Capítulo cuarenta y seis "Quédate"
Después de que Scott se fue entré a casa encontrando a Stiles en la sala, el cual me dio un buen susto.
—¿Estás son horas de llegar? —miré el reloj en la pared.
—Stiles, son las cuatro —rodee los ojos —salimos a las tres de la escuela —le recordé —me tardé una hora por culpa de los gemelos del terror.
—bien...¿Pero como explicas el haber llegado abrazada a Scott en su moto?
—se ofreció a traerme porque tú te fuiste y me dejaste botada —dije algo molesta.
—oh —bajó la mirada —tengo una explicación para ello.
—soy toda oídos —dejé mi bolso junto a él.
—ya sabemos que es lo que está haciendo estos sacrificios...es un druida oscuro, conocido como Darach —explicó —lo malo es que se llevó al profesor de música y a Harris.
—¿Qué tienen en común ellos? —fruncí el ceño.
—eran militares, el darach está sacrificando guerreros.
—no sé qué decir —admití.
—dejando eso de lado...tú y Scott ¿eh? —sonrió pervertidamente.
—no hay nada entre nosotros —tomé mi bolso y me dirigí a mi habitación.
La lluvia caía con estrépito y parecía que no pararía en un buen rato, por lo que me di un baño, me puse en piyama y me acosté en la cama a dormir.
De repente me encontraba frente a la puerta de la casa de Scott completamente empapada, toqué la puerta con la esperanza de que no se hubiese ido aún.
—¿Hannah? ¡Dios mío! —rápidamente me hizo entrar —¡Isaac! —gritó hacia las escaleras —¡trae toallas! ¡están en el mueble del baño! —me miró preocupado —¿Qué haces aquí? —tomó mi mano —estás helada ¡Isaac date prisa!
—aquí estoy —le tendió las toallas al castaño con las que luego me acobijó. —¿Qué pasó?
—no lo sé —tomó mi rostro en sus manos —Annah, di algo por favor.
—no vayas —lo miré a los ojos —por favor, no lo hagas. —sentí las lágrimas correr por mis mejillas —Derek y tú, no saldrán bien de aquello.
—¿Hablas del enfrentamiento con la manada de alfas? —asentí. —no puedo, tengo que ir.
—no quiero perderte ahora que...—negué bajando la mirada a mis pies.
—¿Ahora que qué?
—nada, olvídalo —le resté importancia.
—quédate aquí ¿Sí? Por favor —supliqué.
—está bien, me quedaré contigo, vamos arriba te daré ropa seca —subimos a su habitación —am...—se rascó la parte posterior de su cuello —¿prefieres ropa de mi mamá o mía?
—me da igual —me encogí de hombros.
—tomó rápidamente una muda y se acercó —ya conoces mi casa —sonrió —siéntete libre.
Tímidamente me acerqué a su baño y me cambié, para luego salir de nuevo.
—puedes dormir en mi cama —señaló el mueble, me acosté arropandome entre las sábanas y colchas.
—¿Tú donde dormirás?
—en el sillón —se sentó en el mismo frente a mí.
—no se ve muy cómodo —hice una mueca.
—no me molesta —sonrió.
—Scott, ven aquí —le hice lugar.
—no, estoy bien.
—Gregorio no me obligues a meterte yo misma en la cama —amanecé divertida.
—no quiero incomodarte —comentó.
—no lo haces, de hecho me sentiría más segura si te tengo junto a mí —admití.
—me convenciste —reímos.
Rápidamente se acostó a mi lado siempre respetando el espacio personal, rodee los ojos y apoyé mi cabeza en su pecho al mismo tiempo que lo abrazaba.
—Annah —levanté la cabeza notando que nuestros labios habían quedado peligrosamente cerca. —yo...
—¿tú? —alcé una ceja.
—olvídalo. —me encogí de hombros pero no dejé de mirarlo —¿Por qué me miras así?
—cuento tus lunares —llegué al que estaba junto a su mentón —once —sonreí —tienes once lunares.
—significa que tienes que darme once besos.
—¿Estás retandome? —reí.
—te pongo a prueba ¿vas a darme los once besos? —Me acomodé mejor y tomé su rostro en mis manos, besé sus mejillas ocho veces, su frente y otro en su mentón —te falta uno —miré sus labios indecisa ¿iba a besarlo? ¿Es lo que quería? Finalmente me decidí, acerqué mis labios a los suyos dejando un beso en la comisura de estos.
—once —me separé acomodándome como estaba anteriormente más roja que un tomate.
—pasaste —murmuró.
Luego de aquello nadie dijo nada, al final el sueño se fue apoderando de mi hasta quedar profundamente dormida.
De repente me vi cayendo hacia el vacío, cuando choqué contra el suelo, sentí un dolor tan fuerte que me dejó sin aire por unos segundos, abrí los ojos de golpe.
—Derek —murmuré, fue en ese momento que noté que alguien faltaba, Scott se había ido.
Salté de la cama y salí de la habitación, bajé las escaleras para ir hacia la puerta, cuando la abrí, me encontré a Scott junto a Isaac, el cual tenía una herida en su estómago.
—¡Dios mío! ¿Qué te...? —cuando nuestras miradas chocaron pude verlo en sus ojos —Alguien...murió ¿cierto? —ambos estaban muy apenados —Derek —caí en cuenta.
—lo siento, no pude hacer nada —se lamentó el castaño.
—está bien —tomé su rostro en mis manos —está bien, no fue tu culpa —él negó —vamos a curarte eso —señalé la herida.
Fuimos a su habitación y entré al baño por el botiquín de primeros auxilios, al salir me encontré a Scott sin nada en la parte superior, dejé escapar un suspiro al ver sus abdominales, había cambiado mucho desde la última vez que lo vi desnudo, hace tres años.
Saqué rápidamente las gasas y desinfectante y rápidamente comencé la curación, una vez listo se puso una remera.
—deberías descansar —recomendé.
—no puedo, tengo una reunión con el equipo.
—cierto —recordé que Stiles me había hablado algo sobre eso. —¿vas a estar bien?
—si —asintió.
Más tarde Stiles vino por mi y me dejó en casa para luego irse a la escuela.
Tenía un mal presentimiento por lo que rápidamente me di una ducha, comí algo y llamé a las chicas para que vinieran por mí, íbamos a seguir a los chicos hacia el lugar donde era la reunión, quería asegurarme de que Scott estuviera bien.
Y unos cuantos minutos después estábamos detrás del autobús, en el auto de Allison.
—oye, ¿Qué hay entre Scott y tú?
—observé a la pelifresa quién esperaba una respuesta de mi parte —ah...no hay nada, somos amigos.
—lo sé, es que últimamente hay algo diferente en ustedes.
—te aseguro que todo está igual entre nosotros. —sonreí.
—¿Cómo llevas lo de Derek? —la cazadora cambió de tema.
—mal, no puedo creer que Derek esté muerto.
—¿Estoy muy cerca? No estoy demasiado cerca ¿verdad? —miré hacia adelante.
—quizás un poco —opiné.
—eso depende...¿Sólo estas siguiendo al autobús? ¿O estás planeando subirte en él? —respondió Lydia.
—¿si debería retroceder?
—ah...eso también depende —hablé —¿Estamos hablando de autobús o...?
—¿del ex novio que estás acosando? —terminó la pelifresa por mí.
—bueno después de lo que sucedió no me alejaré de él.
—somos dos —estuve de acuerdo.
—y por cierto todo comenzó cuando tú tocaste a mi puerta —le recordó.
—¿para qué?
—supongo que lo viste, como yo —la miré —aparecí en mitad de la noche toda empapada en casa de Scott para advertirle que no fuera pero...no me hizo caso.
Estuvimos un rato largo sin decir nada, Lydia se puso a leer un libro de la escuela, no presté atención de que materia.
—entonces...—rompió el silencio —eso de no perderlos de vista ¿es algo literal? ¿O una generalidad?
—¿por qué? —preguntamos al unísono.
—Allison, estás en cero —la cazadora miró el tablero, en efecto ya no teníamos combustible.
—si y estoy segura de que ese autobús tiene más gasolina que auto.
—¿y si el auto se detiene? —supuso.
—¿Cuál es el problema? Si los perdemos ya sabemos a donde van.
—tú no viste lo que pasó.
—sé quien lo inició —dijo distraídamente.
—¿Es lo que te dijo Aidan? —inquirí.
—¿Aidan? —me miró de reojo —¡wow! —se mofó —espera... ¿Es por eso que nos invitaste a este paseo? ¡Dios mío! Los están vigilando y a mí también.
—¿Así que no hay anda entre ustedes? —habló Allison.
—me impresiona tu insinuación.
—¿nada?
—¡nada! —achiné mis ojos al sentir que mentía, no dije nada pero yo sabía que no nos decía la verdad. —¿Qué? —preguntó al notar que la mirábamos.
En eso el tránsito se detuvo, supuse que algo ocurrió y por eso no avanzábamos.
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