Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo ciento sesenta y siete "Morir así"

Al día siguiente, todos tenían claro cuál sería su rol en el plan que habían trazado la noche anterior. La tensión en el ambiente se palpaba, pero cada uno estaba decidido a cumplir su parte.

Estaba peinando a Melody, tratando de hacerle una trenza mientras ella jugueteaba con sus muñecos. Scott se acercó en silencio, apoyando una mano en mi hombro.

-¿Cómo va todo? -preguntó con una sonrisa tranquila.

-Lo de siempre -respondí mientras seguía peinando-. Tu hija tiene más pelo que paciencia.

Melody soltó una risita.

-¡Mamá, eso no es cierto!

Scott se inclinó para darle un beso en la cabeza.

-Estás preciosa, pequeña. Y tranquila, mamá sabe lo que hace.

Me miró con ternura, y por un momento, el peso de lo que se avecinaba quedó en segundo plano. Eran esos pequeños momentos de normalidad los que mantenían nuestras fuerzas, incluso cuando el mundo parecía estar al borde del caos.

-Liam y Theo ya salieron para encontrarse con Mason y ejecutar su parte del plan -dijo, girándose hacia mí y las chicas-. ¿Listas para lo siguiente?

-¿Hablaste con Chris? -pregunté, recordando que la noche anterior Terney y Chang no habían llegado a su destino. Al parecer, los habían secuestrado, y sabíamos que teníamos que ir a rescatarlos.

Scott asintió, su rostro se tensó con preocupación.

-Sí, hablé con él. Cree saber dónde los tienen -suspiró, preparándose para lo que venía-. No será fácil.

-Dinos -crucé mis brazos, esperando.

-La armería, donde están Gérard y sus hombres -admitió, sabiendo que sería peligroso.

-No podemos llevar a Melody -dije con firmeza, sabiendo que era demasiado arriesgado.

-¡Pero yo quiero ir! -protestó Melody, su rostro lleno de determinación.

-Es peligroso, cariño -le expliqué con suavidad, pero firmeza, arrodillándome para estar a su altura.

Scott volteó hacia Deaton, quien había estado observando en silencio desde el otro lado de la sala.

-Deaton, ¿tú podrías...?

-Por supuesto -asintió el veterinario-. Me aseguraré de que esté a salvo.

Melody, quien estaba sentada en la camilla de metal que usaban para tratar a los animales, bajó la mirada mientras movía sus piernitas, claramente frustrada.

-¿Volverán, verdad? -preguntó, con un tono lleno de vulnerabilidad.

Me acerqué a ella con una sonrisa suave, tratando de darle seguridad.

-Por supuesto que sí -asentí.

-Júramelo -demandó, con los ojos grandes y brillantes por las lágrimas.

-Haré más que eso -dije, quitándome el collar de luna que Scott y ella me habían regalado. Lo coloqué con cuidado alrededor de su pequeño cuello-. Quiero que lo cuides por mí. ¿Puedes hacer eso?

Ella miró el collar, tomándolo con su manita, asintiendo lentamente.

-Sí, mami -murmuró, acariciando el colgante.

-Te prometo que regresaré por el collar... y por ti. ¿Sí? Es una promesa -le sonreí, tratando de transmitirle todo el amor y la fortaleza que necesitaba.

-¿Y si esas personas malas les hacen daño? -susurró, con lágrimas llenando sus ojitos-. No quiero perderlos.

Scott, notando la angustia en su hija, se acercó rápidamente, arrodillándose junto a ella y tomando su pequeño rostro entre sus manos.

-Amor, no vas a perdernos -le aseguró, mirándola con ternura-. Somos más fuertes que ellos, ¿sabes por qué? -ella negó con la cabeza, sin soltar el collar-. Porque eres nuestra fuerza y nuestra motivación para seguir peleando. -Juntó su frente con la de ella, como lo hacía siempre que necesitaba hacerle sentir su cercanía-. Te amo, Dulce Melodía.

-También te amo, papi -respondió ella, aferrándose a él con fuerza.

Scott la abrazó con todo el amor del mundo y besó su cabeza. Después, me acerqué yo, acariciando su mejilla con ternura y dejando un beso en la punta de su nariz y en su frente.

-También te amo, Cariño. Quiero que sepas que eres la razón de mi existir -le dije, sintiendo cómo mi corazón se apretaba con el temor de lo que vendría, pero con la seguridad de que haríamos lo que fuera necesario para protegerla.

-Seré fuerte, mami -dijo Melody con una voz suave pero decidida-. Prometo que los esperaré aquí.

