Capítulo ciento cuarenta "Soy débil"
Después de haberme puesto el pijama y acomodado para dormir, me sumí en un sueño profundo, acompañada por el reconfortante sonido de la respiración tranquila de Scott y Melody a mi lado. A la mañana siguiente, me desperté con los primeros rayos de sol que se filtraban por la ventana. Me volteé para mirar a Scott, quien aún dormía profundamente. Con cuidado, levanté la musculosa que usaba para dormir y suspiré aliviada al ver su piel intacta. No había rastro alguno de las heridas que había sufrido la noche anterior. Acomodé su ropa y dejé un suave beso en sus labios, agradeciendo en silencio por su rápida recuperación.
Luego, me volteé hacia Melody, que aún dormía plácidamente. Me acerqué a revisar la herida que había recibido en el ataque. Afortunadamente, estaba mejorando considerablemente, lo que me dejó más tranquila. Dejé un beso en su frente, sintiendo una mezcla de alivio y cariño. Con cuidado de no despertarlos, me levanté de la cama.
Mientras me apartaba de la cama, Melody, como si sintiera mi ausencia, se movió para acomodarse más cerca de su padre. La escena me hizo sonreír, era evidente que la conexión entre ellos era muy fuerte. Me vestí rápidamente y salí de la habitación, con la intención de unirme a los demás en la cocina.
Al bajar las escaleras, escuché voces provenientes de la cocina. Malia, Lydia, Stiles, Liam, y Kira estaban reunidos allí, discutiendo algo con seriedad. Al parecer, el tema principal era Mason y la situación con la Bestia. Me acerqué a ellos, intentando no interrumpir.
—Buenos días —saludé con una sonrisa mientras entraba en la cocina.
—Buenos días —respondieron al unísono.
Me senté en la mesa, pero al hacerlo, no pude evitar hacer una mueca de dolor. Stiles, siempre perceptivo, no perdió la oportunidad de bromear.
—¿Qué pasó? ¿Tuviste una noche alocada con Scott? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—Ojalá —respondí con un suspiro sarcástico, levantando el buzo lo suficiente como para mostrarles el enorme moretón en mi costado—. Es un souvenir de Mason, bueno, de la Bestia.
Kira hizo una mueca de empatía al ver el moretón.
—Eso debe doler —comentó, preocupada.
—Como el infierno —asentí, tratando de restarle importancia.
En ese momento, Malia, que estaba a mi lado, notó algo más en mi piel.
—¿Y ese tatuaje? —preguntó señalando mi costado.
Dudé un segundo antes de responder, pero al final decidí ser honesta.
—Me lo hice por Scott —admití—. Es un lobo aullándole a la luna.
Lydia, siempre curiosa, se inclinó un poco para ver mejor.
—¿Y qué significa eso que está debajo? —preguntó, señalando las letras en griego que adornaban la parte inferior del tatuaje.
—Eternidad —expliqué—. Está en griego.
La conversación tomó un giro más serio cuando Lydia preguntó por Melody.
—Han, ¿cómo está Melody? —inquirió con preocupación.
—Está bien —asentí—. Su herida está sanando. Realmente creí que… —no pude terminar la frase, pero el peso de lo que no dije quedó en el aire.
Stiles, siempre siendo el hermano protector, se acercó para abrazarme, dándome un reconfortante apretón en el hombro.
—Por suerte, ella es una pequeña fuerte —dijo con convicción.
Me apoyé en su hombro, sintiendo una mezcla de gratitud y alivio.
—Sí, lo es —murmuré—. No saben lo mucho que sufrió ayer, y yo… yo estaba desesperada porque no podía quitarle el dolor.
Stiles me recordó suavemente—. Pero pudiste.
Asentí, pero antes de que la conversación pudiera volverse demasiado emocional, decidí cambiar de tema.
—Cambiando de tema, ¿de qué estaban hablando? —pregunté, queriendo saber en qué estaban trabajando.
Malia, siempre directa, fue la primera en hablar.
—Mi madre, la loba del desierto, agregó a Stiles a su lista de muerte —explicó con seriedad.
Mi expresión cambió a una mezcla de incredulidad y preocupación mientras miraba a mi hermano.
—¡Stiles! ¿Qué hiciste ahora? —lo miré con ojos entrecerrados.
—¡Nada! —se defendió rápidamente, levantando las manos en señal de inocencia—. ¿Podemos seguir con lo que nos concierne? —antes de que Malia pudiera protestar, añadió—. Que no involucre el hecho de que soy la nueva presa de tu madre.
Malia guardó silencio, aceptando a regañadientes el cambio de tema. Stiles aprovechó para retomar la conversación.
—Papá emitió un boletín —dijo, mirando a las chicas—. Está buscando a Mason.
—¿De un chico de dieciséis años? —preguntó Kira, sorprendida.
Stiles respondió con sarcasmo—. Le recomendé que fuera por un hombre lobo enfurecido de tres metros.
Antes de que la conversación pudiera continuar, Liam intervino con una preocupación genuina en su voz.
—Puede que no sea él —todos nos volvimos para mirarlo, sabiendo que él era el mejor amigo de Mason—. Pero Hayden lo busca en la escuela.
Malia, siempre dispuesta a la acción, propuso—. Puedo revisar el bosque.
Yo, no queriendo quedarme atrás, añadí—. Y yo puedo buscar desde las alturas.
Scott entró en la cocina en ese momento, su presencia siempre tranquilizadora.
—Y mi mamá puede buscar en los hospitales del condado —dijo, mostrando su determinación—. Podemos encontrarlo.
Liam, ansioso por respuestas, preguntó—. ¿Y qué pasa entonces?
Scott lo miró con seriedad—. Encontramos cómo salvarlo.
Lydia, siempre la estratega, preguntó—. ¿Dónde más buscamos?
Fue entonces cuando Scott volteó a ver a Cory, el mejor amigo de Mason. Lo tomó con firmeza, usando su fuerza para hacerlo aparecer.
—¡Esperen! No es mi culpa —dijo Cory, asustado—. Ellos se lo llevaron.
Todos nos inclinamos hacia él, buscando respuestas.
—¿Quiénes? —preguntó Scott con un tono que mezclaba autoridad y desesperación.
Cory tragó saliva, temblando ligeramente antes de responder—. Los doctores del miedo —admitió finalmente.
El nombre cayó como una bomba en la habitación. Sabíamos que los doctores del miedo eran implacables, y si Mason estaba en sus manos, las cosas se complicaban aún más.
Un silencio tenso se apoderó de la cocina mientras asimilábamos la gravedad de la situación. Scott miró a cada uno de nosotros, su rostro reflejaba la mezcla de preocupación y determinación que todos sentíamos. Sabíamos que el tiempo estaba en nuestra contra, pero no estábamos dispuestos a rendirnos.
—Entonces, no hay tiempo que perder —dije finalmente, rompiendo el silencio—. Vamos a salvar a Mason.
Nos dirigimos hacia la salida, listos para enfrentar lo que nos esperaba afuera, pero antes de salir, me detuve y giré hacia las escaleras.
—Melody —murmuré, recordando que no la habíamos despertado aún.
Justo cuando me disponía a subir, Stiles, con su sentido del humor inigualable, lanzó una pregunta que me hizo reír.
—¿Tenías que embarazarte? —preguntó con una mezcla de burla y cariño.
—La culpa es de Scott —respondí riendo mientras comenzaba a subir las escaleras.
Scott, que estaba justo detrás de mí, no tardó en añadir su comentario. —Hacer un hijo es trabajo de dos —dijo, divertido.
Me detuve a mitad de camino y giré para mirarlo, con una sonrisa en los labios. —De todas formas, no me arrepiento —confesé con sinceridad, pero luego añadí, pensativa—. Pensándolo bien, no repetiría el parto.
Scott soltó una carcajada y Stiles se unió a él, pero ambos sabían que, a pesar del dolor y la dificultad, no cambiaría nada de lo que habíamos vivido juntos.
...
Salimos de la casa y nos subimos al jeep de Stiles. Melody se acomodó en el asiento trasero, y yo me giré para mirarla mientras mi hermano arrancaba el motor.
—Recuerda, cariño —le dije con suavidad—, si te duele la herida o te sientes mal, le dices a la maestra que me llame o que llame a papi, ¿sí?
Melody asintió con una sonrisa pequeña, aunque noté un destello de preocupación en sus ojos.
—Lo haré, mami. Pero creo que estaré bien —respondió con valentía.
Le sonreí con ternura, tratando de transmitirle seguridad. —Lo sé, amor. Eres muy valiente, pero quiero que sepas que no estás sola. Estamos aquí para ti.
Stiles, que estaba escuchando nuestra conversación, miró por el espejo retrovisor y añadió con una sonrisa tranquilizadora —Y si necesitas algo, no dudes en pedírselo a tu tío Stiles, ¿de acuerdo?
La pequela soltó una risita ligera. —Está bien, tío Mischief. Gracias.
El resto del viaje transcurrió en silencio mientras nos dirigíamos hacia la escuela. El jeep avanzaba por las calles tranquilas, y yo no podía evitar sentir una mezcla de emociones; quería que Melody se sintiera segura, pero también sabía que, después de todo lo que había pasado, sería difícil no preocuparse.
Cuando llegamos a la escuela, me giré nuevamente hacia Melody y le di un beso en la frente antes de que bajara del jeep.
—Pórtate bien y no olvides lo que te dije, ¿de acuerdo? —le recordé.
—Lo prometo, mami —respondió ella, dándome un abrazo rápido antes de salir.
La vi caminar hacia la entrada de la escuela, su mochila colgando de un hombro. Justo antes de entrar, se giró y nos saludó con la mano. Le devolví el saludo, deseando que todo saliera bien.
—Ella es fuerte, Han. Estará bien —dijo Stiles mientras la veía entrar al edificio.
Asentí, tomando una respiración profunda para calmar mis nervios. —Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme.
—Es natural —dijo él, poniéndome una mano en el hombro—. Ahora vamos a concentrarnos en encontrar a Mason y resolver todo esto.
—Sí, tienes razón —asentí con determinación—. Vamos.
Stiles y yo nos dirigimos a nuestra escuela. Al llegar, bajé y me adentré en el edificio, decidida a encontrar a Scott. No tardé mucho en divisarlo en los pasillos, conversando con Liam. Una idea traviesa apareció en mi cabeza, y me acerqué sigilosamente por detrás. Poniéndome de puntas, tapé los ojos de Scott con mis manos.
—¿Quién soy? —pregunté, imitando una voz diferente, intentando sonar como cualquier persona menos yo.
Él se quedó en silencio por un segundo, claramente divertido, antes de responder con una sonrisa en la voz. —¿Es esto un truco? —bromeó, intentando no reír—. Porque si lo es, eres terrible escondiéndote, Han.
Solté una risa y quité mis manos de sus ojos, dejándole ver mi sonrisa. —Tenías que arruinarlo, ¿verdad? —dije fingiendo estar molesta, aunque no pude evitar sonreír.
Liam nos miró con una sonrisa en su rostro y sacudió la cabeza. —Siempre tan sutiles ustedes dos.
Scott se giró hacia mí, tomando mi mano y entrelazando sus dedos con los míos. —Lo siento, amor, pero te reconozco en cualquier parte. —Se inclinó para dejar un suave y tierno beso en mis labios.
—Bueno, tendré que pensar en otro plan para sorprenderte la próxima vez —bromeé, inclinándome ligeramente hacia él.
—Voy a tener que estar más alerta, entonces —respondió, devolviéndome la sonrisa mientras mantenía mi mano entre las suyas.
El rubio, que nos observaba, no pudo evitar reírse. —Definitivamente voy a dejar que ustedes dos tengan su momento.
—No, no te vayas —dije, deteniéndolo —. Necesito saber si hay novedades.
Scott me miró, volviendo a ponerse serio. —bueno, respecto a eso...
Me contó cual era su brillante plan, la verdad no podía creerlo lo que estaba escuchando.
—Es un terrible plan —opiné cuando me contó lo que haríamos.
Scott se volvió hacia mí, un poco frustrado. —En este momento, necesitamos a todos los que podamos de nuestro lado.
Liam, asintió con seriedad. —Ella tiene razón, Scott. No es buena idea. De hecho, es lo más estúpido que se nos ha ocurrido hasta el momento.
—Escucha a nuestro hijo ilegitimo —dije con una sonrisa divertida, mirando al beta.
—Oye, no soy el único que piensa así —respondió, girando hacia Scott. —Esto podría salir muy mal.
Scott frunció el ceño y luego suspiró. —Lo sé, pero estamos limitados en cuanto a opciones. Necesitamos intentar todo lo posible para encontrar a Mason.
—No digo que no debamos hacer nada, solo que deberíamos tener un plan más sólido —dije, cruzando los brazos.
—Estamos improvisando, lo admito —dijo mi chico, dándole un vistazo a Liam. —Pero, si no intentamos, no sabremos si funciona.
—Sí, pero aliarnos con Theo... ¿Se te quemaron las neuronas? —pregunté, mirándolo con incredulidad. —No hace falta recordarte lo mucho que lo odiamos, ¿o sí?
Scott se quedó en silencio por un momento, claramente molesto por mi comentario. —Lo sé, no me gusta la idea de hacerlo tampoco, pero en este momento, necesitamos todas las manos disponibles.
—Lo entiendo, pero eso no cambia el hecho de que Theo es un peligro para todos nosotros —dije, cruzando los brazos con firmeza. —Y si lo involucramos, podríamos estar creando un problema aún mayor.
—Estoy de acuerdo con Hannah —opinó Liam, mirando a su alfa con seriedad—. Tampoco confío en Theo, y tengo el presentimiento de que esto acabará mal.
Scott frunció el ceño. —Entiendo tus preocupaciones, pero estamos en una encrucijada. Necesitamos toda la ayuda posible, incluso si eso significa recurrir a Theo.
—Es un riesgo enorme —continuó el rubio—. Pero si creemos que puede darnos la ventaja que necesitamos, entonces debemos estar preparados para manejar cualquier consecuencia.
—Entonces, ¿cómo lo manejamos? —pregunté—. Si vamos a hacer esto, debemos asegurarnos de que Theo no tenga la oportunidad de hacernos daño.
Scott asintió lentamente. —Lo haremos bajo estrictas medidas de seguridad. No lo dejaremos acercarse a ninguno de ustedes sin supervisión.—Y si trata de jugar sucio, nos aseguraremos de estar listos —añadió Liam, con determinación.
—Bien —dije, mirando a Scott—. Solo asegúrate de que mantenernos a Melody y a nosotros a salvo. Si Theo cruza la línea, no dudaré en enfrentarlo.
Llegamos a los vestuarios y abrimos la puerta, encontrándonos con Theo y Tracy ya allí, sus miradas fijas en nosotros, especialmente en mí.
—Hola, Hannah, tanto tiempo —dijo Theo, una sonrisa arrogante curvando sus labios—. ¿Vienes por otro beso? —bromeó, claramente disfrutando de la provocación.
Antes de que pudiera responder, Scott soltó un bajo gruñido, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y protección. —Intenta besarla otra vez y Mason será el menor de tus problemas —advirtió, su tono mortalmente serio.
Liam, entendiendo la gravedad del momento, se movió rápidamente y se colocó delante de mí, actuando como un escudo humano.
Fruncí el ceño y rodé los ojos ante el gesto. —Oye, no necesito guardaespaldas —protesté, intentando apartarlo suavemente, aunque agradecía su intención.
—No es por ti, es por él —murmuró Liam, sin moverse un centímetro, manteniéndose firme frente a Theo.
La quimera soltó una risa burlona, claramente disfrutando de la tensión que había creado. —Qué adorable, todos protegiendo a la chica. Pero no te preocupes, Hannah, no tengo intención de besarte... hoy.
—Ya basta, Theo —dije con firmeza, mientras intentaba mantener la calma—. Estamos aquí por Mason, no para escuchar tus estupideces.
—Les dije que terminaríamos en el mismo bando —comentó Theo con un aire de autosuficiencia después de haber explicado la razón por la que estábamos allí.
Liam, claramente irritado por la actitud de él, no se contuvo. —¿Qué tal si te golpeo para recordarte que no? —dijo, su voz cargada de desdén.
—Pagaría por ver eso —comenté divertida, sonriendo mientras me acercaba a Liam y lo abrazaba. —Es más, amaría ver cómo mi pequeño te deforma la cara.
Theo, en lugar de molestarse, soltó una risa que hizo eco en el vestuario. —Qué interesante, Hannah. Parece que te divierte la idea de que Liam aquí se convierta en el héroe.
—No es solo diversión —respondí con una sonrisa—. Es una forma de lidiar con personas como tú.
El beta, aún manteniéndose en una postura protectora, soltó una ligera risa. —No es solo un acto, Theo. Si es necesario, estamos listos para hacerlo realidad.
—Amo a este chico —dijo la quimera, sonriendo ampliamente hacia Liam.
Miré a ambos y una idea loca pasó por mi mente: harían una bonita pareja.
Tracy, con una expresión de desdén, comentó—Yo no.
—Sabemos que no estás de nuestro lado —dijo Scott aparentando tranquilidad —. Dijiste que ayudarías a Lydia, pero te fuiste de Eichen con algo más.
—La máscara —afirmó Theo. —¿Eso es lo que te preocupa?
—¿La usaste? —preguntó mi chico. No hizo falta una respuesta verbal, todo lo que necesitábamos saber estaba en la expresión de Theo. —¿A quién viste?
—No a Mason —sonrió.
—¿Eso qué significa? —pregunté, confundida. —¿No es él?
—Tal vez es una causa perdida, ¿no creen? —intervino Tracy con una expresión de indiferencia.
—Todos queremos lo mismo —dijo Theo—. Recuperar a Mason.
—Sí, pero nosotros lo queremos recuperar vivo —especificó Scott.
—Refresca mi memoria, ¿no fue él el que hirió a tu cachorrita? —preguntó, con una sonrisa sardónica.
—No estoy molesto con él por eso, ni siquiera sabe que lo hizo —dijo Scott, con un tono de calma controlada.
—¿Vas a colaborar o no? —inquirí, fastidiada.
—Bueno, puedo ceder con algo —dijo, acercándose a nosotros—. ¿Aún tienen el mapa de las corrientes telúricas?
Nos miramos entre nosotros antes de que Scott asintiera.
—Llévenlo al quirófano en dos horas —dijo él, su tono indicando que estaba dispuesto a cooperar a su manera.
Salimos de los vestuarios, y Liam preguntó —¿Qué tan desesperados?
—Increíblemente —respondió Scott, su voz cargada de preocupación.
El peso de la situación era evidente mientras nos dirigíamos hacia la siguiente etapa de nuestra búsqueda.
...
A las dos horas fuimos al quirofano donde quedamos con Theo. Seguía pensando que esta era una muy mala idea pero también sabía que era necesario.
—Lo llamaban "der Soldat"—dijo Theo apenas cruzamos la puerta, su voz resonando en el silencio del quirófano. Estaba de pie junto a una cápsula vacía, lo suficientemente grande como para albergar a una persona. Sus ojos se fijaron en nosotros, midiendo nuestras reacciones.—El soldado, en alemán —tradujo para nosotros, como si el significado no fuera obvio.—Estoy seguro de que peleó en la Segunda Guerra Mundial —continuó, girando para mirarnos directamente.
Scott frunció el ceño, su expresión endureciéndose mientras procesaba la información.—Era un nazi —afirmó con un tono grave.
—Y un hombre lobo alfa —agregó Theo, como si eso no fuera ya lo suficientemente aterrador. —Los Doctores del Miedo han estado prolongando sus vidas durante décadas. De hecho, puede que más.
—¿Qué edad tienen? —pregunté, la curiosidad y el temor mezclándose en mi voz.
El castaño se encogió de hombros, como si la edad de un monstruo inmortal no fuera relevante.—Quién sabe. Pero a donde van, él va también.
Scott cruzó los brazos, la preocupación marcando su frente.—¿Y cómo lo encontramos?
La quimera sonrió, pero no era una sonrisa amigable. —Mantenerlo vivo requiere unas condiciones muy especiales. Debe haber una fuente de poder, y debe estar subterránea sobre una...
—...una corriente telúrica —terminó Scott, sacando un mapa y tendiéndoselo.
Theo lo tomó, estudiándolo con cuidado.—¿Vamos de excursión? —preguntó, esbozando una pequeña sonrisa mientras nos miraba.
Justo cuando estaba a punto de responder, sentí un pinchazo agudo en mi costado. El dolor me tomó por sorpresa y jadeé, llevándome una mano al lugar donde sabía que tenía un moretón.
—Han, ¿qué ocurre? —preguntó mi chico, su voz llena de preocupación.
Sacudí la cabeza, intentando mantener la compostura.
—Nada, estoy bien, amor —mentí, forzando una sonrisa. No quería preocuparlo más de lo necesario.
Theo, que no dejaba pasar una, alzó una ceja.—No te ves bien —opinó, claramente escéptico.
No pude evitar rodar los ojos y responder con un tono agudo.—Nadie pidió tu opinión.
Liam, que parecía dispuesto a aligerar el ambiente, soltó una risita y murmuró.—Sangre sucia inmunda.
Le choqué los cinco, agradecida por el intento de alivianar la situación.
—¿Qué? —preguntaron ambos chicos al unísono, confusos.
Liam y yo compartimos una sonrisa cómplice antes de responder.
—Muggles —respondí, devolviéndole una mirada traviesa.
La tensión disminuyó por un momento, pero el dolor en mi costado seguía ahí, recordándome que el peligro no se había ido. Sabía que Scott no dejaría esto pasar tan fácilmente, y que en algún momento tendría que enfrentar la realidad de mi herida.
Salimos del quirófano y, como era de esperarse, Scott no tardó en mostrar su preocupación.
—Vamos a que Deaton te revise el moretón —dijo, con una firmeza que no dejaba lugar a discusión.
Suspiré, sabiendo que no tenía sentido discutir con él cuando se ponía así.—Scottie, estoy bien, solo fue un golpe —intenté minimizarlo, pero su mirada seria me hizo callar.
—No quiero correr riesgos, Han. Sabemos lo que esa bestia puede hacer, y no voy a dejar que te pase nada —respondió, su tono suave pero decidido.
Al ver que no había manera de convencerlo, finalmente cedí, aunque un poco a regañadientes.—Está bien, iremos con Deaton. Pero después de eso, seguimos con el plan, ¿de acuerdo?
Él asintió, aliviado de que aceptara. Sentí su mano apretar la mía, un gesto reconfortante en medio de todo el caos.
Un rato después llegamos a la clínica veterinaria.
Deaton me revisó minuciosamente, su rostro impasible mientras evaluaba el moretón en mi costado. Después de unos minutos, asintió para sí mismo y se giró hacia Scott, entregándole un pequeño frasco de ungüento.
—Esto ayudará a reducir la inflamación y el dolor —dijo Deaton con su tono calmado de siempre—. Aplícalo dos veces al día, y debería mejorar en unos días.
Scott tomó el frasco con un gesto de gratitud, luego me miró, preocupado.
—Vamos a ponértelo ahora —dijo, con una mezcla de ternura y determinación en su voz.
Asentí, sin ánimo de discutir. Me senté en la camilla mientras él destapaba el frasco y comenzaba a aplicar el ungüento sobre el moretón. El ungüento tenía un olor herbal, y al contacto con mi piel, sentí un alivio inmediato al frescor que emanaba.
Scott trabajaba con cuidado, sus manos cálidas y suaves al masajear la zona afectada. Mientras lo hacía, me miró a los ojos, transmitiendo más que solo cuidado físico.
—Te vas a poner bien, Annieh —dijo en voz baja—. No voy a dejar que nada te pase.
—Lo sé, Cariño—le respondí, sonriendo levemente—. Gracias por cuidarme.
—Siempre —respondió con firmeza, inclinándose para dejar un suave beso en mi frente.
Cuando terminó, sentí que el dolor había disminuido considerablemente. Aunque seguía preocupada por lo que teníamos que enfrentar, tener a Scott a mi lado hacía que todo fuera un poco más fácil de soportar.
Scott se lavó las manos con cuidado y guardó el ungüento en su bolso, asegurándose de que estuviera bien cerrado. Luego, se acercó a mí nuevamente, su preocupación todavía visible en su rostro.
Sin decir una palabra, tomé su rostro entre mis manos, acercándolo más hacia mí. Sentí la tensión en sus músculos relajarse al contacto de mis dedos. Scott se acomodó entre mis piernas, sus manos descansando suavemente en mis caderas.
Nuestros ojos se encontraron por un instante, y en ese momento, no hubo necesidad de palabras. Nos entendíamos perfectamente. Lentamente, uní nuestros labios en un beso, suave al principio, pero que fue profundizándose con cada segundo que pasaba. El mundo exterior desapareció mientras nos sumergíamos en la calidez y la seguridad que siempre encontrábamos el uno en el otro.
Era un recordatorio de que, a pesar de todo lo que habíamos pasado y lo que aún nos quedaba por enfrentar, teníamos este momento. Y por ahora, eso era suficiente.
—Mmm... no creo que lo que buscamos esté en la boca de Hannah —comentó Liam, su tono sarcástico haciendo que nos separemos. —O en la de Scott —agregó, estremeciéndose visiblemente.
Me reí mientras bajaba de la camilla, dándole un suave empujón en el hombro. —Solo es un besito, no exageres. Fácilmente podrías ser el hermano de Melody.
Liam puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír. —Bueno, "mamá", "papá", tenemos que irnos —dijo, su tono divertido mientras nos miraba.
Scott soltó una pequeña risa y me tomó de la mano, tirando suavemente de mí hacia la puerta. —Vamos, antes de que Liam decida adoptar más de nuestros hábitos, o peor, trate de darnos consejos de pareja.
—Sí, sí, no quiero terminar tan cursi como ustedes —replicó Liam mientras nos seguía, pero su sonrisa traicionaba cualquier intento de parecer serio.
Salimos juntos, listos para enfrentar lo que viniera, pero no sin un último toque de humor que siempre parecía acompañarnos.
Antes de ir con Theo, Scott y yo pasamos a buscar a Melody a la escuela. La pequeña salió corriendo hacia nosotros con una sonrisa en el rostro, y después de un rápido abrazo, la subimos al auto. Nos dirigimos a la estación de policía, donde sabíamos que estaría segura con mi padre.
Cuando llegamos, encontramos a Lydia y Stiles en la oficina del sheriff. Le expliqué rápidamente la situación a mi padre, y luego me acerqué a Stiles, que estaba bromeando con Lydia sobre alguna tontería.
—No le quites un ojo de encima —le advertí a mi hermano mientras entregaba a Melody a su cuidado.
—Sí, claro —respondió Stiles, con su característico tono sarcástico—. Y con el otro me aseguro de que la loba del desierto no me despedace —agregó, refiriéndose a la madre de Malia.
Lydia soltó una risa y le dio un ligero codazo a Stiles. —No te preocupes, Mel estará bien con nosotros —dijo ella, sonriendo tranquilizadora.
Antes de irnos, me tomé un momento para revisar la herida de Melody. Al levantar un poco su camiseta y la venda, noté con alivio que la herida había mejorado considerablemente. El enrojecimiento había disminuido y la piel empezaba a sanar bien.
—Parece que te estás recuperando rápido, mi amor —le dije con una sonrisa, mientras acariciaba suavemente su cabello.
—¿De verdad, mami? —preguntó ella, con un brillo de orgullo en sus ojos.
—Sí, cariño. Pronto estarás como nueva —le aseguré, sintiéndome más tranquila.
Scott se inclinó hacia Melody, dándole un suave beso en la frente. —Eres muy fuerte, igual que tu mamá.
Nuestra hija sonrió ampliamente, feliz de escuchar esas palabras. —Gracias, papi.
Después de asegurarnos de que estaba bien, finalmente nos despedimos y dejamos a Melody con Stiles, Lydia, y mi padre. Aunque me sentía más tranquila sabiendo que estaba mejor, no podía evitar sentir la urgencia de resolver todo lo que teníamos pendiente.
Le di un beso en la frente. —Pórtate bien, pequeña. Volveremos pronto.
—Lo prometo, mami —respondió ella, abrazándome una última vez antes de quedarse con los demás.
Scott y yo nos miramos, listos para lo que venía. Sabíamos que podíamos confiar en ellos para cuidar a Melody mientras enfrentábamos lo que fuera necesario.
...
En la noche, los cuatro estábamos en el bosque, iniciando la búsqueda de Mason.
—¿Dónde está? —preguntó Scott, mirando alrededor con cautela.
—Pensé que lo estábamos buscando —respondió Theo, con una leve sonrisa de superioridad.
—Sabes a qué se refiere —comenté, sintiendo la frustración por la falta de respuestas claras.
—¿Deucalion? —preguntó, aunque el tono de su voz era en parte una provocación.
—No deberías confiar en él —advirtió el alfa.
—Tú eres el que lo dejó con vida —le recordó Theo, desafiándolo.
—No soy un asesino —replicó Scott con firmeza.
Theo rió ante la respuesta, pero me miró a mí y dijo —Pero Hannah sí, ¿verdad?
—Púdrete —gruñí, tratando de mantener la compostura. —Sabes muy bien que no lo soy.
—Está bien, ni tú ni el santo a tu lado —dijo, mirando a Scott con una mezcla de desdén y diversión. —Pero crees que puedes hacer todo esto sin matar a nadie.
—No dije eso —respondió Scott, visiblemente molesto.
En ese momento, Liam se detuvo unos pasos detrásde nosotros, mirando el suelo con atención.—Estamos cerca —dijo él, su tono indicaba que había encontrado algo importante.
—Tienes su aroma —confirmó Scott, buscando señales de lo que Liam había percibido.
Theo miró al rubio con curiosidad. —¿Por dónde?
Los tres nos miramos, sabiendo que no podíamos confiar completamente en Theo.
Él lo notó y se quejó —¿Creen que me pueden dejar atrás?
—Liam —dijo Scott, notando la postura de su amigo, que no estaba listo para moverse.
—Él quiere matarlo —dijo el beta, clarificando la intención del castaño.
—Solo quiero su poder —admitió Theo, mostrando su verdadera motivación. —¿Quieren pelear contra alguien que quiere matar a Mason? Peleen con Parrish.
—¿A quién viste cuando usaste la máscara? —preguntó Liam, insistiendo en respuestas claras.
—Ya les dije, no vi a Mason —respondió la quimera, frustrado.
—¿A quién viste? —demandé, exasperada.
—A un hombre muriendo en la nieve —admitió Theo, con un tono sombrío. —Empalado con una lanza.
—Con una pica —dijo Scott, recordando lo que Lydia les había contado sobre la visión de la pica.
—Sí —confirmé, recordando vagamente la historia.
—Los tres saben qué significa —dijo Theo. —Ya no hay tiempo. —Miró a Liam. —¿Dónde está, Liam? ¿En qué dirección?
El rubio vaciló un momento antes de señalar una dirección. —Por aquí —dijo, avanzando para guiarnos.
Seguimos su indicación a través del bosque hasta llegar a una pequeña casita de madera. Scott detuvo a Liam antes de que pudiera abrir la puerta, apoyando una mano en su hombro.
—Escucha —dijo, instando a todos a prestar atención.
Liam se detuvo y escuchó por un momento. —Es él —confirmó, abriendo la puerta con cuidado.
Entramos y caminamos por el lugar buscando a nuestro amigo.
—¡Mason! —lo llamó el beta en un susurro.
encontramos a Mason en el suelo cerca de una de las cápsulas. Esta tenía un líquido verde dentro y una aguja en la nuca de Mason, que estaba siendo conectado a la cápsula.
—Mason —murmuró Liam, corriendo hacia su amigo.
—Scott —llamé, señalando la cápsula con el hombre dentro. —Está conectado a él —dije, con preocupación.
Scott se acercó para examinar la aguja incrustada en la nuca de Mason.
—¿Qué es esta cosa? —preguntó Liam, con preocupación en la voz dirigiendo su mirada al castaño junto a mí.
—No lo sé —respondió Theo, con frustración.
—Liam —gimió Mason, su voz llena de angustia—. Puedo sentirlo, está en mi cabeza.
—No te muevas —dijo él, intentando mantener a su amigo lo más quieto posible.
—Cuidado —advirtió Scott al ver cómo la aguja se movía ligeramente.
—¿Qué le están haciendo? —inquirí, angustiada.
—¡No lo sé! —repitió Theo, su frustración evidente.
—Concentremonos, por favor —dijo el alfa, dirigiéndose a Theo y a mí—. Mason, te sacaremos de aquí.
Scott me miró, y asintiendo, me acerqué a Liam para ayudar a mantener a Mason inmóvil.
—Mantengánlo quieto —dijo, mientras se ponía en posición para retirar la aguja—. Ahora, intentaré sacar esto. —Miró a Mason—. Dime si te duele.
Scott se acercó a la aguja y, con cuidado, la tomó en sus manos. Cuando la movió, Mason soltó un grito de dolor.
—¡Me duele! —se quejó, su voz llena de sufrimiento—. Me duele mucho.
Mi chico nos miró, preocupado—. Casi no lo moví.
De repente, un ruido metálico nos hizo girar. Miramos a Theo, que lentamente se dio la vuelta. Uno de los doctores del miedo estaba allí, observándonos con una expresión fría y calculadora a través de su máscara.
—Scott —murmuré, asustada.
—Tranquila —dijo Scott, intentando calmarme.
Scott y yo estábamos juntos, avanzando con cautela hacia Theo mientras manteníamos nuestra atención fija en los doctores del miedo. La atmósfera era tensa, el aire cargado de una inquietud palpable.
—Querían que viniéramos —dijo Theo, con una voz que dejaba claro que ya sabía lo que nos esperaba.De repente, apareció otro doctor. Este tenía un bastón, y sus movimientos eran calculados, casi ceremoniales.
Scott se volvió hacia Liam —Liam, intenta quitar eso del cuello de Mason —dijo Scott, sin apartar la vista del doctor—. Han, ayúdalo.
Asentí rápidamente y me dirigí a donde Liam estaba tratando de mantener a Mason inmóvil. En ese momento, apareció un tercer doctor. La tensión se intensificó aún más.
—Theo —dijo el doctor, con voz autoritaria—. Theo Reaken.
—Vendrá con nosotros —dijo él, firme en su decisión.
—Eres un fracaso —siguió el doctor con frialdad—. Theo Reaken.
—No soy un fracaso —replicó, aunque su tono era vacilante.
—Liam, Hannah —dijo Mason, con un esfuerzo evidente—. Salgan de aquí, váyanse.
Liam y yo tratamos de hacer lo posible por ayudar a Mason, pero la situación era cada vez más desesperada. Los doctores seguían hablando, sus palabras se sentían como cuchillos afilados.
—Theo, quieren afectarte —advirtió Scott—. Si esto es lo que quieren, no se los des. No podemos vencerlos.
—La marca de un verdadero fracaso —dijo el tipo —. Repetir el mismo error una y otra vez.
La quimera miró a Scott con una mezcla de enojo y desesperación—. Nos llevaremos a Mason. —De repente, se transformó en hombre coyote—. Y luego tomaré lo que es mío. —Rugió con fuerza—. ¡Déjalo ir!
—Te crees privilegiado y eres narcisista, típico de tu generación —dijo el doctor, con una sonrisa fría—. En eso eres un éxito absoluto.
—Liam —murmuré, señalando la cosa en la nuca de Mason con la mirada. Liam asintió y se acercó, tomando la aguja con determinación. Con un tirón, la aguja se movió, y Mason gritó de dolor.
Liam se apartó, sudoroso y frustrado. —Scott, no podemos sacarlo —dijo, volviendo su mirada hacia el alfa—. No sabemos qué hacer.
Scott se acercó, su rostro tenso. —Pero tu fracaso nos enseñó una cosa —dijo el doctor del miedo, jurando que bajo su mascara había una sonrisa cruel—. La banalidad en la maldad, que siempre fuiste y serás, una maldad ordinaria.
Una risa nerviosa quiso escapar de mis labios, pero me contuve. El doctor tenía razón en cierto sentido; su presencia era aterradora y real. Theo, sin embargo, estaba enojado.
—¿Crees que soy ordinario? —preguntó el castaño, su voz llena de rabia.
—Como alianza de plástico —señalé, divertida, en un intento de aliviar la tensión.
—Oye, no ayudes —gruñó, mirándome con desdén.
—Creíamos que iban a resucitar al asesino perfecto, teníamos que empezar con lealtad perfecta. De ti aprendimos que la verdad de la maldad solo surge al romper algo verdaderamente bueno —continuó el doctor, sus palabras llenas de frialdad.
Scott nos miró, su expresión llena de determinación. —No siempre —dijo, desafiando las palabras del doctor.
—O alguien —agregó Liam, volviendo su mirada a Mason.
Theo y el doctor del miedo se enfrentaron en una feroz pelea. Liam se preparó para unirse a la batalla, pero Scott lo detuvo.
—¡Liam, espera! —dijo Scott, siguiéndolo de cerca.
—¡Scott! —lo llamé, aterrorizada.
—Quédate aquí —me ordenó, con una mirada seria y preocupada.
—Liam —dijo Mason, su voz débil pero urgente
—. ¡Mason! —Me acerqué, colocando mi cuerpo frente al suyo. —¿Qué pasa? —pregunté, tratando de comprender su dolor.
—¡Liam! —gritó, mirando por encima de mi hombro. Su expresión se torció en dolor mientras se llevaba una mano a la nuca.
—¿Qué haces? —le pregunté, desesperada por ayudar.
—¡Sácalo! —exclamó Mason, con un tono de pánico. Asentí y, con toda la fuerza que pude reunir, tomé la aguja y tiré con fuerza mientras él se ponía de pie. Finalmente, logré retirarla.
—Transformación —dijo el doctor con una sonrisa siniestra—. Transformación sin frecuencia.
—¿Qué? —di un paso atrás, horrorizada, al ver que los ojos del doctor brillaban con un azul vibrante, emanando una luz intensa y perturbadora.
El ambiente se volvió aún más inquietante. Mi cuerpo parecía paralizado, incapaz de moverse. Scott, con el rostro lleno de preocupación y desesperación, me agarró con fuerza.
Pov Scott:
El pánico se apoderó de mí al ver la nube negra que envolvía a Mason, el ambiente se volvió aún más oscuro y aterrador. Mi corazón latía con fuerza mientras la desesperación se hacía palpable.
—¡¡¡Hannah!!! —grité con desesperación, intentando que ella entendiera el peligro inminente. —¡Aléjate!
—No puedo —murmuró ella, su voz temblando con miedo. Sus ojos estaban llenos de terror, y su cuerpo parecía inmovilizado, atrapado en una parálisis que la mantenía estancada en su lugar.
—¡Mason! —gritó Liam, luchando para mantenerse concentrado en la situación mientras observaba la transformación de su amigo.
—así no...es mi nombre —una nube negra envolvió a Mason.
El caos se desató alrededor mientras la nube negra envolvía completamente a Mason, transformándolo en algo monstruoso. Era un espectáculo aterrador, una pesadilla hecha realidad. No podía dejar que Hannah se convirtiera en una víctima más de este terror.
—¡¡¡Hannah, por Dios, ven aquí!!! —grité, desesperado. Cada segundo que pasaba sin que ella se moviera parecía una eternidad. —¡¡¡Hannah!!!
Corrí hacia ella sin dudar, la visión de la nube negra avanzando hacia mi posición era lo único en mi mente. Cada paso estaba impulsado por el miedo de perderla, por la certeza de que debía protegerla a toda costa. La nube negra estaba cada vez más cerca, y sabía que no había tiempo que perder.
Cuando llegué a su lado, la tomé con fuerza por la cintura, empujándola fuera del camino de la bestia que se estaba formando. Mi corazón se rompía al escuchar sus sollozos, sus lágrimas mojando mi camiseta mientras la arrastraba hacia un escondite. La aferré a mí, tratando de transmitirle todo el consuelo y la protección que podía.
—Scott —sollozó ella entre mis brazos, susurrando mi nombre con desesperación. La sentía temblar, y mi propio miedo era tan intenso que me costaba respirar.
—Hannah —murmuré con alivio, abrazándola con más fuerza. Mi voz estaba cargada de emoción y desesperación. —No voy a dejarte ir. No voy a permitir que te pase nada.
El sonido de los gruñidos y los movimientos de Mason se escuchaban cerca, el monstruo en el que se estaba convirtiendo era una amenaza constante. Cada rugido y cada movimiento hacían que mi determinación se fortaleciera aún más. No podía permitir que nada le pasara a Hannah. No podía perderla. La abrazaba con fuerza, mi propio cuerpo temblando mientras intentaba calmarla y protegerla al mismo tiempo.
Mientras nos arrastrábamos al escondite tras la cápsula, el peligro seguía presente. Las sombras de la transformación de Mason pasaban cerca, y cada sonido me hacía aferrarme más a Hannah. Ella estaba temblando en mis brazos, su respiración irregular y entrecortada. No había tiempo para dudas ni para pensar en otra cosa que no fuera mantenerla a salvo.
A través del caos, miré a Liam, que también estaba en el escondite, su expresión llena de preocupación mientras seguía observando la transformación de Mason. Sabía que, aunque estábamos ocultos y a salvo por el momento, el peligro seguía acechando. Cada segundo estaba cargado de tensión, y todo lo que podía hacer era mantener a Hannah lo más cerca posible, asegurándome de que estuviera protegida y a salvo de la tormenta que nos rodeaba.
Pov Hannah:
La bestia, en su furia descontrolada, tomó a uno de los doctores y lo lanzó en nuestra dirección. Nos movimos rápidamente, esquivando el impacto con apenas unos centímetros de separación. La escena se volvió caótica; el lugar estaba lleno de gritos y rugidos.Con la adrenalina a mil, extendí mis alas y me envolví en ellas, buscando protección en su refugio temporal.
—Hannah —murmuró Scott, su voz cargada de preocupación mientras me rodeaba con sus brazos. —Eres fuerte, no necesitas un escudo.
—No soy fuerte —sollocé, mi voz temblando mientras me escondía en la seguridad de sus brazos y alas. —Soy débil.
—Claro que no —dijo él, su tono lleno de ternura y determinación. —Paralizarse de miedo es natural. A todos nos pasa, incluso a los más fuertes. No tienes que ser invulnerable para ser valiente.
Sentía el calor de su cuerpo y la firmeza de su abrazo, lo cual me daba una pequeña dosis de calma en medio del caos. Su confianza en mí, a pesar del peligro inminente, me hacía sentirme un poco más fuerte
.—No puedo hacer nada —murmuré, tratando de controlar mis sollozos mientras la transformación de Mason continuaba.
—No tienes que hacer nada ahora —respondió, su voz era un ancla en la tormenta. —Solo quédate aquí conmigo. Te protegeré, te prometo. Y cuando esto pase, vamos a estar bien. Solo tienes que mantenerte a salvo y dejarme manejar esto.
Lo miré a los ojos, tratando de encontrar consuelo en su mirada. Su determinación y amor me daban una chispa de esperanza en medio de mi desesperación.
Scott tomó mi rostro entre sus manos, sus dedos cálidos y suaves contra mi piel. Con delicadeza, comenzó a secar mis lágrimas con la punta de sus dedos, limpiando el rastro de mi miedo y desesperación.—Shh, está bien —dijo con voz suave, casi como un susurro. —No estás sola, ¿de acuerdo? Estoy aquí contigo.
Miré sus ojos, que reflejaban una mezcla de preocupación y amor. Cada movimiento de sus manos era una caricia reconfortante que me ayudaba a calmarme, aunque el caos seguía a nuestro alrededor.
—No quiero que te pase nada —murmuré, mi voz aún temblando. —Te necesito.
—No va a pasarme nada —respondió Scott con firmeza. —No te voy a dejar. Vamos a superar esto juntos.
La bestia se deshizo de los otro doctor y golpeó a Theo tirándolo hacia atrás con fuerza. Fue hasta el último de los hombres de máscara. —éxito —dijo él antes de que Mason lo tomara y se lo llevara.
Corrimos hacia la entrada para ver como la bestia lo dejaba y Parrish aparecía envuelto en llamas atacando a la bestia.Los Argent se unieron a la pelea también, disparando a diestra y siniestra.
—la bestia de Gevaudan —dijo el viejo —sé tu nombre.—Cuando la bestia se convirtió en hombre no era Mason, miró a Gérard —¿Recuerdas el mío?
—Argent —dijo con firmeza antes de irse de allí siendo seguido por Parrish.
Nos acercamos a los cazadores —¿Quién diablos es ese? —preguntó Scott.
—Han visto a la bestia de Gevaudan —respondió el viejo —pero ese es el hombre.
—Sebastian Valet —dijo Chris volteando a vernos.
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