Capítulo noventa y cuatro "Quiero seguir a tu lado"
Llegamos a la ex mansión Hale justo para ver como Parrish y otro policía se lo llevaban, por lo que tuvimos que ir al departamento de policía.
Ni bien bajamos del jeep corrimos hacia adentro, llegando justo en el momento en que mi padre estaba con el joven Derek.
—yo me encargo —dijo mirando a Parrish y luego nos hizo un gesto para que lo siguiéramos a su oficina. —quiero que sean honestos conmigo —habló una vez estuvimos en privacía. —absoluta y completamente honestos...¿Estuvieron viajando en el tiempo? —lo miramos extrañado por tan rara deducción.
—espera ¿Qué? —inquirió Stiles.
—porque si los viajes en el tiempo son reales...no, no, no puedo más con todo esto ¡renuncio! —miró a mi hermano —vas a hacer que acabe en la casa Eichen.
—lo encontramos así —admitió Scott.
—¿En dónde? ¡¿nadando en la fuente de la juventud?! —exclamó más que molesto.
—no...lo encontramos enterrado en una tumba en un templo azteca —ambos miramos a Stiles sorprendidos, estaba mandandonos al frente —en México, debajo de una iglesia, en medio de un pueblo que fue destruido por un terremoto.
Cerré los ojos esperando el grito —me dijeron que fueron a acampar —respiré tranquila, se había controlado.
—sí lo hicimos...pero, en México.
—de ti no me sorprende —miró a mi mellizo —pero de ti, Hannah —negó decepcionado —acabas de dar a luz hace poco menos de una semana.
—fue por una buena razón y además, estoy bien.
—ya no puedes hacer estas cosas y tú tampoco, Scott, tienen que ser más responsables. Ahora una vida depende de ustedes —nos retó.
—lo siento, papá, no se repetirá.
—podemos regresar a Derek —dijo Stiles tratando de cambiar el tema.
—si, sobre eso...Derek, rejuveneció. No recuerda nada —explicó mi chico.
—hay que hablar con él —propuse.
—si bueno, hasta ahora no ha hablado con nadie.
Scott lo observó a través de la puerta —hablará conmigo.
Salimos y tal y como dijo, habló con él —¿por qué me iría contigo? —inquirió el Hale.
—hubo un accidente, perdiste la memoria pero, te podemos ayudar —dijo el alfa.
—¿Cuanta memoria?
—mucha, confía en nosotros —se acuclilló frente a él y le mostró sus ojos de alfa.
—eres un alfa —afirmó.
—¿lo es? Creí que solo estaba poseído —rompí el hielo con algo de sarcasmo.
—bien, ¿quién eres? —le preguntó. —¿y quiénes son ellos?
—somos los que evitamos que te manden a prisión —explicó mi hermano.
—somos Stiles y Hannah —me acerqué —somos los hijos del sheriff y él —señalé al castaño —es Scott, puedes confiar en nosotros.
—déjanos ayudarte —pidió el alfa.
—no —negó.
—Derek, sé que no me recuerdas pero...una vez dijiste que confiabas en mí —fui suave —¿Puedes intentarlo otra vez?
—oye amigo ¿Sabes qué? Casi destrozas a dos policías en tu casa —Stiles intentó hacerlo entrar en razón —escuchanos y no saques ni colmillos, ni garras , ni te transformes en hombre lobo.
—estaré bien, siempre y cuando no sea luna llena —admitió.
—¿Tienes problemas con la luna llena? —preguntó Scott.
—dije que estoy bien.
—entonces, que bien ¿vienes o no? —inquirió Stiles.
—¿quieren que confíe en ustedes? ¿Dónde está mi familia?
Los tres nos miramos pero Scott, tuvo que tomar cartas en el asunto —hubo un incendio y...—sé quedó pensativo unos minutos —ya no están aquí, están bien. Pero, tuvieron que irse de Beacon Hills. —mi hermano y yo lo miramos extrañado, le había mentido. —vamos a llevarte con ellos, en cuanto recuperes tus recuerdos.
—sí —aceptó.
Se iniciaron los trámites para que pudiera irse, en lo que esperábamos fuimos a la oficina de mi padre.
—no debí decir eso, le mentí —Scott rompió el silencio.
—oye, está bien, le ahorraste mucho dolor innecesario —lo calmó mi mellizo.—si resolvemos esto en uno o dos días, volverá a hacer el viejo Derek y todos seremos felices —predijo —excepto Derek, que nunca es feliz. —le solté un zape en la nuca —¡au!
—Derek es feliz...solo que, prefiere no demostrártelo —corregí —aunque sería más feliz si tú, aceptaras salir con él —bromee.
—¡Annah!
—lo siento, sabes que me gusta molestarte un poco —reí.
—es una persona más a la que le mentimos —nos recordó el susodicho —siempre es mejor cuando decimos la verdad. Con Lydia, mi mamá, papá...
—pero ese es Derek Hale, puede que sea un chico ahora pero, aún así es Derek Hale, Scott.
—de acuerdo, llévenlo a mi casa y no le quiten los ojos de encima. —ordenó.
—¿a dónde iras tú? —inquirí.
—iré con quien debimos hablar desde el comienzo.
—ah...sí odio a ese hombre —dijo mientras él se iba.
—yo también, hermanito, yo también —murmuré.
...
Llegamos a casa de Scott y entramos rápidamente.
—solo esperaremos a Scott aquí y nos sentaremos en silencio y no llamaremos ni hablaremos con nadie —le explicó Stiles a Derek.
—a Stiles...—dije al ver a Raphael, claro que no me escuchó.
—¿pero si puedo hablar con ustedes?
—¡no, bien!—negó.
—entonces, ¿puedo hablar con él?
Raphael estaba parado frente a nosotros con una bolsa de comida y la bebé en su otro brazo
—ay —mi hermano se asustó —¿Está creciendo, señor?
—¿ustedes que hacen aquí? Hannah, imagino que vienes por Melody —me miró, a lo que asentí, tomando a la pequeña.
—esperando a Scott —respondió Derek.
—sí, también yo, quedamos en cenar juntos —explicó —traje mucho, ¿tienen hambre?
—sí, no —respondimos a unísono.
—no tenemos hambre —aclaró el castaño de lunares.
—yo me muero de hambre —contradijo el beta.
—ninguno de los tres tienes hambre pero, gracias.
—bien, si no tienes hambre Stiles, tú amigo puede comer con nosotros —ofreció mi suegro. —¿Cómo te llamas?
—antes de que pudiera contestar, mi mellizo se adelantó —Miguel, es nuestro primo Miguel de México.
—¿Tú naciste en México, Miguel?
—¡ay por Dios! —murmuré, me miraron —ah...la bebé, la bebé se hizo del baño —aclaré —mejor la iré a cambiar.
Subí a la habitación y estuve un rato fingiendo que cambiaba el pañal de Melody.
Un rato después bajé, estaban los tres comiendo sushi.
—que honita bebé —murmuró Derek —¿es tu hermana?
—es mi hija, su nombre es Melody —sonreí observando a la pequeña.
—la observó mejor —tiene los ojos de Scott.
—si, eso es porque...también es su hija —expliqué.
El chico observó la placa de Raphael —señor McCall ¿Es agente del FBI?
—de bajo nivel —comentó stiles —de muy bajo nivel, ni siquiera tiene voz.
—¿Usted investiga homicidios?
—a veces...sí son crímenes federales. —respondió.
—¿y los incendios?
—¡ay por Dios! ¿Me pregunto donde esta Scott? —el tonto qué tengo por hermano trató de cambiar el tema. —¿Qué no debería estar aquí a esta hora? Deberíamos llamarlo.
—¿De qué clase de incendios estas hablando? —se interesó.
—¿Sabe algo sobre la familia, Hale?
Después de que Raphael le contara la verdad, la que le habíamos ocultado, Derek tomó a Stiles y lo empotró contra la puerta de la habitación de Scott.
—bien, no estamos mintiendo solo omitimos ciertas verdades, verdades vitales ahora que lo pienso.
—no quiero hablar contigo —lo soltó —quiero hablar con el alfa, quiero hablar con Scott.
—está bien, voy a llamarlo —abrió la puerta —mi teléfono está abajo, lo llamaré, lo prometo. Quédate aquí y no te muevas ¿Sí? No te muevas —se fue, pero luego regresó y trato de asustarlo, claramente no provocó nada —yo pensé que... —ahora si se fue.
—¿Él está bien? —preguntó el castaño tomando asiento en la cama.
—se cayó de la cuna cuando era bebé —expliqué dejando a Melody en su cuna. —no se lo tomes en cuenta.
Cuando voltee vi como Kate entraba por la ventana, reaccioné instintivamente, colocándome entre Kate y la cuna de Melody. Mis ojos brillaron con un destello sobrenatural, y una bola de energía se formó en mi mano.
—No te atrevas a tocarla —dije con firmeza, su voz resonando con una determinación inquebrantable—. Ni a ella ni a Derek.
Kate soltó una carcajada fría, avanzando unos pasos hacia Hannah, sus ojos brillando con una malicia intensa.—Oh, una bruja, ¿eh? Esto se pone interesante. Pero dime, Hannah, ¿realmente arriesgarías la seguridad de tu bebé por un hombre lobo?
Mantuve mi postura, aunque mi mente trabajaba frenéticamente en busca de una solución.
—Kate —murmuró Derek.
—hola guapo —se acercó a él —ha pasado mucho, más de lo que crees —sonrió.
—¿Vas a detenernos? —la cazadora me miró.
—Mira, sé que eres fuerte, pero ¿de verdad quieres arriesgar la seguridad de esa bebé? Si no te apartas, no tendré problemas en lastimar a tu preciosa niña.
Sentí un nudo en el estómago. No podía arriesgarme a que Kate cumpliera su amenaza. Lentamente, dejé que la bola de energía se desvaneciera y mis ojos volvieron a la normalidad. Retrocedí un paso, aunque sin quitarle la mirada de encima a Kate.—Está bien, me apartaré. Pero si le haces daño a Derek, te juro que lo lamentarás.
La ex cazadora sonrió triunfante y se volvió hacia Derek.
—¡No! —gritó Derek, intentando intervenir, pero Kate lo sujetó con fuerza.
—Vamos, Cariño, no hagas esto más difícil de lo necesario —dijo ella, susurrando algo al oído de Derek que lo hizo vacilar, su mirada se tornó confusa y su cuerpo, dócil.
Antes de que el castaño pudiera reaccionar, la rubia lo agarró del brazo y lo empujó hacia la ventana. Con una rapidez y una agilidad sorprendente, me empujó con fuerza, haciendo que cayera al suelo, golpeándome la cabeza contra la esquina de la mesa.Mareada y con la visión borrosa, intenté levantarme, pero el dolor me venció y me desplomé nuevamente.
Momentos después, la puerta se abrió de golpe y Stiles entró corriendo, alarmado por el ruido.—¡Hannah! —gritó al verme en el suelo—. ¿Qué pasó?
Con esfuerzo, señalé hacia la cuna.—Melody.... —cerré los ojos unos segundos —Kate... se llevó a Derek...
Stiles corrió hacia la cuna, con el corazón latiendo con fuerza. Al ver a Melody durmiendo plácidamente, sintió un alivio momentáneo, pero la preocupación por su hermana y Derek no desapareció.—Está bien, Hannah. Melody está bien —dijo, volviendo junto a mí ayudandome a sentar—. ¿Estás herida?
Asentí débilmente. —Estoy bien. Solo un golpe. Pero Derek... Stiles, tenemos que encontrarlo.
Stiles asintió, su mandíbula apretada con determinación.—Lo haremos. Pero primero, asegúrate de que Melody esté a salvo. Yo me encargaré de encontrar a Derek y a Kate. —tomó con cuidado mi rostro y me revisó —¡Dios mío, Annah! Estas sangrando —se puso en pie y corrió hacia el baño por el botiquín de primeros auxilios, llevé mi mano hacia mi frente, sentí humedad y dolor.
Mi mellizo regresó y prosiguió a curarme la herida —gracias Michief —sonreí.
—no hay nada que agradecer, eres mi hermanita, mi deber es cuidarte —dejó un besó en mi frente pero lejos de la herida.
—no olvido que en México dijiste que me abandonarías sin pensarlo.
—estaba...no era cierto, fueron los nervios —se excusó —¿Sabes que tengo que decirle lo que ocurrió a Scott, cierto?
—por supuesto —asentí de acuerdo.
—bien, hablaré con él —sacó su celular y le marcó.
Mientras hablaba con el alfa, me levanté de la cama y caminé despacio hacia la cuna. Melody dormía muy a gusto sin un solo rasguño, sonreí satisfecha, aunque todo rastro de felicidad se fue de mi rostro al sentir un leve mareo, el golpe le estaba pasando factura.
—ya está —mi mellizo se acercó —toma a Melody, te llevaré a casa y luego iré por Derek.
—¿A casa? —frunció el ceño.—no lo entiendo —negué.
—en caso de que Kate piense volver para terminar el trabajo, es mejor que no te encuentre aquí —explicó.
—si, está bien —tomé a la bebé, la cual emitió una pequeña queja pero aún así no abrió los ojos.
En menos de diez minutos estábamos en casa, Stiles se aseguró de que estuvieramos bien antes de irse.
Se acostó en la cama y cerró los ojos, buscando en la tranquilidad un refugio para sus pensamientos.De repente, una oleada de recuerdos la inundó.
Tara caminaba junto a Tayen por el sendero que bordea el río. El aire estaba cargado de la fragancia de los pinos y el sonido del agua corriendo era un susurro constante.
—Tayen, ¿por qué me has traído aquí? —preguntó Tara, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprehensión.
Tayen se detuvo y la miró a los ojos, su expresión grave.—Tara, hay algo que necesito decirte —dijo, su voz firme pero temblorosa. Las manos de Tayen estaban ligeramente temblorosas cuando tomó las de ella.
—¿Qué sucede? —insistió Tara, su corazón empezando a latir con más fuerza.
Tayen respiró hondo, como si reuniera todo su valor.—Soy... diferente —empezó, buscando las palabras adecuadas—. Mi familia ha guardado este secreto desde que vine al mundo. Soy...hombre lobo.
Tara sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Una oleada de incredulidad y miedo la recorrió.—¿Qué? —susurró, casi sin aliento—. ¿Hombres lobo? Eso no puede ser real, Tayen.
—Lo es —afirmó él, sus ojos oscuros brillando con una intensidad sobrenatural —No quería asustarte, pero necesitabas saberlo. Especialmente ahora.
—¿Por qué ahora? —preguntó Tara, sintiendo que sus piernas apenas la sostenían.
Tayen la guió hacia una roca cercana y se sentaron. La luna llena brillaba intensamente sobre ellos.—Mis padres anhelaban un hijo y lo intentaron durante muchos años sin éxito —comenzó —. Mi madre, desesperada, le pidió ayuda a la Diosa Luna, suplicando por un hijo. Poco después, quedó embarazada. Unos días antes de dar a luz, una joven misteriosa visitó a mi madre. Le dijo que el niño en su vientre tenía una misión: ser la otra mitad de la Diosa Luna. Por eso, tendría un don especial: la licantropía.
Tara escuchaba con los ojos muy abiertos, sin interrumpir.
—Nací poco tiempo después —continuó Tayen—, y para sorpresa o coincidencia, la mujer del cacique dio a luz el mismo día. Esa mujer era tu madre, Tara. Desde entonces, nuestros destinos quedaron sellados.
Tara procesó lentamente lo que Tayen le contaba. Todo parecía encajar, como piezas de un rompecabezas que nunca supo que estaba armando.—Así que... somos parte de algo más grande —murmuró Tara, sus palabras resonando en el aire nocturno.
—Sí —dijo el castaño, asintiendo lentamente—. Y ahora, con la luna llena acercándose, no puedo seguir ocultándotelo. Quiero que veas quién soy realmente.
Antes de que Tara pudiera responder, Tayen comenzó a transformarse. Su cuerpo se estremeció y contorsionó, los músculos se abultaron bajo la piel, y unos grandes caninos se asomaron por entre sus labios . Sus ojos, brillando como brasas, no dejaban de mirarla.
Tara retrocedió un paso, el miedo y la fascinación luchando en su interior. Pero no pudo apartar la mirada. A pesar del cambio, podía ver a Tayen, su Tayen, en esos ojos llenos de angustia y esperanza.—Tayen... —murmuró ella, su voz quebrada.El hombre lobo inclinó la cabeza, sus movimientos más lentos y cautelosos.
—Soy yo, Tara —dijo, su voz ahora un gruñido profundo—. Siempre he sido yo.
Tara dio un paso adelante, su mano temblando mientras se acercaba y estiraba una mano hacia el rostro del jóven acariciando su mejilla.—No sé qué hacer con esto —confesó, sus ojos llenos de lágrimas—. Pero... quiero entenderte. Quiero seguir a tu lado.
Tayen, en su forma lupina, emitió un sonido que era mitad suspiro de alivio, mitad aullido.
—Gracias, Tara —dijo, inclinando su cabeza para tocar su frente con la de ella—. No sabes lo que significa para mí.
La conexión entre sus miradas era intensa, casi tangible. Tara, impulsada por un sentimiento más fuerte que el miedo, se acercó más y, con suavidad, besó a Tayen. Cerró los ojos, entregándose a ese momento, sintiendo el calor y la fuerza de su ser.
Cuando abrió los ojos, Tayen había vuelto a su forma humana. Sus manos cálidas tomaron el rostro de Tara, profundizando el beso con una ternura que hablaba de años de amor contenido y secretos guardados.
—Annieh—oyó una voz que la llamaba —despierta, cariño.
Todo a mi alrededor comenzó a desvanecerse y una luz me cegó, abrí los ojos encontrándose con el rostro de Scott a escasos centímetros del suyo. —¿Amor?
—¡oh gracias a Dios! —suspiró aliviado. —realmente me tenías preocupado.
—lo siento —sonreí —tuve una regresión —expliqué.
—¿En serio? ¿Y...qué viste? —se sentó junto a mí.
—a ambos —lo observé —Tayen le confesó a Tara qué era un hombre lobo.
—y...¿ella lo aceptó?
—Te acepté a ti ¿no? —me subí sobre él y dejé un pequeño besó en sus labios. —Siempre te aceptaré, Scott —murmuré contra sus labios, sellando el momento con un susurro de promesa y amor eterno.
Scott juntó nuestras frentes —te amo.
—también te amo —miré el techo —hasta la luna y de vuelta —reímos.
—¿Cómo te sientes? Stiles me dijo... —una mano del castaño fue hacia mi frente donde estaba la herida, pero yo se la alejé despacio.
—estoy bien —aseguré —¿Cómo les fue a ustedes? ¿Qué pasó con Derek?
—ah, está bien —asintió —volvió a ser él.
—eso es genial —dije feliz.
—si...
—¿Qué? —lo noté pensativo.
—sus ojos...eran dorados —admitió.
—¡que extraño!
—lo es aunque no tengo idea de que significa —se encogió de hombros.
—si se transforma en un problema, ya lo veremos.
—yo espero que no lo sea —su mirada se desvío a la cuna —¿Cómo ha estado Melody?
—se ha portado de maravilla —sonreí. —es una buena niña.
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