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15: La caída de Oliver

Al día siguiente...

19 de septiembre de 2022.

Ciudad Universitaria.

Era un día ligeramente lluvioso, pero el clima seguía cálido. Todo se veía tranquilo.

Habían pasado varios días desde la violación de Katia a manos de Lorenzo, y el asesinato de Soraya a manos de Marcelo.

Santino y Alessia estaban en Ciudad Universitaria, después de una larga jornada de clases, caminando tranquilamente. Santino portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Alessia por su parte, portaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

—No sabes cómo lamento lo que le pasó a Soraya, Santino —dijo Alessia con tristeza.

—Sí, y que lo digas… —dijo Santino preocupado—. A pesar de todo lo que me hizo, nunca le hubiera deseado algo así.

—Dicen que le cortaron la lengua, y la violaron. Y al final la asesinaron —dijo Alessia muy preocupada—. Es indignante que hayan hecho algo así.

—Sí. Y nunca pensé que diría esto, pero espero que el culpable pague por lo que hizo —dijo Santino indignado—. Soraya no merecía que le hicieran semejante abominación.

Los dos chicos caminaban tranquilamente, cuando de repente, un chico se les acercó y quiso burlarse de ellos. Y no era otro que Oliver, a quien Alessia y Santino vieron con indignación. Oliver portaba una camisa a cuadros azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

—Hola, chicos… —dijo burlón—. ¿Cómo amanecieron? ¿Cómo te la estás pasando con tu violador, Alessia?

—¡Santino no es ningún violador, Oliver! ¡Tú sí! —gritó Alessia furiosa.

—Ya no te tenemos miedo —dijo Santino molesto—. Puedes hacer lo que quieras, pero todos sabemos que tú eres el verdadero violador de Alessia, Oliver.

Oliver se echó a reír.

—¿Y quién les va a creer esa tontería, chicos? —preguntó burlón—. Acéptenlo, soy intocable. Nadie puede contra mí. Yo sé cómo evadir denuncias como esas.

—¿Ah, sí? —preguntó Alessia molesta—. ¡Pues claro que yo recuerdo cómo me tocabas esa noche, hace semanas! ¡Tú eres el que me andaba desnudando, no Santino! ¡Tú fuiste quien me penetró, no Santino! ¡Tú me violaste esa noche, sin importar que estuviera borracha! ¡Acusaste a Santino sin pruebas!

—¡Sí, y vas a pagar por eso, Oliver! —gritó Santino—. Ah, y dile al cerdo de Lorenzo que va a pagar por haberse aprovechado de mi hermana.

—Pues hagan lo que quieran, chicos. Al fin y al cabo, nadie les va a creer —dijo Oliver burlón—. Pero una cosa sí te digo, Santino: esto sólo es el principio de tu fin. Porque te prometo que voy a acabar contigo, y con toda tu familia.

Después de esa terrible amenaza, Oliver decidió irse del lugar, dejando solos a los dos chicos. Santino y Alessia sólo lo veían alejarse, y entendían que debían tener mucho cuidado con Oliver, pues se trataba de un enemigo muy peligroso.

***

Más tarde...

Casa de la familia Covarrubias.

Lorenzo se preparaba para salir. El chico portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Parecía estar totalmente tranquilo, después de haberse aprovechado de Katia esa noche.

De repente, alguien golpeaba la puerta.

—¿Quién es...? —preguntó Lorenzo sorprendido.

Lorenzo fue a abrir la puerta, y vio que era Santino, quien al ver a Lorenzo, no dudó en lanzarse sobre él a golpes.

—¡Eres un maldito hijo de perra, Lorenzo! —gritó Santino mientras sometía a Lorenzo contra la pared.

—¿Qué te pasa, idiota? —gritó Lorenzo sorprendido, mientras Santino lo sometía.

—¡Me acabo de enterar de que ayer te aprovechaste de mi hermana, maldito! —gritó Santino, antes de darle un puñetazo a Lorenzo en la cara—. ¡Nunca me imaginé que fueras capaz de semejante cochinada!

—¡Pues claro que lo hice, Santino! —gritó Lorenzo burlón—. ¡Te confieso que nunca quise a Katia! ¡Sólo quería llevarla a la cama y abusar de ella! ¡Te advertí que te iba a hacer sufrir por haberme quitado a Alessia!

—¿Y es así como ibas a hacerlo? ¿Aprovechándote de mi hermana para después abusar de ella? —gritó Santino lleno de ira—. ¡Nunca voy a perdonarte que te hayas aprovechado de mi hermana!

—¡Pues ya es tarde para hacer algo al respecto! —gritó Santino.

Sanitno empezó a golpear a Lorenzo sin piedad, estaba furioso al ver que Lorenzo sólo quería a Katia para aprovecharse de ella, lo golpeaba hasta dejarlo malherido. De repente, Katia llegó al lugar. Portaba una blusa blanca de tirantes, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Ella se acercó a Lorenzo, aún viendo que Santino lo estaba golpeando, pero decidía ceder.

—¡Ah, Katia! —dijo Lorenzo, mientras se levantaba del suelo, estaba malherido—. Qué bueno que llegas...

Lejos de apapacharlo, Katia lo sostuvo de la playera y lo sometió contra el suelo.

—¿Cómo pudiste hacerme algo así, Lorenzo? —gritó histérica, antes de darle un puñetazo en la cara—. ¡Te quise mucho, estuve a tu lado en las buenas y en las malas! ¿Y así me pagas? ¿Violándome?

—Nunca lo entenderías, Katia... —susurró Lorenzo—. La verdad es que nunca te he querido, estúpida. Sólo queŕia llevarte a la cama...

Envuelta en ira, Katia empezó a golpear a Lorenzo.

—¡Eres un cobarde! —gritaba histérica—. ¡Me destruiste la inocencia! ¡Me arruinaste la vida!

Katia seguía golpeando a Lorenzo frente a Santino, pero de repente, Lorenzo decidió zafarse y empujar a Katia, para después levantarse del suelo.

—¡Katia...! —dijo Santino mientras corría hacia Katia para auxiliarla.

—Vaya, sí que ustedes dos son más tontos de lo que parecen... —susurró Lorenzo, mientras caminaba hacia el buró.

Lorenzo batallaba para caminar, después de los golpes que había recibido a manos de Santino y Katia.

—Hagan lo que quieran, par de zoquetes —dijo burlón—. Sea como sea, yo no voy a ir a la cárcel.

—¡Claro que sí irás, Lorenzo! —gritó Santino.

—¡Vas a ir a la cárcel, vas a pagar por lo que hiciste! —gritó Katia.

—¡No, no lo haré! —gritó Lorenzo histérico— ¡No voy a ir a la cárcel, idiotas! ¡No voy a ir a la cárcel, por mis huevos que no, no lo haré!

De repente, mientras Santino protegía a Katia de la histeria de Lorenzo, dos policías aparecieron en la casa, se acercaron a Lorenzo y lo arrestaron.

—¡Chicos, por favor! —gritó Lorenzo asustado, mientras los policías lo arrestaban—. ¡Yo no he hecho nada, señores!

—Hay una denuncia en tu contra por abuso sexual, Lorenzo —dijo un policía—. Así que vas a venir con nosotros.

—¡Suéltenme, carajo! ¡Yo no hice nada, por Dios! —gritó Lorenzo histérico.

Los dos policías se llevaron a Lorenzo, mientras Santino y Katia sólo observaban.

—Tranquila, Katia. Ya paśo, se acabó —dijo Santino tranquilamente.

—Gracias, hermano... —dijo Katia.

Santino abrazó a Katia para protegerla, cuando de repente, llegó Alessia al lugar y se acercó a los hermanos.

—¿Están bien, chicos? Supe que se llevaron a Lorenzo detenido —dijo Alessia.

—Sí, ya se acabó, Alessia... —dijo Santino.

—¡Alessia! —gritó Katia mientras se separaba de Santino y abrazaba a Alessia—. ¡Perdóname, por favor! ¡No sabía que me estabas diciendo la verdad...!

—Tranquila, Katia... —dijo Alessia—. Ya se acabó, ya pasó. Lorenzo ya no te va a volver a lastimar.

Los tres chicos se sentían tranquilos al saber que Lorenzo había recibido su merecido. Sin embargo, esto aún no terminaba, ya que Oliver estaba pendiente de recibir su castigo.

***

Más tarde...

Monterrey, Nuevo León.

Estación de Policía Alamey.

Lorenzo se encontraba en la Estación de Policía Alamey. Estaba en una celda, después de haber sido arrestado por la policía.

—No puedo creer que me haya pasado esto... —susurraba molesto—. Pero cuando salga, me las van a pagar...

De repente, Oliver llegó al lugar para hablar con Lorenzo.

—¡Oliver! Qué sorpresa, ¿cómo estás? —preguntó Lorenzo sorprendido—. Fíjate que la policía me detuvo por lo que le hice a Katia... Y necesito que me saques de aquí, por favor.

—¿Sacarte de aquí? Por favor, no tengo tiempo para eso —dijo Oliver burlón—. Tú decidiste hacerle daño a esa chica, así que atente a las consecuencias. Nunca debiste haberte metido con una menor.

—¡Por favor, no puedes dejarme aquí, Oliver! —gritó Lorenzo desesperado—. ¡Sácame de aquí, por favor, te lo suplico!

—Ya te lo dije, hermano —dijo Oliver burlón—. No puedo hacer nada para sacarte de aquí.

Los ojos de Lorenzo se llenaron de lágrimas en ese momento.

—¿Quieres decir que me vas a dejar aquí, como si nada? —sollozó—. ¿Me vas a dejar que me pudra en la cárcel? ¿Me vas a dar la espalda, aún después de todos los momentos que vivimos?

—Siento decírtelo, Lorenzo. Pero sí —dijo Oliver tranquilamente—. Lo siento, pero ahí te ves.

Oliver decidió darse la media vuelta e irse del lugar, como si nada hubiera pasado. Lorenzo se quedó con los ojos llenos de lágrimas, al saber que su amigo le había dado la espalda. Una mujer policía delgada, de piel clara y de cabello largo castaño llegó al lugar y habló con Lorenzo.

—Vaya, vaya, vaya... —dijo la mujer policía en tono burlón—. Primero te detienen por violín, y ahora tu querido amigo te dio la espalda. Vaya que hoy fue un mal día para ti, Lorenzo Covarrubias. Lo tenías todo, y ahora lo perdiste. Qué mal por ti, hermano.

Lorenzo enfureció después de haber escuchado esas palabras.

—Yo violé a Katia Alarcón, ¡lo acepto! —sollozó lleno de ira—. Pero, ¿qué hay del zoquete que se acaba de ir? ¡Él ha hecho cosas peores que yo, se lo puedo asegurar!

—¿A qué te refieres, Lorenzo? —preguntó la mujer policía, consternada—. ¿Insinúas que ese tipo ha cometido algún delito?

—Sí, y las pruebas están en el celular que me incautaron... —sollozó Lorenzo molesto—. ¡Ahí están las pruebas que quería presentarles! ¡Oliver Lattanzio es peor de lo que creía! ¡Ahí está la prueba de que él es el verdadero violador de Alessia Landeros!

La mujer policía quedó sorprendida después de haber escuchado las palabras de Lorenzo.

—¿Quieres decir que Santino nunca abusó de esa chica? —exclamó estupefacta—. ¿Ese chico que se acaba de ir es el verdadero responsable?

—Sí, ¡y a las pruebas me remito! —exclamó Lorenzo.

—Te lo advierto, Lorenzo. ¡Es tu palabra contra la suya, así que más vale que esas pruebas estén en tu celular! —exclamó la mujer policía molesta.

—¿Por qué no lo comprueban ustedes? —exclamó Lorenzo entre lágrimas—. ¡Ahí están las pruebas! ¡Ahí está la confesión de ese animal! ¡Revisen mi celular! ¡Estoy totalmente seguro de lo que estoy diciendo! Y no sólo eso, ¡sino que además, Marcelo Landeros, hermano de Alessia, fue cómplice! ¡Mírenlo todo! Y si es necesario, estoy decidido a decir todo lo que sé.

—Entonces tú y ese tal Salomón Balmaceda quieren decir todo lo que saben acerca de Oliver Lattanzio... —dijo la mujer policía.

La mujer policía estaba muy consternada después de haber escuchado las palabras de Lorenzo. Era obvio que él estaba dispuesto a decir todo lo que sabía acerca de Oliver, y hacer todo lo posible para hundirlo.

***

Más tarde...

Casa de la familia Lattanzio.

Oliver se encontraba en su habitación, viendo su celular. Portaba una playera gris de tirantes, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Estaba viendo una publicación en Facebook, donde le decían cosas, tales como:

"¡Santino siempre fue inocente! ¡Oliver debe ir a la cárcel!"

"Oliver Lattanzio es el verdadero violador. Espero que lo capturen."

"Oliver fue quien violó a esa chica, no Santino Alarcón como yo creía."

"Espero que le caiga todo el peso de la ley a Oliver Lattanzio."

"Justicia para Santino Alarcón y para Alessia Landeros."

Oliver se aterró al ver los mensajes, y decidió mandarle un mensaje a Marcelo, vía WhatsApp. Ese mensaje decía:

Oliver
"Marcelo, prepara tus cosas. Hoy vamos a escapar. Vamos a huir de las autoridades."

Tras mandar el mensaje, Oliver se puso manos a la obra. Empezó a buscar sus documentos en el buró.

—Debo escapar lo antes posible... —dijo mientras buscaba sus documentos en el buró—. No voy a ir a la cárcel. Por mis huevos que no...

Después, se dirigió hacia su armario para sacar una maleta negra, y acto seguido, se puso a guardar gran parte de su ropa. Era obvio que las autoridades lo estaban buscando, y estaba dispuesto a escapar a como diera lugar.

***

Más tarde...

Casa de la familia Landeros.

Marcelo se encontraba en la sala de la casa, preparándose para salir. Portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Estaba con una maleta negra en el suelo, y su celular en la oreja derecha, hablando con Oliver.

—Está bien, Oliver. Ya voy para allá... —dijo tranquilamente.

Salió de la casa para escapar, aún con la lluvia presente, sin contar con que Alessia y Santino se dirigían hacia él para confrontarlo.

—Hola, chicos... No es lo que creen... —dijo Marcelo nervioso.

Furiosa, Alessia se acercó a Marcelo y le dio un rodillazo en los testículos, haciéndolo arrodillarse del dolor.

—¡Maldito idiota! —le gritó furiosa, y le dio un puñetazo en la cara, tirándolo al suelo—. ¿Cómo pudiste permitir que Oliver me violara? ¿Cómo pudiste permitir que me hiciera esto? ¡Soy tu hermana, por amor de Dios!

—¡No me lastimes, por favor! —sollozó Marcelo adolorido, mientras se revolcaba en el suelo—. ¡Yo no quería hacer esto!

—¡Claro que querías hacerlo, Marcelo! —dijo Santino molesto—. ¿Cómo fuiste capaz de permitir que ese inmundo le hiciera esto a tu propia hermana? ¿Y encima querías acusarme de violador? ¡Me has traicionado, Marcelo!

—¿Y qué es esa maleta que traías ahi, Marcelo? —gritó Alessia furiosa—. ¡No me digas que querías escapar!

—¡Claro que no quería escapar, Alessia! —gritó Marcelo mientras se levantaba de la banca—. ¡Ustedes no lo entienden, yo no quería hacer esto, Oliver me obligó!

—¡No puedo creer que hayas sido capaz de hacerme tanto daño, y luego querer echarle la culpa a un inocente! —gritó Alessia molesta—. ¡Nunca voy a perdonarte que me hayas destruido la vida de esa forma, maldito!

—¡Ya deja de hacerte la víctima, Marcelo! —gritó Santino molesto—. ¡Y acepta las consecuencias de tus actos!

—¡Hermanita...! —sollozaba Marcelo.

Alessia se lanzó hacia Marcelo para golpearlo, mientras que Marcelo se cubría de los golpes.

—¡No me llames así! ¡Ya no eres mi hermano! —gritó furiosa mientras seguía golpeando a Marcelo, pero Santino la sometía para alejarla de él—. ¡Ya no eres mi hermano! ¡Te odio! ¡Eres un desgraciado, ya no tengo hermano! ¡Púdrete, maldito! ¡Púdrete!

Marcelo simplemente sollozaba, mientras una camioneta Chevrolet Tahoe negra, llegaba al lugar.

—Nunca entenderían por qué hice lo que hice, chicos... —dijo mientras se acercaba a la camioneta con maleta en manos—. Espero que algún día, puedan perdonarme por lo que hice...

Marcelo subió a la camioneta, la cual se fue a toda velocidad de la casa. Alessia lloraba y lloraba, mientras que Santino trataba de consolarla.

—Tranquila, Alessia... —dijo Santino tranquilamente—. Él y Oliver van a pagar por lo que te hicieron. Tranquila...

Santino no se alejaba ni un momento de Alessia, mientras ella seguía llorando bajo una lluvia que se hacía un poco más fuerte.

***

Más tarde...

Apodaca, Nuevo León.

A pesar de la fuerte lluvia, Marcelo y Oliver se encontraban en la carretera, cercana al Hospital de Zona 67, cercano al Aeropuerto. Los dos chicos estaban platicando.

—No sabes cómo lamento que tu hermana te haya golpeado de esa forma —dijo Oliver tranquilamente—. Pero ya no pasa nada, hoy nos vamos de aquí.

—Sí, lo sé... —dijo Marcelo tranquilamente—. Hoy sí nos iremos de aquí. Pero debemos hacerlo de inmediato, ya que la policía ya tiene una orden de aprehensión contra ti.

—Hay que irnos ya, se nos va a pasar el avión —dijo Oliver tranquilamente—. Pronto empezaremos una nueva vida, lejos de todo. A donde vamos, sólo nos esperararán la paz y la tranquilidad. Nada ni nadie nos va a molestar.

—Sí, pero hay algo que quiero decirte... —dijo Marcelo preocupado.

—¿De qué se trata, hermano? —preguntó Oliver consternado.

Marcelo respiró profundamente antes de seguir hablando.

—¿Recuerdas las pruebas que Lorenzo presentó en tu contra? —preguntó.

—Sí, pero eso ya no importa... —dijo Oliver tranquilamente.

—No... Es que... —dijo Marcelo, preocupando más a Oliver.

—¿Qué pasó? ¡Habla ya, carajo! —gritó Oliver.

—Es que le di algunas pruebas más a Lorenzo, antes de que lo encarcelaran… —dijo Marcelo consternado—. Además, hablé con las autoridades acerca de los homicidios que cometiste. Y ahora por mi culpa, es que las autoridades ya te están buscando. Lo siento mucho…

Oliver quedó helado después de haber escuchado las palabras de Marcelo, y no sabía que decir.

—Así que tú me vendiste a las autoridades junto con Lorenzo… —susurró.

—Sí, y de verdad lo siento… —dijo Marcelo—. De verdad, lo siento…

Oliver no podía creer lo que estaba pasando. Pero comprendía que Marcelo lo había traicionado en complicidad con Lorenzo, así que se levantó su playera y sacó una pistola que traía en su pantalón. Le apuntó a Marcelo y le disparó en la cabeza. Marcelo cayó al suelo después de haber recibido el disparo, pero al parecer aún seguía con vida.

Creyendo que asesinó a Marcelo, Oliver decidió irse del lugar, como si nada hubiera pasado.

—No, debo ir a encargarme de Santino definitivamente… —susurró.

Se dirigió hacia la camioneta negra, pues aún no quería huir: estaba decidido a terminar con Santino definitivamente.

***

Más tarde...

Casa de la familia Alarcón.

Alessia, y la familia Alarcón estaban en la sala de la casa, totalmente preocupados por su bienestar. Santino no dejaba de caminar de un lado para otro, mientras Katia, Alessia y la señora Alarcón estaban sentadas en el sofá.

—Tranquilo, hijo... —dijo la mamá consternada.

—¡No, mamá! ¡Es que no me puedo calmar! —le gritó Santino molesto, dirigiéndose hacia su mamá—. ¡No puedo estar tranquilo, sabiendo que Oliver Lattanzio está libre!

—¡Entiendo cómo te sientes, hijo! —dijo la mamá mientras se levantaba del sofá—. ¡Pero esa no es razón para que me hables en ese tono!

—¡Perdóname, mamá! ¡Es que no puedo hablar en otro tono, sabiendo que Oliver puede atacar en cualquier momento! —gritó Santino molesto—. ¡Tengo miedo de que Oliver les haga daño a ustedes!

—Sí, mamá... —dijo Katia mientras se levantaba del sofá y se dirigía hacia su madre—. Santino está así, porque ya sabe la clase de persona que es Oliver. Y sabe perfectamente de lo que es capaz.

—Lo siento mucho, señora... —dijo Alessia mientras se levantaba del sofá y se dirigía hacia la señora Alarcón—. ¡Pero es que tengo miedo de que ese tipo nos haga daño!

—Pero, chicos... —dijo la mamá—. Sólo les suplicaba que no perdieran la calma.

—No puedo perder la calma, mamá... —dijo Santino ya tranquilo, pero aún molesto—. No puedo calmarme, pero trato de hacerlo. Perdóname si te contesto de esta forma, pero tengo miedo de que Oliver nos haga daño, a mí o a ustedes...

De repente, alguien tiró la puerta de la casa, aterrorizando a todos los presentes. Y no era otro que Oliver Lattanzio, quien portaba una pistola en su mano derecha.

—¡Oliver...! —gritó Santino sorprendido.

—¡Oliver! —gritó Alessia sorprendida.

—¡Así es, damas y caballeros! —exclamó Oliver, mientras le apuntaba a todos los presentes con el arma, y se acercaba lentamente—. ¡Soy yo, Oliver Lattanzio! ¡Ahora es cuando vengo a cumplir mi promesa, Santino! ¡Te prometí que iba a acabar contigo y con toda tu familia, así que aquí me tienes, querido!

—¡No nos hagas daño, por favor! —gritó Katia desesperada y asustada.

—¡No nos hagas daño, Oliver! —gritó la mamá asustada, mientras corría a proteger a Katia, Santino y Alessia.

—¡Cállense, cállense! —gritó Oliver histérico—. ¡Cállense, o los voy a matar! ¡Los voy a matar a todos ustedes! ¡Aquí y ahora!

—¡Pues tómame a mí, Oliver! —gritó Santino furioso, mientras corría hacia Oliver—. ¡Tómame a mí si quieres! ¡Mi vida por la de ellas!

Oliver le apuntó a Santino con el arma.

—¡No le hagas daño a mi hijo, Oliver! —gritó la mamá.

—¡No! —gritó Katia llorando.

—¡No le hagas daño a Santino! —gritó Alessia, mientras corría hacia Santino para defenderlo—. ¡Si quieres matarlo a él, vas a tener que matarme a mí también!

—¡Alessia, no! —gritó Katia.

—¡No lo hagas, Alessia! —gritó Santino.

—¡Oh, claro, Santino! ¡Entre más, mejor! —gritó Oliver enloquecido, mientras seguía apuntándole con la pistola a Santino—. ¡Claro que no te vas a ir solo, querido! ¡Si quieres, puedo matarlos a los dos! ¡Te vas derechito a la mierda junto con Alessia! ¿Quién iba a pensarlo? ¡Santino Alarcón y Alessia Landeros, juntos en el infierno!

De repente, mientras Oliver se preparaba para matar a Santino y Alessia, varias sirenas de policía ya estaban sonando. Y afuera estaban dos policías, uno de ellos traía un alto parlante que utilizó para gritar.

—¡Oliver Lattanzio! ¡Sabemos que estás aquí! —gritó—. ¡Ríndete y sal con las manos en alto!

Adentro de la casa, Oliver empezó a enloquecer más, mientras Alessia y los Alarcón se asustaban cada vez más.

—¡Vaya, ya que la policía ya está aquí, esto se pone cada vez mejor! —dijo enloquecido.

—¡La policía ya viene por ti, Oliver! ¡Ríndete ya! —gritó Katia.

—¡Ya no sigas con esto, y ríndete ya, Oliver! —gritó la mamá.

—¡Ya ríndete de una vez, Oliver! —gritó Alessia.

—Esto se acabó, Oliver —dijo Santino tranquilamente—. La policía ya viene por ti, y no hay nada que puedas hacer para evitarlo.

—¡No, no voy a ir a la cárcel, prefiero la muerte! —gritó Oliver histérico—. ¡No voy a ir a la cárcel! ¡Nos vemos en el infierno! ¡Adiós para siempre, Santino Alarcón!

Sin pensarlo dos veces, Oliver le disparó a Santino en el hombro izquierdo, provocando que Katia, la mamá y Alessia gritaran de terror.

—¡Santino! —gritaron las tres mujeres de la casa.

Santino recibió el disparo y cayó al suelo. Katia, Alessia y la señora Alarcón corrieron hacia Santino para auxiliarlo, mientras Oliver miraba con terror.

—¡Santino, Santino! —gritó Katia llorando.

—¡Santino, hijo! ¡No me dejes, hijo! —gritó la mamá histérica, tratando de reanimar a Santino.

—¡Santino, no te mueras! —gritó Alessia llorando—. ¡No te mueras, por favor!

—¡Santino, hijo! ¡Santino! —gritó la mamá histérica y enloqueciendo.

Mientras las tres mujeres auxiliaban desesperadamente a Santino, él estaba perdiendo la conciencia. Oliver estaba muy consternado, al ver lo que hizo. Poco a poco, empezaba a perder la razón.

—¿Santino? —empezaba a susurrar, para después, soltar la pistola y empezar a gritar—. ¡Santino, Santino! ¡Santino! ¡Santino! ¡Santino, Santino!

Oliver empezó a enloquecer horriblemente. Empezó a gritar como loco, mientras se arrodillaba y se sostenía la cabeza, como si tuviera un fuerte dolor de cabeza.

—¡Santino! ¡Santino! —gritaba desesperado, mientras se acostaba en el suelo, ahora estaba en posición fetal.

—¡Santino, hijo! —gritaba la mamá histérica.

—¡Santino! —gritaban Alessia y Katia llorando.

Alessia, Katia y la señora Alarcón seguían gritando y llorando, mientras que Oliver gritaba como loco, como si estuviera poseído por el demonio. Tres policías entraron a la casa, y corrieron hacia Santino para auxiliarlo.

—¡Hay que ayudar a Santino! ¡Llama a una ambulancia! —gritó uno de los policías.

Otros dos policías, un hombre y una mujer, entraron para detener a Oliver, pero él simplemente gritaba como loco, aún estando en el suelo y en posición fetal.

—¡Santino, Santino, Santino! —gritaba Oliver sollozando, mientras rodaba en el suelo—. ¡Santino, Santino, Santino!

—¿Qué le pasa a Oliver Lattanzio? —preguntó el policía.

—No sé... —dijo la mujer policía asustada—. Creo que se puso así, desde que le disparó a Santino.

—Se me hace que está enloqueciendo —dijo el policía—. Al parecer, no creo que vaya a ir a la cárcel.

—Sí, sólo se la pasa gritando: ¡Santino, Santino! —dijo la mujer policía, aún asustada.

—¡Santino, Santino, Santino! —seguía gritando Oliver, aún tirado en el suelo y en posición fetal—. ¡Santino, Santino, Santino!

Los policías no sabían que hacer con Oliver. Los demás policías estaban tratando de ayudar a Santino, quien estaba herido en el hombro izquierdo. Todos los presentes esperaban a que llegara una ambulancia, para que pudieran ayudar a Santino.

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