Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo ciento veintiseis "el maldito libro"

Pov Hannah:

Despertar al día siguiente con la mente aún nublada y llena de imágenes confusas no era lo mejor para enfrentar el desayuno. Mientras intentaba concentrarse en el libro de los doctores del miedo, las palabras parecían bailar ante mis ojos, mezclándose de forma incomprensible. La migraña me torturaba, y los fragmentos de mi niñez con un disfraz extraño y un idioma desconocido solo aumentaban mi inquietud.

Scott se inclinó hacia mí, su preocupación evidente en cada línea de su rostro.—Creo que deberíamos tomar toda la ayuda que podamos —dijo con seriedad.

Lo miré, sacada de mis pensamientos. ¿Theo? ¿De verdad él? La idea me incomodaba. A pesar de todo, no podía ignorar el hecho de que no confiaba en él, y lo había dejado claro.

—¿Pero Theo? ¿Por qué él? —pregunté, mi voz cargada de desconfianza.

Scott mantuvo la calma, tratando de hacerme ver su punto.—Confío en él. Parece saber cosas que podrían ser útiles para nosotros —respondió.

Fruncí el ceño, dudosa de sus intenciones.—Sí, bueno, recuerda eso cuando te traicione y nos haga daño —dije, recordándole mi escepticismo.

Scott me miró con una mezcla de comprensión y determinación. Su expresión cambiaba, y podía sentir que había algo más en lo que quería decirme.—Hannah...

Lo miré de vuelta, firme y decidida.—Hannah nada —dije tajante—. No vas a convencerme con esa mirada tuya.

Él sonrió con un brillo travieso en los ojos, como si tuviera un as bajo la manga.—¿A no? ¿Quieres apostar? —preguntó, su tono lleno de desafío.

Fruncí el ceño, sin saber exactamente qué esperaba. Pero la sonrisa en su rostro me decía que estaba dispuesto a hacer algo para que cambiara de opinión. Lo miré con desdén, pero también con una curiosidad creciente.

Negué con la cabeza, mi expresión era una mezcla de frustración y desafío.

—no, porque no lograrás que confíe en él —me puse en pie tomando mi libro para ir por mi mochila.

Antes se salir de la cocina su mano tomó mi brazo deteniéndome, tirando suavemente de mí. Me giré de repente y choqué contra su pecho, el impacto hizo que soltara el libro. —¿A dónde vas? —murmuró bajando la mirada para encontrarse con la mía.

—por mi mochila ¿ya viste la hora? —señalé el reloj tras mi espalda.

Scott miró el reloj y luego volvió a mirarme. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de determinación y cariño.

—Annah, sé que es difícil, pero tenemos que intentar confiar en las personas que pueden ayudarnos. Incluso si es Theo —dijo con suavidad, sin soltarme.

Suspiré, mi resistencia comenzando a ceder ante su insistencia. La verdad era que, a pesar de mis reservas, sabía que Scott tenía razón en una cosa: no podíamos enfrentar esto solos.

—Está bien —dije finalmente, con un leve suspiro—. Pero solo porque confío en ti. No en él.

Mi novio sonrió, esa sonrisa que siempre lograba calmarme un poco.—Es todo lo que necesito —dijo, acercándose un poco más y dejando un suave beso en mis labios.

—Pero en serio, necesitamos apurarnos —le recordé, apuntando de nuevo al reloj.

—Él asintió —¡Melly! ¡Es hora de irnos, Cariño!

La pequeña no tardó en bajar las escaleras con sus rizos rebotando por todos lados, la mochila en su hombro y una sonrisa en el rostro.

Antes de salir recordé algo importante, paré a Scott mirando de reojo que Melody estuviera lo suficientemente lejos para no oír —una cosita más —acerqué mi boca a su oreja —Sí dejas entrar a Theo en la manada...me valdrá que seas el alfa verdadero, voy a matarte ¿Entendido?

—amor, sabemos que no lo harías. —sonrió.

—no tientes tu suerte —aconsejé alejándome para ir con Melody.

...

Esa misma tarde después de la escuela nos juntamos en casa de Scott para leer el libro de los doctores del miedo y ver si entre todos encontrábamos cosas que nos ayuden.

—el club de lectura de mi mamá tiene más vino —comentó Lydia.

—bueno, no leen libros que provocan alucinaciones violentas —opinó mi mellizo.

—Malia está aquí —dijo Scott observando a la coyote.

—Para que nadie salga corriendo entre los autos —agregué.

—o peor...

—como lo que le pasó a Judy —miramos a Malia sin entender a lo que se refería —capitulo catorce —si, evidentemente ella llegó a leer más que nosotros.

Lydia tomó su libro —le pediré a mi madre que lo lea, recordará a la chica con cola saltando desde el techo para atacarnos a todos.

—claro, si funciona —asintió Stiles.

—tiene qué.

—¿Qué significa? —inquirió el alfa.

—creo que los vi durante mi operación —admitió. —cuando veo la portada del libro, es casi como...

—un recuerdo intentando resurgir —completó Theo por ella.

—Sí —afirmó.

—¿no es lo que quería Valack cuando lo escribió? —habló Kira.

—si me hicieron algo, quiero saber que fue —dijo la pelifresa decidida.

Cada uno tomó una copia y se sentó a leer. Lo primero que hice fue observar la portada con detenimiento. Las tres figuras con máscaras de metal parecían mirarme a través de los agujeros con vidrios de color rojo y negro. Mientras me concentraba, comenzaron a moverse de manera inquietante, provocando una sensación de mareo.

De repente, volví a tener esa visión que tuve cuando toqué a Theo, solo que esta vez la imagen se expandió, mostrando más detalles.En la visión, había una camilla de metal y en ella yacía una persona. Percibía que era un hombre, pero no lograba identificar quién era, aunque sentía que era alguien conocido. La confusión y la sensación de familiaridad me invadieron, intensificando mi ansiedad.

Parpadeé, volviendo a la sala donde mis amigos me miraban con preocupación.—¿Estás bien, Cariño? —preguntó Scott, acercándose a mí.

Asentí, tratando de sacudirme la inquietante sensación de la visión.—Sí, solo... algo extraño. Nada de qué preocuparse —mentí, abriendo el libro y comenzando a leer.

Las palabras en la página parecían un tormento. Cada línea que leía se volvía tediosa, como si algo intentara impedirme comprender el contenido. La migraña regresó, junto con imágenes borrosas de mi infancia, de mí con un disfraz extraño y una voz que hablaba en un idioma desconocido.

—¿alguien siente algo? —inquirió mi chico luego de un rato.

—cansancio —respondió Kira.

—migraña —murmuré llevando mis manos a la cabeza tratando de aliviar el dolor.

—hambre —musitó Lydia.

—¡también tengo hambre! —exclamó Melody haciendo notar su presencia. Se acercó a nosotros y se sentó en medio apoyándose en Scott.

—creo que habla del libro —opinó Theo.

Me puse en pie y fui a la cocina por algo de comida para Melly, preparé un sándwich y se lo llevé.

—¿Qué te pasó en el hombro? —inquirió Malia a Stiles.

—¿De qué hablas? —cuestionó mi hermano.

—puedo oler la sangre ¿Qué pasó?

—el jeep se apagó, estaba revisando el motor y el capot se me cerró —explicó.

—Papá, quiero hacer ballet como Skyler —dijo Melody, con sus ojos brillando de emoción. Eso hizo que me distrajera de la conversación que tenían Stiles y Malia.

Scott y yo nos miramos, curiosos.—¿Skyler? ¿Quién es ella? —preguntó, su mirada enfocada en nuestra hija.

—Es mi mejor amiga —explicó Melody, sin dejar de sonreír—. Es como el tío Stiles, alocada y un poquito sarcástica.

Stiles, que estaba sentado algo alejado de nosotros, se giró hacia mí con una ceja levantada, claramente sorprendido.—¿En serio? ¿Esa es la mejor descripción que tienes de mí? —preguntó, su tono entre divertido y indignado.

Miré a mi hemano y luego a Scott, que estaba tratando de contener una risa. Me encogí de hombros, con una sonrisa traviesa en los labios.—Yo no fui la que le dijo eso —dije, dirigiendo una mirada de reojo a Scott.

El alfa, que estaba fingiendo no entender nada, se encogió de hombros y levantó las manos en señal de inocencia.—¿Yo? No sé de qué estás hablando —dijo, intentando mantener una expresión seria.

Lydia, Kira y Malia se rieron suavemente mientras Stiles se cruzaba de brazos, claramente entretenido por la situación.

Melody, sin perder su entusiasmo, se volvió hacia mí.—¿Entonces, mamá? ¿Puedo empezar ballet?

—Claro, cariño —le respondí, con una sonrisa. Miré a Scott y le di un codazo juguetón—. ¿Qué dices, amor? ¿Nos apuntamos a las clases de ballet también?

Él, todavía riendo por la broma de Stiles, asintió.—Parece que sí —dijo—. Melody, ¿cuándo empieza tu clase?

—¡Este sábado! —respondió Melody, emocionada.

Seguí leyendo el libro y estuve una hira mas al menos.Sentía el peso del libro en mis manos, pero el cansancio ya estaba ganando terreno. Había algo en ese libro que me resultaba casi imposible de descifrar, como si intentara nadar en un mar de confusión. Finalmente, decidí rendirme y dejé el libro sobre la mesa.

Me levanté con un suspiro, mis músculos adoloridos por el esfuerzo mental.Me dirigí hacia Scott, que estaba sentado en el sillón. Con una mezcla de cansancio y alivio, me senté en sus piernas. Alzando las piernas, las apoyé en el sillón, buscando el confort de su proximidad. Sentí su brazo rodear mi cintura, un gesto que me ofrecía una cálida sensación de seguridad. Su otra mano tomó el libro, y sentí el leve movimiento de sus dedos pasando las páginas.

Repose mi cabeza en su hombro, permitiendo que el calor y la suavidad de su piel me envolvieran. Los sonidos de la habitación se desvanecieron mientras Scott seguía leyendo en voz baja. Me sentía protegida en sus brazos, como si todo el peso del mundo se deslizara fuera de mí. La cercanía de Scott era un bálsamo para mis nervios agitados y mi mente cansada.

—¿Te vas a rendir? —su voz era un murmullo cálido, y pude sentir el ritmo de su respiración en mi piel.

Sonreí, aunque mis ojos permanecían cerrados. Asentí, sintiendo la pesadez en mis párpados. Mi voz salió en un susurro, casi como si estuviera hablando en un sueño.—Un poco... Este libro está empezando a parecerme más un acertijo que una solución. —acomodé mi cabeza contra su cuello —ahora, solo quiero cerrar los ojos.

En algún momento de la noche desperté y tomé a Melody que se había dormido para llevarla a su habitación.

—quiero dormir contigo —murmuró medio dormida, al subir las escaleras.

—está bien, mi amor —entré a la habitación de Scott y nos acomodé en la cama volviendo a dormirnos.

...

Llegamos Stiles, Scott y yo juntos a la escuela, aún con el pensamiento de que nadie había visto nada al leer el libro.

—¿y si necesitamos que algo lo active? —sugirió Scott. —Malia no conducía cuando recordó el accidente.

—Sí, pero ¿cómo vamos a activar una memoria qué no recordamos? —inquirió Stiles.

—tal vez es algo retrasado y tienes que esperar un par de horas a ver que pasa. —dijo el alfa, las luces del pasillo titilaron.

Stiles y Scott me voltearon a ver —a mi no me miren, esta vez no fui yo, lo juro—me encogí de hombros.

—hay que vigilarnos unos a otros —propuso Scott.

–y buscar a las otras ocho quimeras potencialmente homicidas —agregó Mi mellizo.

–y a los doctores del miedo —les recordé.

Scott me tomó por la cintura para adelantarnos a nuestra clase, dejando a Stiles atrás —ya veo lo atractivo de un tercer ojo —dijo mientras nos alejábamos.

Entramos a biología avanzada, vi unas miradas de Lydia y Theo mientras observaban a Sidney.
Ella se levantó, dejó su forma para dejar la clase y luego salió. Lydia se paró para ir detrás de ella pero la maestra la frenó. —Lydia, sabes que es lo mejor —ella no dijo nada solo salió tras nuestra compañera.

Miré a Scott preocupada, antes devolver la vista a mis apuntes. Algo llamó mi atención así que me incliné disimuladamente hacia los apuntes de Scott, él tenía la forma completa, iba a darse de baja en esta clase.Mi corazón se aceleró al darme cuenta de que me había mentido.

Tomé un pedazo de papel y con una letra rápida pero legible escribí un mensaje para Scott:

"Vi la forma para abandonar la clase. ¿Por qué me mentiste?"

Doblé el papel con cuidado, procurando que no se viera la escritura, y se lo pasé sutilmente, esperando que entendiera el mensaje sin levantar sospechas. Mantuve mi mirada fija en la pizarra, esperando su respuesta mientras trataba de controlar la inquietud que me invadía.

Scott leyó el papel rápidamente y su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y preocupación. No tardó en escribir una respuesta breve, tratando de no llamar la atención. Desplegó el papel con cuidado y me lo pasó de vuelta:

"Lo siento, no quería que te enteraras. Hablamos después. Prometo explicarte todo."

Observé sus palabras, sintiendo un torbellino de emociones. Suspiré y me concentre en la clase, esperando con impaciencia el momento en que podríamos aclarar las cosas.

Al ver que Lydia no regresó, Scott y Theo salieron a buscarla, yo esperaba que estuviera bien.
Traa salir de clase fui al salón de música, hacía mucho que no venía aquí, me senté frente al piano, saqué el libro para seguir leyendo pero, al verlo lo volví a guardar y decidí no hacerlo. Salí de allí, y fui a mi casillero, mientras pensaba en la mentira de Scott sobre no darse de baja en la clase biología.

Comencé a sentir molestia, sabía que esa clase era un pre requisito para la carrera de veterinario, por eso quería que lo intentara, eso era rendirse y mi chico no se rendía ¿Qué nos estaba pasando?

De repente otra vez vi las luces titilar y temí que en esta oportunidad si fuese yo, así que respiré hondo tratando de calmarme.
No sé por qué ni como pero sentí algo en mi pecho en ese momento, paré en seco —Tayen —murmuré antes de correr en su búsqueda.

Liam corrió hacia mí —¡el inhalador! —gritó desesperado.

Abrí mi mochila y comencé a buscar desesperadamente, la no dar con el objeto di vuelta el bolso y dejé que mis cosas cayeran al piso, revolví todo —¿¡Dónde está!? —Entonces lo vi, debajo del maldito libro. Lo tomé y corrí hacia el aula de biología.

Había un montón de gente amontonada en la puerta. Tuve que abrirme paso a empujones. Cuando entré, lo vi sentado con la espalda apoyada en el escritorio, y la maestra a su lado tratando de ayudar, pero él parecía ido.

Me agaché frente a él. —¿Amor? —murmuré, tomando su mano dejando el puff allí. —Amor, toma el inhalador —pero él no parecía escuchar. —Scott, por favor, —dije tomando su rostro en mis manos, —escucha mi voz, regresa a mí.—Brillé mis ojos, conectando nuestras miradas. —Regresa a mí...Tayen.

Ese "Tayen" pareció traerlo de vuelta. Agarró el inhalador y lo usó. —Gracias,—murmuró. Miró el inhalador con curiosidad y dijo —Es el mismo que...—Sonreí.

—Sí, el mismo que usaste en nuestro primer beso. Lo llevo siempre conmigo a pesar de que no lo necesitas.

Scott me miró con gratitud y amor. —Siempre estás preparada, ¿no? —dijo con una sonrisa cansada. —Sabes que nunca me dejaría sin más.

—Lo sé —respondí suavemente, acariciando su mejilla. —Pero aún así, no puedo evitar preocuparme por ti.

—Y yo por ti —dijo él, tomando mi mano y apretándola. —Gracias por estar siempre a mi lado.

—Siempre —respondí con una sonrisa suave. —Tú harías lo mismo por mí.

Scott asintió, mirándome con una intensidad que hacía que todo a nuestro alrededor se desvaneciera. —Siempre lo haré. Te amo, Annieh.

—Y yo a ti, Scottie. Ahora, vamos a sacarte de aquí.

...

Estaba en mí casillero, cuando el dolor de mi hombro se hace presente, lo que sea que nos hizo Donovan a Stiles y a mí, aún dolía.Me llevé una mano allí para intentar aliviarlo y fue entonces mi mente viajó a un lugar oscuro y olvidado. Un recuerdo de cuando era pequeña me golpeó de repente.

Estaba en el patio trasero, jugando con mi muñeca favorita. La tarde era cálida y tranquila, y todo parecía perfecto. Sin embargo, la paz se rompió cuando escuché un gruñido detrás de mí. Me volví y vi un par de ojos brillantes mirándome desde los arbustos.El miedo me paralizó. No pude moverme mientras el animal emergía lentamente, un lobo grande y aterrador.

Mis padres siempre me habían advertido sobre los animales salvajes, pero nunca pensé que uno aparecería en nuestro propio patio. El lobo avanzó hacia mí, sus ojos fijos en los míos. Grité con todas mis fuerzas, pero nadie parecía escucharme.De repente, el lobo saltó. Caí al suelo, mi muñeca volando de mis manos. Sentí sus colmillos en mi brazo, y el dolor fue insoportable. Grité y luché, pero era inútil.

Justo cuando pensé que todo estaba perdido, escuché un disparo. El lobo soltó mi brazo y huyó. Mi padre apareció corriendo, con el arma en mano, y me recogió del suelo. Estaba llorando y sangrando, pero estaba a salvo

Volviendo al presente, pegué un pequeño saltó al mismo tiempo que alejaba mi mano del hombro con rapidez. Mi corazón latía desbocado en mi pecho por lo que me apoyé contra los casilleros, tratando de calmar mi respiración.

Gracias a Dios ya era hora de salir por lo que fui por Melody y pasé el día con ella, sentía que últimamente no le prestabamos la atención que merecía.

—vamos a ir al hospital ¿Sí, cariño?

—¿por qué? —inquirió mientras caminaba tomada de mi mano.

—pues, para visitar a la abu Missy —traté de buscar una excusa convincente, yo esperaba que Melody no estuviera en peligro pero, luego de lo que le pasó  Scott hoy, no lo dejaría solo otra vez.

Caminábamos por la vereda tranquilamente, y de repente, Melody se soltó y corrió hacia la esquina. Antes de llegar, un hombre apareció de la nada y  chocó contra él. Corrí hacia ella, la levanté en mis brazos y me disculpé con el hombre.

—Lo siento mucho, ¿estás bien? —dije, mientras Melody se escondía un poco en mi pecho.

—No fue nada, no te preocupes —respondió el hombre, sonriendo amablemente.

Melly, aún aferrada a mí, miró al hombre con los ojos muy abiertos.—Es mi abuelo —dijo con entusiasmo.

Me sorprendí, ya que no conocía a nadie que se pareciera a él. Miré al hombre con curiosidad y luego a Melody.—No cariño, estás confundida —le dije con cuidado.

—No, mami, sí es mi abuelo. Se llama Hiperión —insistió, con una certeza en su voz que me desconcertó.

—Pero, cariño, tus abuelos son Noah y Raphael —dije, tratando de entender la situación.

El hombre, alto y atractivo, parecía joven y no se parecía a nadie que conociera ni siquiera a mí. Su presencia era enigmática, y su actitud tranquila no hacía más que aumentar mi confusión.

—No estoy segura de qué está pasando aquí, pero parece que Melody te conoce muy bien —dije al hombre, intentando averiguar más sobre él mientras mantenía a mi hija cerca.

El hombre se inclinó ligeramente hacia nosotros y dijo con una sonrisa enigmática —Tal vez hay más en la historia de lo que parece. A veces, las cosas no son lo que parecen a simple vista.

Miré a Melody y luego al hombre, sintiendo un nudo en el estómago por la extraña revelación. No sabía qué pensar, pero estaba claro que este encuentro no era una simple coincidencia.

Finalmente llegamos al hospital, donde nos encontramos con Scott, Malia y Theo.

—busquen a Stiles y a Lydia, yo buscaré a mi mamá —dijo Scott.

Nos dividimos y fuimos por mi hermano y mi amiga, claro que yo iba con Melody asi qué debía tener cuidado.

—Cariño, no te alejes de mami ¿Sí? —le dije ni bien subimos al ascensor.

—si —asintió aferrándose a mi mano.

La caja metálica se detuvo y entró Melissa, presionó el siguiente piso y el ascensor avanzó.
Ni bien se abrieron las puertas vi a Scott siendo agarrado por un doctor del miedo que quería hacerle daño.

—hija, quédate aquí con la abuela —dije mientras sentía mi magia picar en mis dedos.No me importaba no estar completamente en control; no iba a dejar que él saliera herido.

Sin pensarlo, saqué mis dagas y corrí hacia ellos, el corazón palpitándome en el pecho. La energía que sentía en mis manos era casi incontrolable, pero el instinto me empujaba a actuar.El doctor del miedo arrojó a Scott lejos, y me enfrenté al ser con todas mis fuerzas. Estaba dispuesto a todo, y aunque él podía defenderse, no me di por vencida. Cada golpe que recibía solo me impulsaba a luchar con más ferocidad.

Melissa, mientras tanto, corrió hacia Scott y lo ayudó a llegar al ascensor. Vi su esfuerzo por mantenerlo a salvo mientras yo seguía luchando.

—¡Hannah, vamos! —me gritó Melissa desde el ascensor—. ¡CORRE!

El doctor del miedo me tomó por el cuello, su agarre era frío y opresivo. Pero antes de que pudiera hacer más daño, me soltó, dejándome con la oportunidad de correr hacia el ascensor. Las puertas comenzaban a cerrarse lentamente, y mi corazón latía con fuerza mientras me apresuraba a entrar.Vi a Scott en el piso, aún intentando respirar con dificultad. Melody estaba a su lado, sus ojos grandes y asustados mientras miraba a su padre. El dolor en su rostro me hizo sentir aún más desesperada.

—¡Papá! —exclamó Melody, su voz temblando.

—Melody, tranquila, estoy aquí —le dijo Scott con voz débil, tratando de calmarla.

Las puertas del ascensor se cerraron justo a tiempo, y el doctor del miedo arrojó la caja metálica con violencia, haciendo que el ascensor temblara.

—No debimos leer ese libro —dijo Scott, mirándome con miedo.

—estoy de acuerdo —asentí, tratando de recuperar el aliento. —¿Cómo estás?

—le di un broncodilatador, debería hacer efecto en unos minutos —explicó Melissa.

—me preocupan estos ataques de asma —admití sentándome junto a él y Melody.

—a mi igual —nos abrazó con fuerza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro