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Capítulo ciento veinticinco "Magia"

Mi corazón dio un vuelco cuando noté a Donovan, quien ya no parecía humano en absoluto. Había algo profundamente perturbador en su apariencia, una esencia de wendigo que me hizo estremecer. Sus ojos brillaban con una intensidad cruel y su presencia era palpable, oscura y amenazante.

Donovan empezó a atacar a Stiles con una brutalidad que me hizo sentir un miedo visceral. Luché para mantenerme firme, enfocándome en el hechizo que necesitaba para apartarlo, pero antes de que pudiera hacer mucho, Donovan me agarró. La sensación de su mano en mi hombro fue como si un parásito se estuviera alimentando de mi energía, mordiendo y desgarrando la piel.

—¡Hannah! —gritó Stiles, la desesperación en su voz.

El dolor era agudo, y el grito que se escapó de mis labios fue una mezcla de angustia y terror. Me desplomé en el suelo, mi visión se nubló mientras el tipo seguía atacando a Stiles. El wendigo, si eso era lo que era, parecía tener un objetivo claro: destruirnos. La oscuridad que emanaba de él era casi tangible, envolviéndonos en una pesadilla de terror.

Mientras yacía en el suelo, intentando recuperar el aliento, vi a mi hermano en un estado desesperado. Con Donovan aún en su espalda, trató de alcanzar la llave francesa en el jeep, su mano temblando de dolor y esfuerzo. Donovan estaba decidido a matarnos, y era evidente que necesitábamos una estrategia para salir de allí con vida.

A pesar de las agujas de dolor que me atravesaban el hombro, extendí mi brazo con la esperanza de ayudar a Stiles. La llave francesa estaba justo fuera de su alcance. Utilicé la magia con la última energía que me quedaba, intentando dirigir la herramienta hacia él. La concentración me dolía, pero no podía rendirme.De repente, Stiles logró dar un codazo poderoso en la mandíbula de Donovan, haciéndolo tambalear hacia atrás.

Aprovechando el momento, Stiles agarró la llave y, con un golpe decidido, la usó para noquear a Donovan. El cuerpo de Donovan cayó al suelo, inmóvil.

—¡Corre, Hannah! —me ordenó, su rostro pálido y sudoroso pero lleno de determinación. Con un poco de esfuerzo y ayuda del auto a mi espalda, me puse de pie.

Sin dudarlo, Stiles corrió hacia mí, tomándome de la mano. La adrenalina nos impulsó mientras corríamos juntos hacia la escuela, el eco de nuestros pasos resonando en la oscuridad que nos envolvía. A medida que nos alejábamos del jeep y de Donovan, sentí que el peso del pánico empezaba a desvanecerse, aunque el dolor persistía en mi hombro.

Mientras cruzábamos la entrada de la escuela, me sentí aliviada al saber que estábamos a salvo, al menos por ahora. La valentía de Stiles, su rapidez para reaccionar y la forma en que luchó por ambos, me dieron un profundo agradecimiento y admiración por él.

Mientras corríamos por los pasillos de la escuela, el eco de nuestros pasos retumbaba en la estructura vacía. Sabía que Donovan no estaba muy lejos, y el pánico se apoderaba de mí cada vez que escuchaba el crujido de las puertas y el sonido de algo moviéndose tras nosotros. La presión en mi pecho era casi insoportable, pero sabía que no podíamos permitirnos detenernos.Al llegar a la puerta de la biblioteca, el corazón me dio un vuelco cuando noté que estaba cerrada. La desesperación se reflejaba en el rostro de Stiles mientras intentaba empujar la puerta sin éxito.

—¡Stiles! —grité con urgencia—. ¡Tiene seguro!

Mi mellizo miró rápidamente el sensor junto a la puerta, como si acabara de notar su presencia. Sacó la tarjeta de acceso que siempre mantenía en su billetera y la pasó por el lector. El suave pitido de la puerta desbloqueándose fue un alivio momentáneo.Con un último vistazo hacia atrás para asegurarnos de que Donovan no estuviera en nuestros talones, Stiles empujó la puerta y entramos en la biblioteca.

La puerta se cerró detrás de nosotros con un clic seco, y el sonido de nuestras respiraciones agitadas llenó el aire mientras nos adentrábamos en la penumbra del lugar.

De repente oímos el sensor emitiendo un pitido y la puerta abriéndose, nos escondimos tras las estanterías. De repente oí mí celular vibrando, tanteé mi ropa, no lo tenía encima.

—tiraste tu teléfono, bruja —dijo el tipo —es Scott ¿Le escribo? —guardó el celular en su bolsillo —no saben quién soy ¿o sí Stilinski's? Quizás oyeron hablar de mi padre ¿Su papá nunca les habló de él? —mi hermano y yo nos miramos —el sheriff Stilinski, ¿nunca les contó de cuando era oficial y su compañero estuvo en medio de un tiroteo? ¿Les dijo que una bala deshizo la vertebra T9 de mi papá? —apreté el brazo de Stiles sintiéndome horrible por lo que oíamos —le atravesó la médula ¿Saben lo que significa que todo de la cintura para abajo deje de servir? Y no solo las piernas. Creo que les contó una parte pero, probablemente no habló de la parte en el que él estaba sentando en el auto pidiendo refuerzos mientras mi papá entraba solo. ¿Les dijo que le dió mucho miedo?¿Qué fue demasiado cobarde como para entrar detrás de él? ¿O los cobardes no le dicen a sus pequeños hijos cobardes sobre sus fracasos?

—¿Cobarde? —mis ojos brillaron con molestia —ya vas a ver mi cobardía —murmuré, estaba dispuesta a salir y darle una paliza tan grande que la sentirán hasta sus ancestros pero, Stiles me detuvo.

—sobre como dejaron a sus compañeros en sillas de ruedas el resto de sus días —continuó.

De repente se hizo un silencio y solo se oían los pasos de Donovan alejándose, de a poco tratamos de salir de nuestros escondite.
Teníamos la salida en la mira, nos quedamos unos segundos esperando que se haya ido y cuando estábamos por salir, Donovan tomó a Stiles desde atrás otra vez.

Con un golpe seco Stiles se tiró hacia atrás la estantería se cayó rompiéndose y por consiguiente golpeando a Donovan, quién no se detuvo y al ver que yo estaba más cerca se tiró sobre mí, con mi magia lo lancé lejos y me incorporé acercándome a Stiles. Ambos vimos a la vez la estructura para construcción qué estaban usando para remodelar. No lo pensamos dos veces y comenzamos a trepar hacia arriba, Donovan tomó a Stiles deteniéndolo.

—no te preocupes Stiles —dijo sujetando su pierna con fuerza —no te voy a matar —su voz cambió parecía monstruosa —solo me voy a comer tus piernas.

Stiles siguió trepando y entonces, sus manos encontraron una traba metálico en la estructura, y en un movimiento rápido, lo arrancó y lo lanzó. La traba chocó con unos tubos que estaban sujetos en la estructura, haciéndolos caer como una lluvia de metal. De repente se oyó un sonido extraño, ambos nos miramos antes de voltear hacia abajo, uno de esos tubos atravesó a Donovan en el pecho.

Bajamos y mi hermano se acercó tomando el tubo —¿Qué haces? —lo detuve —tus huellas quedarán marcadas.

Lo soltó justo para ver como él moría, sentí mi cuerpo temblar y derrepente rompí en llanto, habíamos matado a una persona

Mi cuerpo empezó a temblar. La realidad de lo que acabábamos de hacer se asentó en mí como una losa de piedra. Habíamos matado a alguien, aunque fuera un monstruo. El peso de nuestras acciones me abrumaba. La visión del cuerpo de Donovan, la forma en que había terminado, era demasiado para procesar en ese momento.

Sin poder contenerme, las lágrimas comenzaron a fluir. Mi llanto era una mezcla de culpa y tristeza, un lamento por la vida que se había perdido, incluso si había sido en defensa propia. Sabía que, aunque Donovan era una amenaza, la vida que se había perdido era humana, y eso no se podía ignorar.

Volteé aferrándome a Stiles en un abrazo en busca de consuelo. Las palabras me fallaron, incapaz de expresar todo el dolor que sentía. Él, con su mirada llena de compasión y preocupación, no dudó en envolverme en sus brazos. El calor de su abrazo era un refugio, una forma de bloquear la tormenta emocional que me atormentaba.

Un rato después Stiles fue hasta el teléfono de línea y llamó a emergencias pero estaba muy perturbado como para hablar.

—¿Qué pasa? —inquirí cuando cortó y me miró preocupado.

—la policía viene para acá, ayúdame a limpiar.

Rápidamente nos pusimos a borrar nuestro rastro, todo lo que tocamos. Oímos un celular vibrar por lo que nos acercamos al cuerpo de Donovan, lentamente saqué mi celular de su bolsillo.Era una llamada de Scott, no sabía si atender y antes de poder pensarlo, Stiles colgó por mí. —¿por qué hiciste eso?

—tú sabes por qué —asentí, sabiendo que tenía razón. Tomó mi mano y tras observar la escena una última vez, tiró de mi fuera de la escuela. Corrimos hacia el jeep, lo hizo arrancar y nos subimos con rapidez.

—¿Quieres que conduzca yo? —él negó. Oímos la patrulla a lo lejos —pues, entonces vámonos.

Apagó las luces y nos escondió en la penumbra, mientras observamos a la patrulla desde aquí. La ansiedad era palpable dentro del vehículo.
Stiles había prendido la radio para oír lo que decía el oficial que había llegado con la patrulla. Para nuestra sorpresa dijo que no había nadie y que fue una llamada de broma, ambos nos miramos sorprendido, eso no podía ser posible, había un cuerpo en la biblioteca ¿o no?

En cuanto se fue el oficial, entramos de nuevo a la escuela y en efecto estaba todo como si nada hubiera pasado. Los libros, la estructura, todo en su lugar, excepto el tubo, ese tenía sangre.

Finalmente, Stiles me dejó en casa de Scott. Me quedé unos minutos mirando la fachada desde el auto, sintiendo el peso de la culpa y el miedo aplastándome. Las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero me obligué a mantener la calma. Justo cuando estaba a punto de salir, Stiles me detuvo.

—No le digas nada a Scott, ¿de acuerdo? —me pidió con seriedad, sus ojos reflejando la misma carga que yo sentía.

Asentí lentamente, el nudo en mi garganta haciéndose más apretado. Salí del auto y me dirigí a la casa, usando la llave que Scott me había dado. Entré despacio, intentando no hacer ruido para no despertar a nadie. El silencio de la casa era abrumador, cada paso que daba parecía resonar como un trueno en mi mente.

Al llegar a la sala, un escalofrío recorrió mi espalda al ver una figura parada en la oscuridad. Mi corazón latió con fuerza hasta que escuché la voz familiar de Scott.—Tranquila, soy yo —dijo con rapidez, su tono suave pero lleno de preocupación.

Él se acercó a mí, y un haz de luz que venía desde la ventana iluminó su rostro. La preocupación en sus ojos era evidente mientras me tomaba de la cintura y me abrazaba con fuerza. Casi me desmoroné en sus brazos, pero me obligué a mantener la compostura.

—Estaba preocupado —murmuró contra mi cabello—. ¿Por qué tardaste tanto?

—Nos quedamos dormidos en la biblioteca —mentí, tratando de sonar convincente.

—Te llamé y no contestaste —dijo, su voz cargada de preocupación.

—Se quedó sin batería —respondí rápidamente, buscando una excusa.

Subimos a la habitación en silencio y nos preparamos para dormir. Sentía el agotamiento en cada fibra de mi ser, pero la culpa y el miedo seguían latiendo en mi mente. Me dormí rápido, pero en algún momento de la noche, sentí una mirada fija en mí. Abrí los ojos y vi a Scott con el ceño fruncido, observándome con preocupación.

—¿Qué pasa? —pregunté, medio dormida.

—Estabas hablando dormida...en otro idioma, pero no reconocí cual —respondió, su tono lleno de curiosidad y preocupación.

Me puse nerviosa. Eso no me pasaba desde la muerte de mi madre.—¿Está todo bien? —insistió, su mano acariciando mi mejilla.

—Sí, es estrés —mentí, tratando de sonar convincente.

Me volteé para estar frente a frente y, después de un momento de silencio, le pregunté —¿Si yo matara a alguien, me seguirías amando?

La pregunta le tomó de sorpresa —¿Annah, qué...?

—sólo...respondeme —pedí casi en una súplica.

Scott tomó mi rostro, obligándome a mirarlo a los ojos.—Hannah, no eres una asesina. La Hannah que conozco no mataría ni una mosca.

—Quizás esa Hannah ya no existe —murmuré, desviando la mirada.Scott se quedó mirándome, tratando de entender qué me pasaba.

—Hannah... —dijo suavemente.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, y mi voz se quebró cuando dije —Si lo hiciera, me odiarías, ¿verdad?

Scott parecía aún más confundido y preocupado.—No entiendo lo que te pasa, pero no, no te odiaría. —Hizo una pausa y añadió —Pero... ya no confiaría en ti.

Esas palabras fueron lo peor que pude escuchar. El llanto se intensificó y sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. Scott me abrazó, tratando de calmarme.

—¿Qué ocurre? —preguntó, su voz llena de preocupación.

—Nada, solo son pensamientos intrusivos y estoy algo sensible —respondí, tratando de controlar mis emociones.

Me limpié las lágrimas y lo besé, inicialmente con suavidad, buscando consuelo en la familiaridad de sus labios.Scott correspondió al beso, pero su preocupación era evidente. Profundicé el beso, mis labios moviéndose con urgencia contra los de él, buscando una forma de escapar de la realidad. Sentía la necesidad de perderme en él, de olvidar por un momento el horror de lo que había pasado.

Mis manos se movieron por su cuello, aferrándome a él como si fuera mi única ancla.El beso se volvió más intenso, cargado de desesperación y necesidad. Podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, y el ritmo de nuestros corazones acelerándose en sincronía. El mundo exterior se desvanecía, dejándonos a nosotros dos en una burbuja de intimidad y pasión.

—Hazme olvidar, por favor —susurré contra sus labios, mis palabras llenas de súplica.

Scott me detuvo suavemente, sus manos en mis hombros.—¿Hacerte olvidar qué? —preguntó, tratando de entender.

Me di cuenta de que casi había revelado lo que había pasado. Me mordí el labio y murmuré —Olvídalo.

Ambos nos acomodamos para dormir, pero el celular de Scott emitió un pitido, rompiendo el momento.—¿Qué es? —pregunté, agradecida por la distracción.

—Es de la clínica veterinaria —respondió Scott, mirando la pantalla—. Alguien entró.

—¿Vas a ir? —pregunté, mi voz temblando ligeramente.

—Sí, tengo que ver qué está pasando —dijo, levantándose rápidamente.

Asentí, sintiendo un nudo en el estómago.

—Te acompaño —dije, buscando cambiar de tema.

Cuando llegamos a la clínica, descubrimos que se habían llevado los cuerpos. La visión de los cuerpos me hizo revivir lo ocurrido hace unas horas. El cuerpo de Donovan había desaparecido, también. La realidad de la noche se hizo aún más palpable.
Tenía un nudo en el estómago porque a pesar de no ser la responsable de la muerte de Donovan me sentía como si realmente lo fuera.

Scott llamó a Stiles para informarle sobre aquello, todo esto era extraño ¿Quién se los estaba llevando? ¿Y por qué?

...

Estaba otra vez en la biblioteca al otro día, haciendo unas copias de un libro que Malia encontró, todos íbamos a leerlo ya que quizás tenía las respuestas de lo que estábamos buscando.
Sentí un escalofrío, al ver la imagen de esos tipos con máscaras, los llamados doctores del miedo. También, estaba ignorando el hecho de que estaba de nuevo en aquella escena del crímen que no me dejaba en paz.

Scott se acercó justo cuando estaba terminando con la última copia —¿listo?

—¡listo! —puse la copia en sus manos junto con el resto.

Mientras caminábamos hablamos sobre los cuerpos desaparecidos —no creo que los doctores del miedo sean los que están robando los cuerpos —murmuró mientras caminábamos por la biblioteca.

—¿En serio les diremos así?

—piénsalo, mataron a Tracy y se fueron, mataron a Lucas y se fueron ¿por qué se irían y luego regresarían por los cuerpos? —inquirió dejando más dudas que certezas.

—es claro que alguien más se los está llevando —opiné.

—pero los cuerpos no son solo cuerpos, son fracasos.

—si las quimeras son fracasos ¿Cuál será el éxito? —cuestioné.

—algo malo y puede que muy malo. —afirmó.

Fue a abrir la puerta y de repente se detuvo y miró tras mi espalda —¿Qué sucede?

—creí oler sangre —admitió.

Mi corazón dio un vuelco y no pude evitar ponerme nerviosa, —¿aquí? —fingí demencia —debe ser otra cosa,no parece haber nadie herido. —dije rápidamente, esperando convencerlo y, tal vez, convencerme a mí misma.

—no lo sé, tal vez no —un suspiro de alivio brotó de mis labios, esperaba que Scott no lo hubiese notado.

Mientras salíamos, Scott me volteó a ver.—¿Vas a decirme que te ocurre? Estas nerviosa y asustada, sin mencionar que estas actuando extraño.—dijo, su tono lleno de preocupación.

—¡Estoy bien! —exclamé, pero la desesperación en mi voz era evidente.

De repente, un rayo plateado salió de mi mano y chocó contra una pared cercana. Scott y yo nos quedamos mirándonos, ambos sorprendidos.—¿Qué fue eso? —pregunté, mi voz temblando. Esa no era mi habitual magia, y ambos lo sabíamos.

Scott se acercó a mí, sus ojos llenos de preocupación y asombro.—Hannah, ¿estás segura de que estás bien? Nunca había visto algo así.

Intenté mantener la calma, pero el miedo y la incertidumbre me invadían. —no lo sé —murmuré.

...

Mientras estaba en mí clase, decidí revisar la copia del libro de los doctores del miedo, fue cuando leí las dedicatorias.

—no puede ser...—murmuré al leer el nombre de cierta persona.

—¿Estás bien? —inquirió Kira. —Estás algo pálida.

—¿Ya leíste las dedicatorias? —le mostré la página para que pudiera ver.

—Doctor Gabriel Valack —leyó —algo me dice que iremos a Casa Eichen.

—¿No te parece extraño?

—lo que me parece extraño es que intenté leer el primer capítulo pero...no sé, me dan jaquecas —comentó algo extrañada. —no me había pasado nunca.

—yo aún no me atrevo —admití.

De repente mi celular emitió un pitido, cuando lo revise, tenía un mensaje de Scott, esta noche iríamos a ver a Valack.

—bueno, parece que tendremos una noche interesante —dijo Kira al leer el mensaje que al parecer también le llegó a ella.

—eso parece —suspiré —tendré que dejar que Melly con mi padre pero, no importa, quiero estar para Scott.

Esa misma tarde estaba en la habitación con Scott, mientras lo veía moverse por la habitación preparándose para ir a Casa Eichen.

Me quité la camisa para ponerme otra, dejando mis hombros al descubierto olvidado completamente el bonito recuerdo que Donovan marcó en mi piel, traté de buscar rápido algo con que taparme antes de que Scott lo viera, pero fue demasiado tarde.

—¿Es una mordida? —se acercó a mí con rapidez —¿Quién te mordió? ¿Cuándo? ¿Por qué? —dijo, su voz llena de preocupación mientras pasaba sus dedos por la marca.

Intenté detenerlo, pero al hacerlo, sentí un dolor agudo y siseé involuntariamente. Él lo notó de inmediato.—¿Te duele? —preguntó, su tono cargado de preocupación. Intentó quitarme algo de dolor con su toque.

—Estoy bien, no es nada, nadie me mordió —mentí, tratando de sonar convincente.

Pero Scott no me creyó. Pude verlo en sus ojos.—Annah, no me mientas. Esta marca es reciente y parece una mordida. ¿Qué pasó realmente?

Me dejé caer en la cama, agotada tanto física como emocionalmente. Scott se acercó y se acuclilló frente a mí, tomando mis manos entre las suyas. —puedes decírmelo, confía en mí.

Me sentí atrapada. No quería preocuparlo, especialmente cuando estábamos a punto de enfrentarnos a algo tan peligroso. Pero la verdad era algo que ni yo misma había procesado completamente.—Me golpeé con el jeep —dije, intentando reír para quitarle importancia—. Soy un poco torpe, ya sabes.

Scott no pareció convencido.—Cariño, esto no es un simple golpe. Necesito saber la verdad. ¿Quién te hizo esto?

Me mordí el labio, tratando de encontrar una salida, pero sabía que Scott no se detendría hasta obtener una respuesta. Finalmente, suspiré y miré hacia otro lado.

—No es importante ahora. Tenemos que concentrarnos en Casa Eichen y en el doctor Valack —dije, intentando desviar la conversación.

Mi chico me tomó suavemente por los hombros, obligándome a mirarlo a los ojos.—cualquier cosa que te haya pasado es importante para mí. No puedo concentrarme en otra cosa si sé que estás herida y no sé por qué. Por favor, dime la verdad.

La sinceridad y preocupación en sus ojos casi me hicieron derrumbarme. Sabía que no podía seguir ocultándolo.—Fue Donovan —admití en un susurro—. No sé cómo, pero... me atacó y... —las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos—. No quería que te preocuparas.

Scott me abrazó con fuerza, sus manos temblando ligeramente.—Hannah, nunca escondas algo así de mí. Te protegeré, pase lo que pase. Pero necesito saberlo todo para hacerlo.

Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. Scott siempre había sido mi roca, y sabía que no importaba lo que ocurriera, él estaría allí para mí. Pero también sabía que enfrentarnos a la verdad y a los peligros que nos rodeaban sería un camino difícil.

—Vamos a resolver esto juntos, ¿de acuerdo? —me dijo, sus ojos llenos de determinación.

—De acuerdo —respondí, sintiendo un poco de paz en medio del caos.

Scott me tomó de las mejillas y dejó un suave beso en mi frente.—Te amo, Hannah —dijo con ternura.

—Yo también te amo, Scott —respondí, sintiendo una calidez en mi pecho.

Sin soltarme, se inclinó y me besó en los labios. Fue un beso lleno de amor y promesas, un recordatorio de que no importa lo que enfrentáramos, siempre estaríamos juntos.

—¿Estás lista? —dijo al separarnos.

—si, solo voy por mis dagas —me acerqué a la mesa de luz y las tomé —¡listo!

Finalmente salimos directamente a Casa Eichen, donde nos encontramos con Stiles, Lydia y Kira. La pelifresa presionó el timbre —¿hola? ¿hay alguien ahí?

—¿Vas a estar bien aquí? —inquirió Scott mirando a Stiles.

—Sí, ¿por qué?

—te ves un poco mal —admitió.

—creo que todos estamos así.

—puede que unos más que otros —me volteó a ver, sonreí apenas antes de girarme hacia las chicas.

—¿por qué no contestan? —pregunté impacientandome.

—no lo sé —dijo Lydia.

Suspiré alzando la mirada a la luna, se veía muy linda esta noche, sentí una paz qué no tenía hace rato. De repente, la puerta vibró, señal de que podíamos entrar por lo que salí de me ensimismamiento y entré detrás de las chicas.

Entramos y un hombre que supuse era un enfermero nos tendió una cenasta —por favor vacíen sus bolsillos en el contenedor.

—venimos a ver...

—pongan sus pertenencias en el contenedor —lo interrumpió, tuvimos que dejar todo allí, al menos no podía quitarme mi magia. —por favor deje su cinturón en el contenedor —dijo mirando el accesorio de Kira.

—yo...necesito mi cinturón es parte de mí atuendo.

—por favor deja tu cinturón el cual los pacientes intentaran quitarte para estrangularse a sí mismo o a los demás  —fue muy específico en su explicación.

—Sí, te entiendo —dejó el cinturón espalda en el canasto.

Un guardia llegó para escoltando —les recuerdo que solo hago esto como favor para Deaton y lo hago en contra de mi buen juicio —dijo el guardia mientras bajábamos las escaleras.

—oye, ¿cual es la etiqueta para hablar con él? —preguntó mi hermano. —digo, ¿llegas a ver el otro ojo?

—yo no lo haría, mientras estén ahí intenten no hacer contacto visual con nadie —nos sugirió —ni nada.

De repente antes de llegar, Kira, Scott y yo nos detuvimos, algo no nos dejaba seguir, serbal.

—no pensaron que irían todos ¿o sí?

—es ceniza de serbal —afirmó Scott.

—en todos lados —asintió el guardia —pero está más concentrado aquí —pasó la tarjeta por la puerta que dividía con el sector más peligroso —la celda de Valack es la última al final del pasillo.

—los esperamos aquí —dije tranquilizadolos.

Estábamos esperando, rogaba porque Stiles y Lydia no salieran heridos. Scott estaba tratando de oír lo que decían para estar un poco más tranquilos. —no escucho nada, debe ser por el serbal.

—yo también lo siento —me apoyé contra la pared.

—y yo —dijo Kira junto a mí.

—honestamente, me siento muy débil —cerré mis ojos un momento.

—Sí, como te sedaran —entendió el alfa.

—fue una mala idea ¿o no? —inquirió la kitsune.

—definitivamente —estuve de acuerdo.

—estarán bien sin nosotros, ellos...trabajan bien juntos —tomó mi mano —tú más que nadie lo sabes, Ann.

—Sí, así es —sonreí muy apenas.

—no tiene super fuerza, ni espada de samurai, ni magia pero sobreviven.

—a él todavía le gusta —admití —conozco a mi hermano muy bien y aunque no lo diga, sé que lo hace.

—Sí —murmuró Scott —pero, ahora es diferente ¿Recuerdas como era antes con ella?

—solté una pequeña risa —Sí —volteé hacia Kira —hubieras visto como era antes.

—¿Se ponía mal?

—era como una obsesión —negué al darme cuenta —como la que yo tenía con Scott ¡Dios que vergüenza! —me tapé la cara siento el calor en mis mejillas, el castaño pasó un brazo por mis hombros abrazándome a él.

—pero, no mala —añadió mi chico —Lydia fingía que no era lista.

—¿Nuestra Lydia? —Kira no lo creía y honestamente si me lo dijeran a mí sin saberlo, tampoco lo haría.

—si y Stiles lo sabía —respondí destapando mi rostro.

—¿Cómo?

—le ponía atención —bajó la mirada conectando nuestras miradas, delicadamente corrió un mechón de mi cabello qué estorbaba acomodandolo tras mi oreja —la escuchaba —acarició mi mejilla con su pulgar —se acordaba.

De repente las luces comenzaron a titilar, Scott se separó de mí —¿Viste eso?

—no, pero veo esto —mi magia estaba fuera de control pero, no era la magia habitual, era esa misma que hoy había salido de mis manos. Scott se giró a verme. —¿Qué está pasándome? —lo miré aterrada, él negó sin saber qué decir.

Comenzó a intensificarse, y no pude controlarla. Scott notó el cambio al instante.La magia emanaba de mi cuerpo, envolviéndome en una luz plateada. Scott retrocedió ligeramente, claramente asustado.

—Annah, no sé que haces pero ya es suficiente —me instó, su voz destilaba el miedo que sentía.

—¡No estoy haciendo nada! —dije, desesperada— ¡Solo está pasando!

La energía seguía fluyendo, cada vez más fuerte. Sentía el miedo apoderarse de mí, igual que la mañana en la biblioteca. No entendía qué era esta magia ni por qué salía de mí.

Estaba completamente fuera de mi control. Las luces del pasillo comenzaron a parpadear y luego explotaron una por una, llenando el lugar de chispas y oscuridad. La luz plateada se volvió cegadora, y el ruido de los cristales rompiéndose resonó en mis oídos.Intenté calmarme, de concentrarme en su voz, pero la energía era demasiado intensa. De repente, sentí una explosión final de luz y luego... nada. Todo se volvió negro.

Pov Scott:

Cuando las luces explotaron, volteé rápidamente hacia Hannah. Mi corazón se detuvo un segundo al verla desmayada en el suelo.—¡Hannah! —grité, pero no recibí respuesta.Corrí hacia ella, el miedo apoderándose de mí. Me arrodillé y extendí una mano para tocarla, con la esperanza de que mi contacto la despertara. En cuanto mis dedos rozaron su piel, una oleada de energía me lanzó hacia atrás con una fuerza increíble. Volé por el aire y me estrellé contra la puerta que nos separaba de Stiles y Lydia.El impacto fue brutal, y sentí un dolor agudo recorrer mi espalda. Luché por recuperar el aliento, el aire se había escapado de mis pulmones en el golpe. A través del dolor y la confusión, mi mente solo podía centrarse en una cosa: Hannah.

Cuando intenté reincorporarme, el dolor en mi espalda era agudo, pero el pánico por Hannah superaba cualquier malestar físico. Mientras me esforzaba por levantarme, vi cómo el guardia que nos había llevado hasta ahí aparecía en el pasillo. Su expresión era de preocupación, y se acercó a mí rápidamente.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz grave y llena de ansiedad.

Mi mirada se desvió hacia Hannah. La veía allí, tendida en el suelo, rodeada por una aura de energía mágica que intensificaba el caos en el ambiente. La luz estroboscópica de la magia iluminaba sus rasgos, y su cuerpo parecía estar envuelto en una especie de resplandor incontrolable. Mi corazón se hundió al ver el estado en que se encontraba.

—Algo está pasando —dije, mi voz temblando—. Creo que es por ella.

—tenemos que sacarla de aquí, ahora —dijo el hombre asustado, mientras ambos observabamos a Annah.

—Sí pero, ¿Cómo la muevo sino puedo tocarla?

La protección del serbal se estaba debilitando y eso no era bueno, había sobrenaturales como yo aquí y si quedaban libres podría convertirse en una tragedia.
Al voltear hacia la puerta los vimos, los doctores del miedo, podía entender el miedo que sintió Hannah al verlos por primera vez.

De repente oí un murmullo provenir de Hannah, me acerqué un poco para poder  escucharlo con más claridad. —"Sti skoteiní nýchta o lýkos karadokeí,
Káto apó ti néa selíni, o érotás tous xypná.
Poioi eínai aftoí oi kryfoí erastés,
óti sto skotádi paízoun ta paichnídia tous?" —no lograba entender lo que decía, era ese idioma, el mismo de la noche pasada.

Los doctores del miedo trataron de abrir la puerta, me acerqué al guardia —deberías correr —dijo él.

—no puedo dejarla —Kira, ya se había ido y no podía abandonar aquí a Annah, no corriendo riesgo de que esos seres le hiciera daño.

—yo sí —el guardia huyó.

No tuve más opción que acercarme a Hannah, a pesar del peligro. Mi corazón se aceleró al ver su estado, y el dolor de la magia que emanaba de ella era casi insoportable. Me lancé hacia su cuerpo, arriesgando todo por salvarla. La tomé en mis brazos, sintiendo el dolor punzante de la electricidad y la quemazón que me atravesaba, pero nada me detendría.

—No puedo dejarte aquí, Hannah —murmuré, mis palabras entrecortadas por el dolor—. No te voy a perder, no otra vez.

Cada paso era una tortura, pero mi amor por ella me mantenía en movimiento. La carga de su cuerpo y la energía mágica que me hería me hicieron sentir como si estuviera arrastrándome a través de un mar de fuego. Pero el pensamiento de Melody, nuestra hija, me empujaba a seguir adelante. No podía permitir que quedara sin su madre, no después de todo lo que habíamos pasado.

Finalmente, salí de la casa Eichen, tambaleándome mientras bajaba las escaleras de la entrada. Colocando a Hannah con cuidado en el suelo, mi cuerpo se rindió al agotamiento y al dolor. Me dejé caer junto a ella, exhausto y chamuscado, pero sin soltarla. La magia a su alrededor se desvaneció gradualmente, y la calma comenzó a regresar.

Hannah empezó a recobrar la consciencia, y en medio de su debilidad, murmuró con un susurro apenas audible —Tayen, te amo.

Su voz estaba llena de amor y nostalgia, y mis sentimientos se desbordaron al escucharla. Tomé su rostro con ternura, sintiendo una mezcla de dolor y alivio.—También te amo, Tala —respondí, usando el nombre que compartimos en nuestro pasado. Era todo lo que podía ofrecerle en ese momento.
Me dejé caer hacia atrás adolorido, apoyé con cuidado mi mano en el piso la sentí temblar por el dolor.
Mientras mi mano descansaba en el suelo, Hannah la sujetó débilmente, y yo cerré mis ojos, dejando que el dolor y la fatiga me envolvieran.

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