Capítulo ciento treinta y dos "Aún me tienen"
Regresamos a la casa para poder pensar con claridad cómo encontraríamos a la quimera que había atacado a nuestro padre. El ambiente estaba tenso, cada uno de nosotros concentrado en nuestras propias preocupaciones y miedos, pero decididos a encontrar una solución.
Stiles se acercó con su celular en mano, una expresión grave en su rostro.—Hubo una llamada hace unas horas de un estudiante de la preparatoria que nunca volvió a casa.
Scott, observando atentamente la pizarra de Stiles llena de fotos y anotaciones de todas las quimeras, preguntó —¿Cómo se llama?
—Noah Patrick —respondió, señalando el nombre en la lista del panel frente a ellos.
Decidimos ir a la escuela para revisar su casillero en busca de alguna pertenencia con su aroma. Una vez allí, Scott rompió el candado y lo abrió, sacando de adentro una prenda. —Buscaremos su aroma —explicó, mostrándonos la ropa.
En ese momento, Malia apareció de repente. Scott le lanzó la prenda para que ella pudiera captar el olor. —¿La llamaste? —preguntó mi hermano entre dientes, claramente molesto.
—Necesitamos toda la ayuda posible —le recordó el alfa —. Deberíamos llamarlos a todos.
—Y sé cómo es él —agregó Malia, enfocándose en la prenda que sostenía.
Seguimos a Malia hasta lo que parecía una vieja estación de tren, con vías oxidadas y vegetación creciendo entre los durmientes. La atmósfera estaba cargada de una sensación de abandono y peligro inminente.
—no quería que me llamarás ¿verdad? —le preguntó Malia a Scott en voz baja mientras Stiles se alejaba un poco para explorar el área.
—no —negó —¿Tan mal están?
—creo que terminamos —admitió. —o algo así.
—Mal, lo siento mucho —dije suavemente apoyando una mano en su hombro ofreciéndole consuelo.
—Creo que nosotros... —Scott me miró con ternura—. Por poco también, pero Hannah me dio otra oportunidad.
—Eso es porque la tienes muerta —comentó la coyote con una mezcla de seriedad y broma.
—¡Malia! —exclamé, un poco avergonzada.
—Es cierto, y ¡oye! Está bien, amo Scannah —se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
—¿Scannah? —preguntó el alfa, claramente confundido.
Miré a mi amiga con diversión—. Es un poco despistado, ¿verdad? —luego me dirigí a Scott—. Nuestros nombres combinados, amor.
—Sí, con las chicas votamos por cuál sería el mejor. Nos costó un poco decidirnos —dijo Malia con una sonrisa.
Scott se rió suavemente y me dio un beso en la frente. —Bueno, me gusta como suena Scannah. —algo le pasaba a Malia pero no quería decirnos. Comenzó a caminar más rápido alejándose de nosotros, ambos nos separamos y la seguimos. —¿Puedes contarnos lo que te pasa? —preguntó en un susurro alcanzandola. —bueno, además de Stiles, puedes decirnos.
—dije que los ayudaría a encontrar a ese chico para salvar al papá de Hannah y Stiles —respondió sin siquiera mirarlo —no me pidas que hable.
—oye, no te lo pido, te lo ofrezco. Solo digo que si quieres hacerlo, está bien. —dijo siendo comprensivo, un lado de él que sin duda amaba.
De repente parece que percibió algo porque se movió a la derecha de Scott —lo sé. —La seguimos hasta una parte más oculta del lugar —lo tengo, tengo su aroma. —Nos movimos, la coyote tocó un líquido bastante fresco, lo que supuse era sangre —es de Noah, estuvo aquí, creo que está cerca.
Me acerqué a Scott y juntos nos dirigimos unos pasos más adelante, donde nos encontramos con túneles muy familiares —Oigan, ya hemos entrado a túneles como estos cuando buscábamos a Liam y Hayden —dijo Scott llamando la atención de nuestros amigos, quienes se pusieron junto a nosotros.
—Sí ¿y qué? —inquirió mi hermano sin entender.
—tal vez estamos más cerca de lo que pensamos —comenté mirando todo el lugar con atención. —puede que haya algo más aquí —los miré —algo que no hemos encontrado.
—si, eso no ayuda a papá —me recordó bastante molesto. —miren, no podemos quedarnos parados esperando a que algo...
Noah se le tiró encima a Stiles interrumpiendolo y lo lanzó dejándolo inconsciente.
—¡Stiles! —exclamé entre sorprendida y asustada. —me acerqué —Stiles —levantó su mano, con suavidad la sujeté entre las mías, abrió los ojos y suspiré aliviada mientras Scott a mi lado lo ayudaba a ponerse de pie.
—¿Estás bien? —preguntó Scott preocupado.
—Sí, estoy bien —asintió, volteando justo al mismo tiempo que Malia emitía un especie de rugido y se tiraba sobre Noah.
—suéltame, por favor —suplicó aterrado. —¡por favor! —nos miró —¡ya vienen!
De repente los oímos acercarse, los doctores del miedo. Con rapidez tomé la mano de Scott buscando un poco de tranquilidad, esos tipos me ponían los pelos de punta.
Malia liberó a Noah y este se levantó de inmediato tratando de huir pero Stiles fue más rápido, lo tomó de la remera estampándolo contra la pared —no irás a ninguna parte. —gruñó, manteniendo a la quimera contra la pared. El chico estaba visiblemente asustado, su respiración rápida y su cuerpo temblando.
—dije que no recuerdo —exclamó con desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿No recuerdas nada? —preguntó Stiles, su tono demandante reflejaba la urgencia de la situación.
—no, no cuando pasa —admitió casi llorando —no cuando cambio.
—casi matas a mi padre —comentó Stiles,estaba visiblemente frustrado —y ahora eso lo está envenenando. Así que, empezarás a recordar cada detalle ahora .
—Scott, los escucho —dijo Malia junto a nosotros.
—si, también yo —dio un paso atrás llevándome con él —Stiles, sacalo de aquí, ve al hospital y encuentra la manera de salvar a tu papá.
—no podemos detenerlos —le recordé, la preocupación en mi voz era evidente.
—no, pero podemos frenarlos —propuso el alfa, su expresión era decidida.
—¡Stiles, vete! —exclamé con firmeza, mi voz temblando ligeramente. Stiles me miró buscando confirmación y, viendo mi asentimiento, comenzó a alejarse con Noah, llevándolo al hospital.
Scott se quejó, lo volteé a ver, y noté una mancha de sangre extendiendose en su remera, era la herida, otra vez sangraba. —Scott apoyé mi mano en su pecho —no puedes pelear así.
Él intentó sonreír, pero el dolor era evidente en su rostro. La herida le estaba pasando factura, y sabía que estaba en un estado crítico. Los doctores del miedo se estaban acercando cada vez más, y no había mucho tiempo para perder.—Lo sé —dijo, tratando de mantenerse en pie—. Pero no podemos dejar que ellos lleguen a Stiles y Noah. Tienes que mantenerte a salvo también.
Los pasos de los doctores del miedo se acercaban cada vez más, y el ambiente se volvía más cargado de tensión. Scott y yo nos miramos, sabiendo que nuestras palabras podrían ser las últimas antes del enfrentamiento.
—Puedo pelear —dije, mi voz firme a pesar del miedo que sentía.
—No puedes salir herida tú también —Scott respondió con seriedad—. Melody necesita al menos un padre, y prefiero que esa seas tú.
—No te vas a sacrificar —dije, el dolor y la determinación en mi voz—. No pienso perderte otra vez.
—Oigan —dijo Malia, interrumpiéndonos mientras se posicionaba para enfrentar a los doctores del miedo—. No es momento para esto.
El castaño asintió, su expresión era grave pero aceptaba mi decisión. —Está bien, pero prométeme que intentarás no salir herida.
—Lo prometo —sonreí con ternura, aunque el peso de la situación se sentía inmenso.
La coyote, intentando aligerar un poco la tensión, comentó con una sonrisa irónica —No se vayan a besar o los golpeo.
Las palabras de Malia nos hicieron reír brevemente, un respiro en medio de la gravedad de la situación. Con una última mirada de comprensión y un breve apretón de manos, nos preparamos para enfrentar a los doctores del miedo.
—estaremos bien —Scott intentó darnos ánimo.
—Scott, moriremos aquí —admitió Malia claramente asustada.
—En ese caso —dije, tomando a Scott por las mejillas con una firmeza tierna—. Mal, no me golpees.
Lo besé con una intensidad y desesperación que reflejaba el miedo de lo que podría ser nuestra última vez juntos. El beso fue una mezcla de amor y dolor, un último recuerdo en caso de que no sobreviviéramos.
—Vete —dijo Scott al separarnos, su voz era un susurro de súplica—. Huye ahora que puedes, ve con Melody y dile que su papá la amó, la ama y la amará siempre.
Negué con la cabeza, mi determinación inquebrantable. —No, no me iré. Voy a quedarme contigo.—Miré a Malia de reojo, y ella, con una expresión que mezclaba preocupación y resignación, entendió mi decisión. —Con ustedes —dije, asumiendo el riesgo con la firmeza que el momento requería.
Los doctores del miedo estaban cada vez más cerca, y el sonido de sus pasos resonaba ominosamente en el aire. Con un último vistazo a Scott y Malia, nos preparábamos para enfrentar la batalla que se avecinaba, unidos en nuestra determinación de luchar hasta el final.
—no vamos a morir aquí —declaró el alfa.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —inquirió Malia dubitativa.
—porque no eras la única a quién llamé —admitió con una sonrisa de orgullo.
—abajo —dijo una voz masculina, al voltear vi a Chris Argent con una escopeta en manos.
Scott me empujó hacia un lado con suavidad mientras me mantenía a salvo bajo las alas extendidas. La potencia del disparo resonó en el ambiente, y el sonido de los doctores del miedo retrocediendo fue evidente.
—¡Es un buen tiro! —gritó Chris desde su posición, ajustando su enfoque mientras disparaba de nuevo.
A través de la grieta entre las plumas de mis alas, observé cómo Chris se movía con destreza, manejando el arma con precisión. Scott se mantuvo a mi lado, susurrando palabras de aliento mientras ambos estábamos protegidos por la barrera que formaban mis alas.
—Mantente cerca —dijo Scott con voz tensa. —No podemos permitirnos errores ahora.
—Lo sé —respondí, mi voz temblorosa pero firme. —Estamos juntos en esto.
Los doctores del miedo avanzaban con cautela, su presencia oscura contrastando con la determinación de nuestro grupo.
—¡Corran! —gritó el cazador sin dejar de disparar.Huimos de allí rápidamente sin pensarlo dos veces.
...
Llegamos al hospital y entramos, miramos a Melissa ella asintió, mi padre estaba a salvo. Al parecer un pedazo de hueso de esa quimera había quedado en la médula y era lo que lo estaba envenenando.
—Tu padre está a salvo —dijo Melissa con una sonrisa reconfortante. —Detectamos un fragmento de hueso de la quimera en su médula, y eso era lo que estaba causando el envenenamiento. Lo hemos extraído y está respondiendo bien al tratamiento.
Una ola de alivio me inundó. Giré hacia Scott y, con lágrimas de felicidad en los ojos, lo abracé con fuerza. Sentí cómo sus brazos me rodeaban, devolviendo el abrazo con la misma intensidad.—
No puedo creer que esté a salvo —murmuré, con la voz entrecortada por la emoción. —Gracias a ti, a todos ustedes, está bien.
Scott me sostuvo cerca, susurrando en mi oído.—Lo hicimos. Pasamos por mucho, pero lo logramos. Tu padre está bien.
Nos separamos un poco, y miré a Melissa con una sonrisa agradecida.—Gracias por todo, Melissa. No sé qué habríamos hecho sin ti.
Ella asintió, claramente satisfecha con el resultado.—Todos hicimos nuestro trabajo. Ahora, lo más importante es que tu padre pueda recuperarse bien.
Melody apareció corriendo por el pasillo, con una expresión de alivio en su rostro al vernos. Se lanzó a nuestros brazos, envuelta en un abrazo que estaba cargado de todas las emociones acumuladas.
—¡Mamá, papá! —dijo con voz temblorosa, abrazándonos con fuerza.
—¡Estoy tan feliz de verlos!
Scott y yo la abrazamos con igual fervor, sintiendo cómo la tensión se desvanecía con cada momento que pasábamos juntos.—Nosotros también estamos felices de verte, pequeña —le dije, secándome las lágrimas mientras acariciaba su cabello.
—¡Ya todo está bien! —dijo Melody, con una mezcla de alegría y alivio en su voz. —¿El abuelo se va a recuperar?
—Sí, cariño —confirmó Scott, inclinándose para mirarla a los ojos. —Tu abuelo está en buenas manos y va a recuperarse.
—Stiles está con él —dijo Melissa —. Puedes entrar ahora, si quieres.
—si, eso me gustaría —sonreí apenas un poco nerviosa —gracias, Mel.
—¿Quieres que te acompañe? —inquirió Scott quién traía a Melody en sus brazos. Me preocupaba que su herida pudiera complicarse.
—no, está bien —negué —Solo quiero estar un momento con papá.
Scott asintió y me dio un suave beso la frente antes de irse con Melody.
Entré en la habitación, donde el silencio era casi absoluto, interrumpido solo por el suave pitido de los monitores. Mi padre yacía en la cama, inconsciente pero con signos vitales estables. Me acerqué a él, el dolor y la preocupación aún frescos en mi mente.
Stiles estaba a su lado, profundamente dormido con la cabeza reposando sobre la camilla. La imagen de mi hermano exhausto y preocupado me hizo sentir una mezcla de alivio y tristeza. Nos había llevado al borde de la desesperación, pero su dedicación y valentía habían sido fundamentales para salvar a papá.
Me senté en una silla cercana, observando a mi padre mientras tomaba su mano. Sentí el alivio de que estuviera vivo, pero no podía evitar preocuparme
por su recuperación y por la energía que mi hermano había invertido en esta lucha. Cerré los ojos por un momento, agradeciendo por el resultado y esperando que pronto pudiera despertar para volver a ser el pilar fuerte y sabio que siempre había sido para nosotros.
Al abrir los ojos, vi a mi padre mirándonos. Stiles despertó al sentir su mano en el hombro y se enderezó en la silla.
—Está bien, hijos —murmuró mi padre débilmente, con la voz rasposa—. Aún me tienen.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me incliné hacia adelante, tomando su mano con la mayor ternura posible.
—Papá —dije, con la voz entrecortada—. Estás despierto. Te hemos extrañado tanto.
—Lo sé, cariño —dijo él, apretando suavemente mi mano—. Lo siento por preocuparlos.
Stiles se levantó y se acercó a la cama, dándole una sonrisa de alivio.—Nos alegra verte despertar —dijo—. Estás a salvo ahora.
Mi padre asintió, y aunque estaba débil, una sonrisa se dibujó en su rostro.—Gracias por todo —murmuró—. No sé qué hubiera hecho sin ustedes.
—No tienes que preocuparte por eso —respondí, con lágrimas en los ojos—. Estamos aquí para ti.
Nos quedamos un rato más en silencio, disfrutando del momento en que mi padre estaba de vuelta con nosotros.
La puerta se abrió despacio y vi a Melody asomando su cabecita con sus rizos revoltosos.—¿Mami, puedo ver al abuelo? —preguntó tímida.
—Claro, cariño, ven aquí —dije, estirando mis brazos—. ¿Dónde está papi? —le pregunté cuando estuvo junto a mí.
—No lo sé —se encogió de hombros—. Es que me escapé.
—Mel, vas a matarme a papi de un susto ¿es lo que quieres? —dije, tratando de mantener la calma.
—No —se afligió—. Lo siento, mami.
Acaricié la cabecita de mi pequeña, tratando de acomodar sus rizos en un moño. Melody observó a su abuelo con curiosidad y amor.Nos quedamos un rato más en la habitación, disfrutando de la compañía y de la recuperación de mi padre. Melody se quedó dormida en mis brazos, agotada por la emoción y el cansancio.
Stiles, al ver que yo también estaba cansada, dijo—Ve a casa, Han. Yo me quedo a cuidar a papá.
Lo miré dubitativa—¿Seguro?
Asintió —Sí, a papá no le molestará. Él entenderá.
—Gracias, hermanito —sonreí, poniéndome en pie mientras acomodaba a Melody en una posición más cómoda.
—Hermano —gruñó Stiles, a lo que reí.
...
Scott y yo llegamos a casa después de una visita agotadora al hospital, donde habíamos ido a ver a mi padre. Melody ya estaba en su habitación, dormida plácidamente. Aprovechando la calma de la noche, nos dirigimos a nuestra propia habitación.
—Oye —dijo Scott, con una sonrisa traviesa—, ¿qué te parece si jugamos a "Yo nunca, nunca"?
—¿Ahora? —pregunté, arqueando una ceja, aunque mi sonrisa reveló mi interés.
—Sí, ¿por qué no? Melody está durmiendo y tenemos la casa para nosotros solos —dijo, con un tono casual pero con un brillo en los ojos que no podía ignorar.
—¿Vamos a rememorar viejas épocas? —sonreí, recordando nuestra primera vez jugando ese juego. La idea me parecía divertida y prometía algo más que simples recuerdos.
—Quizás —se encogió de hombros—, y podría tener el mismo desenlace que aquella vez —me miró con picardía, su voz cargada de sugerencia.
—Entonces hagámoslo —acepté, poniéndome frente a él con una sonrisa—. Empieza tú.
Scott adoptó una expresión pensativa, como si estuviera considerando cuidadosamente su primera declaración.
—Yo nunca, nunca me he besado con un hombre lobo —dijo, su mirada fija en la mía mientras esperaba mi reacción.
Solté una risa y me quité los zapatos, dejándolos caer al suelo con un pequeño golpe.
—Yo nunca, nunca fui capitán del equipo de lacrosse —respondí, mientras observaba cómo Scott se deshacía de sus zapatos con una mueca divertida.
—Yo nunca, nunca he chocado el auto —dijo él, con una sonrisa traviesa. Ambos nos quedamos quietos, sin movernos.
—Yo nunca, nunca me he hecho un tatuaje —dije, sabiendo que este sería un punto crucial.
Scott se rió, alzando una ceja en señal de desafío.—Oye, eso es trampa. ¡Tú también tienes un tatuaje! —reímos juntos, recordando nuestras historias compartidas.
Se estaba preparando para quitarse la remera, pero lo detuve con una mano en su brazo.—Espera, ¿y si en lugar de eso
nos quitamos las prendas uno al otro?
El castaño sonrió con una mezcla de sorpresa y entusiasmo.—Me gusta la idea —dijo, tomándome por la cintura y acercándome más a él—. Quítame la remera —murmuró, sus ojos fijándose en los míos con intensidad.
Sentí una mezcla de anticipación y nervios mientras suspiraba, tomando el borde de su remera. Comencé a subirla lentamente, pasando mis manos por debajo para acariciar su firme torso. Cuando finalmente la quité, di un paso atrás y lo observé con una sonrisa.
—Tu turno de quitarme la camisa —dije, sabiendo que esto sólo estaba comenzando.
Scott se acercó con una mirada concentrada. Comenzó a desabrochar mi camisa lentamente, cada botón desnudando un poco más mi piel. Se inclinó y besó mi cuello mientras sus manos ayudaban a que la prenda cayera. La sensación de sus labios en mi piel me hizo estremecer.Cuando la camisa se deslizó completamente, intenté separarme, pero me atrapó por la cintura, besando mis labios con una intensidad que me sorprendió.
—Cariño, así no es el juego —dije, separándome apenas.
—Podemos hacer nuestras propias reglas —respondió, con su rostro tan cerca que podía sentir su respiración en mi piel.
—Vamos, es tu turno, Scottie —sonreí, empujándolo suavemente para que se alejara un poco.
—Yo nunca, nunca me he teñido el pelo —dijo, sus ojos brillando con travesura.Ninguno de los dos se movió.
—Yo nunca, nunca he secuestrado a alguien —dije, mi voz cargada de diversión.
Scott levantó una ceja.—Sé que hubieras querido estar en el lugar de Liam —me guiñó un ojo, lo que me hizo reír.
Pasé una mano por su torso, evitando la zona herida, y bajé lentamente hasta su cintura. Tomé el cinturón y lo desabroché con un movimiento suave. Lo tiré lejos, observando cómo se caía con un pequeño ruido. Luego, desabroché lentamente el botón de su pantalón, bajé el cierre y deslicé el pantalón hacia abajo, alzando la mirada para encontrarme con sus ojos, que reflejaban deseo y diversión.
—Me encanta cómo te quedan los bóxer —mordí mi labio inferior, mientras me reía suavemente.
—Lo sé —dijo Scott, rodando los ojos con una sonrisa—. Tengo piernas de modelo.
—¡Anda! Sigues tú —reí, disfrutando del juego y del momento compartido.
—Yo nunca, nunca he tenido una visión —dijo Scott, con una chispa de picardía en sus ojos.
—¡Oye! —me quejé, sintiéndome expuesta y a la vez emocionada.
—Vamos, amor, compláceme —dijo, guiñándome un ojo mientras su mano se deslizaba por mi cintura.
—Está bien, quítame estos jeans —dije, sintiendo el calor subir por mi cuerpo.
Scott me miró a los ojos, acariciando mi piel suavemente mientras bajaba hasta mis pantalones. Se agachó y comenzó a desabrochar el botón, bajando lentamente el cierre. Me quitó los jeans con una delicadeza que me hizo estremecer, acariciando mis muslos a medida que se movía.
—Yo nunca, nunca —dije con malicia— me puse una tanga de mujer.
Scott abrió los ojos con sorpresa.—¿Cómo lo sabes?
—Allison —admití, riendo abiertamente.
—Fue una apuesta, no es lo que crees —se defendió, con una sonrojada que le dio un toque cómico.
—¿Entonces no te gustó? —mordí mi labio inferior, tratando de contener las risas.
—Anda, quítame la ropa interior —dijo, abriendo los brazos con resignación.
—No dijiste que no —canturreé, disfrutando el juego.
—Lo diré de esta forma: embarazarte fue un milagro —dijo, y ambos nos reímos juntos, compartiendo una risa genuina.
Negué, aún riendo —. ¿Te digo algo? También te toca quitarme ropa.
Me di la vuelta, y Scott, con un toque de ternura y respeto, corrió delicadamente mi cabello a un lado. Desabrochó mi sujetador con cuidado, besando mi hombro mientras sus manos acariciaban mi cintura. La prenda se deslizó por mis brazos y la tiré al suelo.
Volteé a verlo y susurré—. Tu turno.
—Yo nunca... nunca —dijo Scott, tomándome por la cintura y pegándome a él. Bajó el rostro y nuestros labios se rozaron—. Tuve una hija.
Nos besamos apasionadamente mientras las últimas prendas desaparecían, la habitación llena de calor y emoción. La intensidad de los besos y caricias sólo aumentaba, cada toque y susurro consolidando el profundo amor y conexión entre nosotros.
Scott me levantó suavemente y me llevó a la cama, depositándome con cuidado sobre las sábanas. Me miró a los ojos, y la intensidad en su mirada me hizo sentir completamente amada y deseada. Cada caricia, cada beso, se sentía como una reafirmación de nuestro vínculo, de nuestra intimidad.
Estábamos entrelazados, el ritmo de nuestras respiraciones se sincronizaba con el latido de nuestros corazones. La pasión estaba en su punto más alto, y yo estaba disfrutando del momento con una intensidad que hacía que todo lo demás pareciera lejano.
Nos quedamos así durante un momento, disfrutando del calor de la cercanía. Scott, abrazándome con firmeza, parecía absorto en algo mientras me miraba fijamente. Su expresión era un curioso entrelazamiento de ternura y contemplación. Las palabras no eran necesarias para comunicar lo que sentía en ese instante; la conexión profunda entre nosotros lo decía todo.
Finalmente, Scott rompió el silencio con un susurro. —A veces me sorprende lo mucho que puedo llegar a amarte.
Sus palabras me hicieron sonreír, y me acurruqué aún más cerca, sintiendo el latido de su corazón contra el mío.
...
Llegamos al encuentro con Jordan, tras avisarnos de que hubo un ataque nuevo, bajo circunstancias poco claras en este mismo lugar.
—esto es de la cámara de la estación de seguridad —nos mostró un video en su celular, en él se podía ver a un ser de cuatro patas qué a simple vista parecía un lobo grande y negro.
—eso se ve grande —comentó Scott tras terminar de ver la grabación.
—demasiado rápido como para que alguien pudiera verlo —agregó el oficial.—pero ya saben que es ¿o no?
Scott y yo miramos la entrada del lugar —la última quimera —afirmé.
Entramos a ver la escena del crimen, todo estaba destrozado, cables pelados qué emitían estática y abundante sangre en el piso, lo cual estaba marcado como pista y evidencia. Nos acercamos a una de esas manchas marcada como el número uno.
—¿tienes luz negra? —inquirió el alfa girando para ver a Parrish, el cual le paso la linterna.Bajó esa luz se pudo ver una clara confirmación de lo que era —El mercurio indica que es quimera.
—¿Qué hacía aquí? —inquirió el oficial. —¿por qué vino y mató a un técnico de comunicaciones al azar?
—tal vez le gusta matar —me encogí de hombros mientras recorrimos el lugar en busca de más pistas. —tal vez eso es lo que hace.
—eso es aterrador —opinó afligido.
—Parrish, ¿Cuántos cuerpos ves cuando sueñas con el Nemetón? —inquirió Scott interesado.
—suspiró antes de mirarnos —veo a todos.
Regresamos a casa y Scott se puso a armar su mapa de pistas y cosas que teníamos de las quimeras en su pizarra de corcho, muy al estilo de mi hermano, a decir verdad.
Una vez que terminó, alzó el brazo notando qué tenía hilo enganchado en la manga, al tirar todo el mapa se cayó, Scott cerró los ojos soltando un pequeño quejido de frustración.
Negué divertida y me acerqué a él —Déjame ayudarte —dije, tomando su brazo y con cuidado quitando el hilo enganchado.
Scott me miró con una mezcla de gratitud y exasperación.—Gracias —murmuró—. Esto no es tan fácil como parece.
Sonreí y comencé a recoger las piezas del mapa.—No te preocupes, lo arreglaremos juntos —dije, tratando de animarlo—. Además, tienes que admitir que es un poco divertido ver cómo intentas ser un detective como Stiles.
Scott rió suavemente y negó con la cabeza.—Sí, supongo que tienes razón —dijo, mirando el desastre en el suelo—. Pero realmente necesitamos encontrar a estas quimeras antes de que alguien más salga herido.
Asentí y comencé a ayudarlo a reorganizar el mapa.
—Oye —dijo Scott deteniéndome mientras colocaba las imágenes en la pizarra de corcho—, ¿por qué no vas a ver a tu papá? Yo me encargo de esto.
—¿Seguro? —inquirí dubitativa.
—Seguro —asintió.
—Está bien, pero me llevo a Mel.
—Claro —dijo, dejando un pequeño beso en mi frente—. Cuídense.
Lo miré con una mezcla de ternura y deseo.—Bésame bien —dije, tomando el cuello de su chaqueta y tirándolo hacia abajo. Mis labios encontraron los suyos, hambrientos de pasión. Sentí su respuesta inmediata, sus brazos rodeándome y profundizando el beso.
Después de un momento, nos separamos, ambos respirando con dificultad. Scott me sonrió y acarició mi mejilla.—Ve —murmuró suavemente—. Tu papá te necesita.
Asentí, todavía un poco aturdida por el beso, y busqué a Melody. Ella estaba jugando en la sala, pero vino corriendo hacia mí cuando le dije que íbamos a ver al abuelo.—¿Papi no viene? —preguntó, mirando a Scott.
—No, cariño. Papi tiene que trabajar en algo importante. Pero vamos a ver al abuelo, ¿sí?
Melody asintió y me tomó de la mano.Antes de salir, volví a mirar a Scott.
—Te amo —dije con ternura.
—Y yo a ti —respondió con una sonrisa.
Cuando llegamos al hospital, fuimos directamente a la habitación de mi padre. Al abrir la puerta, me llevé una sorpresa al ver la cama vacía y a Stiles durmiendo a pata suelta a un lado.Molesta, me acerqué y le solté un zape en la nuca, provocando que despertara sobresaltado.
—¡Mieczyslaw! —exclamé, usando su nombre completo para enfatizar mi enojo—. ¿Dónde está nuestro padre?
—¿Qué? —saltó en su lugar, su expresión de perplejidad reflejando la mía. Miró alrededor, parpadeando rápidamente mientras intentaba procesar la situación.
—¿Cómo pudiste quedarte dormido? —le recriminé, aunque mi tono era más de preocupación que de verdadero enojo.
—Estaba aquí cuando me quedé dormido —respondió, aún desconcertado. Se frotó los ojos y se levantó de la silla—. ¡Papá! —llamó, como si esperara que apareciera de repente.
Melody, quien había estado observando en silencio, tiró de mi mano.—Mami, ¿dónde está el abuelo? —preguntó con un hilo de voz.
Me agaché para estar a su altura y le sonreí tranquilizándola.—No te preocupes, cariño. Vamos a encontrarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro