sí se va a poder, Soraya—dijo Ángel molesto—. Esas actitudes tuyas que estás teniendo con Santino, te están alejando cada vez más y más de él.
—¡Por supuesto que no, idiota! —gritó Soraya molesta—. No estoy alejando a Santino de mí. No sé de que actitudes estás hablando. Y déjame en paz, que sólo me estás quitando mi tiempo.
—Bueno, haz lo que quieras, a mí me da igual —dijo Ángel molesto—. Sólo no te quejes si Santino termina contigo.
—No, no lo va a hacer —dijo Soraya molesta—. Santino no sería tan tonto como para cometer semejante estupidez.
—Llámalo como quieras, pero sólo es sentido común —dijo Ángel—. Te aseguro que para cuando menos lo esperes, Santino habrá terminado contigo.
Ángel decidió alejarse de Soraya y se fue hacia otro lugar. Soraya se quedó desconcertada después de aquella discusión que tuvo con su hermano.
—¿Acaso Santino está planeando terminar conmigo…? —susurraba completamente perpleja.
Momentos después, dejó de pensar en esas ideas, y decidió seguir caminando por el parque. Aún así, no perdía el miedo de que Santino decidiera terminar su relación con ella.
***
Más tarde…
Unidad Deportiva Anáhuac.
Santino y Marcelo estaban en la Unidad Deportiva Anáhuac. Ambos estaban cerca de la alberca, preparándose para nadar. Ambos llevaabn trajes de baño tipo boxer, color negro. Sólo que Santino llevaba goggles azules, mientras que Marcelo unos negros.
—¿Así que tú eres el nuevo amigo de mi hermana? —preguntó Marcelo.
—Sí, soy yo. Santino Alarcón —dijo Santino sonriendo.
—Qué bueno, eso me alegra —dijo Marcelo sonriendo—. Es que recientemente acabamos de mudarnos, y tú ya sabes todo lo que te contó mi hermana, ¿no?
—Sí, eso parece… —dijo Santino.
—Por cierto, también me encontré con tu mejor amigo, es Oliver Lattanzio —dijo Marcelo sonriendo.
—Sí, es que es mi mejor amigo desde que estábamos en la primaria —dijo Santino.
—Me imagino… —dijo Marcelo sonriendo—. ¿Entonces? ¿Quieres nadar un rato, Santino?
—Sí —respondió Santino.
Los dos chicos caminaron hacia una de las orillas de la alberca. Después de unos minutos, los dos se lanzaron hacia la alberca y empezaron a nadar, vieron quién podía nadar más rápido. Santino estaba entusiasmado al nadar con Marcelo, pues deseaba olvidarse de los problemas que lo aquejaban.
Después de dos vueltas, Marcelo logró vencer a Santino. Ambos chicos salieron de la alberca y siguieron platicando mientras caminaban un rato.
—Vamos, Santino. Eres bueno, pero yo fui mejor —dijo Marcelo burlón.
—Algún día te venceré, Marcelo. Algún dia... —dijo Santino.
—Cambiando de tema, ¿es cierto que tienes novia? —preguntó Marcelo con curiosidad.
—Sí, pero la verdad es que ya estoy pensando en terminar con ella —dijo Santino con un poco de tristeza.
—¿Por qué? —preguntó Marcelo.
Santino se entristeció un poco antes de hablar. Él y Marcelo tomaron sus toallas blancas de una banca y empezaron a secarse.
—Ya no la soporto, Marcelo. La neta —dijo un poco molesto—. Siempre me hace escenas de celos por cualquier tontería, hasta me ha golpeado. Con decirte que hoy tuve una incidente con ella, por una tontería que hice.
—Todos cometemos errores, Santino. Pero tu novia no tiene por qué portarse así —dijo Marcelo tranquilamente.
—Lo sé, Marcelo. Pero qué carajos le hago... —dijo Santino tranquilamente—. Por cierto, se llama Soraya Díaz de León.
—Soraya... —dijo Marcelo con curiosidad, y pensativo—. Mira, Santino. No soy quien para dar consejos, pero lo único que podría aconsejarte, es que termines tu relación con ella lo antes posible. Porque si no lo haces, esa relación tóxica te puede afectar a largo plazo. Piénsalo.
Santino se quedó ligeramente pensativo después de haber escuchado las palabras de Marcelo. Era obvio que debía seguir sus consejos, si no quería sufrir por culpa de esa relación tóxica.
—No sé qué decir, Marcelo... —dijo tranquilamente—. Creo que debería seguir ese consejo, no vaya a ser que Soraya se ponga peor con el pasar de los días.
—Espero que así sea, hermano —dijo Marcelo.
Los dos chicos decidieron irse hacia los vestidores, para cambiarse de ropa y dirigirse hacia sus casas. Santino aún seguía pensativo por el consejo que había recibido, y sabía que debía ponerlo en marcha.
***
Más tarde...
Plaza Fiesta Anáhuac.
Oliver y Soraya se encontraban en Plaza Fiesta Anáhuac, en el área de restaurantes. Ambos estaban sentados en una mesa, platicando tranquilamente.
—¿Cómo es psoible que Santino quiera terminar conmigo, Oliver? —preguntó Soraya un poco intranquila—. ¿Qué hice para merecer semejante castigo?
—Vamos, Soraya. No te pongas así —dijo Oliver tranquilamente—. Tú no hiciste nada malo, sólo quisiste marcar tu territorio, y hacerle ver a Alessia, que lo tuyo es tuyo.
—¿Es que acaso se volvió un crimen defender lo que es tuyo? —preguntó Soraya molesta—. ¿Acaso todos me ven mal por querer defender mi propiedad?
—Claro que no, no tiene nada de malo —dijo Oliver tranquilamente—.
Todos saben que sólo estás defendiendo a Santino de cualquier lagartona que te lo quiera quitar, eso no tiene nada de malo. Lo que sí tiene de malo, es que algunos te vean como una loca. Pero tú no los escuches. Sólo tú sabes que estás haciendo lo correcto. Eso no lo discute nadie.
—Caray, no creí que eso tuviera algo de malo… —dijo Soraya un poco más tranquila—. Pero sé que puedo dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que sólo estoy defendiendo lo mío de quien sea.
—Eso habla muy bien de ti, Soraya, a pesar de que muchos no lo vena así —dijo Oliver sonriendo—. En fin, ¿quieres que te lleve a tu casa?
—Sí, si no es mucha molestia… —dijo Soraya.
Los dos chicos se levantaron de la banca, y decidieron irse a casa de Soraya. Era obvio que ya estaban algo cansados, y querían descansar para recargar energías para el día siguiente.
De repente, un chico estaba viendo todo desde otra mesa. Y era Salomón, quien portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Veía todo desde lejos.
—O sea, celas demasiado al pobre Santino… —dijo molesto, mientras veía a los dos chicos—. ¿Y encina te das el lujo de celarlo? Vaya, ni quien quiera andar con alguien como tú, Soraya…
Viendo que ya no quería estar en el lugar, el chico se levantó de la mesa y decidió irse del centro comercial. Aún seguía estupefacto por el engaño de Soraya hacia Santino.
¿Qué opinas del capitulo?
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