-No quiero romper el momento, pero Chris ha llegado y debemos irnos -dijo Malia, entrando con prisa, rompiendo el silencio que había llenado la clínica veterinaria.

Sabíamos que era hora. Dejé un último beso en la cabeza de Melody antes de partir, con la promesa de regresar siempre resonando en mi corazón.

Subimos a la camioneta y Chris nos llevó hacia la armería. Nos quedamos allí, observando desde el vehículo, esperando el momento adecuado. No había movimiento, pero sabíamos que no podíamos arriesgarnos a salir aún.

Lydia, que estaba en el asiento de copiloto, tenía su celular en la mano, esperando alguna señal de Liam. De repente, se giró hacia nosotros.

-Funcionó -anunció con una pequeña sonrisa.

-Ya era hora -dijo Malia, queriendo salir de inmediato.

-No, espera -Scott la detuvo, notando algo en el aire.

Nos miramos los tres, como si sintiéramos lo mismo.

-También los escucho -admití, mirando a Scott.

-¿Qué cosa? -preguntó Lydia, confusa.

-Latidos -respondió Scott, volteando hacia ella con el ceño fruncido.

-¿Cuántos? -preguntó Chris con seriedad, sabiendo que esto cambiaba el panorama.

-Diez -contestó Scott, escuchando con atención.

-Más -aseguré, sintiendo una creciente inquietud-. Son más de diez.

-¿Vamos a entrar o no? -dijo Lydia, impaciente.

-No -intervino Chris, su tono firme-. La armería ya debería estar vacía.

-Podemos acabar con unos cazadores si es necesario -dijo Malia, restándole importancia.

Chris negó con la cabeza.

-Nos enfrentamos a una docena de cazadores bien armados con órdenes claras de matarlos si los ven -admitió, su rostro mostrando la seriedad de la situación.

Nos miramos entre nosotros, la preocupación en el ambiente se sentía densa.

-¿Cómo se supone que entremos entonces? -pregunté, mis ojos encontrándose con los de Chris, buscando respuestas.

Chris se quedó en silencio por un momento, su mirada recorriendo la armería como si estuviera buscando alguna debilidad en su estructura.

Nos quedamos un rato allí, tensos y en silencio, hasta que Chris, de repente, puso en marcha la camioneta. Me eché hacia adelante y llevé mi mano a la llave, apagando el vehículo de un tirón, y luego regresé atrás.

-Gérard cree que nos fuimos, es un buen plan -dije, mirándolos con determinación.

-Es el único plan -apuntó Lydia, su voz llena de urgencia.

-Y no funciona -interrumpió Chris, su tono sombrío.

-Podemos hacer esto -dije, sintiéndome más segura-. Hay que votar.

-Solo hay que darle a Liam... -dijo Scott, pero su voz empezó a sonar lejana. Observé el parabrisas de la camioneta y, de repente, comenzó a hacerse una rajadura en el vidrio, rompiéndose en fragmentos.

-¿Han, estás bien? -Scott me sacó de mi trance.

-Sí -dije, aún algo consternada. Miré el parabrisas, que ahora estaba como nuevo. ¿Qué demonios significaba lo que había visto? -Eso creo.

-Deberíamos cancelar la misión -opinó Chris, su preocupación palpable.

-Brett y Loree están muertos, Chang y Terney desaparecieron, y Gérard nos lleva un paso de ventaja -dijo Scott, su voz firme-. Tenemos que hacer esto ahora.

-Estamos muy expuestos, Scott -dijo Chris, mirándolo con desconfianza.

-Tenemos diez minutos -los miré a todos, tratando de darles confianza.

Chris miró su reloj. -Nueve.

-¡Al diablo! -Scott se preparó para salir.

-¿Qué haces? -le pregunté, alarmada.

-Alejarlos de aquí para poder entrar -respondió, decidido.

Llevé mi mano hacia la suya, que aún estaba en la manija de la puerta, y la saqué de allí.

-Necesitamos un nuevo plan -dije, desesperada.

-No uno tan tonto -dijo Malia, mirándonos con desdén.

-Traeré las cargas de termita -propuso el castaño, su mirada fija en la distancia.

-Se necesitan para la armería -le recordé, sintiendo la presión del tiempo.

-Una explosión les dará tiempo, pero no suficiente para entrar y salir -explicó Chris, con pragmatismo.

-Chicos... -dijo Lydia, pero nadie le prestó atención.

-¿Y si usamos los túneles? -propuso Malia, su voz más firme.

-Podemos ir por debajo del edificio sin que ellos nos detecten -respondió Chris, considerando la idea.

-Chicos -insistió Lydia, su voz más urgente esta vez.

-¿El sistema de ventilación? -preguntó Scott, entusiasmado.

-Mismo problema -negó Chris, frustrado.

-¡Oigan, ya se van! -exclamó Lydia, llamando nuestra atención.

Todos giramos la cabeza y vimos cómo dos camionetas negras salían del lugar, la adrenalina corriendo por nuestras venas.

-¡Es ahora o nunca! -dijo Scott, preparándose para actuar.

-¡Vamos! -grité, sabiendo que era el momento de tomar una decisión. Sin más tiempo que perder, comenzamos a salir de la camioneta, listos para seguir el plan y enfrentar lo que venga.

Chris se adelantó y entró despacio, con su arma lista, preparado para cubrir las cámaras y noquear a cualquier hombre que se cruzara en su camino. Malia fue la primera en actuar, derribando a uno de los vigilantes que estaba en la entrada.

-Las cargas de termita se encargarán de las armas, pero asegúrense de no estar lejos cuando detonen, ¿sí? -le dijo a Scott, quitándole uno de los bolsos y alejándose rápidamente.

Scott y yo nos dirigimos hacia donde suponíamos que estaban las armas, mientras los demás se quedaban atrás para vigilar. Caminamos por los pasillos, con los sentidos alerta, y al doblar una esquina, sentí un latido fuerte y familiar. Scott me hizo una seña, y sin pensarlo, salí corriendo y noqueé al tipo de un golpe preciso.

Scott se acercó una vez que tuvimos vía libre.

-No puedo creer que diré esto -murmuró, mirándome con una sonrisa-, pero te veías increíblemente sexy cuando golpeaste a ese tipo.

-¡Scott! -reí por lo bajo, sintiendo el rubor en mis mejillas.

Él dejó un pequeño beso en mis labios, lo que me hizo sonreír aún más.

-Vamos, hay que seguir -dijo, mirando hacia adelante.

Con la ayuda de Chris, Lydia y Malia desde la sala de control, logramos acceder a la puerta de la armería. Al entrar, nos recibió un silencio inquietante. Miramos a nuestro alrededor y notamos que estaba todo vacío.

-Muy bien, ¿dónde están las armas? -inquirí, confundida y frustrada.

Scott me miró, y luego inspeccionó el lugar, notando lo mismo que yo.

-Sabían que vendríamos -dijo, su voz llena de desánimo.

Scott se acercó a los baúles y, al abrir uno, nos encontramos con que también estaban vacíos. Me miró, soltando un suspiro frustrado.

-Oigan, salgan de ahí ahora -dijo Chris a través de los altavoces, su voz tensa.

-Vamonos antes de que regresen -dije, mirando a Scott con preocupación.

Tomó mi mano y comenzamos a caminar rápidamente hacia la puerta. De repente, se detuvo en seco.

-¿Qué? -inquirí, al verlo.

-Ese aroma -admitió, frunciendo el ceño mientras se concentraba. Yo también lo percibí; venía de la otra habitación, detrás de una puerta que no habíamos notado antes.

-Son Chang y Terney -murmuré, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad.

-Oigan, tienen que salir ahora -insistió Chris, su voz resonando en nuestros oídos.

-Ayúdame con esto -dijo Scott, y antes de que pudiera protestar, corrió hacia las dobles puertas. Intentamos abrirlas, pero estaban selladas con una seguridad inusitada.

-¡No abran esa puerta! -gritó Chris por los altavoces, su tono urgente.

-Tarde -murmuré cuando, con un último esfuerzo, la puerta finalmente se abrió de golpe.

La puerta de entrada de la armería se cerró automáticamente tras nosotros con un ruido sordo.

-Ay, no -murmuré, sintiendo que una sensación de pánico comenzaba a instalarse en mi pecho.

Scott se giró hacia mí, sus ojos reflejaban la misma inquietud que sentía.

Corrí hacia la puerta principal de la armería y traté de abrirla, pero estaba sellada de forma segura. Mientras tanto, Scott había entrado en la otra habitación, y una sensación de urgencia me empujó a volver hacia él.

-¿Dónde están Chang y Terney? -pregunté, tratando de contener la ansiedad en mi voz.

-Están aquí -dijo Scott, su rostro lleno de consternación.

Lo miré y luego seguí su mirada hacia un pedestal en la habitación. Allí, sobre una superficie cubierta de sangre, yacía un pedazo de piel, marcado con el tatuaje de su manada. Un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de lo que eso significaba.

-Es lo que queda de ellos -murmuró Scott, su voz casi un susurro.

Me acerqué, pero el horror de lo que veía me abrumó. Trofeos macabros que eran partes de cuerpos, fragmentos de personas que habían sido cazadas y despojadas de su humanidad. No podía soportarlo. Dando media vuelta, crucé la puerta rápidamente, pero en ese momento, Scott me tomó de la cintura, acercándome a él con fuerza.

-¡Espera! -gritó, mientras retrocedíamos, esquivando un rayo láser que brillaba en el suelo, moviéndose al azar.

-¿Qué es eso? -pregunté, mirando la mira de láser moviéndose lentamente por el suelo.

-Un sensor de movimiento -explicó Scott, su expresión grave.

-Si saben que estamos aquí, ¿para qué necesitan el sensor? -lo miré preocupada, el miedo empezando a filtrarse en mi voz.

-Creo que no queremos saberlo -respondió, su mirada fija en la puerta.

De repente, oímos golpes que venían de algún lugar distante.

-¡No activen los sensores! -oímos la lejana voz de Chris a través de los altavoces.

En ese momento, otro sensor se activó, este estaba más arriba y comenzó a moverse.

-¡Vamos! -Scott corrió, saltando el sensor del piso. Lo seguí con rapidez, y juntos pasamos por debajo del otro, antes de subir a una de las estanterías. Quedé acostada sobre él, abrazándonos para mantenernos fuera del alcance del sensor.

-Ah, sí -murmuró Scott, aliviado, mientras el sensor pasaba justo por encima de nosotros.

-Tenemos que salir de aquí -intenté enderezarme.

-¡Espera! -tiró de mí hacia abajo, abrazándome contra su cuerpo otra vez.

Me quedé apoyada en su pecho y levanté la mirada para verlo.

-Esto es...

-¿Incómoda? -preguntó, con un ligero tono burlón.

-No -sonreí. -Jamás podría estar incómoda estando sobre ti -mordí mi labio inferior.

-Sí -murmuró, con una sonrisa pícara.

-Oye -sonreí-, tu billetera me está molestando.

-En mi defensa, no recuerdo cuándo fue la última vez que tú y yo... intimamos -se justificó, sonriendo.

Abrí la boca, fingiendo indignación.

-No estarás insinuando que es por mi culpa, ¿o sí?

-Han, yo no he insinuado nada -dijo, levantando las manos en señal de rendición.

-Ajá -rodé los ojos, pero en el fondo, me sentía un poco aliviada.

-Ah... creo que debería hacer algo -miró hacia un costado, como si pensara en un plan.

-Tengo una idea -volteé a verlo, la emoción surgiendo en mí.

-¿Okay?

-Es como un plan -expliqué, sintiendo cómo la adrenalina se disparaba.

-Suena bien -asintió, con curiosidad.

Me levanté un poco, emocionada por la idea.

-Ni siquiera sabes qué es.

-Bueno, es bueno que tengas un plan -dijo, tirando de mí hacia abajo otra vez al ver que el sensor se acercaba.

Lo miré y dejé un pequeño beso en sus labios antes de voltear la cabeza hacia un lado.

-Creo que esa es nuestra salida -dije, señalando una escotilla en la pared.

-No podemos alcanzar eso -dijo él, viendo a lo que me refería con una expresión escéptica.

-Yo sí puedo -respondí, sintiéndome decidida.

Me volví a enderezar, pero otra vez tiró de mí hacia abajo, justo cuando tres sensores se activaron.

-¡Activarías el sensor! -dijo, mirándome intensamente.

-Créeme, puedo hacerlo.

-Bien -aceptó, con un tono de preocupación en su voz-, pero ten cuidado, Han.

-Siempre -le dije, dándole otro beso, esta vez más profundo.

Esperé a que el sensor pasara y salté hacia las estanterías de enfrente.

-¡Tú puedes! -dijo Scott, mirándome con aliento contenido desde su posición.

Salté una vez más, sujetándome de unos fierros del techo, quedando colgada. Me balanceé, intentando encontrar el equilibrio, y tuve que subir mis piernas al ver el otro sensor pasar. Con determinación, intenté alcanzar el candado de la escotilla, pero solo logré darle un golpe. Finalmente, usando mi magia, lo intenté otra vez y esta vez el candado se abrió.

-¡Sí! -exclamó Scott, sus ojos brillando con esperanza.

Sin embargo, el candado cayó al suelo y tocó uno de los sensores. En un instante, de la escotilla salió un humo espeso que nos hizo caer, cubriéndonos rápidamente. Me di cuenta de que ese no era humo; era el oxígeno escapándose de la habitación.

-No, no -murmuré, tratando de arrastrarme hacia Scott. Nos sentamos juntos, él apoyado contra la pared y yo apoyada contra su pecho, intentando respirar.

-Han -murmuró, su voz apenas audible.

-No quiero... morir -dije, luchando por encontrar aire. -Se lo prometimos.

-No hables, cariño, tenemos que gastar el menor oxígeno posible -me instruyó, su mano en mi espalda.

De repente, oímos un ruido proveniente de afuera, como si una granada de humo hubiera explotado.

-Scott...

-No hables -murmuró, su voz tensa.

-No quiero morir así -admití, sintiendo que el pánico me invadía.

-Oh... Han -dijo, la preocupación reflejada en su rostro.

-No quiero... no así -negué, sintiendo las lágrimas llenando mis ojos.

-Mientras más hablas, más oxígeno vas a...

-No moriré aquí -dije, con determinación, sintiendo que la desesperación me daba fuerza. -Se suponía que nos iríamos a Los Ángeles. Tengo dieciocho, una hija y... planeaba casarme contigo -mis ojos se llenaron de lágrimas. -Aún hay muchas cosas que quiero hacer. -Lo miré intensamente. -No quiero morir, no aquí.

Sentí sus dedos entrelazarse con los míos, mientras nuestras miradas se mantenían conectadas.

-Scott... te amo -cerré los ojos, sintiendo que el mundo se desvanecía.

-Han -sentí la mano de Scott en mi rostro, su toque cálido, y su voz, suave y firme-, resiste, ¿sí? Solo resiste.

De repente, el oxígeno regresó a mi cuerpo. Con una exhalada, abrí los ojos y vi a Lydia frente al marco de la puerta, con la puerta tirada en el piso, abollada.

Salimos de ese lugar con rapidez, sintiendo el alivio en cada paso que dábamos, hasta que finalmente llegamos a la clínica veterinaria.

-¡Mami! ¡Papi! -gritó Melody, corriendo hacia nosotros.

La tomamos en nuestros brazos, abrazándola con fuerza, sintiendo cómo el amor y la felicidad nos envolvían nuevamente.

-Sí regresaron -dijo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

-Te lo prometimos, mi amor -dijo Scott, mirándola con ternura mientras acariciaba su cabello.

Melody me miró, sus ojos brillantes de alegría. Con un gesto decidido, se quitó el collar que le habíamos dado, un pequeño símbolo de nuestra unión, y me lo devolvió con una sonrisa orgullosa.

-Aquí tienes, lo cuidé muy bien -dijo, estirando su manita hacia mí.

-Gracias, pequeña -respondí, sintiendo cómo una ola de emoción me invadía. Lo tomé y lo coloqué de nuevo en su cuello, asegurándome de que estuviera bien ajustado.

-Ahora somos un equipo -dijo Scott, sonriendo mientras abrazaba a ambas.

-Sí, ¡un equipo invencible! -exclamé, sintiendo que todo lo que habíamos pasado nos había unido aún más.

Melody se rió, y en ese momento, su risa era música para nuestros oídos. Sabía que aún había desafíos por delante, pero con ella y Scott a mi lado, sentía que podíamos enfrentar cualquier cosa. Nos quedamos allí un momento, disfrutando de nuestra pequeña familia reunida, y aunque el mundo aún estaba lleno de incertidumbres, en ese instante, todo parecía perfecto.

Regresamos a casa para reunirnos con todos. Sabíamos que los cazadores ya se habían dado cuenta de que no habíamos abandonado el lugar, así que quedarnos escondidos en la clínica veterinaria no servía de nada.

-¿Estás bien? -preguntó Scott, cerrando la puerta de la habitación para mayor privacidad.

-¿Recuerdas lo que dije cuando ya casi no había aire? -le pregunté, sintiendo el peso de lo que habíamos enfrentado.

-¿Lo de viajar a Los Ángeles? -respondió, su voz llena de preocupación.

Negué con la cabeza, buscando sus ojos. -Lo de todas las cosas que no he hecho y todas las cosas que aún quiero hacer.

Scott me miró, una luz de comprensión brillaba en sus ojos. -Sí -musitó, y su voz suave me envolvió como un abrazo cálido.

Esta conversación se sentía como un camino que se abría ante nosotros, lleno de posibilidades. -Esta es una de ellas -le dije, acercándome con decisión. No esperé más. Lo besé, sintiendo cómo sus labios se unían a los míos, como si siempre hubieran estado destinados a encontrarse. El primer contacto fue suave, casi tímido, pero en cuestión de segundos, la chispa que había estado esperando desde hace tanto tiempo se encendió entre nosotros.

Los besos se fueron intensificando; nuestros labios se movían al unísono, explorando la suavidad del otro con una familiaridad que me llenó de calidez. El sabor de su boca era una mezcla de menta y algo indefinible, una combinación que me hacía quererlo más. Cada caricia era un susurro de amor y deseo, un diálogo mudo que sólo nosotros entendíamos.

Scott me tomó el rostro entre sus manos, sus dedos cálidos y fuertes en mis mejillas, mientras sus labios se movían con mayor urgencia. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al tirar de su cabello, lo que hizo que el beso se volviera más profundo, más pasional. Cada vez que nuestras lenguas se encontraban, había un estallido de electricidad que me dejaba sin aliento, como si el mundo se detuviera para dejarnos en nuestra burbuja de deseo.

El tiempo parecía desvanecerse, y en ese instante, todo lo que había fuera de nosotros se desdibujó. Estábamos atrapados en un momento eterno, cada segundo se estiraba, permitiéndome saborear cada milésima de segundo de ese beso. Era como si cada preocupación, cada duda que había tenido, se disolviera en el aire mientras me entregaba a él por completo.

Finalmente, nos separamos, nuestras frentes aún tocándose, el aliento de ambos entrelazándose en el aire. Solté una pequeña risa, una mezcla de felicidad y alivio, y dejé que mis sentimientos fluyeran. -Te amo, te amo tanto que... creo que no existen palabras que puedan describirlo. Las palabras se sentían insuficientes, como un intento de capturar un océano con un vaso de agua.

Scott sonrió, su mirada brillando con ternura. -No necesitas palabras -respondió, su voz llena de sinceridad-. A veces, lo que sentimos no se puede expresar de otra forma que no sea en silencio, con un beso, o simplemente con la forma en que estamos juntos. No hay nada más que pueda desear que esto, estar aquí contigo, sintiendo todo lo que sentimos.

Era verdad, mi amor por él era inmenso, un torrente que arrastraba todo a su paso. La forma en que me miraba, cómo se preocupaba por mí y por nuestra hija, todo eso llenaba mi corazón de una alegría que era casi abrumadora. Quería que ese momento se quedara grabado en mi memoria, que siempre recordara la chispa en sus ojos y la conexión que compartíamos. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, siempre que estuviera a su lado.

Finalmente bajamos con los demás: Melissa, Mason, Chris, Lydia, Malia, Melody y Raphael. La tensión en el aire era palpable, una mezcla de ansiedad y determinación que resonaba en cada uno de nosotros.

-¿Papá? -preguntó Scott al entrar a la cocina, su voz cargada de preocupación.

-Las armas, las distribuyeron legalmente entre los ciudadanos de Beacon Hills -explicó mi suegro, su expresión grave. -Todas y sin precio.

-¿Qué? ¿Se las regaló? -preguntó Scott, incapaz de creer lo que estaba oyendo. La incredulidad se reflejaba en su rostro, y pude sentir cómo su preocupación crecía.

-No -respondió Chris con firmeza-. Está armando su ejército.

Una inquietante sensación comenzó a agitarse en mi interior. De repente, algo en la ventana llamó mi atención, y al parecer también a Lydia, que estaba tan alerta como yo. Un escalofrío recorrió mi espalda; algo iba a pasar, y de repente, todo tuvo sentido. La visión que había tenido antes tenía que ver con esto.

-¡Al suelo! -grité, tirando de Scott hacia un costado de la pared, justo junto a la entrada de la cocina.

Fue como si el tiempo se detuviera un momento. Una flecha atravesó la ventana y se incrustó cerca de nosotros, el sonido del cristal rompiéndose resonó como una explosión en mis oídos. Todos se agacharon instintivamente, y luego las flechas comenzaron a explotar, enviando fragmentos por toda la habitación. Una balancera que venía de afuera comenzó a atacarnos con miras láser y todo tipo de proyectiles.

-Scott -lo miré, la preocupación nublando mi mente-. ¡Melody!

-¡Melody! -gritó él, su voz llena de pánico.

El silencio que siguió a nuestras llamadas fue abrumador. No recibimos respuesta, y el desasosiego creció en mí. La imagen de mi hija en peligro me atravesó como un rayo. -¡Melody! -grité, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de mí.

Los minutos parecieron alargarse en una eternidad. Finalmente, el caos se detuvo abruptamente, pero el miedo seguía latente en el aire. Al mirarnos, la realidad de la situación se hizo presente: Melissa, Raphael, Lydia y Mason estaban heridos, y su respiración era entrecortada, sus rostros pálidos.

-¿Y Melody? -pregunté, mi voz temblando mientras la angustia se intensificaba.

Comenzamos a buscarla desesperadamente, cada rincón de la habitación era un recordatorio de lo que estaba en juego. Mi corazón se aceleró al ver un par de piernitas asomando por detrás del sillón. Sin pensarlo, me acerqué y, al agacharme, el terror me invadió al ver a mi hija tirada en el suelo, con una herida en su abdomen que se notaba claramente había sido causada por una bala de wolfsbane.

-¡Scott! -grité, el horror inundando mi voz. El mundo a mi alrededor se desvaneció, y todo lo que podía ver era a Melody, mi pequeña, necesitando ayuda desesperadamente. La sensación de impotencia se apoderó de mí; cada latido de mi corazón resonaba con el grito silencioso de angustia.

-¡No! ¡Melody! -Scott se arrodilló a mi lado, sus ojos llenos de horror.

Melody abrió los ojos lentamente, su rostro pálido pero tratando de sonreír. -Mami, estoy... bien... -susurró, pero el dolor en su voz era evidente.

-No, no estás bien, mi amor -dije, tratando de mantener la calma a pesar del pánico que amenazaba con consumirnos-. Necesitamos ayuda.

-Sí -murmuró Scott pensando que podía hacer.

-¿Qué hacemos? -pregunté, sintiendo que la desesperación me invadía-. ¡No puedo perderla!

-Calma, Han -dijo, tomando mi mano con fuerza-. Necesitamos presionar la herida y detener el sangrado.

Asentí, tratando de concentrarme. Con cuidado, presioné mi mano sobre la herida de Melody, su cuerpo temblando bajo mi toque. -Estás a salvo, cariño. Vamos a sacarte de esto.

Melody cerró los ojos, pero una lágrima se deslizó por su mejilla. -No quiero... que me pase nada...

-No te va a pasar nada -dijo Scott, su voz firme-. Te prometo que todo estará bien.

Las palabras se sintieron como un mantra, pero la verdad era que no estaba segura de nada. La situación era crítica y, a pesar de que había enfrentado a criaturas sobrenaturales antes, esto era diferente. Esto era mi hija.

-Tenemos que llamar a una ambulancia y a mi padre -dije, la voz temblorosa mientras mis ojos se movían entre los heridos. El caos a nuestro alrededor era abrumador, y cada segundo contaba.

-Yo me encargo -dijo Chris, sacando su teléfono con una determinación visible en su rostro. Agradecí su rapidez, pero el temor seguía latiendo en mi pecho.

-Malia, busca un encendedor -le pidió Scott, reconociendo la urgencia de la situación. Malia, siendo una de las que había salido ilesa, asintió y corrió por la cocina, su figura desapareciendo entre el desorden.

-¿Qué harás? -pregunté, tratando de mantener la calma mientras el pánico se cernía sobre mí.

-Voy a quemar el wolfsbane -dijo Scott, su voz firme a pesar de la angustia que todos sentíamos. Se acercó a la herida de Melody, sus manos temblorosas, pero decididas. Quería hacer lo correcto, y yo lo apoyaría en todo momento.

-Papi... -susurró Melody, su voz apenas audible, llena de miedo.

-Shh... Voy a curarte, ¿sí? -la tranquilizó Scott, aunque su propia ansiedad era palpable.

-¿Va a... doler... me? -preguntó Melody, sus ojos llenos de confianza, pero con un toque de temor que me desgarró el corazón.

-Un poquito -le respondió Scott, y luego me miró, buscando mi ayuda-. Voy a necesitar que la sostengas.

Asentí, sintiendo cómo la desesperación se mezclaba con el amor y el deseo de protegerla. La tomé en mis brazos, asegurándome de que se sintiera segura y apoyada mientras Scott se preparaba.

Malia apareció de repente, con un encendedor en la mano. Se lo pasó a Scott, quien lo tomó con firmeza, sus dedos temblorosos pero resueltos. Miré a Melody, sus ojos mirándome con incertidumbre, y la sostuve más cerca, deseando poder transferirle mi fortaleza.

Scott prendió el encendedor y lo acercó a la herida de Melody. El olor a humo y el calor que se acercaba hicieron que mi corazón se detuviera un momento. Al sentir el calor en su piel, Melody comenzó a gritar, su voz desgarradora cortando el aire como un grito de angustia. Se movía, tratando de alejarse del dolor, pero yo la sostenía firmemente, hablando con suavidad para calmarla.

-¡Lo siento, cariño! -dije, sintiendo lágrimas amenazando con caer de mis ojos-. Scott está aquí. Está haciendo lo mejor que puede.

-¡Papi! -lloró Melody, su expresión de terror golpeando en mi pecho como un puñetazo.

Scott apretó los labios, concentrándose en su tarea, mientras el encendedor se acercaba aún más a la herida. Su mirada mostraba determinación, pero yo podía ver el dolor que también le causaba a él. Era un momento de pura desesperación, y lo único que podía hacer era sostener a nuestra hija con fuerza, deseando que este tormento terminara pronto.

-Casi termina, pequeña -dijo Scott con voz suave, aunque sabía que estaba tan asustado como yo. Los gritos de Melody resonaban en mis oídos, y cada segundo se sentía como una eternidad.

Las llamas danzaron ante nosotros, y el olor a carne quemada se mezcló con el humo en el aire. Melody gritó nuevamente, su voz un eco de sufrimiento que me atravesó como un cuchillo. La miré a los ojos, intentando transmitirle todo mi amor y apoyo, pero el dolor en su expresión era desgarrador.

-¡Mamá! -gritó, buscando mi mirada con desesperación, como si esperara que pudiera hacer que todo esto desapareciera.

-Estoy aquí, amor. Estoy aquí -le respondí, mi voz apenas un susurro, temerosa de que cualquier otra palabra pudiera hacerla sentir aún más asustada. Mientras tanto, Scott concentraba toda su energía en la tarea, su mirada fija en la herida, como si su vida dependiera de ello.

Malia y Chris se mantenían cerca, preparados para cualquier cosa. Chris había logrado hacer la llamada, y aunque el tiempo parecía moverse lentamente, sabía que la ambulancia estaba en camino. Pero eso no aliviaba mi ansiedad. Cada segundo que pasaba sin ayuda se sentía como una eternidad.

Scott hizo una última presión con el encendedor, y un grito de dolor salió de los labios de Melody. Mi corazón se rompió en mil pedazos, pero sabía que Scott tenía que hacerlo. Con un último movimiento, apagó el fuego, y el olor a quemado se mezcló con el aire.

Melody respiraba con dificultad, su rostro pálido y sudoroso. Me aseguré de mantenerla cerca, intentando calmarla mientras Scott inspeccionaba la herida.

-Lo logré -dijo Scott, su voz llena de alivio a pesar del pánico en sus ojos-. El wolfsbane ya no está.

-¿Pero... está bien? -pregunté, sintiendo que la angustia se apoderaba de mí.

Melody empezó a llorar, pero sus sollozos eran diferentes ahora, como si el dolor hubiera comenzado a ceder. Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de confusión y miedo, pero también de un rayo de esperanza.

-Duele, mami -sollozó, su voz quebrada.

-Lo sé, pequeña -acaricié sus rizos-. Pero ya casi ha pasado.

Scott y yo intercambiamos miradas. Sabíamos que no podía ser así para siempre. Las balas de wolfsbane habían hecho daño, pero, por ahora, ella estaba viva y eso era lo único que importaba.

-¿Te duele mucho? -preguntó Scott, su rostro lleno de preocupación mientras acariciaba suavemente el cabello de Melody.

-Un poco -respondió, su voz un susurro cansado.

Mientras todos hacían lo posible para ayudar, el sonido de sirenas comenzó a resonar a lo lejos. Era el alivio que tanto necesitábamos, un recordatorio de que la esperanza aún existía.

-Ya vienen, amor -dije, tratando de sonreír, aunque el miedo aún anidaba en mi pecho.

En un instante, las luces intermitentes entraron por la ventana, llenando la cocina de un brillo parpadeante. La ambulancia se detuvo y la puerta se abrió, un grupo de paramédicos salió corriendo hacia nosotros, listos para hacerse cargo de la situación.

❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

Holi! Este capítulo es especial porque...¡hoy es el cumple de nuestro True Alpha!

¡Feliz cumple Ty-Ty precioso!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro