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Capítulo ciento cuarenta y uno "Venciendo a la bestia"

Al entrar a la clínica veterinaria, el olor a antiséptico y a hierbas calmantes llenó el aire, contrastando con la tensión que sentíamos después de lo que acababa de suceder. Scott y Liam sostenían al doctor entre nosotros, su respiración era débil pero constante, una señal de que todavía teníamos tiempo.

—Sigue vivo —confirmó Scott, su voz firme pero teñida de preocupación mientras miraba al doctor herido.

Deaton, que estaba en medio de una conversación con Stiles, giró hacia nosotros en cuanto escuchó las palabras de Scott. La expresión del druida se endureció al ver al doctor, pero antes de que pudiera decir algo, la voz aguda y emocionada de Melody rompió la tensión.

—¡Mami! ¡Papi! —exclamó, corriendo hacia nosotros con los brazos extendidos, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio y felicidad al vernos.

Solté un suspiro que no me había dado cuenta de que estaba conteniendo. Ver a Melody sana y salva, ajena a todo el caos, me hizo sentir un alivio profundo. Dejamos al doctor en una camilla improvisada, y Scott se agachó justo a tiempo para atraparla en un abrazo apretado, levantándola del suelo mientras ella envolvía sus brazos alrededor de su cuello.

—¡Estás aquí! —dijo Melody, su voz llena de alegría mientras hundía su rostro en el cuello de Scott.

Él cerró los ojos y la apretó contra su pecho, como si en ese abrazo pudiera protegerla de todo lo malo del mundo.

Me acerqué a ellos, y Melody extendió una mano hacia mí. La tomé suavemente, dejando que el calor de su pequeño cuerpo me llenara de fuerzas. En ese momento, nada más importaba. Estábamos juntos, y eso era lo único que realmente necesitábamos.

Deaton comenzó a trabajar en el doctor, revisándolo con cuidado. Su expresión estaba llena de incertidumbre, lo que no auguraba nada bueno.

—¿Puedes mantenerlo vivo? —pregunté, la preocupación en mi voz evidente.

Deaton hizo una pausa, mirando al doctor con una mezcla de duda y concentración antes de responder.

—No estoy seguro de que técnicamente esté vivo.

Liam, que estaba cerca, perdió la paciencia rápidamente.

—¡Al diablo con mantenerlo vivo! —dijo con frustración—. ¿Cómo haremos que hable?

Stiles, quien había estado observando en silencio, intervino con un tono oscuro que rara vez usaba.

—En lo personal, creo que podríamos usar más la tortura —sugirió, su voz llena de una intensidad inquietante.

Lo miré sorprendida, incrédula ante lo que acababa de escuchar.

—No hablas en serio, ¿verdad? —le dije, tratando de descifrar si realmente lo estaba considerando. Stiles no solía ser tan extremo, pero la situación parecía haberlo empujado al límite.

Antes de que pudiera responder, una voz interrumpió la tensión en la habitación.

—Él... —la voz sonaba apagada, como si viniera de algún lugar distante.

Liam, Scott y yo nos quedamos quietos, intercambiando miradas de confusión y alerta.

—¿Escucharon eso? —preguntó Liam, escudriñando la habitación con la mirada.

—Ven a mí... —la voz volvió a resonar, esta vez más clara, y todos volteamos hacia el doctor. Scott frunció el ceño, girándose lentamente en dirección a la voz, tratando de localizarla.

—A mí... —la voz repitió, y de repente, el doctor del miedo se levantó de la camilla como si estuviera siendo controlado por algo más. Un sonido agudo y ensordecedor llenó la clínica, sacudiéndonos hasta los huesos.

—¡Mami! —gritó Melody, corriendo hacia mí. Instintivamente, me agaché y la cubrí con mis manos, tratando de protegerla del horrible sonido. El dolor que sentí en mis oídos fue casi insoportable, pero sabía que tenía que resistir por ella. Todo comenzó a temblar a nuestro alrededor. Tomé a Melody en mis brazos, me tiré al suelo y la cubrí con mis alas, protegiéndola lo mejor que podía.

Liam intentó acercarse al doctor, pero Scott, con una voz firme, lo detuvo.

—¡Liam, espera! —gritó Scott, pero fue demasiado tarde. El doctor estiró una mano, y de ella salió una bola de energía que golpeó a Liam con fuerza, lanzándolo contra la pared.

De repente, todos los objetos de metal en la habitación comenzaron a volar hacia la puerta, como si una fuerza invisible los estuviera atrayendo. Deaton fue el primero en reaccionar.

—¡Alto! —gritó, levantando una mano para detener a los chicos que intentaban acercarse—. ¡Está electrificada!

Solté mis alas lentamente, liberando a Melody.

—¿Estás bien, amor? —le pregunté, mi voz suave pero llena de preocupación.

Melody asintió, sus ojos llenos de miedo pero también de una valentía que me sorprendió. Scott se acercó a mí rápidamente, ayudándome a ponerme de pie.

—Han, ¿estás bien? —preguntó, sus ojos llenos de una mezcla de preocupación y urgencia.

—Sí, estamos bien —le aseguré, aunque mi corazón seguía latiendo con fuerza.

Al ver que estábamos bien, regresó con su beta y Stiles.
Liam y Scott parecían estar concentrados, como si escucharan algo que el resto de nosotros no podía percibir. Entonces, mi chico murmuró algo que me dejó desconcertada.

—El bastón...

—Pero se lo llevaron —respondió Liam, su tono lleno de frustración—. Se llevaron el bastón.

Scott frunció el ceño, claramente intentando armar las piezas del rompecabezas en su mente. Sabíamos que lo que fuera que estaba controlando al doctor y causando todo esto estaba relacionado con ese bastón. La pregunta era, ¿cómo lo recuperábamos antes de que fuera demasiado tarde?

Sin perder tiempo, Scott tomó los papeles que Stiles había traído sobre Mason y que Melissa le había dado a él. Los analizó con rapidez, su mirada fijada en la carpeta.

—Puede que haya algo aquí sobre cómo era una quimera genética —dijo, mientras hojeaba los documentos.

Deaton, que había estado en silencio hasta entonces, intervino.—Mason tenía un gemelo que desapareció —explicó con voz grave.

—Y ahora Mason ha desaparecido —comentó Stiles, su tono reflejando preocupación.

—Eso, ¿qué tiene que ver con convertirse en un francés de doscientos cincuenta años? —preguntó Liam, su confusión evidente. —¿Cómo pasa eso?

—esperen, es posible que Scott tenga razón —dijo el druida, señalando al castaño. —El gemelo de Mason no desapareció por completo. Lo convirtió en una quimera genética.

—El ADN seguía en él —afirmó Scott, con la determinación en su voz.

—Metafóricamente, el ADN de Mason todavía es parte de Sebastian, aún —añadió el doctor.

—¿Cómo? —inquirí, tomando a Melody en brazos y acunándola suavemente. La necesidad de entender me impulsaba a seguir la conversación, mientras mi corazón palpitaba con fuerza por el miedo.

—La vida es energía, y la energía no desaparece —Respondió Deaton. —Es posible que los doctores del miedo hayan encontrado una manera de romper las reglas del mundo sobrenatural, pero hay reglas que no pueden romperse.

—Entonces, Mason no ha desaparecido —entendió Liam.

—En algún lugar de Sebastian, él debe existir de alguna manera. —supuso el druida.

Stiles, se acercó al casco del doctor del miedo que había sido atacado por Sebastian y lo tomó.

—Una chispa de energía o tal vez un recuerdo —continuó el hombre, con un tono reflexivo.

—Espera —dijo mi hermano, mirando a Liam. —Dijiste que Mason dijo algo antes de transformarse.

—Dijo... "ese no es mi nombre" —respondió el beta, con tristeza en sus ojos.

—Al fin recordó su nombre —dijo Scott, comprendiendo la magnitud de la situación.

—Damnatio Memoriae —entendí lo que estaba ocurriendo. La revelación era aterradora.

—Eso es lo que querían —asintió Liam, la preocupación en su voz palpable. —Querían que Sebastian recordara su nombre.

—Scott —Deaton lo miró, con seriedad. —Sabes qué pasa cuando llamas a un hombre lobo por su nombre real?

—Regresa a ser humano —respondió, la certeza en su voz.

—¿Qué significa? —preguntó el rubio, su tono mostrando una mezcla de desesperación y esperanza. —¿Que alguien puede acercarse a la bestia, decir el nombre de Mason y hacer que vuelva?

—No cualquiera —dijo el alfa, con un matiz de preocupación.

Stiles y yo nos miramos, la urgencia en el aire era palpable. Stiles tomó la palabra.—Lydia.

De repente, me transporté a la estación de policía. La visión era caótica: vi a Sebastian, a la oficial Clark y a mi padre. Ellos le disparaban a Sebastian, pero él estaba implacable. Lydia apareció en escena, y vi cómo Sebastian la atacaba en el cuello con sus garras. A pesar de sus esfuerzos, Lydia logró gritar, alejándolo de ella con un golpe desesperado. La visión se llenó de sangre, la garganta de Lydia estaba herida.

—¡Lydia! —grité, regresando abruptamente a la clínica.

Scott se me acercó con preocupación en los ojos.

—Cariño, ¿qué pasó? —preguntó, su tono lleno de alarma.

—Lydia —lo miré a los ojos, la angustia reflejada en mi rostro. —Sebastian, él... él la hirió.

—Esto es malo —dijo Stiles, su voz temblando.

—¿Tú crees? —lo miré, mi voz cargada de desesperación. —Le rasgó la garganta.

—¡Vamos! —ordenó Scott, tomando la iniciativa.

Sin perder tiempo, nos montamos en el jeep y nos dirigimos al hospital. El viaje fue silencioso, cargado de ansiedad. Apenas llegamos, Scott y Stiles se apresuraron a entrar, mientras Liam y yo nos quedamos afuera en el pasillo esperando. Tenía a Melody en brazos, su pequeño cuerpo calentito contra el mío, un contraste doloroso con la gravedad de la situación.

Scott salió de la habitación con el rostro grave, y me miró fijamente. Sentí que mi corazón se aceleraba aún más.

—¿Está bien? —pregunté, mi voz temblando.

—Estará bien, pero no puede hablar —respondió, su expresión reflejando la preocupación que compartía.

—Es el fin, ¿no? —preguntó Liam, con un tono de resignación. La pregunta flotó en el aire, sin que nadie pudiera responder. Lydia era nuestra única esperanza y la realidad era dura y fría. —No podemos salvarlo.

Scott revisó su celular, su expresión cambiando a una mezcla de preocupación y resolución.

—Denme un segundo —dijo, su voz tensa mientras se alejaba.

Miré a Melody, quien dormía plácidamente en mis brazos. Bajé la mirada y levanté su remera lo suficiente para inspeccionar la zona de la herida. No había nada, su piel estaba intacta. Sonreí aliviada, agradecida por el bienestar de mi pequeña. Ajusté su ropa y la tapé con mi campera, la cual había quitado previamente para protegerla del frío.

Mientras esperábamos, mi mente corría en todas direcciones, tratando de encontrar alguna manera de ayudar a Mason sin ayuda de Lydia.

Me acerqué a Scott, ajustando a Melody en mis brazos. Ella se movió y abrí apenas sus ojos, acomodando su cabecita en mi hombro. Mi corazón se apretó al ver su expresión tranquila y confiada.

—Cariño —dije, apoyando una mano en su hombro. —Vamos a resolver esto.

Scott se volteó a mirarme, su rostro marcado por la preocupación y la determinación.

—Porque si hay alguien que puede salvar a Mason, eres tú —continué, acariciando su mejilla con ternura. Me puse de puntas de pie y uní nuestros labios en un beso suave pero lleno de significado. Melody soltó una pequeña risita, lo que alivió un poco la tensión que sentía. —Somos nosotros —dije, sonriendo con renovada esperanza. La palabra "nosotros" llevaba un peso especial, una promesa de que juntos enfrentaríamos cualquier desafío que se nos presentara.

Scott, decidido, se acercó a Liam y le dijo con firmeza —Levántate.

—¿Por qué? —preguntó, sin moverse de su asiento.

—Porque tengo una idea —respondió el castaño —.Y esto aún no se termina.

Me miró de reojo con una sonrisa que me dio algo de esperanza. Juntos fuimos a la habitación de Lydia.

—Hola, Lyds —dije con una sonrisa al entrar—. Lamento lo que te pasó.

—Está bien —respondió la pelifresa, apenas audible.

Scott y Liam la ayudaron a sentarse, mientras Stiles iba a buscar a Melissa. Por suerte, Melody se había dormido otra vez; no quería que viera a Lydia en ese estado.

—Lydia, esto tiene que quedarse entre nosotras —dijo Melissa al acercarse. —No quiero que me despidan.

—Es cortisona —explicó Scott mientras su madre tomaba la jeringa—. Para bajar la inflamación.

Ella extendió su mano, pero Melissa negó —ahí no —se acercó y le quitó la venda del cuello.

—Ah, sí... Bueno, voy a tener que irme —dijo Stiles al ver la aguja y la herida.

—No irás a ninguna parte —lo miré seriamente —. Sostén su mano.

—Bueno, sí, pero puede que me desmaye —admitió, acercándose para tomar la mano de Lydia.

—Bien —suspiró mi suegra nerviosa —. Aquí vamos.

Antes de que Melissa pudiera administrar la inyección, un ruido seco llamó nuestra atención. Al voltear, vimos a Liam desmayado en el suelo. Scott corrió a ayudarlo.

—Bueno, ¿alguien más? —pregunté con una sonrisa divertida.

—Yo en unos segundos —dijo Stiles, aún sosteniendo la mano de Lydia.

Un sonido a mi lado me hizo bajar la mirada: Melody estaba despierta, mirando la aguja en las manos de su abuela.

—¡Aguja! —exclamó, escondiéndose en mi cuello.

—No es para ti, cielo —la calmé, riendo suavemente.

—Sí, Lydia, esto te va a doler mucho —dijo Melissa, colocando la aguja. Lydia hizo una mueca de dolor, su grito ahogado en su incapacidad para hablar. La dejamos cambiarse y luego salimos de la habitación.

—Sí, iré por Malia —dijo Stiles, adelantándose—. Escríbeme cuando encuentres a Parrish.

Miró a Scott de reojo antes de que él sacara un paquete, que Stiles tomó con curiosidad.

—¿Qué es esto? —preguntó mi hermano confundido.

—Algo en lo que he estado trabajando —explicó Scott—. Solo dáselo a Malia.

—¿Es el plan B? —preguntó mi hermano.

—Era el plan A —admitió mi chico.

—El plan A nunca funciona —le recordó él.

—Este sí —afirmó Scott con confianza.

—Bien —dijo Stiles, antes de irse corriendo.

—¡Intenta no morir! —le grité, con una mezcla de preocupación y humor.

Dejé a Melody con Melissa y nos dirigimos a los acueductos en busca de Sebastian. El ambiente estaba cargado de tensión.

—Scott —murmuró Liam—, ¿escuchaste eso?

Nos detuvimos. El sonido era como un zumbido eléctrico.—Yo sí —asentí. Era una sensación inquietante.

—Escuche eso —dijo Lydia, su voz apenas audible.

—Lydia, no hables —pidió Scott, intentando mantenerla tranquila y evitar que usara su voz más de lo necesario.De repente, el castaño nos empujó a Lydia y a mí fuera del camino.—¡Lydia, Hannah, salgan del agua! —gritó.

Vi cómo Liam y Scott eran envueltos en una tormenta de electricidad, electrocutados. Mi corazón se aceleró en pánico.—¡Scott! ¡Liam! —exclamé, desesperada por ayudarlos.

Theo apareció de repente, me arrojó cerca de Scott y tomó a Lydia. La arrojó a un agujero en el suelo. Corrí hacia ella, pero Scott se adelantó y tomó su mano justo a tiempo. La quimera le clavó las garras a Scott.—¿Sientes eso, Scott? Veneno de Kanima —dijo con una sonrisa cruel.—¡Scott! Solo deja que pase, déjalo ir, déjala ir.

—No, no —respondió Scott, mientras el veneno lo paralizaba poco a poco.

Lydia cayó al vacío, gritando.—¡Lydia! —grité, tratando de acercarme, pero Theo me impidió moverte.

—¡Quédate ahí! —ordenó mi chico con la voz entrecortada por el dolor.

Theo se acercó a mí y me clavó sus garras, paralizándome también con el veneno. Sentí cómo mi cuerpo se volvía rígido.—¿Escuchas eso? —dijo, mirando a Scott—. Es el sonido del poder real —sonrió con satisfacción.

Theo se convirtió en coyote y se lanzó tras Sebastian. Cuando el veneno dejó de hacer efecto, Deucalion apareció y, junto con él, corrimos tras el castaño.

—Me mentiste —dijo Theo desde el suelo, mirando a Deucalion. —Scott y tú —miró a mi chico.

—Exacto, Theo —dijo Deucalion, agachándose a su lado y quitándose los lentes de sol para mostrar sus ojos de alfa—. Todo este tiempo —mostró sus ojos completamente humanos y recuperados.

—No funcionó —murmuró el chico.

—Pudo funcionar —dijo el alfa—. Con las garras de Velazco —admitió antes de romperle el cuello.

—Me agradas —dije, sonriendo a Deucalion.

Pero la felicidad no duró.

—Me rompiste el cuello —dijo Theo, que se estaba regenerando.

—¿Qué, no podías mantenerte muerto? —pregunté, fastidiada.

—Controla a tu chica, Scott —dijo él.

—¿Crees que puedo controlarla? —respondió Scott, se cruzó de brazos.

—Suerte con eso —dijo Deucalion, mirando a Theo desde arriba. Luego se dirigió a nosotros—. Hay una rejilla de acceso, creo que podemos llegar a Lydia por ahí.

—¿Qué hay de Mason? —preguntó Liam.

—Aún podemos salvar a su amigo —respondió el hombre.

—Vamos —ordenó Scott, y lo seguimos.De repente, oímos un disparo y vimos a Deucalion caer contra la pared, apoyándose con dificultad.—Hoy no es mi día —dijo, cayendo al suelo.

Gérard apareció apuntandonos con un arma acompañado por Chris.—Esta es una alianza sorpresiva, Scott —dijo acercandose —. ¿Deucalion y tú?

—Y Selene —dije, dejando que mis ojos brillaran y extendiendo mis alas.

—Interesante —asintió, admirado—. ¿Cuánto tiempo llevas planeando esta... astuta traición? —no dejaba de apuntar con el arma.

—Espero que no intentes dispararle —gruñí, desafiándolo.

—Tanto como él y yo llevamos planeando esto —dijo Chris, acercándose y lanzándole el bastón a Scott, quien lo atrapó.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Gérard, mirando a su hijo.

—Cuando te traje de vuelta, sabía que no se trataría de salvar vidas, sino de inmortalizar la tuya —dijo su hijo, apuntando con el arma a su padre mientras se enfrentaban mutuamente. —Scott, ve.Ninguno se movió hasta que gritó —¡Ahora!

Corrimos lejos de allí, en busca de la bestia.
A medio camino dos detuvimos para poder orientarnos.

—Scott —Liam miró el bastón en sus manos —yo lo hago.

—Liam —dijo él con un tono de voz que denotaba que no era necesario.

—debo ser yo —continuó el beta —si me acercas lo suficiente puedo hacerlo —quiso tomar el bastón pero Scott lo alejó.

—no mataremos a tu mejor amigo —le prometió.

—eso me pertenece —dijo Sebastian acercándose a nosotros. —es una reliquia familiar, quiero que me la devuelvan.

—toda tuya, solo danos a Mason —lo miré demostrando que no tenía miedo y que mi palabra la cumpliría.

—desafortunadamente no sé cómo hacer eso —admitió pacíficamente —me beneficie por sus recuerdos pero, no me sirve tener un alter ego.

Los tres nos miramos, Scott y Liam se transformaron —¿la quieres? —le mostró el bastón —ve por ella.

Los ojos de Sebastian brillaron celeste al mismo tiempo que soltaba un gruñido.
Comenzamos a pelear con la Bestia, no era tarea fácil pero no nos dejaríamos vencer y recuperariamos a Mason cueste lo que cueste.

La batalla con la bestia había comenzado, y cada golpe resonaba con la intensidad de un trueno. Liam y Scott luchaban con todo lo que tenían, sus cuerpos y mentes concentrados en el combate. Yo también me uní a la pelea, lanzando golpes con todas mis fuerzas. Pero en un momento de distracción, la bestia me tomó, alzándome con facilidad. Sentí cómo el aire se escapaba de mis pulmones al ser levantada.

—Es tu chica, ¿cierto? —la bestia miró a Scott con una sonrisa cruel.

—¡Déjala! —gritó Scott, transformado en su forma de lobo, sus ojos llenos de furia.

—Sería una lástima que algo le pasara —la bestia acarició mi cabello con una suavidad perversa. Retuve la respiración, mi corazón latiendo con un miedo paralizante. Sentí como si el tiempo se detuviera, mi cuerpo rígido e incapaz de reaccionar. —Hace unas horas le perdoné la vida, pero ahora...

—No permitiré que le hagas daño —dijo Scott con una firmeza que me hizo estremecer—. Voy a protegerla.

No podía quedarme allí, indefensa. No otra vez. La voz de Scott resonó en mi mente, un recuerdo que surgió del fondo de mi memoria:

"—No soy fuerte —sollocé, mi voz temblando mientras me escondía en la seguridad de sus brazos y alas. —Soy débil.

—Claro que no —dijo Scott, su tono lleno de ternura y determinación. —Paralizarse de miedo es natural. A todos nos pasa, incluso a los más fuertes. No tienes que ser invulnerable para ser valiente."

Ese recuerdo encendió algo en mí. Sentí un calor recorrerme, como fuego que quemaba desde mi interior. Scott tenía razón; no tenía que ser invulnerable para enfrentar el miedo. Lo único que necesitaba era la voluntad de resistir, de luchar.

Con un grito de desafío, dejé que el poder que había estado reteniendo se desatara. Mi cuerpo se iluminó, mis alas extendiéndose en toda su envergadura mientras una energía ardiente fluía por mis venas. La bestia se estremeció, notando el cambio en mí.

—¡No soy débil! —grité, sintiendo el poder vibrar en cada palabra. Utilicé toda mi fuerza para liberarme del agarre de la bestia, enviando una oleada de energía hacia ella. El impacto fue lo suficientemente fuerte como para hacerla retroceder, soltándome en el proceso.

Caí al suelo, pero inmediatamente me levanté, con mis ojos brillando intensamente y mis alas vibrando con energía. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, ya no era una víctima. Era una guerrera, y junto a Scott, íbamos a ganar esta batalla.

Los tres nos miramos y corrimos para atacar a la bestia pero, al vernos golpeó con sus puños el suelo, todo retumbo haciéndonos caer hacia atrás por la ola expansiva que produjo los golpes.

La bestia se acercó a Scott pero quien lo tomó alzandolo fue Sebastian, ahorcando con una sola mano.

—eres fuerte, no cabe duda —dijo sereno mientras mi chico trataba de safarse.Me levanté tambaleandome por la contusión del golpe pero no importaba, solo quería ayudar a Scott. —pero ninguno pelea con instinto asesino. —Scott se quejó mientras el tipo aplicaba más fuerza en el agarre, pude oír sus huesos tronar —te mostraré como se ataca a la yugular.

Desesperada busqué una forma de ayudarlo, ya que yo no era opción, estaba afectada por el golpe. Mi mirada cayó en el bastón qué estaba tirado cerca de Liam. Lo miré haciéndole gestos disimuladamente para que lo tomara y aprovechará la distracción.
El besta se arrastró y lo tomó, desfundando la pica, al oír el sonido metálico, Sebastiano volteó a verlo.

—Liam, espera —dijo Scott con esfuerzo tratando de frenarlo —podemos salvar a Mason.

—¿y quién te salvará a ti? —preguntó Liam mirándolo aun en manos del francés. —Hannah apenas puede mantenerse en pie —me miró de reojo.

Sebastian miró a Scott divertido —¿Qué clase de hombres lobo son?

—¡No! —gritó Scott con la voz estrangulada al ver las intenciones de Liam.

Corrió hacia el tipo con intención de clavarsela pero él lo derrivo de un movimiento tira do lejos y sin soltar a Scott, a quien no dejaba de estrangular cada vez más fuerte.

—¡No! —grité, sintiendo el pánico apoderarse de mí mientras corría hacia Sebastian—. ¡Detente! No tienes que hacer esto.

Mis palabras resonaron en el aire, cargadas de desesperación. Intenté acercarme, mi corazón latiendo con fuerza, pero la mirada de Sebastian estaba llena de odio y determinación. Parecía imparable, completamente enfocado en su objetivo de destruir a Scott.

Él me ignoró y clavó sus garras en el cuello de Scott metiéndose en su cabeza, solo rezaba porque no terminará mal.

—Marie Jeanne —dijo conmocionado por lo que se que vió en la mente de mi chico, sacando sus garras y soltando a Scott.

Sebastian se quedó paralizado por un momento, sus ojos llenos de confusión y dolor. Parecía haber visto algo en la mente de Scott, algo que lo había desarmado por completo. Aproveché su vacilación para correr hacia el alfa, quien se desplomaba en el suelo, débil y tambaleante.

—¡Scott! —grité, arrodillándome a su lado mientras lo sostenía en mis brazos.

—Estoy... bien —murmuró, su voz apenas un susurro. Pero podía ver el agotamiento en su rostro y el peso de la batalla en sus ojos.

Lydia y Kira llegaron en ese momento —Mason —lo llamó la pelifresa.

El francés la volteó a ver y se acercó a ella amenazante. —creo que tienes que decirlo un poco más fuerte —sugirió Kira al ver el semblante amenazante con el que el tipo se acercaba a ellas.

Se transformó en la bestia listo para atacarlas sin piedad y temí por ellas. —¡Mason! —gritó como banshee, el nombre retumbando con fuerza por todo el lugar.

De repente la bestia se deshizo y en su lugar salió Mason, Cory que estaba como siempre camuflado salió a tiempo para abrazarlo.

La sombra de la bestia que aún estaba con vida intento huir pero Parrish convertido en Hellhound lo alcanzó, mientras él lo retenía, Scott fue por la pica y se la lanzó atravesando a la bestia y destruyendola.

Respiramos aliviados —¿están todos bien? —preguntó Scott.

—no todos —Theo apareció envuelto en electricidad listo para atacar.

Kira fue por su katana y usando sus habilidades de kitsune lo interceptó —las cambiantes tienen un mensaje para ti —dijo ella brillando sus ojos con determinación —"tu hermana quiere verte"

Clavó su espalda envuelta en electricidad en el suelo donde se abrió una grieta que llegó hasta la quimera y de allí salió una joven, parecía la niña del Aro. Alzó ma mirada y lo tomó arrastrandolo con ella —¡Scott ayúdame! —imploro mi chico no se movió. —¡Scott ayúdame! —suplicó aterrado. —¡Scott! ¡Scott! ¡ayúdame!

Finalmente se fue y el piso volvió a ser como era sin ninguna grieta, como si nada hubiera pasado.

La noche era silenciosa cuando regresamos a casa, con Mason a salvo y la bestia derrotada. El peso de la batalla se sentía en cada uno de nuestros pasos, pero había una calma en el aire ahora que el peligro había pasado.

Scott y yo habíamos decidido pasar por el hospital para recoger a Melody, quien había estado al cuidado de su abuela mientras enfrentábamos nuestros demonios. Ya en casa con la paz resurgiendo, nos preparamos para dormir.

Me coloqué el pantalón del pijama y, justo cuando iba a ponerme la remera, Scott me detuvo con una mano suave sobre mi brazo.

—Vamos a ponerte más ungüento —dijo, su voz llena de ternura.

Me acomodé en la cama, preparándome para el cuidado que sabía que me ofrecería. Scott se acercó con una mirada decidida y comenzó a tomar mis piernas con delicadeza. Se sentó y tiró de ellas hacia él hasta que nuestras posiciones se alinearon, un pequeño jadeo se escapó de mis labios al sentir el movimiento. Scott colocó mis piernas a cada lado de su cuerpo, adoptando una postura cómoda.

—¿Qué haces? —pregunté, riendo mientras me acomodaba.—Me pongo cómodo —respondió, guiñándome un ojo.

La situación me recordó a cuando yo le había curado las heridas que Theo le había hecho, un momento en el que había mostrado la misma paciencia y cuidado.Con movimientos suaves y meticulosos, Scott aplicó el ungüento, asegurándose de que me sintiera lo más cómoda posible. Su toque era reconfortante, y pude sentir el calor de su preocupación y cariño en cada aplicación del ungüento.
La casa estaba tranquila y el cansancio se hacía sentir en mi cuerpo mientras nos acomodábamos en la cama.

Scott, a mi lado, rompió el silencio con una sonrisa fatigada pero satisfecha. —Estuviste increíble en los túneles —dijo, su voz cargada de admiración.

Me recosté sobre la almohada, mirando las sombras danzantes en el techo. —No lo habría logrado sin ti —respondí, mi voz casi un susurro. —Tus palabras me ayudaron más de lo que te imaginas.

Recordaba vívidamente cada momento de la pelea, cada grito y cada golpe. La bestia había sido una fuerza imparable, pero Scott había estado allí, sus palabras un faro de luz en la oscuridad. Mientras la observaba, una mezcla de gratitud y amor llenaba mi corazón. Sabía que no solo era mi compañero en la batalla, sino mi ancla en medio de la tormenta.

Él se inclinó hacia mí, su mano tocando suavemente la mía. —A veces, creo que somos más fuertes juntos que separados —dijo, sus ojos reflejando el cansancio pero también una determinación inquebrantable.

Asentí, cerrando los ojos por un momento. —Sí, lo somos. No puedo imaginar enfrentar todo esto sin ti a mi lado.

El silencio volvió a instalarse, pero esta vez, era un silencio de paz. La batalla había terminado y nuestras familias estaban a salvo. Melody, con su risa contagiosa, pronto estaría corriendo por la casa, llenándola de vida y alegría.

Sonreí mientras me subía sobre Scott, sentándome en su pelvis. La cercanía me hacía sentir segura, una fortaleza que ahora se manifestaba en cada movimiento. —No soy débil —murmuré, mi voz cargada de certeza. —Ya no más.

Nuestros labios se encontraron en un beso profundo, un intercambio de emociones que iba más allá de las palabras. La intensidad de nuestros sentimientos se reflejaba en cada roce, en cada caricia. Sin embargo, el momento se mantenía tierno, lleno de una ternura que era un refugio en medio de la tormenta.

Scott, con una habilidad natural, me volteó suavemente, colocándome debajo de él. Sentí su peso sobre mí, un recordatorio constante de su presencia y apoyo. Lo abracé por el cuello con mis brazos y por la cintura con las piernas, disfrutando de sus besos en mi cuello, cada uno de ellos provocando una risa suave y sincera. Las cosquillas de sus labios me hacían sonreír, una sensación de alegría simple y pura.

Después de un rato, levantó la cabeza, mirándome a los ojos con una sonrisa que iluminaba su rostro cansado pero satisfecho. —Eres fuerte y no me cansaré de decírtelo —dijo con un tono lleno de admiración y cariño.

Mi corazón se llenó de calidez al escuchar sus palabras. Sabía que la batalla había sido dura, pero tener a Scott a mi lado me hacía sentir invencible. —Gracias —le respondí, mi voz cargada de gratitud. —Eso significa más de lo que puedes imaginar.

En ese momento, rodeada por su amor y apoyo, sentí que no había obstáculo que no pudiéramos superar juntos.

...

Cuando regresamos a la escuela todo se sintió diferente, como si estos meses separados no hubiera pasado. Eramos nosotros de nuevo y esperaba que no hubieran más monstruos con los que pelear en un tiempo.

Llegué a la biblioteca de la escuela con Lydia y Stiles, y el ambiente estaba lleno del murmullo característico de los estudiantes en medio de sus estudios. Mientras buscaba a Scott con la mirada, mi corazón se aceleró al encontrarlo en el segundo piso. Cuando nuestras miradas se encontraron, una sonrisa instantánea iluminó nuestros rostros.

Scott no tardó en bajar las escaleras, su rapidez reflejando el entusiasmo de volver a verme. Cuando llegó hasta donde estaba, me tomó de la cintura con un movimiento decidido y me giró en el aire. La risa se escapó de mis labios mientras lo abrazaba por el cuello, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío. Nuestros labios se encontraron en un beso que era tan breve como intenso, lleno de la emoción de nuestro reencuentro.

—Siento como si no nos hubiéramos visto en años y solo pasaron minutos — dijo Scott, sus ojos brillando con un amor sincero.

Me reí suavemente, sintiendo el alivio y la felicidad de tenerlo cerca. —Lo sé —le respondí mirándolo con ternura—es increíble cómo unos minutos pueden parecer una eternidad cuando estoy lejos de ti.

Nos separamos un poco, aún con las sonrisas en nuestros rostros, mientras Lydia y Stiles nos observaban con una mezcla de diversión y complicidad. Scott me tomó de la mano, y juntos nos dirigimos a la mesa donde los chicos nos esperaban , listos para disfrutar de nuestro tiempo juntos, rodeados de libros y una sensación de normalidad que contrastaba con el tumulto de nuestras vidas.

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