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Capítulo ciento treinta y seis "Eres todo para mí"

Cuando los chicos se fueron, subí a la habitación y me metí a duchar. Mientras el agua caliente caía sobre mí, la fea sensación del tacto de Theo volvió a invadir mi mente. Sentía su mano sobre mi piel como una quemadura invisible. Tomé la esponja con jabón y comencé a frotarla sobre mi costado, justo donde estaba el tatuaje. Froté tan fuerte que mi piel se puso roja, pero no me importaba; solo quería borrar esa sensación.

De repente, unas manos firmes tomaron las mías, deteniéndome. Levanté la mirada y me encontré con los ojos de Scott, llenos de preocupación y ternura.

—Annah, ¿por qué lo haces? —preguntó, su voz suave pero cargada de inquietud.

—Es que... no puedo dejar de sentir su mano en mi piel. No importa cuánto me lave, sigue ahí —dije, mi voz quebrándose.

Scott entendió sin necesidad de más palabras. Alejó la esponja de mi mano y se acercó, tomándome de la cintura. Me besó con ternura, sus labios transmitiendo consuelo y amor. Sus labios se movieron lentamente contra los míos, buscando aliviar mi dolor y borrar las malas sensaciones. Sentí su calidez, su amor, y dejé que me envolviera.

Luego, sus besos comenzaron a bajar por mi cuello. Sus labios rozaron mi piel, dejando una sensación de calma y seguridad en su camino. Sus besos eran suaves y firmes a la vez, cada uno una promesa de que estaba conmigo, que no permitiría que nadie más me hiciera daño. Cuando llegó a mis clavículas, sus besos se volvieron más intensos, más profundos. Sentí cómo su lengua rozaba mi piel, enviando escalofríos de placer por mi cuerpo.

—No dejes que él tenga poder sobre ti —susurró contra mi piel, sus palabras un recordatorio de que no estaba sola en esto.

—Scott, yo... —traté de decir algo, pero me faltaban las palabras. Mis emociones estaban revueltas, entre la angustia y el alivio.

Scott continuó bajando sus besos por mi cuerpo, hasta llegar a mis pechos. Sus labios recorrieron la piel sensible de mis senos, dejando un rastro de fuego y ternura. Me estremecí bajo su toque, sintiendo cómo su amor y su apoyo borraban cualquier rastro de la incomodidad que Theo había dejado en mí.

Sus manos no dejaban de acariciar mi piel, cada toque era una promesa de protección y amor. Se inclinó hacia mi costado, donde estaba el tatuaje, y besó suavemente la piel enrojecida por la fricción. Sus labios se movieron con cuidado sobre el tatuaje, dejando una sensación de alivio y consuelo. Su tacto era tibio, agradable, muy diferente al de Theo.

—Estoy aquí contigo, Hannah. Nadie más puede tocarte de esa manera. No dejaré que te haga daño —dijo, mirándome a los ojos con una intensidad que me hizo sentir segura.

Lo abracé con fuerza, sintiendo cómo su amor y apoyo me envolvían. En ese momento, supe que, con Scott a mi lado, podría superar cualquier cosa. Sentí cómo la angustia y la incomodidad se desvanecían, reemplazadas por la calidez y el alivio que solo Scott podía brindarme.

—Gracias, Scott. No sé qué haría sin ti —dije, mi voz apenas un susurro.

—No tienes que hacerlo sola, Hannah. Siempre estaré aquí para ti —respondió, sosteniéndome con firmeza.

Nos quedamos así un rato, bajo el agua caliente, dejando que el amor y el apoyo de Scott borraran cualquier rastro del tacto de Theo. Cuando finalmente nos separamos, me sentí más ligera, como si un peso se hubiera levantado de mis hombros. Scott me sonrió, una sonrisa llena de amor y promesas de un futuro mejor.

—Vamos a descansar, cariño. Mañana será un nuevo día —dijo, tomando mi mano y llevándome fuera de la ducha. Lo detuve, sosteniendo su brazo.

—No vamos a ir a ningún lado —enrollé mis brazos en su cuello y lo miré a los ojos—. Ámame —le guiñé un ojo.

Me miró con confusión.

—¿Quieres...? —preguntó, dudando.

Asentí, sin apartar mi mirada de la suya.

—Por favor, lo necesito.

La comprensión iluminó sus ojos, y de repente me tomó por el trasero, alzándome con facilidad. Me besó con pasión, y sentí cómo su deseo se mezclaba con el mío. Me llevó hasta la pared y me empotró contra ella, sus labios nunca abandonando los míos.

—Está helada —reí al sentir el frío de la pared en mi espalda, pero no importaba. El calor de su cuerpo y la intensidad de sus besos lo compensaban todo.

—Lo siento —murmuró contra mis labios, antes de besarme con más fuerza, como si quisiera borrar cualquier incomodidad.

Sus manos recorrían mi cuerpo con urgencia, sus dedos trazando caminos de fuego sobre mi piel mojada. Cada caricia, cada beso, me hacía olvidar más y más el desagradable recuerdo del tacto de Theo, reemplazándolo con el amor y la devoción de Scott.

—Te necesito, Scott —susurré, mi voz entrecortada por el deseo.

—Y yo a ti, Han —respondió, su voz grave y llena de pasión.

Nos movimos juntos en una danza de necesidad y amor, nuestros cuerpos respondiendo a un ritmo propio. Scott me sostenía firmemente, sus manos explorando cada rincón de mi piel. Sus besos eran ardientes, su amor palpable en cada caricia.

—Eres todo para mí —dijo, mirándome a los ojos con una intensidad que me hizo sentir segura y amada.

—Y tú para mí —respondí, aferrándome a él con fuerza, dejándome llevar por la ola de sensaciones.

Nos entregamos el uno al otro, sin reservas, dejando que el amor y la pasión nos consumieran. Cada beso, cada caricia, borraba un poco más del recuerdo de Theo, reemplazándolo con algo puro y hermoso. Nos movimos juntos, nuestros cuerpos sincronizados, nuestros corazones latiendo al unísono.

Finalmente, nos desplomamos el uno sobre el otro, agotados pero satisfechos. Scott me envolvió en sus brazos, su respiración agitada contra mi cuello.

—Te amo, Annieh —dijo suavemente.

—Y yo a ti, Scott —respondí, sintiendo una paz profunda mientras me acurrucaba en sus brazos.

Nos quedamos un rato más en la ducha, el agua fría cayendo sobre nosotros, pero apenas lo notábamos. Aún nos besábamos, pero de forma suave y lenta, como si estuviéramos saboreando el momento. Los besos eran delicados, cargados de un afecto profundo que iba más allá de lo físico.Scott mantenía su cuerpo pegado al mío, su calor envolviéndome como un refugio en medio del frío.

Sus labios rozaban los míos con una ternura que me hacía sentir segura y amada. Cada caricia, cada roce de nuestras bocas, era como una promesa silenciosa de lo que sentíamos el uno por el otro.A medida que nuestros labios se separaban y se volvían a encontrar, nuestras respiraciones se sincronizaban, creando una atmósfera de intimidad. Sentí cómo su mano subía por mi espalda, provocando un escalofrío que contrastaba con el calor que emanaba de su piel.

—Es hora de salir, el agua está helada —murmuró, sus labios rozando los míos mientras hablaba.

Me reí suavemente, sin querer romper el momento, y lo miré a los ojos.—No lo había notado —fruncí el ceño, pasando mis dedos por su cabello mojado—. Creo que el calor de tu cuerpo evapora el agua al tocarte.Scott soltó una pequeña risa, esa que siempre lograba hacerme sonreír.—Es en serio —le dije con una sonrisa, dejando que mis dedos bajaran por su pecho—. Y tu piel... —continué, sintiendo su calor bajo mis dedos—. Es como caramelo —mordí mi labio inferior, jugando con la idea en mi mente—. Siento que si te beso, sentiría el azúcar en mis labios.

Él rió más fuerte, el sonido reverberando en la pequeña cabina de la ducha.—A ti el sexo te hizo mal —negó divertido, y me besó de nuevo, esta vez con más fuerza, pero manteniendo la misma suavidad de antes.

—Sobre eso —separé mis labios de los suyos, pero sin apartarme—. Creo que perdí sensibilidad de cintura para abajo.Sus ojos se oscurecieron con preocupación, pero lo calmé con una pequeña sonrisa.—Estoy bien, solo es una exageración —le aseguré, acariciando su mejilla.

Con un último beso, Scott abrió la puerta de la ducha y me envolvió en una toalla cálida. Su mirada estaba llena de una ternura que me hizo sentir aún más amada. Me llevó en brazos hasta la cama, donde me dejó suavemente sobre las sábanas.—¿Quieres que te vista o dormirás así? —me preguntó, bromeando para aligerar el ambiente.

—Dado que me has destrozado mis extremidades inferiores, te tocará vestirme —respondí con una sonrisa, dejando caer la cabeza en la almohada mientras lo observaba buscar mi ropa.—¿De qué juguetería te escapaste, muñeco? —mordí mi labio inferior, jugando con él mientras se vestía.

Scott me miró con una sonrisa divertida en el rostro.—¿En serio?

—Espera, tengo uno mejor —dije, riendo—. Mi amor, quien fuera cemento para sostener ese monumento.

—¡Hannah! —exclamó, riendo conmigo.Nos reímos juntos, disfrutando del momento antes de que él se acercara para vestirme.

Cada movimiento suyo era cuidadoso y lleno de amor, como si se asegurara de no romper la burbuja de tranquilidad en la que estábamos.

—Tengo otro —aplaudí con entusiasmo—. Quisiera ser bruja para echarte un hechizo y ser dueña de tu chorizo.

Scott soltó una carcajada, su risa iluminando su rostro.—Lo gracioso es que... lo eres —me guiñó un ojo.

—¿Bruja o dueña de tu chorizo? —le pregunté con una sonrisa traviesa.

—Bruja sabemos que no, así que solo nos queda lo segundo —respondió, ligeramente sonrojado, mientras terminaba de ayudarme a vestirme.

Después de vestirnos, nos acurrucamos en la cama, disfrutando de la cercanía y del calor que compartíamos. El sonido del agua aún resonaba en mis oídos, pero todo lo que importaba en ese momento era la seguridad que sentía en sus brazos.Estaba a punto de quedarme dormida cuando el celular de Scott sonó, rompiendo el silencio.

Abrí los ojos y lo vi levantarse, tomando el teléfono con una expresión seria en el rostro.—¿Qué ocurre? —pregunté, sintiendo la preocupación crecer en mi interior.

—Han visto a la bestia, Stiles pasará por mí —dijo mientras se levantaba rápidamente, comenzando a vestirse con prisa.

—Sí, yo igual he visto a la bestia —bromeé, tratando de mantener el ánimo ligero, sentándome sobre sus piernas.Scott me miró con una mezcla de diversión y preocupación.

—Hannah, ¿voy a tener que darte una ducha fría? —alzó una ceja pícaro, tratando de mantenerse tranquilo a pesar de la urgencia.

—Cállate —dije, escondiendo mi rostro en su cuello, inhalando su aroma familiar.

—Rió suavemente, acariciando mi cabello—. Amo todo de ti y en serio me quedaría contigo, pero... debo irme.

—¡Yo también voy! —dije, levantándome rápidamente, pero mis piernas temblaron y no pude mantenerme en pie. Intenté dar un paso, pero mis piernas fallaron, y Scott fue rápido en sostenerme antes de que cayera.—Uy, esta vez sí me dejaste paralítica —dije con una sonrisa débil, sintiendo cómo el cansancio pesaba en cada músculo de mi cuerpo.

—No puedo dejarte ir así, Han. Necesitas descansar —dijo con firmeza, ayudándome a sentarme de nuevo en la cama.

—Pero quiero ayudarte —protesté, aunque sabía que tenía razón. Apenas podía mantenerme en pie.

—Lo sé, y lo aprecio, pero necesito que estés segura —dijo, acariciando mi mejilla con ternura.Lo miré mientras terminaba de vestirse, notando la preocupación en su rostro. Cuando estuvo listo, se acercó a mí y me dio un beso suave en los labios, uno que me dejó deseando más.—Volveré pronto. Te amo.

—Te amo, Scott. Ten cuidado —le dije, mirándolo mientras se dirigía a la puerta.

Me recosté en la cama mientras él se iba, sintiendo una mezcla de preocupación y cariño.

En cuanto Scott se fue, me quedé en la cama solo unos segundos, pero la decisión ya estaba tomada en mi mente. No podía quedarme allí mientras él se enfrentaba a ese peligro. Con esfuerzo, me levanté de la cama, mis piernas temblorosas, pero la determinación me impulsaba a seguir adelante.

—No me quedaré aquí —murmuré para mí misma, con la voz firme, mientras me vestía lo más rápido que podía.

Cada movimiento era complicado, como si mi cuerpo quisiera arrastrarme de vuelta a la cama, pero mi mente estaba en otra parte. Terminé de vestirme, ignorando el cansancio, y fui por Melody, estaba dormida, ajena a la urgencia que sentía. La tomé en brazos con cuidado y, sin hacer ruido, abrí la ventana. El aire fresco de la noche me golpeó, pero no me detuvo.

Extendí mis alas y, con un último vistazo a la habitación, volé hacia el hospital. Cada golpe de mis alas estaba lleno de determinación. Al llegar, busqué a Melissa y le entregué a Melody, sintiendo un peso menos en mi pecho, pero el miedo aún estaba allí.

—¿Qué está pasando, Hannah? —preguntó Melissa, con preocupación en sus ojos.

—No tengo tiempo para explicarlo todo —dije, con la voz apresurada—. Solo mantén a Melody segura, por favor.

Melissa asintió, viendo la urgencia en mi mirada. Me alejé antes de que pudiera hacer más preguntas, volando rápidamente hacia la carretera donde Scott y los demás estaban.

—Voy a llegar a tiempo, Scott —dije, más como una promesa que como una declaración, mientras saltaba por la ventana y me lanzaba al vacío.

El poder dentro de mí se activó, y sentí cómo mis pies dejaban de tocar el suelo mientras me elevaba en el aire. Volar siempre había sido una experiencia liberadora, pero esta vez había una urgencia que me impulsaba a seguir adelante. El viento silbaba a mi alrededor mientras avanzaba por el cielo nocturno, buscando la caravana de autos de policías y el jeep.

Finalmente, vi la fila de vehículos en plena carretera, con el jeep de Stiles detrás. Aceleré mi vuelo, manteniéndome a una distancia prudente para no ser detectada de inmediato. Mi corazón latía con fuerza, no solo por la velocidad, sino por lo que sabía que estaba por venir.A lo lejos, una sombra enorme y oscura se movía con una velocidad y fuerza inhumana. La bestia.

Mi respiración se aceleró al verla, y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo.—Por Dios... —susurré, con los ojos fijos en la criatura, que era incluso más aterradora de lo que había imaginado.

El miedo intentó apoderarse de mí, congelándome en el aire. Por un segundo, dudé de mí misma, recordando las palabras de Scott.

—Quizás Scott tenía razón... —murmuré, sintiendo el nudo en mi estómago—. Quizás sí debí quedarme en casa...Pero al pensar en él, en Stiles, y en todos los demás que estaban arriesgando sus vidas, sentí un renovado sentido de responsabilidad.—No, no puedo dejarlos solos —dije, con firmeza, mientras trataba de calmar mi respiración.

Mi miedo seguía presente, pero lo ignoré, enfocándome en la tarea que tenía por delante. Si íbamos a enfrentar a la bestia, lo haríamos juntos, y no dejaría que nada nos detuviera.

Mientras volaba, observé cómo la bestia se movía con una velocidad y fuerza que parecían imposibles. Mis ojos se abrieron de par en par cuando me di cuenta de algo aterrador: la bestia no estaba huyendo sin rumbo; iba directamente hacia el hospital. Melody estaba en peligro, y Scott no lo sabía.

Sin pensarlo dos veces, cambié de dirección y descendí rápidamente hacia el jeep. Tuve que aterrizar sobre el techo del vehículo para llamar su atención. El impacto hizo que el jeep se sacudiera, y desde dentro, pude ver cómo Stiles y Scott miraban hacia arriba, sorprendidos.Scott salió rápidamente del jeep, con la preocupación evidente en su rostro.

—¿Hannah? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, su voz mezclada entre alivio y preocupación.

—No hay tiempo para explicaciones —dije rápidamente, mis ojos reflejando la urgencia que sentía—. La bestia se dirige al hospital. ¡Melody está en peligro! —Me subí al vehículo con rapidez.

Mientras íbamos en el jeep a toda velocidad, el silencio entre Scott y yo era denso, lleno de preguntas sin responder. Sabía que en cualquier momento él rompería ese silencio, y no tardó mucho en hacerlo.

—Hannah, ¿qué está haciendo Melody en el hospital? —preguntó Scott, sin apartar los ojos de la carretera, pero su tono no podía ocultar la preocupación y la sorpresa en su voz.

Me mordí el labio, sabiendo que tenía que decirle la verdad. Sabía que Scott no iba a estar contento, pero no podía mentirle.—La llevé con Melissa —admití, manteniendo la voz lo más firme posible—. Necesitaba asegurarme de que estuviera a salvo antes de venir con ustedes.

Scott giró su cabeza para mirarme, sus ojos se llenaron de una mezcla de incredulidad y preocupación.—¿La llevaste al hospital para poder venir aquí? —Su voz tenía un toque de reproche, pero también de temor por lo que eso significaba.

—Scott, no podía quedarme atrás —respondí, sintiendo que mi corazón se aceleraba—. Sabía que algo iba mal, que no podía quedarme en casa sabiendo que ustedes estaban enfrentándose a esa cosa. Y necesitaba saber que Melody estaba en un lugar seguro, con alguien que la pudiera cuidar.

Él suspiró, claramente luchando entre la preocupación por Melody y la frustración por mi decisión.—Hannah, deberías haberte quedado en casa con ella. Esto es peligroso —dijo, su voz grave, pero sin poder ocultar el miedo que tenía por la seguridad de nuestra hija.

—Lo sé, Scott, pero no podía quedarme sentada mientras ustedes corrían este riesgo —insistí, mi voz temblando ligeramente—. Y tú también lo sabes. Melody está a salvo con Melissa, pero yo... yo tenía que estar aquí contigo.

Scott me miró nuevamente, su expresión suavizándose un poco mientras veía la determinación en mis ojos.

Llegamos al hospital antes que la policía, algo que me llenó de alivio, pero también de una creciente ansiedad. A medida que entrábamos, mi corazón latía con fuerza. Gracias a Dios, el hospital había sido evacuado. La idea de que Melody estaba a salvo me permitió respirar un poco más tranquila, pero la tensión en el ambiente era palpable.

Mientras avanzábamos, el sonido inesperado de un arma nos tomó por sorpresa. Mi cuerpo se tensó, pero al girar, vi que era mi padre. Nos había escuchado, y con una mirada severa, nos indicó que hiciéramos silencio. Todos nos quedamos quietos, escuchando con atención.De repente, un rugido ensordecedor resonó desde arriba, haciendo vibrar toda la estructura. El sonido era tan profundo y aterrador que sentí un escalofrío recorrerme.

—Cuarto piso —susurró Scott, su voz apenas audible pero llena de determinación.

Nos dirigimos a las escaleras, con mi padre liderando el camino, su arma en mano. Subíamos con cautela, cada paso medido para evitar hacer ruido. Cuando llegamos al cuarto piso, el caos era evidente. Todo estaba destruido, y pequeñas llamas danzaban por el lugar, indicando que Parrish había estado usando sus habilidades.De pronto, una bola de fuego impactó contra la pared cerca de nosotros, haciéndonos retroceder instintivamente. Mi padre rápidamente nos cubrió, sus ojos escaneando el área en busca de peligro.

Delante de nosotros, Jordan estaba sentado en el suelo, pero algo no estaba bien. Su mirada estaba perdida, como si no estuviera realmente presente. Parecía en trance, desconectado de todo lo que ocurría a su alrededor.

—¿Parrish, estás bien? —preguntó mi padre, dando un paso hacia él, la preocupación evidente en su voz.Cuando no obtuvo respuesta, mi padre alzó la voz, tratando de sacarlo de su estado.—¡Oficial! —gritó, su tono autoritario.

Parrish parpadeó, como si volviera en sí de repente. Su mirada se enfocó en nosotros, y por un momento, parecía desorientado antes de asentir débilmente.

Mientras esto ocurría, noté que Scott estaba concentrado en algo en el suelo. Me acerqué y vi lo que había captado su atención: huellas de sangre que se extendían por el pasillo. A medida que avanzaban, las huellas se transformaban lentamente de marcas de garras a pisadas humanas y parecían de adolescente.

...

Al día siguiente, nos reunimos en la sala de estar de Scott para trazar un plan para sacar a Lydia de Eichen House. Scott, Malia, Kira, Stiles, Liam y yo estábamos listos para trabajar en la estrategia, con la esperanza de que el plan que ideáramos tuviera éxito.

Stiles desplegó los planos de Eichen House sobre la mesa del comedor, el cual estaba lleno de tazas de café y papeles desordenados. Se sentó frente a su laptop, donde tenía abierta una serie de documentos y fotos de la clínica. La expresión en su rostro era una mezcla de concentración y preocupación.

—Hay cuatro pasos —dijo Stiles, levantando un dedo—. Entrar a Eichen House, llegar a la unidad cerrada, encontrar a Lydia y salir.

—Exactamente —añadió Scott—. Y para cada uno de esos pasos, tendremos que superar guardias, camilleros, candados electrónicos y una barrera de serbal.

—¿Tienes un plan para todo eso? —preguntó Malia, frunciendo el ceño mientras miraba los planos desplegados.

Stiles mostró una credencial con chip—. Anoche le robé esto a un camillero. El problema es que los códigos cambian cada noche.

—¿Y por qué lo tomaste? —inquirí, cruzándome de brazos.

—A eso iba —dijo Stiles, bajando la tarjeta—. Solo sacaremos a Lydia si hacemos que la tarjeta funcione.

—¿Cómo harán eso? —preguntó Liam, mirando la pantalla de la laptop con curiosidad.

—A eso vamos —dijo mi hermano, girando la pantalla hacia nosotros—. Escuchen, descargué el historial de la tarjeta. Hace dos semanas, hubo una caída de electricidad que reinició el sistema. Durante ese tiempo, todas las tarjetas regresan al código por defecto. Si logramos provocar un reinicio en el sistema...

—La tarjeta volverá al código por defecto y funcionará de nuevo —entendió Liam, asintiendo.

—¿Cómo haremos que pase eso? —preguntó Kira, mirando los planos con curiosidad.

—Eso le toca a Annah —dijo Scott, dirigiéndome una pequeña sonrisa—. Tú sacarás poder de la línea principal solo para provocar problemas eléctricos.

—No un apagón —agregó Stiles—. Si haces eso, Eichen se cerraría por completo y eso sería malo, muy, muy malo.

—Exactamente —continuó el alfa —. Hay una sala de seguridad detrás de la recepción. La línea principal pasa por dos fusibles que alimentan a todo Eichen. Si hacemos un pequeño desvío de energía, podemos provocar un fallo en el sistema sin causar un apagón total.

Miré los planos y luego a Scott, sintiéndome un poco insegura. La última vez que estuve en Eichen, mis poderes se descontrolaron y mi magia no funcionó bien. No estaba segura de querer arriesgarme a hacerlo de nuevo.

—¿Qué pasa si no puedo controlar la energía? —pregunté, mi voz cargada de preocupación—. La última vez que estuve allí, no pude manejar bien mis poderes.

—Si prefieres, puede hacerlo Kira —propuso Scott, tomando mi mano con una expresión comprensiva.

—Sí, me dejaría más tranquila —asentí, agradecida por su apoyo y comprensión.

—Ah, sí —soltó Kira con una pequeña risa nerviosa—. Hay un problema. No sé cómo hacerlo.

—Está bien, práctica mientras —dijo Scott con tono tranquilizador.

—Digamos que sale a la perfección, ¿cómo entraremos a la unidad cerrada de Eichen? —inquirió Liam, su preocupación evidente.

—El sistema tarda cinco minutos en reiniciarse —explicó Stiles—. Durante esos cinco minutos, todas las alarmas se apagan. La tarjeta debería funcionar.

—Liam —dijo Scott mirando a su beta—, tú y yo llevaremos a Stiles a la puerta. Después de eso, él seguirá solo; no podemos cruzar la barrera de serbal. Cuando acabemos, todos pensarán que el sistema de seguridad se reinició por la baja de electricidad.

—¿Alguna pregunta? —preguntó Stiles, tratando de sonar más confiado de lo que probablemente se sentía.

—Sí —empezó Liam—. ¿Cómo entraremos a la casa Eichen en primer lugar?

—¿Cuál es el peor de los casos? —añadió Malia.

—¿Y si no puedo hacerlo? —preguntó Kira, visiblemente nerviosa.

—¿Y si me descontrolo? —agregué, compartiendo la inquietud de todos.

—Bueno, sí, muchas cosas pueden salir mal —admitió Stiles, con una sonrisa forzada.

—O todo puede salir mal —asintió Liam con seriedad.

—Oigan —intervino Scott, con un tono urgente—, si no lo hacemos, perderemos a Lydia. Morirá esta noche y podría llevarse a muchos inocentes junto con ella.

El recordatorio de Scott nos hizo reaccionar. La gravedad de la situación quedó clara para todos nosotros. La determinación reemplazó a la duda, y aunque el riesgo era alto, sabíamos que no había vuelta atrás. El plan debía ejecutarse con precisión, y cada uno de nosotros tenía un papel crucial que desempeñar.

Cuando los chicos se fueron para cumplir con sus respectivas tareas antes de ejecutar el plan, me quedé en casa con Melody. Aproveché el tiempo para practicar mi magia en un ambiente seguro, intentando encontrar una manera de mantenerla bajo control y evitar lastimar a alguien, especialmente a mi pequeña.

Me senté en el salón con una vela encendida frente a mí, usando la luz para centrarme y relajarme. Cerré los ojos y respiré profundamente, enfocando mi energía en la sensación de equilibrio. Sabía que si perdía el control, las consecuencias podrían ser graves, así que era crucial que encontrara una forma de canalizar mi poder sin que se desbordara.

—Vamos, Annah, concédele al poder la forma que necesitas —murmuré para mí misma, enfocándome en el flujo de energía que sentía dentro de mí.

A medida que me concentraba, empecé a visualizar un campo de energía que rodeaba la vela, creando una burbuja de protección alrededor de ella. Imaginé cómo mi magia se ajustaba a los límites de la burbuja, evitando que se escapara. Era un ejercicio mental que requería gran precisión, pero me di cuenta de que, con la práctica, podía mantener un equilibrio más estable.

Melody estaba en el sofá, entretenida con un libro de cuentos. A veces me miraba de reojo, y yo sonreía, tratando de darle una sensación de normalidad. No quería que se sintiera preocupada o asustada por lo que estaba ocurriendo.Cuando terminé mi práctica, me sentí más confiada. Me acerqué a Melody y me senté a su lado.

—¿Cómo va ese libro, cariño? —le pregunté con una sonrisa.

—¡Muy bien, mami! —respondió ella entusiasmada—. Es sobre un dragón que vive en un castillo.

—Suena emocionante —dije, acariciando su cabello.

Quería mantener la atmósfera tranquila y alegre para que ella no notara el nerviosismo que sentía.

Después de un rato, me sentí lista para la parte crucial de la noche. Sabía que cada segundo contaba, y mi habilidad para controlar mi magia sería clave para el éxito del plan. Me preparé mentalmente para el desafío que tenía por delante, con la esperanza de que todo saldría bien y Lydia sería rescatada sin problemas.

Me sumergí en mis pensamientos, recordando lo que Scott me había dicho sobre el peligro inminente. Sabía que la situación era grave y que Lydia era nuestra única esperanza para superar la amenaza. La presencia de la bestia de Gevaudan y la implicación de Parrish solo agravaban la situación. No podía evitar sentirme ansiosa y asustada por el futuro que nos esperaba

.Miré a Melody, dormida en el sofá con su libro de cuentos en las manos, y una ola de culpa me invadió. La idea de que ella también estaba en riesgo me rompía el corazón. Me acerqué a ella y, con mucho cuidado, la abracé, sintiendo su calor y el ritmo calmado de su respiración.

—Melody —murmuré, acariciando su cabello—. Lo siento mucho, cariño. Nunca quise que te involucraras en todo esto. No mereces vivir en medio de todo este caos.

Ella abrió los ojos lentamente, mirándome con una expresión de curiosidad y un poco de confusión.—Mamá, ¿por qué estás llorando? —preguntó con voz suave, su pequeño rostro fruncido en una expresión preocupada.

—No es nada, mi amor —intenté sonreír, aunque las lágrimas aún brillaban en mis ojos—. Solo estoy pensando en lo importante que eres para mí. Te amo mucho y quiero que estés a salvo.

me sumergí en una profunda reflexión sobre el futuro y el bienestar de mi hija. Sabía que el mundo que nos rodeaba estaba lleno de peligros y que, en el caso de que algo nos pasara, Melody necesitaba al menos una mínima preparación para defenderse.

Esa tarde, todos se reunieron nuevamente, listos para llevar a cabo el plan. El ambiente estaba tenso, lleno de una mezcla de esperanza y miedo. Había mucho en juego, y todos lo sabían.

—¿Apagó toda la escuela? —preguntó Scott, preocupado, mientras se acercaba a Kira y Malia.

—Apagó toda la red —admitió Malia, casi como si fuera un logro y un problema a la vez.

Kira, la kitsune, suspiró con frustración. —Siempre que lo hago, fracaso —dijo, su voz llena de inseguridad. Liam y Scott intercambiaron una mirada significativa. —Esto no va a funcionar —continuó—. Creo que sería mejor que lo hiciera Annah.

Sentí un nudo formarse en mi estómago. La responsabilidad de hacer que todo saliera bien recaía ahora en mí. —De ser necesario, lo puedo intentar —respondí, mi voz apenas un susurro lleno de dudas—. Pero no prometo nada.

Liam, siempre pragmático, intentó mantenerse enfocado en lo práctico. —¿Qué tan lejos llegaremos sin bajar la electricidad?

Stiles, que había sido el cerebro detrás del plan, respondió con su habitual tono sarcástico —Hasta la puerta principal.

El alfa se enderezó, decidido a no dejarse llevar por el miedo. —Iremos —dijo con firmeza, y en sus palabras no había lugar para el debate.

—Scott, practiqué con muchas cajas de bombillas —intentó argumentar Kira, su tono sugiriendo que aún quería intentarlo.

Pero Scott ya había tomado una decisión. Se giró hacia mí, su mirada intensa reflejaba una mezcla de confianza y necesidad. —Puedes hacerlo, ¿no, Hannah?

El peso de su expectativa cayó sobre mí como una losa. Tomé su mano, tratando de infundirme el valor que él parecía ver en mí. —Ah... supongo que sí —dije, aunque la duda aún resonaba en mi mente—. Pero si fallo, la tarjeta no funcionará, y no se reiniciará la electricidad.

Él se acercó más, hasta el punto en que casi podía sentir su respiración sobre mi rostro. Su proximidad me hizo sentir una mezcla de calidez y presión. —Sé que puedes hacerlo —dijo, su voz suave pero firme. Luego, se giró hacia los demás—. ¿Alguien cree que no puede?

El silencio fue pesado, pero las miradas de algunos decían más que las palabras. El ambiente se llenó de una tensión incómoda.

El rubio fue el primero en hablar, aunque su voz no reflejaba plena confianza. —Para nada —dijo, pero no había seguridad en sus palabras.

Stiles, siempre el hermano protector, sonrió en mi dirección. —Yo te puse en el plan, creo en ti, hermanita —me guiñó un ojo, su gesto era alentador, pero también un recordatorio del gran riesgo que estábamos asumiendo.

Luego miró a Malia, esperando que ella también diera su voto de confianza.

Malia, que nunca había sido conocida por su sutileza, frunció el ceño. —¿Qué? —dijo, claramente no captando el mensaje indirecto.

Mi mellizo, con un suspiro teatral, murmuró lo que Malia debería haber dicho. —Creo en ti también, Hannah.

La coyote, visiblemente incómoda, se cruzó de brazos y lanzó un suspiro. —Yo soy la que estará encerrada en un cuarto de electricidad con ella —recordó a todos, como si eso fuera una razón válida para dudar. Sin embargo, al ver la mirada de Stiles, cedió un poco y finalmente me miró—. Puedes hacerlo —agregó, aunque con reticencia.

Kira fue la siguiente en mostrar su apoyo, su sonrisa más confiada que antes. —Ya sabes que creo en ti —dijo, su voz cálida y tranquilizadora.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y Melody entró en la habitación, su pequeña figura parecía llenar el espacio con un aura de inocencia y esperanza. Scott, siempre el líder, decidió involucrar a la más joven del grupo.

—¿Tú qué dices, Mel? —le preguntó con una sonrisa—. ¿Crees que mamá puede usar su magia para ayudar a la tía Lydia?

Melody, con su entusiasmo infantil, no dudó ni un segundo. Corrió hacia mí y me abrazó con fuerza, su pequeña voz llena de seguridad. —¡Sí! Eres fuerte, mami. Sé que podrás.

Las palabras de mi hija me conmovieron profundamente. Mientras la sostenía en mis brazos, me di cuenta de que todo el miedo y la duda que había sentido se desvanecían lentamente. Ella creía en mí, y si mi pequeña podía tener esa fe, entonces tenía que encontrar la fuerza para creer en mí misma también.

Pero a pesar de la calidez de ese momento, no pude evitar que una oleada de miedo me recorriera. Las palabras salieron de mi boca antes de poder detenerlas. —Están locos —dije, la voz temblorosa—. Vamos a morir.

...

Hola! Como están? Lamento tardarme en subir, ayer fui al oculista y me hicieron fondo de ojo, por lo cual no veía nada 🤣 pero, bueno ya lo subí, mejor tarde que nunca 🤭 espero que les haya gustado!

Nos leemos!

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