Capítulo XIII. Night time, our time.
Savannah's P.O.V.
Hey bae I know we hardly met
And I like that,
You're playing hard to get
And you're the type that
Makes me wanna do thangs
And that's why I'm tryna make you my new thang
Get sexy, girl, get sexy
Get sexy, girl, get sexy
Get sexy, girl, get sexy
I heard that ya single
Now ya talkin' my lingo
Let's play casino
Bring four friends plus you-bingo!
You ain't nothin' but a flirt
The way ya bouncin' in that shirt
It's amazin' how ya drop it
Pick it up and still make it work
Yo body lethal, I might LA freak you
Goddammit, that booty fast
Sittin' high up on yo back
What the fuck did they feed ya?
New thang, Redfoo
Hoy era el día. Hoy era la noche del robo.
A pesar de lo tontos que podían ser Harry
Edward la mayoría del tiempo, esta vez
se habían superado.
Para empezar, el maldito despertar que nos habían dado. Como estuvimos Heather y yo hasta las tantas comiéndonos las chucherías y todo lo que pillamos en los armarios de estos dos y jugando a la play (con el volumen bajo para que no nos lo quitaran), acabamos acostándonos a las seis de la mañana, y por supuesto, en el sofá-cama que tenían en el salón, que era ya como nuestro propio apartamento individual. Todo desordenado, las sábanas tiradas por el suelo, bolsas de comida y aperitivos vacíos con mijillas por todos lados.
-Putas, despertaos. Que tenemos cosas que hacer y no es para que nosotros estemos de esclavos y vosotras de princesitas.
Cuando me desperté por los gritos, estaba tirada en el suelo, con la sábana envuelta como si fuera un maldito taco, y para rematar, boca abajo.
Me senté bien y miré a Heather, que
estaba ocupando el colchón en plan estrella de mar pegada a las piedras, con la boca abierta y la baba
caída.
Estábamos en bragas, con camisetas de
Harry y Edward que les habíamos quitado del armario. Seguramente no se darán cuenta en muuuucho tiempo.
-¿Estás despierta? -Le pregunté medio
bostezando.
-No idiota, estoy descansando la vista.
-me respondió con la voz de camionera de estar recién despierta.
Me picaba todo el cuerpo y no sabía de qué, pero cuando miré la sábana toda duda se disipó.
Estaba llena de mijillas. Y el pelo lo tenía hecho mierda, parecía que me había peleado con un gato.
-¿Os despertáis ya furcias u os llevamos a rastras? -gritaron de nuevo. La verdad es que esto me tenía ya hasta los huevos. Y eso que no tenía.
-Callaos ya, amargados. -dijo Heather esta vez.
Me empecé a reír cuando vi entrar a Edward con la cara de mal follado que siempre traía.
-Mira, a mí ni intentes callarme que-
-A mi te me relajas, Eddie.
-¡Que no me digas Eddie me cago en la puta ya!
-¿Quieres el chupete y la mantita? Con la pataleta que has montado cualquiera diría que tienes dos años. -ella seguía vacilándole y ni siquiera le estaba mirando. Estaba aún tirada en el colchón con el antebrazo tapándose los ojos porque la maldita luz del sol era molesta.
Ellos seguían discutiendo y yo... yo, bueno. Yo seguía siendo un taco.
❦ ❦ ❦
-¿Sabéis ya cada uno lo que tiene que hacer? -preguntó Edward por, no sé si, décima vez en lo que iba de tarde. Eran las 20:32 y llevaba explicándonos esto desde hacía dos horas, más o menos.
Se suponía que íbamos a empezar a planearlo desde las cinco, aunque con la tontería de que Heather y yo nos habíamos echado la siesta, habían dado las seis, y claro, esa es nuestra hora de la merienda y terminamos a las seis y media.
-Joder. Mira que sois torpes de cojones. A ver, estas dos, que vayan disfrazadas de lo que les salga de las narices. Harry y yo vamos de polis. Una vez que estemos allí, estas dos distraen y nosotros atracamos. Así de simple.
Todos asentimos. Si lo hubiera explicado así desde un principio habríamos acabado antes.
-A las nueve os queremos aquí preparadas para irnos. Ni un minuto más. A las nueve nos piramos. Con o sin vosotras. -dijo Edward antes de salir con Harry del apartamento.
-Vale.
Una vez que cerraron la puerta, Heather y yo nos miramos.
-¿De qué nos podemos disfrazar? -pregunté.
-No sé pero yo quiero algo así guay.
-Hay muchas cosas guays.
-Tía piensa. Habrá buenorros por doquier. No podemos desfrazarnos de princesitas Disney.
-¿Y por qué no vamos a alguna tienda y vemos algo? Algo habrá.
-Pues también.
Nos vestimos con unos pantalones cortos y camisetas cualquiera. Las cuñas, gafas de sol y a la puta calle. Para qué complicarnos más.
No teníamos ni idea de a dónde íbamos pero por lo menos dábamos un paseito. Hacía calor pero era soportable.
Sin saber como acabamos en una calle y de casualidad vimos a uno disfrazado de oso panda salir de una tienda de la acera de en frente y nos dispusimos a cruzar.
Me iba a tirar en plancha a cruzar, pero un cani en una moto pasó a toda hostia y casi me lleva por delante.
-¡Hijo de puta! ¡A ver si miras por donde vas, mamón! -me puse a gritar en medio de la calle. La gente me miraba de arriba a abajo, pero me la soplaba.
Cuando entramos, había tantos disfraces que no sabía ni por donde empezar a mirar.
-Tía, y si mejor le preguntamos al dependiente. -me dijo Heather en voz baja.
-Pues sí.
Nos acercamos al mostrador, y no había nadie. Hasta que una tía así madurita salió de la trastienda y nos preguntó amablemente que qué tipo de disfraz buscábamos.
-La verdad es que no tenemos ni idea. Algo que no sea muy cantoso, pero que tampoco pasemos desapercibidas.
-Para una fiesta si no me equivoco, ¿verdad? -salió de detrás del mostrador y se fue a una de las perchas grandes que tenía pegada a un lado de la tienda.
-Estos están estupendos, y encima estos están de oferta. 2x1.
Eran de CatWoman, negros enteros.
Estaba dudosa, pero bueno. Heather parecía súper convencida.
-Tía, tía. Vamos a probarnoslo. -me agarró del brazo y tiró de mi hasta los probadores.
Me empujó en una de las cabinas y ella se metió muy dispuesta en otra, cerrando la cortina.
Después de diez minutos tirando del disfraz, me lo pude poner. Era tan apretado que se pegaba al cuerpo como una segunda piel. Y la verdad es que tan mal no quedaba.
Mentira. Reconozco que desde el principio me encantó. Y me quedaba como un guante.
Cuando me di cuenta de que venía un látigo con el disfraz, lo cogí y salí fuera donde estaba saliendo Heather también vestida.
-¡Que tienen látigo! -dijimos al unísono. Nos reímos y nos quedamos serias mirándonos.
-Tía, nos lo llevamos sí o sí. Encima 2x1. Más suerte imposible.
Nos volvimos a poner nuestra ropa y salimos con los disfraces en las manos.
-Nos lo llevamos. -dije sonriéndole.
-Está bien, pues son 35$.
Me acordé de que no tenía dinero, y miré a Heather. Ella me guiñó y se sacó un fajo de billetes del escote.
❦ ❦ ❦
Después de que nos pasamos el resto de la tarde vagueando y dando vueltas y comiendo helados, nos dimos cuenta de que eran las ocho y no teníamos ni puta idea de cómo volver.
-Buena esa. Oficialmente la hemos cagado. -dije casi sin aliento mientras íbamos corriendo hacia dios sabe donde.
Al final llegamos después de un cuarto de hora corriendo, sin saber cómo.
Entramos y a trompicones nos fuimos quitando la ropa. Revoleando los zapatos, que acabaron chocando contra un mueble. Las camisetas tiradas por el pasillo y nosotras en tanga corriendo a ponernos los disfraces.
Sujetador no hacía falta porque los disfraces eran tan pegados que quedaría hortero.
Una vez disfrazadas vimos que eran menos cinco. Nos pintamos los ojos a lo rápido y el resultado no fue tan desastroso.
Dos putos minutos.
Nos fuimos al salón y nos quedamos mirándonos de arriba a abajo.
-Qué culo Heather. -le dije de coña después de un silbido mientras le ponía la mano y daba apretones.
-Qué tetas Dawson. -me dijo ella de vuelta y me plantó la palma de la mano encima de la teta derecha.
Tal cual bolleras así puestas, nos empezamos a descojonar.
En ese momento escuchamos las llaves girar la cerradura y Harry y Edward entraron ya disfrazados.
Iban hablando de lo que sea y de repente se callaron y se nos quedaron mirando. A Harry se le escurrieron las RayBan por el puente de la nariz como en las películas.
-Vosotras, dejad vuestro rollo bollo y arreando.
Antes de salir, nos dieron una pistola a cada una. Nunca habíamos tenido una de verdad en las manos y daba algo de respeto.
Aunque al rato nos pusimos a hacer el pollas posando como los ángeles de Charlie, y como si fuésemos espías.
Edward resopló y finalmente salimos.
Salimos a trompicones del apartamento. Harry y Edward iban a paso rápido, y por rápido digo casi corriendo y los tacones de aguja que llevábamos no ayudaban para nada.
-Vamos a vengarnos de los chulos estos. -me susurró Heather. Íbamos nosotras detrás y ellos delante.
Teníamos los látigos en la mano junto con unas pistolas que nos habían dejado, y por probar, lo lancé hacia delante y le di a uno de los dos sin querer. Digo uno de los dos porque al parecer Edward se había tapado los tatuajes y ya no sabíamos cuál de los dos era. Solo los distinguíamos por la mala folla que tenía uno más que el otro. Y no hacía falta decir quién.
-¡Ah! -uno de los dos se giró.
Heather y yo nos empezamos a mear de la risa. -Como no os estéis quietecitas con el puto látigo de los huevos os lo confiscamos. Sois peores que las niñas chicas.
-Eddie no te ofusques, al menos están más buenas. El hecho de que no tengan cerebro no influye en que follen bien o no. -ese seguro que fue Harry.
No pude evitar volver a lanzar el látigo hacia su lado y darle a propósito esta vez. Por bocazas.
-Mira Harold, eso te pasa por decirme Eddie.
Y así entre risas y peleas llegamos al casino.
Estábamos en acerca de en frente a la entrada del casino, y justo cuando íbamos a cruzar, Edward pegó un grito que nos hizo dar un repullo a los demás.
-Me cago en la leche, me he equivocado al coger la pistola. -dijo Edward. -He cogido la que tenía la mierda del disfraz. Todo por culpa de estas dos que me tienen despistado porque no me fío de ellas. -Esta vez se giró hacia nosotras. -Os juro que como la caguéis os pego un tiro y os dejo tiradas a un lado de la autovía. Y me importais tres mierdas.
-Mira, guaperas. -le saltó Heather. -Antes de que nos pegues tú el tiro, te doy yo tres hostias que te quedas flipando, colega. Así que deja de quejarte, y si eres un despistado no nos eches la culpa, subnormal.
Y con eso dicho, nos fuimos las dos a la entrada del casino.
Las ansias nos podían.
Había dos porteros a cada lado de la puerta, y al vernos nos abrieron.
Era en el Caesars Palace donde se iba a efectuar el robo, uno de los cinco casinos más ostentosos de Las Vegas, junto con el Bellagio, Cosmopolitan, Aria y Wynn. Que se hayaban también en la calle Strip, la principal de Las Vegas.
Harry y Edward se habían quedado atrás, mientras nosotras veíamos lo enorme que era eso por dentro.
Estaba petadísimo de gente, la música retumbaba, el ruido de las sirenas y los timbres de las máquinas tragaperras, añadido al traqueteo de las ruletas incesable.
Esto era el paraíso. O mejor dicho, el mismísimo infierno en la tierra.
En eso, un par de tíos cachas se nos acercan.
-Oye guapas, ¿queréis rollo? -dijo uno de ellos mirándonos de arriba a abajo.
-¿Queréis un balazo en el culo? -le dije apuntándole con el arma y cargándola haciendo que sonara el click. Como no teníamos bolsillos ni nada teníamos que tenerlas en las mano todo el rato. Aunque nadie decía nada porque pensarían que seria parte del disfraz.
Dieron pasos hacia atrás acojonados con las manos en alto y las caras serias. Eso es, irse, malnacidos.
Después de que se hubieron ido nos fuimos donde Edward y Harry, que estaban dando vueltas. Tal vez buscando donde poder hacer el atraco. En todos los casinos había un banco central, pero lo difícil era encontrarlo.
Estaba en mi mundo, impresionada por lo enorme que era esto, intentando acostumbrarme, cuando Heather de repente me dio un codazo en la teta.
-Hostia tía, que eso me ha dolido. -dije sobándomela un rato.
-Deja de quejarte y mira. -me indicó donde estaban los gemelos, y una tercera persona.
Era una guarra disfrazada de sirenita con medias tetas fuera, porque la concha era tan pequeña para sus tetas operadas que daba grima verlo.
Me acerqué y vi que estaba tirándole la caña a Harry, y a pesar de que no éramos nada, yo lo había visto primero y tendría que hacérselo saber a la zorra esta, al parecer.
Una vez que estuve cerca, me puse al lado de Harry, Heather al otro lado de Edward.
-¿Esta zorra te está molestando? -le pregunté con aire inocente a Harry.
Me importaba realmente una mierda quién le coquetease pero teníamos que tener una distracción para que no nos cogiesen en mitad del robo y jodernos.
Así que, era mi trabajo el crear tensiones.
Harry pareció sorprendido por mi actitud, pero no dejaba de babearle en las tetas el muy asqueroso. Y se creería que no me daba cuenta.
-Yo estaba aquí antes que tú, rubita.
-Y yo vine con él, soplapollas. -le dije con toda la mala leche del mundo. Entre los dos cachas de antes, y la zorra esta, vaya día redondo.
-Mira pues si tu noviecito me prefiere a mi antes que a ti, algo pasará. -me dio un repaso de arriba a abajo.- Será que tan canija no la quiere.
¡¿Canija?! Canija tu puta madre, rechoncha.
Y eso fue la gota que colmó el vaso. No pensaba hacerlo tan violento pero la puton verbenero esta me había obligado.
Con el látigo y la pistola aun en las manos, me las apañé para darle arañazos en la cara, le arranqué las extensiones esas baratas que me llevaba y le destrocé el disfraz. La cola se le rasgó y se le veían los pies.
En eso un par de brazos enormes me cogieron en volandas, al igual que a la otra. Eran los guardas, que nos estaban separando.
Aun no nos habían soltado y me fije en que ninguno de los tres estaba, y supuse que se habrían ido en busca del banco.
De repente, al soltarnos, unas luces rojas como de emergencia saltaron por toda la enorme sala, y en eso que vi a Heather, Edward y Harry corriendo desde no sé donde.
Llevaban cada uno un saco lleno de pasta y en la otra las armas alzadas dispuestos a disparar si alguien se atrevía a detenerlos.
En eso que salí corriendo con el látigo y la pistola aún en la mano y pude alcanzarlos.
Como habíamos venido andando, justo a la entrada había un hombre bajando de una furgoneta y Edward le amenazó con la pistola y le quitó las llaves.
Nos montamos de bulla, Harry al volante y Edward, Heather y yo detrás. Una vez que arrancamos y salimos cagando hostias de allí, bajamos las ventanillas y empezamos a dar tiros a diestro y siniestro.
Entre gritos y silbidos, los disparos seguían y cuando habíamos entrado ya en el ambiente de las urbanizaciones, pasó un cani con la moto y un disparo le pinchó la rueda trasera.
-¡Cabrones! ¡Ahora me pagáis una rueda nueva o sus rajo! -empezó a gritar el mocoso.
Como nos había salido estupendamente el robo, no tenía ganas de pelearme con un cani de mierda, así que lo dejé pasar. Más que amenazante, resultaba patético.
Esto sí que era vida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro