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Capítulo ciento quince "Decir adiós"

Nos quedamos allí todo el día. No podía apartarme del lado de Hannah. La tomé de la mano, sintiendo su piel fría y pálida contra la mía, suplicándole con cada fibra de mi ser que despertara.

—Por favor, Hannah —susurré, con la voz quebrada—. No puedo dejarte ir. No estoy listo. Melody te necesita. Yo te necesito. Por favor, vuelve a nosotros.

Melody estaba a mi lado, sus pequeños dedos entrelazados con los míos, sus ojos hinchados por el llanto. Cada vez que miraba su carita, veía el reflejo de Hannah y sentía que el mundo se desmoronaba un poco más.

—Mamá, por favor —Melody susurró, su voz temblorosa—. Despierta. Te extraño tanto.

Las horas pasaban lentas y pesadas. La habitación del hospital se sentía sofocante, llena de una tristeza palpable. Noah y Stiles nos dieron espacio, pero sus miradas de preocupación eran constantes. Sabían lo difícil que era para mí, y aunque intentaban ser fuertes, también luchaban con su propio dolor.

—Hannah, amor, no puedo hacer esto sin ti —continué, las lágrimas corriendo por mi rostro—. Recuerdo cuando te conocí. Nunca pensé que encontraría a alguien tan increíble. Has sido mi roca, mi todo. Por favor, no me dejes ahora.

Melody apoyó su cabecita en mi brazo, susurrando palabras de ánimo a su mamá, como si sus pequeños deseos pudieran hacer la diferencia.

—Papi, ¿crees que mamá nos escucha? —preguntó Melody, su voz apenas un susurro.Le acaricié el cabello con ternura, intentando mantener la compostura.

—Quiero creer que sí, cariño. Quiero creer que nos escucha y que está luchando por volver a nosotros.

La noche llegó, y seguíamos allí, aferrados a la esperanza. Los monitores emitían un constante pitido que se mezclaba con nuestros susurros y oraciones. Sentía que cada minuto que pasaba era una batalla perdida, pero no podía renunciar a la esperanza.

—Hannah, hemos pasado por tanto juntos. Hemos superado obstáculos y encontrado el amor en medio de la adversidad. Por favor, no te rindas ahora. No puedo hacerlo sin ti

Melody se quedó dormida en mis brazos, agotada por las emociones del día. La acomodé con cuidado en una silla cercana, cubriéndola con una manta.

me incliné sobre el rostro de Hannah. Acaricié su mejilla con ternura, sintiendo el contraste entre su piel suave y la frialdad que emanaba de ella. Apoyé mi frente contra la suya, cerrando los ojos y dejándome llevar por la marea de emociones.

—Annieh, por favor —susurré, mi voz quebrada por el dolor—. No quiero perderte. No estoy listo para decirte adiós. Necesito que despiertes, por Melody, por mí. Te amo tanto, no puedo imaginar mi vida sin ti. —dejé un suave beso en su frente.

Las lágrimas cayeron libremente por mi rostro, empapando nuestras mejillas. La imagen de nuestra vida juntos, los momentos felices, las risas, todo se desvanecía lentamente, y el vacío que dejaba era insoportable.

Luego, volví a tomar su mano —Te amo, Cariño. Siempre te amaré. Pero por favor, no me dejes solo en este mundo. No puedo enfrentar esto sin ti.

La desesperación y el dolor eran como un peso aplastante en mi pecho. Miré su rostro, esperando algún signo, cualquier indicio de que me escuchaba, de que estaba luchando por regresar. Pero el silencio y la inmovilidad continuaban, implacables.

Pasé la noche en vela, susurrando palabras de amor y esperanza, aferrándome a la idea de que, tal vez, solo tal vez, ella podría oírme y encontrar el camino de vuelta a nosotros. En ese pequeño cuarto de hospital, el tiempo se detuvo, y cada segundo sin ella se sentía como una eternidad.

Finalmente, exhausto, apoyé mi cabeza en el borde de su cama, sin soltar su mano, y dejé que las lágrimas fluyeran libremente, el dolor y la desesperación
abrumándome completamente

...

Me encontré en la silla, exhausto pero incapaz de apartarme de Hannah. Su mano estaba entre las mías, fría pero reconfortante, como si aún pudiera sentir mi presencia. El reloj en la pared marcaba los últimos minutos antes de que los médicos desconectaran los aparatos que la mantenían con vida. Cerré los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con escapar.

De repente, un suave apretón en mi mano me hizo abrir los ojos de golpe. Mi corazón dio un vuelco mientras la miraba, quieta como siempre.

—Annah —susurré con voz temblorosa. —¿Puedes escucharme? Por favor, despierta. No quiero perder la esperanza... —pasé la mano libre por mi cara tratando de apartar los últimos rastro de cansancio —Melody te necesita, yo te necesito.

No recibí respuesta y eso me desalentó mucho, observé a mi hija confundido.
Melody, que había caído dormida abrazando a su madre, yacía a su lado. No había notado cuándo se había quedado dormida, tan agotada por la tensión de las últimas semanas como yo.

Me moví para levantarme y llevármela, pero la mano de Hannah apretó la mía con más fuerza. Me detuve, estudiando su rostro pálido y tranquilo. —Te amo, Annieh —susurré, acariciando su mano con ternura. —No puedo imaginar mi vida sin ti. Por favor, despierta ahora. No quiero que te vayas.

Sus dedos finalmente se relajaron, dejándome ir. Respiré hondo, tomando a Melody en mis brazos mientras se despertaba confundida. Sus ojos se llenaron de lágrimas al verme llorar.

—Papá, ¿qué está pasando? —preguntó con voz quebrada. —Es hora de decirle adiós a mamá —le dije con la voz entrecortada por la emoción. —Los doctores van a... a desconectarla pronto.

Ella asintió, entendiendo el peso de mis palabras. Nos acercamos juntos a Hannah, nuestras manos entrelazadas sobre ella. —Mamá —susurró con voz temblorosa, inclinándose para besar la mejilla de Hannah. —Te amo tanto. Gracias por todo. Te prometo que cuidaré de papi, por ti.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver a mi pequeña despidiéndose de su madre. —no amor, yo soy quién debe cuidarte a ti —expliqué acariciando su cabello con ternura.

—pero, ¿Quién te cuida a ti? —inquirió confusa mientras inclinaba su cabeza a un lado.

—hazme un favor, Mi Amor, nunca crezcas —la abracé.

Finalmente fue mi turno de despedirme. Me acerqué a Hannah, apoyando mi frente contra la suya. —mi Dulce Annieh —murmuré con un nudo en la garganta. —Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Eres mi vida, mi todo. Por favor, despierta para mí. No estoy listo para decir adiós —sollocé —pero parece que será inevitable. —mis lágrimas mancharon sus mejillas —al menos sé que no te vas sin dejar rastro, sin dejar un legado, me dejas una pequeña parte de ti conmigo —sonreí con tristeza —el fruto de nuestro amor, nuestra Dulce Melodía.

El tiempo pasaba inexorablemente mientras nos aferrábamos a la esperanza.
Conforme pasaron los minutos la habitación se llenó de los rostros familiares y amigos más cercanos. Sentía el peso del amor y el apoyo de cada uno de ellos en este momento crucial. Los Hale, Robbie y Derek, se mantenían cerca con expresiones serias pero llenas de afecto. Stiles y Noah, inseparables, compartieron un abrazo prolongado.

Stiles se acercó a su hermana y tomó su mano —Hey, hermanita —dice con una sonrisa forzada. —No sé por donde empezar, no sé como...nunca creí que tendría que hacer esto —admitió —siempre creí que el primero en morir sería yo —suspiró —No quiero hacer esto, no quiero separarme de ti ahora, nacimos juntos y debiamos morir juntos —las lágrimas mojaron sus mejillas —pero, debo hacerlo, quiero que sepas que fuiste lo mejor que me pasó en esta vida, tu apoyo incondicional siempre que lo necesite, mi compañera de travesuras —rió —te voy a extrañar cada día de mi vida y...—hizo una pequeña pausa —No te preocupes, cuidaré de Melody como si fuera mi propia hija y también cuidaré de Scott. Te extrañaremos, pero sé que esto es lo mejor para ti —Se inclinó y le da un beso en la frente, tratando de mantener la compostura mientras se despide con dificultad. —Si ves a mamá dile que la extraño mucho, y que la amo con todo mi corazón.

Noah abrazó a su hijo y luego tomó asiento junto a Annah y sostiene la mano de Hannah con firmeza, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y resignación. —Annieh, hija mía —murmura con voz ronca, —has sido la luz de mi vida desde el primer día. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Siempre he dicho que eras la viva imagen de tu madre y viéndote aquí, ahora recostada en esa camilla puedo dar fé de eso —admitió —quisiera decir que tuve un deja vú pero, no pude despedirme de Claudia. Sé que te di un peso enorme al decirte esas cosas, que debías cuidarte y estar aquí, para que no sintiera la soledad sin tu madre y lo siento, no debí hacerte eso —se disculpó —pero tengo que la tranquilidad de que te irás en paz y sin esa responsabilidad, te prometo que estaré bien. Te amo, hijita —sollozó, Stiles y Melissa se acercaron a consolarlo.

Mi madre fue la siguiente en acercarse a Hannah con los ojos llenos de lágrimas, apoyó una mano en la cabeza de ella acariciando su cabello con la ternura propia de una madre —Hannah, cariño, —susurra con voz entrecortada, —tú sabes que siempre has sido como una hija para mí, y no puedo con este dolor que llevo dentro. Pero hay algo que quiero decirte, eres más fuerte de lo que puedas imaginar. Nunca vi a alguien con tu determinación y fortaleza y puedo decir que eres una excelente madre y que estoy orgullosa de la mujer que eres con mi hijo, sé lo mucho que lo amas y a Melody por eso, me encargaré de cuidarlos por ti.Siempre estarás en nuestros corazones, pase lo que pase —Le dió un beso suave en la frente y se despidió con un nudo en la garganta, luchando por contener el dolor.

Malia, Lydia, Kira y Liam permanecían juntos, sus miradas reflejaban una mezcla de esperanza y temor, las tres primeras llorando a mares.

Lydia se acerca a la camilla de Hannah con pasos decididos pero llenos de tristeza. Su mirada intensa muestra la profundidad de su afecto y el dolor por lo que está ocurriendo. —Annah —dice con voz firme pero cargada de emoción, —eres mi amiga más querida, mi hermana del alma. Nunca olvidaré todos los momentos que compartimos juntas, desde las risas hasta las lágrimas. Siempre estarás conmigo —Ella toma la mano de Hannah suavemente y la sostiene con cariño. —No importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti, en espíritu y en corazón —continúa con determinación. —Gracias por enseñarme tanto sobre la fuerza y la valentía. Te quiero, Hannah —Con un beso suave en la mejilla, Lydia se despide con la esperanza de que algún día vuelvan a encontrarse, ya sea en esta vida o en la próxima.

Deaton, siempre sereno, observaba con atención, listo para actuar si era necesario. Y Chris Argent a su lado en completo silencio con el corazón roto, pues él mas que nadie entendía la pérdida de una hija, en su mente le pidió a Hannah que si veía a Allison le recordara lo mucho que la amaba.

Cada uno había venido para estar allí en el momento crucial, para despedirse o para celebrar el milagro de la recuperación de Hannah, lo que fuera que el destino decidiera.
El doctor entro con profunda tristeza listo para desconectar al amor de mi vida. Cuando se acercó, se detuvo abruptamente al ver que Hannah tenía actividad.

Entonces, casi como un milagro, vi un ligero movimiento en los párpados de Hannah. Sus ojos se abrieron lentamente, revelando el café de sus iris que había extrañado tanto.

Mi corazón dio un vuelco. Me acerqué lentamente, incapaz de creer lo que veía. Los ojos de Hannah, tan familiares y amados, encontraron los míos. Un destello de reconocimiento cruzó su rostro y una sonrisa se formó en sus labios.

—Scott...—susurró, su voz débil pero llena de amor y gratitud.

—¡Annieh! —apenas podía contener mi emoción. —despertaste, has vuelto a mí —la abracé con cuidado sintiendo su débil agarre en mis costados, me separé un poco para verla a la cata y sin pensarlo dos veces me incliné para besarla pero, ella me alejó. Fruncí el ceño confundido —¿Cariño...?

—he estado dormida mucho tiempo, no tengo mi dientes limpios —explicó somnolienta aún.

—no me importa —La vi sonreír con picardía mientras me acercaba,tomé su rostro en mis manos y la besé con suavidad pero con un toque de pasión.pero de repente me empujó suavemente, apartándome.

—¿Qué demonios estás haciendo? —me espetó, su voz mezclando confusión y sorpresa.

Fruncí el ceño, confundido. —ah...besarte —balbuceé, mirando a Stiles y a Noah, quienes también parecían igual de confundidos.

—¿No ves que ahí está mi novio? —dijo ella, señalando hacia Robbie, quien estaba de pie en la esquina de la habitación.

Todos giramos la cabeza hacia él, pero Robbie negó con la cabeza, evidentemente sin entender qué estaba pasando.—Annieh, estás equivocada, —le dije con pesar, acercándome de nuevo a ella. —Él no es tu novio, yo lo soy

—gracias por recordarmelo, McCall —dijo el Hale sin una pizca de gracia.

La expresión de Hannah cambió a una mezcla de sorpresa y desconcierto. —No entiendo —murmuró, frunciendo el ceño.

—¿Qué es lo último que recuerdas? — preguntó el doctor preocupado, acercándose con cautela. Todos estábamos expectantes por su respuesta.

Hannah pareció reflexionar por un momento. —Lo último que recuerdo es... la pelea con Peter en el hospital. Terminé herida en la pierna con un vidrio clavado —dijo lentamente, su mirada perdida en el recuerdo.

—eso fue hace un año —habló Derek, mirando a los demás sorprendido. —en ese tiempo ella salía con Robbie.

La preocupación se extendió entre nosotros mientras procesábamos la información. Miré a Melody, quien parecía igual de confundida y preocupada. —Papá, ¿qué está pasando? ¿Qué le pasa a mamá? —preguntó, sus ojos llenos de inquietud.

—Scott, ¿es tu hija? —preguntó mi chica, buscando claridad en medio de la confusión.

—No, fíjate que es mi hija y de Derek, —dijo Stiles con ironía, aunque también se notaba su preocupación.

Hannah frunció el ceño y miró a Melody con curiosidad. —Pero es igual a Scott...—dijo, tratando de entender.

Stiles, sin perder un segundo, agregó —Sí, porque Scott es el donador de esperma, ¿no lo sabías?

Todos fruncimos el ceño aún más confundidos. Noah lo miró con incredulidad. —¿Qué estás diciendo?— preguntó, claramente desconcertado. —eso ni siquiera tiene sentido, hijo.

Derek frunció el ceño, mirando al castaño con incredulidad. —Jamás tendría un hijo contigo, Stiles.

Stiles no perdió un segundo en responder. —Eso no tiene sentido. Cualquiera querría tener hijos conmigo,—dijo, mirando a Kira con una sonrisa.

Kira sonrió disculpándose. —Lo siento, Stiles, pero no eres mi tipo.

Luego miró a Malia, esperando apoyo. Malia se encogió de hombros. —Los coyotes no son buenas madres, se comen a sus crías.

Melody soltó un hipido asustada y volteó a verme —Papá, tú no me comerías ¿o sí? —preguntó con voz temblorosa.

Sonreí, estirando mis manos en su dirección y poniendo caras de malo —Claro que sí —dije mientras me acercaba lentamente. —Te comería... ¡pero a besos!

La alcancé y la llené de cosquillas y besos, sacándole unas cuantas risas a la niña.

Stiles, sin perder el ritmo, se giró hacia Lydia —¿Y tú, Lydia? ¿Tendrías un hijo conmigo?

Lydia sonrió con picardía. —Tal vez, pero búscame cuando termine mis estudios universitarios y tenga un trabajo estable.

Stiles levantó los brazos en señal de victoria. —¡Eso es un sí para mí!

—no, no, estoy segura de que Robbie es mi pareja —aseguró desesperandose, miró a su padre —¿papá, qué me está pasando? —se asustó.

—tranquila hija —se acercó y tomó sus manos —solo estás confundida, ya pasará.

—trató de tranquilizarse, me miró —entonces, tú y yo...

—saqué de mi bolsillo su anillo, el que guardé para asegurarme de que no se perdiera. Tomé su mano izquierda con cuidado —estamos comprometidos —deslice la anillo en su dedo. —y ella —tomé a nuestra hija en brazos —es Melody.Es nuestra hija, Cariño —senté a la pequeña a su lado en la camilla.

—hola mamá —sujetó su mano con cuidado, Hannah se quedó estupefacta, al sentir la presión de la manito bajó la mirada y la acarició con su pulgar —¿en serio no te acuerdas de mí?

—¿me das un abrazo? —le pidió extendiendo su brazo libre, ella no tardó en aferrarse a su madre con fuerza, acercó la boca a su oído y murmuró —Claro que no, amor. Jamás me olvidaría de ti.

Melody sonrió, relajándose en los brazos de su madre, y un sentimiento de calidez llenó la habitación. —Te escuché todo el tiempo que estuve en coma —continuó Hannah en voz baja. —Tus palabras me mantenían fuerte y conectada con ustedes.

La pequeña se emocionó, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. —Te quiero mucho, mamá —susurró, abrazándola aún más fuerte.

—Y yo a ti, mi cielo —respondió Hannah, llenando la habitación de amor y alivio. Al separarse nos miró a todos seriamente —entonces...¡Cayeron! —estalló en carcajadas, interrumpiendo la tensión que se había acumulado en la habitación. —¡Era una broma, chicos!— exclamó entre risas, mirándonos con una sonrisa traviesa en el rostro.

—no fue gracioso —dije tratando de mantenerme serio pero una sonrisa de alivio se me escapó.

—ven aquí —estiró sus manos, al acercarme rodeó mi cuello y me besó. —gracias por no rendirte conmigo —acarició mi mejilla. —tú voz y la de Melody me dieron la fuerza que necesitaba para regresar.

—volviste a mí y eso es lo que importa —se me escapó una lágrima que ella secó con dulzura.

Todos se acercaron y abrazamos en grupo a Hannah, se podía sentir el amor allí dentro.

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