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CAPÍTULO III

Al iba, al fin, salir de su departamento y vestirse con la mejor de sus ropas, para tener una cita con una mujer que conoció por medio de un videojuego. Al principio no estaba tan convencido de dar este paso, pues nunca salía de su madriguera con excepción del supermercado y comprar todo lo esencial para seguir viviendo, sin embargo su amigo Thomas al final lo termino convenciendo.

¿Qué tan mal puede resultar una cita?

Para su mala suerte la mujer de su cita llamada Carol no era ni por cerca su tipo de mujer. Bueno, él no tenía nada que reprochar, tampoco él era un Adonis; sin embargo por lo menos quería llegar a esta edad con una pareja linda y estable con quien hablar de cosas en común, que fuera linda por dentro y por fuera, una jovencita que a pesar del tiempo irradie esa aura de juventud y calidez que necesitaba con urgencia en su vida tan gris.

No una mujer que al igual que él parecía no haber logrado nada, y que aparentaba más edad de la que decía tener, con unos kilos demás y algunos lunares en su rostro.

- Si el trabajo de dentista es difícil - dice la mujer quien acomoda sus gafas, - ayer realice una radiografía en la parte inferior, pues el tenía una leve lesión en los incisivos centrales.

- Ah ya, unos rayos X dentales - se sentía nervioso, quería hacerse el interesante y dijo:- Sabes los rayos X son una forma de radiación electromagnética de alta energía y penetran el cuerpo para formar una imagen en una película o en una pantalla.

Carol río al ver el intento de Al de impresionarla, le pareció tierno, para el hombre se sintió muy nervioso al creer, que algo podría salir mal, la ansiedad se fue apoderando de él.

Desde su última novia las cosas escalaron tan mal, que ambos abrieron la caja de Pandora de cada uno; para la mujer fue la ira, para Al fue una terrible ansiedad y depresión consigo mismo, era como, si un ser sin rostro se montará en sus hombros para decir palabras realmente hirientes.

<<No vales nada, pareces patético>>

Su cita continuaba hablando, elogiando al hombre y hablando del agradable aroma del café del lugar. Él ya no escuchaba nada, su respiración se descontrolada. Busco distraer su mente en otro lugar para no escuchar, pero ya era tarde, las personas del lugar ya no se veían como tal, si no como seres infernales con unos ojos totalmente vacíos viendo al hombre y unas sonrisas demenciales que mostraban toda la dentadura, y con cada respiración las paredes se contraían cada vez más y más, los seres del averno se acercaban más y más a ellos.

Se levantó de la mesa, ya no podía seguir en el lugar. Se disculpó con Carol y se fue corriendo del lugar.

Necesitaba calmar su mente, volver a su departamento y ponerse a trabajar, ¿a quién engañaba? Ninguna mujer con sentido con común se quedaría con alguien tan patético como él, debe enfocarse en su trabajo, al menos en su cuarto solo estaría él, sin la gran multitud hablando a sus espaldas.

Se repetía una y otra vez en su mente.

Corriendo a prisa, no miró muy bien a su alrededor y tropezó con alguien, cayendo completamente al suelo, raspando sus manos.

- ¡Ahg! - se quejó la persona con la que chocó -. Al menos no me lastime, - su voz era suave y aguda, ¡oh no!, era chica joven -, pero ¿y usted? ¿Está bien?

- Si - Al se levanta de un salto y se queja de dolor.

La chica observo sus muñecas - Se lastimo, permítame.

Él quería negarse, pero la muchachita no se lo permitió, sacó unas vendidas de sus bolsillos de su lindo vestido rosado. A pesar de sentirse mal hace poco con esta chica se sintió tranquilo, no lo miro con asco, se portó atenta y amable con él, que al momento de agradecerle, ella sonrió, le gustó muchísimo ver tanta inocencia y brillos en esos hermosos ojos azules joviales, demasiado encantadora, no pudo apartar su vista de ella.

Cuando menos se dio cuenta, hablaba con una chica que apenas parecía estar cruzando por la adolescencia, sentado en un columpio de un parque de su zona, mientras intercambiaban pensamientos sobre el amor. La chica castaña hablaba como una idealista, de una manera romántica. Al era más centrado y realista con respecto a ese sentimiento, pues solo le trajo problemas en el pasado.

- "No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada"

- Oscar Wilde, "El ruiseñor y la rosa"; una obra cuanto menos exquisita, sin embargo yo no comparto ese mismo pensamiento - la chica acerca su mano al pecho del hombre y la cara de él no evita en ponerse roja -. Mientras esté corazón siga latiendo pide tener experiencias, tanto buenas como malas, que solo el más valiente esté dispuesto a experimentar el amor.

Esta chica era algo inusual, realmente lo tenía cautivado, se lamentaba el hecho de ser demasiado grande para ella, pues está chica no solo era su ideal físicamente, si no que hacía avivar esa llama de esperanza que pensó que ya había perdido, amor a primera vista, jamás lo había pensado de que fuera posible, hasta ahora.

El amor, ¿era así de bonito? La tormenta de hace horas, quedó en el pasado, está chica traía una calma y color de nuevo, porque ahora y más que nunca miro al cielo, tiñendo a las nubes de su típico naranja del atardecer, un mágico momento que no quería que parara, no después de conocerlo. Lo más seguro es que está chica no lo viera a él, con los mismos ojos, sin embargo no le importaba, era tan buena y dulce con él que todo ese trato que recibió por ella observo sus ojos que no lo miraron con asco, tan sinceros y puros como el mismo océano. No era un sueño, tenía una conversación real y ya no escuchaba esas infernales voces, no se sentía agotado, por no haber podido dormir por más de una semana, con el miedo a que sus pesadillas volvieran, ni siquiera sentía culpa de no haber logrado escribir nada. Simplemente disfrutaba el momento de tan bella tarde, en compañía de una damita de por más encantadora.

- ¿Cuál es tu nombre?

- Alfred...- contesta jugando con sus dedos. Nunca pensó que ella fuera hacerle aquella pregunta, sin embargo se sentía sumamente feliz -. Pero mis amigos me llaman Al.

- ¡Al ~! - repitió su nombre con entusiasmo, le había agradado mucho el nombre de aquel adulto. Al estaba por estallar de emoción -. Es un gusto, el mío es Amélie.

¿Eh?

- A...

Ojos azules cual zafiro, una piel de porcelana y rizos perfectos de color castaño, ¡es ella! , ¡ella era la causante de su tormento, volviendo sus sueños en terribles pesadillas!

- Si, en esta parte del globo sería Amelia, pero provengo de una familia francesa entonces...- de repente al ver al hombre en arco una ceja extrañada -. ¿Al? ¿Te sientes bien?

<< ¡Tengo que irme de aquí! >>

Sin pensarlo dos veces, decide huir corriendo, no era posible que está chica, ¡este aquí! En el mundo real y que hubiera pasado toda su tarde con ella, charlando como si nada.

La chica gritaba a lo lejos su nombre del hombre, no quería escucharla más, tan solo tenía que volver a su departamento.

A continuación, escuchó un auto a lo lejos que por suerte logró esquivar; sin embargo sus torpes pies tropezaron entre si, y su cabeza cayó directo contra el pavimento.

En ese momento todo a su alrededor se torno primero rojo mientras oía un montón de gente gritando y luego se torno oscuro, ya no escuchó nada.

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