
Capítulo noventa y ocho "Fenris"
La noche estaba en calma, y el suave susurro del viento acompañaba el ritmo de nuestra respiración. Scott y yo dormíamos profundamente, disfrutando del raro momento de tranquilidad que viene con ser padres.
Melody, nuestra pequeña de apenas un año, descansaba en su cuna en la habitación contigua la que habíamos arreglado para ella hace no mucho. O al menos, eso pensábamos.
Me desperté con una sensación de movimiento a mi lado. Al principio, pensé que era Scott, pero él murmuró algo entre sueños.
—Hannah, no te muevas mucho —susurró, todavía medio dormido.
—No soy yo —respondí adormilada—, pensé que eras tú.
Nos acomodamos nuevamente, intentando volver a dormir. Sin embargo, la sensación de movimiento continuó. Finalmente, Scott y yo nos sentamos de golpe y vimos una pequeña figura acurrucada entre nosotros.
Scott, con su olfato de hombre lobo, frunció el ceño. —¿Quién eres tú? —preguntó, su voz llena de desconcierto.
La niña levantó la cabeza y nos miró con unos ojos marrones llenos de familiaridad. —¿No me reconoces? ¡Soy yo, papi!
Miré a ni chico, incrédula, mientras él balbuceaba —¿Melody?
La niña asintió con una sonrisa. Prendimos la lámpara de la mesita de noche para ver mejor. Tenía el cabello negro largo con algunas ondulaciones, y esos ojos marrones que tanto amábamos.
Scott me miró, buscando confirmación de que esto no era un sueño. —Hannah, ¿esto es un sueño?
Sacudí la cabeza, mi mente intentando entender lo que estaba viendo. —No, Cariño, esto es real.
Melody nos miró, confundida por nuestra reacción. —¿Por qué están tan sorprendidos?
Scott tartamudeó, tratando de encontrar las palabras. —Es que tú... tú... tenías un año hace un momento y ahora...Se giró hacia mí, buscando ayuda. —¿Hannah?
Me aclaro la garganta, aún sorprendida pero intentando mantener la calma. —Melody, cariño, ¿puedes decirnos cómo llegaste aquí?
La niña frunció el ceño, claramente confundida. —Simplemente me desperté y quería estar con ustedes.
Scott y yo nos miramos, ambos procesando la surrealidad de la situación. Intenté poner una sonrisa tranquilizadora. —bueno, te haremos un lugar. A nosotros nos encantaría tenerte aquí.
El castaño, aún en shock, asintió. —Sí, nos encantaría.
Nos acomodamos nuevamente, Melody entre nosotros. Scott y yo intercambiamos miradas, intentando entender cómo nuestra bebé de un año se había convertido en una niña de siete de la noche a la mañana. Pero por ahora, decidimos disfrutar del momento y dejar las preguntas para la mañana.
—Te queremos, Melody —dijo Scott, acariciando el cabello de nuestra hija.
—Y siempre estaremos aquí para ti —añadí, abrazándola con fuerza.
Melody sonrió y se acurrucó entre nosotros, volviendo a dormir rápidamente. Nos quedamos despiertos un rato más, observando a nuestra hija con una mezcla de amor y asombro.
—Annah...esto...es demasiado.
—ni me lo digas —suspiré algo estresada.
—¿Hasta cuando seguirá creciendo?
—Lydia dijo que problemente hasta justamente los siete años —recordé.
—genial —asintió más tranquilo.
—y también dijo que la primera transformación de los lobos nacidos es a esta edad —hice una mueca de preocupación.
—cuando suceda, lo veremos —aseguró Scott —por el momento, aún debo encargarme de Liam.
—si, por supuesto.
...
Al día siguiente, todavía abrumados por la increíble transformación de Melody, Scott y yo nos dirigimos a la escuela. No podíamos esperar para contarle a Stiles y a las chicas lo que había sucedido. En cuanto llegamos, los encontramos en el pasillo, riendo y charlando como de costumbre.
—¡Hey, chicos! —llamé, atrayendo su atención. Todos se giraron para mirarnos, y en cuanto vieron nuestras caras, supieron que teníamos algo importante que decir.
—¿Qué pasa? —preguntó Lydia, siempre perceptiva.
Scott tomó aire y soltó la bomba. —Melody... ha crecido de la noche a la mañana. Tiene siete años ahora.
Hubo un momento de silencio antes de que Stiles soltara un grito de sorpresa. —¡¿Siete años?! —casi gritó, sus ojos abiertos de par en par.
No pude evitar responderle con un tono sarcástico. —No, Stiles. Estoy exagerando. En realidad tiene... —hice una pausa dramática—. Sí, ¡siete años!
Mi hermano me miró, todavía incrédulo. —¿Cómo es posible? ¿Qué pasó?
—No tenemos ni idea —respondí, tratando de mantener la calma—. Simplemente sucedió. Nos despertamos y ahí estaba, como si siempre hubiera sido así.
Lydia se cruzó de brazos y me miró con una ceja levantada. —Hannah, ¿recuerdas lo que te dije? Ya te había mencionado que esto podía pasar. Con sus genes de loba, Melody podría crecer rápidamente hasta los siete años.
Me quedé mirándola, recordando vagamente aquella conversación. —Oh, claro, Lyds. Porque es completamente normal que una niña crezca seis años en una noche —respondí, el sarcasmo impregnando mis palabras.
La banshee sonrió, sacudiendo la cabeza. —A veces olvido que eres una Stilinski. Tienes el sarcasmo corriendo por tus venas.
No pude evitar reírme, al igual que Stiles, quien se acercó para darme una palmadita en la espalda. —Bien dicho, hermana.
—Deberías estar más atenta a sus primeras transformaciones —continuó Lydia—. Con este crecimiento acelerado, es posible que su transformación también se adelante.
—un problema a la vez, uno a la vez —murmuró Scott estresado. —primero tengo que encargarme de Liam, por cierto, quedé con Derek —dejó un beso rápido en mi mejilla —nos vemos luego.
Lo vi irse mientras trataba de procesar lo que había dicho, miré a los chicos —¿Acaso dijo que quedó con Derek?
—a mi no me mires, no me ha dicho nada —se defendió Stiles cuando mi mirada se cruzó específicamente con la suya en busca de una respuesta.
—bueno, tú y yo —la coyote tomó del brazo a Lydia —iremos a conseguir la segunda clave —prácticamente la arrastró lejos de nosotros.
Quedamos solo Stiles, Kira y yo —¿Y cómo es? —preguntó la asiática intrigada.
—¿Melody? —asintió —es...—sonreí —es una pequeña versión femenina de Scott, más o menos —hice un ademán con mi cabeza —tiene mi nariz y labios pero, tu entiendes.
Stiles no pudo evitar hacer un comentario. —Sí, pero por suerte no heredó tu sentido del humor. Imagínense a una mini-Hannah sarcástica corriendo por ahí.
Los tres reímos, y Kira añadió con una sonrisa. —Debe ser adorable.
—Lo es —dije, sintiendo una calidez en mi pecho al pensar en mi hija.
El castaño, aún sonriendo, se puso serio de repente. —Hannah, ¿has pensado en lo que dijo Lydia? Sobre las transformaciones y todo eso.
Asentí. —Sí, y es algo que me preocupa. Pero sé que no estamos solos en esto. La cuidaremos entre todos.
La kitsune asintió. —Cuenten conmigo para lo que necesiten.
Stiles puso una mano en mi hombro. —Siempre estaremos aquí para ti, para Scott y para Melody. Para esta la familia ¿no? —abracé a mi mellizo sin pensarlo.
Finalmente decidimos ir a nuestras clases, nos tocaba economía con el coach. Mientras él hablaba nosotros estábamos ensimismados en las muertes de la lista, Stiles observaba las imágenes de las apuñalada de Carrie tratando de descifrar cual fue el instrumento que dejó esas marcas y a su vez el arma homicida.
Finstock llamó la atención de mi hermano golpeando la punta del palo de lacrosse qué sostenía, no pregunten por qué, contra su pupitre. —¿Sabes Stilinski? —tomó las fotos —si pudiera calificarte por cuan profundamente me perturbas, sacarías diez en todo —admitió.
—gracias entrenador —tapé mi boca amortiguando la risa que me había atacado.
—guarda esas fotografías. —cuando se estaba por ir, Stiles tomó el palo y lo observó —¡Stilinski! —le quitó el tapón de la punta, la forma coincidían con las marcas en la piel de Carrie. —¿Qué rayos te pasa? —le quitó el stick —mejor no respondas.
Scott, Stiles y yo nos miramos —es un jugador de lacrosse —adiviné, mi mellizo asintió.
—el asesino está en el equipo.
—Scott, ya no sé si quiero que sigas jugando lacrosse —admití —¿Y si el siguiente eres tú?
—tranquila Annieh, te prometo que estaré buen —apoyó su mano sobre la mía.
—¡Stilinski! ¡McCall! ¿Ahora ustedes dos?
Luego de la clase con los chicos fueron a revisar todos los palos de lacrosse en busca del que tenía el arma homicida.
—¿Cuál es el punto de esto? —inquirió Scott soltando uno de los sticks que ya había revisado. —los jugadores usan su propio equipo.
—tal vez en lugar de buscar un palo de lacrosse con una daga oculta, deberíamos intentar que cancelen el juego —opiné mirando a mi chico.
—jugando es la mejor manera de atraparlo.
—¿y si lo atrapamos en el acto —supuso Stiles. —con las manos cubiertas de la sangre de la persona que acaba de apuñalar?, que podrías ser tú, Scott.
—o Liam, no tenemos toda la lista, podría estar en ella.
—no sabemos nada sobre la lista —comenté —como la hacen, como la actualizan...¿Quién pudo haber estado haciendo un censo sobrenatural?
—¿Cómo pueden saber sobre Annah o Melody? —inquirió Stiles.
—saben de todos —murmuró el alfa.
—Hannah tiene razón, hay que detener el partido.
—no tengo miedo —admitió mi chico.
—yo tampoco y voy a proteger a Melody con mi vida, así deba sacrificarme por ella —Scott estuvo de acuerdo con pesar.
—¡pues yo estoy aterrado y ni siquiera estoy en la lista! —chilló mi hermano —son asesinos profesionales, es su profesión, uno de ellos tiene un alambre térmico que corta cabezas ¿quien sabe que más tienen?
...
Esa misma tarde estaba en mi casa preparándonos con Melody para el partido, en mi interior rezaba para que todo saliera bien, pero algo en mi interior me decía que estuviera alerta qué no me confiase.
—Melly, ven aquí, Cariño —llamé a la pequeña, que estaba sentada en mi cama con la camiseta del equipo en su mano.
Se paró frente a mí y comencé a peinar su cabello oscuro y apenas rizado —le hice una semicolita qué amarre con un listón bordeau para que estuviera a juego con el equipo.
—¿Te gusta el peinado, Cielo? —le pregunté sonriendole a través del espejo frente a nosotras.
—Sí, mamá —respondió, sonriendo con esos hoyuelos heredados de su padre—. ¿Dónde está papá?
—Papá ya debe estar de camino a la escuela, para prepararse para el partido. Nosotros iremos a alentarle, ¿de acuerdo?
Ella asintió emocionada. Terminé de arreglarla y nos pusimos nuestras camisetas del equipo obviamente con el número once en la espalda . Justo cuando estábamos listas, Stiles apareció en la puerta, ya vestido y listo para irse.
—¡Listas para animar al mejor equipo de lacrosse de Beacon Hills! —dijo con entusiasmo, haciendo un gesto exagerado.
Melody rió y corrió hacia su tío, abrazándolo con fuerza. Stiles la levantó en brazos, girándola en el aire.—¡Vamos, pequeña fan número uno, tenemos un partido que ganar! —exclamó, haciendo reír a Melody aún más.
Una vez llegamos nosotras nos dirigimos a las gradas, aún estaba bastante tranquilo, pues era temprano.
Melody, con su energía inagotable, comenzó a buscar a su papá. Sus ojos brillaron de emoción cuando lo localizó en la banca junto a Kira.
—Mamá, ¿puedo ir a saludar a papá? —preguntó, mirándome con esos grandes ojos marrones que era imposible negar.
Sonreí y asentí. —Claro, vamos.
Tomé su mano y bajamos las escaleras hasta llegar a la banca. Scott nos vio acercarnos y su rostro se iluminó con una sonrisa.
—¡Papá! —gritó Melody, soltándose de mi mano y corriendo hacia él.Scott se agachó y la levantó en brazos, abrazándola con fuerza. —¡Hola, pequeña! ¿Estás lista para animar al equipo?
—¡Sí! —respondió ella entusiasmada.
Kira, que estaba a su lado, sonrió al ver la escena. —Hola, Hannah. Hola, Melody.
—Hola, Kira —respondí, devolviéndole la sonrisa.
El castaño miró a su pequeña con ternura. —¿Te gusta tu camiseta del equipo?
—¡Sí! Mamá me peinó y todo —dijo, señalando su cabello arreglado.
—Estás preciosa —dijo Scott, besando su mejilla.
—¿Estás nervioso? —le pregunté a Scott, notando una ligera tensión en sus hombros.
—Un poco, pero con ustedes aquí, sé que todo saldrá bien —respondió, con una sonrisa que trataba de ocultar su preocupación.
—Vamos a estar animándote todo el tiempo —le aseguré, apretando suavemente su brazo.
Él asintió, su mirada se suavizó al vernos allí. Melody le dio un último abrazo antes de bajarse de sus brazos.
—Buena suerte, papá —dijo ella, con una sonrisa radiante.
—Gracias, pequeña. Te prometo que haré mi mejor esfuerzo —respondió Scott, acariciando su cabello.
Abracé a mi chico con fuerza —por favor ten mucho cuidado —murmuré en su oído —si algo te pasara...
—estaré bien, lo prometo —besó castamente mis labios.
Asentí tomando la mano de la pequeña para regresar a las gradas.
—¿Crees que papá gané? —miré a mi hija.
—seguro que sí —sonreí —el juega muy bien —aseguré.
El partido empezó, la cosa parecía ir bien, bueno, no tanto pata nuestro equipo pero estaba segura de que mejoraría.
Nos estaban ganando y ver la carita de desilusión de mi hija, me partió el alma, la abracé —tranquila, estoy segura de que mejorarán —en ese momento Kira metió un gol. —¡¡¡Sí!!! —gritamos felices —¿viste?
—¡Sí! —asintió feliz.
De repente Liam y Brett chocaron, fue algo extraño, se paró el juego unos minutos.
De repente me llegó un mensaje, era de Lydia, había decifrado otro tercio de la lista y la palabra clave fue Aiden, me llamó la atención que fueron los nombres de dos personas fallecidas ¿Cuál sería el siguiente? En la lista figuraba un nombre que llamó mi atención, Brett el chico del otro equipo salía allí.
De repente, sentí una extraña sensación. Mi visión se nubló y, al cerrar los ojos, una imagen aterradora se formó en mi mente.Estaba en los vestuarios del equipo. Una chica de cabello largo y oscuro se movía sigilosamente, sosteniendo un alambre térmico que brillaba con una luz roja inquietante. Se acercaba a Scott, que estaba desprevenido.
Abrí los ojos, sintiendo el corazón latiéndome en la garganta. Miré al campo, pero él ya no estaba allí. Busqué frenéticamente a alguien conocido con quien dejar a Melody, pero no vi a nadie. No tenía otra opción que llevarla conmigo.
—Melody, tenemos que irnos. Ahora. —La tomé de la mano y comenzamos a correr hacia los vestuarios.
—¿Qué pasa, mamá? —preguntó, notando la urgencia en mi voz.
—Papá está en peligro. Tenemos que ayudarlo.
Llegamos a los vestuarios y, cuando entré, vi la escena que había anticipado. Scott estaba en apuros, con el alambre térmico alrededor de su cuello, y la chica intentaba ahorcarlo. Sin pensarlo, me acerqué rápidamente.
—¡Scott! —grité, con el corazón en un puño.
Pero Scott, con sus ojos de alfa rojos y brillando de furia, logró sujetar el alambre y empujarla contra la pared, apretando su garganta hasta que se desmayó.
Melody, asustada, se aferró a mis piernas al ver a su padre en esa forma.
—Papá... —susurró, temblando.
El alfa se dio cuenta de nuestra presencia y sus ojos volvieron a la normalidad. Se acercó rápidamente, intentando tranquilizar a Melody.
—Tranquila, pequeña. Todo está bien —dijo, acariciándole el cabello.
Abracé a Scott sin pensarlo dos veces —¡Dios mío! Creí que perdía —tome su rostro en mis manos —¡no vuelva a hacerme algo así otra vez! —golpee suavemente su hombro.
—no puedo prometerlo, sabes que está fuera de mi control.
Scott se giró hacia mí con una mezcla de confusión y preocupación en sus ojos.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—Tuve una visión —le expliqué rápidamente, todavía tratando de calmar a Melody—. Vi a esta chica atacándote con un alambre térmico. Sabía que tenía que venir a ayudarte.
Asintió, su expresión endureciéndose mientras procesaba la información. En ese momento, Stiles llegó corriendo, jadeando por el esfuerzo. —creo que deberías llamar a tu papá —le dijo Scott al verlo.
—¿Pudieron averiguar quien es el asesino del equipo? —inquirí en lo que mi hermano llamaba a nuestro padre.
—es Gareth, él hirió a Brett y sospecho que iba a ser lo mismo con nosotros.
—menos mal que lo evitaste —suspiré aliviada.
—no creo que Melody deba estar aquí, no quiero que ellos la vean —miró a la chica aun desmayada.
—si, quizás deba irme...—tomé a la pequeña en brazos, dejé un beso en los labios de Scott —cuídate ¿Sí?
—lo haré —el castaño miró a su hija y se acercó lentamente a nosotras, sintiendo un nudo en la garganta al ver el miedo en los ojos de ella. —¿no te vas a despedir de mí?
Melody bajó la mirada, sintiéndose incómoda bajo la intensa mirada de su padre. Finalmente, levantó tímidamente los ojos hacia él y murmuró:
—Tengo miedo.
Scott se sintió desgarrado por dentro al escuchar las palabras de la pequeña. Se agachó frente a ella, colocando con delicadeza una mano sobre su hombro.—No tienes por qué tener miedo, cariño. Jamás te haría daño, eres mi dulce Melodía —dijo con voz firme pero calmada.
Melody asintió lentamente, todavía insegura. Scott le sonrió con ternura y le dio un beso en la frente.
—Cuídate mucho, pequeña. Nos vemos pronto —le dijo con suavidad antes de ponerse de pie y dejar que me llevara a Melody.
Cuando salimos a la calle, saqué mi celular para pedir un uber pero, un auto llamó mi atención por lo que me acerqué con cuidado.
—¿Derek?
—hola Annah —sonrió apenas —supongo que viniste al partido.
—supones bien —asentí —¿y tú que haces por aquí?
—ah...bueno, estaba con Argent, tenemos asuntos pendientes —explicó restandole importancia. —¿Vas a tu casa?
—si, la cosa aquí se complicó.
—¿Necesitas que te de un aventón? —no voy a mentir si dijera que no lo pensé, porque lo hice, pero saber que Scott podría enojarse otra vez por esto me hacía declinar la oferta.
Bajé la mirada a mi pequeña, estaba apoyada en mi pierna y rascaba uno de su ojitos tratando de no dormirse.
—sino te molesta, eso sería genial —acepté.
—sube —me indicó con un ligero cabeceo.
Tomé a Melody y me monté en el auto, cuando volteé hacia el Hale vi el desconcierto en su rostro —¿Esa es la bebé Melody? —alzó ambas cejas con asombro.
—ahora es la niña Melody —reí.
La pequeña miró al hombre con curiosidad, sintió cierta conexión y comodidad con él —te...me haces familiar.
—ah, si es que ya nos habíamos visto pero, eras una bebé —explicó Derek.
Melody observó a Derek durante unos momentos, su mirada infantil llena de una familiaridad que desafiaba la lógica.
—Fenris —susurró con una dulzura inocente en su voz.
Mi corazón se detuvo por un instante, sorprendida por las palabras de mi hija. Derek también parecía aturdido, sus ojos verdes fijos en ella.
—¿Qué dijiste, Melody? —pregunté, intentando entender lo que acababa de ocurrir.
El castaño parpadeó, como si no estuviera seguro de lo que acababa de escuchar.—¿Me llamaste Fenris? —inquirió, su voz suave con un toque de incredulidad.
Melody asintió con firmeza, una sonrisa traviesa en su rostro infantil.—Sí, Fenris. Es tu nombre —respondió con absoluta convicción.
—¿Hannah recuerdas la historia que te conté de Ahmes? ¿De su amor no correspondido y el forastero?
—vagamente —asentí.
—Fenris, era el nombre de ese hombre lobo.
—ella te recuerda —abrí los ojos como platos.
Melody cayó dormida en mis brazos, dejándonos en un profundo silencio lleno de pensamientos muy confusos.
—¿Cómo has estado, Sourwolf?
—podría estar mejor —se encogió de hombros —creo que...estoy perdiendo mis poderes de lobo.
—¿Eso es posible?
—Kate me hizo algo e intento averiguar qué es para revertirlo —explicó.
Un rato más tarde llegamos a mi casa, agradecí el aventón y bajé para meterme dentro rápidamente.
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