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Capítulo 6

París, Francia 🇫🇷

Tres semanas después

—¿Otra vez vomitaste? —me pregunto Sammy, yo asentí.

—Esto está demasiado difícil —le dije mientras me sentaba.

—Quizás deba ser normal apenas llevas un mes y semana de embarazo.

—Y los meses que me faltan, pero no importa sé que después estaré bien.

—Claro debes ir cuidando a mini Amelia —me dijo divertida.

—¿Otra vez con eso? —rodeé los ojos.

—Pues es que tienes que aceptar que vas a tener una mini Amelia o un mini Edward —me dijo para luego reírse —¿quieres café?

—Por favor —le dije mientras abría la puerta del balcón, me puse a reparar el lugar y además no dejo de pensar en mi bebé, sé que no fue planeado, pero me siento con su presencia o bueno sé que apenas está creciendo dentro de mí, pero ahora es mi motivo para salir adelante.

—Aquí tienes tú café —me lo pasó Sammy y yo tomé un sorbo, está demasiado amargo, hice una cara extraña.

—¿Qué pasó? —me pregunto Sammy mientras se tomaba el suyo.

—Te quedó demasiado amargo.

—¿Qué te pasa le eche tres de azúcar como te gusta?

—¿En serio?, pues para mí está muy amargo —le dije y le mostré el pocillo —pero igual así me lo tomaré, ya que me lo hiciste tú.

—Ajá, y ¿es acaso eso importa?

—Pero por supuesto yo no te voy a rechazar nada.

—Bueno ahora que lo recuerdo una vez le hice café a David y me dijo que estaba amargo —me dijo.

—Ahora que mencionas a David, ¿has hablado con él?

—No para nada, un día si intenté hablarle, pero en su Instagram subió una foto con Violeta, ambos estaban elegantes así que me imagino que estaban en la boda de... —se quedó en silencio.

—Dilo, estaban en la boda de Edward, no tienes que ocultarme la realidad —le dije levantando los hombros.

—Pero también tu realidad es que esperas un bebé de él.

—Podrías por favor un minuto no recordarme eso, créeme que lo sé, lo tengo bastante presente —le dije terminando de tomarme el café.

—Está bien no te lo volveré a decir, sé que debe ser difícil para ti está situación —me dijo pasándome la mano por el hombro.

—Más que difícil, no sé cómo voy a hacer para ver a Edward a los ojos y no querer lanzarme en sus brazos o morirme de ganas por llenarlo de besos sin poder hacerlo, además que tendré que morderme la lengua para no decirle que espero un bebé de él —le dije soltando una lágrima.

—Llora, desahógate, eso es bueno hacerlo.

—No, no quiero llorar le hace daño al bebé —dije limpiándome las lágrimas.

—Pero que tengas todos esos sentimientos acumulados también le hace daño.

Le iba a hablar, pero llegó Olivia.

—Niñas, ya es hora de dormir, además Amelia el frío te hace daño.

Casi me hace dar un infarto y Samanta elevó lo que le quedaba de café.

—Pues sí el frío no me mato, tu aparición si lo va a hacer —le dije tratando de recuperar el aire.

—Lo siento, es que escuché un ruido, me levanté y lo que menos me imaginé era que me iba a encontrar con ustedes —nos dijo, nosotras la miramos.

—¡Aaaaaaaah! —gritamos las dos.

—¿Qué les pasa?, ¿se están enloqueciendo? —nos preguntó mirándonos fijamente.

Luego de gritar nos reímos hasta secarnos de la risa, Olivia tenía una mascarilla negra además tenía sus ojos rojos.

—¿Qué carajos tienes en la cara? —le pregunto Samanta.

—Es una mascarilla para quitarme los puntos negros.

—¿Y los ojos rojos? —le pregunté.

—Son gotas para descansar la vista.

—Pareces un monstruo —dijo Samanta, yo me solté a reír.

—Samanta tú no me estás respetando y si sigues así ya no serás mi amiga —dijo —ustedes tomaron café y no me ofrecieron, me parece una falta de respeto.

—¿Quieres café? —le preguntamos las dos, ella se rio.

—Pues como les parece que ya no quiero café, ahora lo que yo quiero es dormir.

—Yo también tengo sueño, así que vayamos a dormir —dije.

—A se me había olvidado decirte Amelia, Emma y mi hermano ya se van mañana para Wisconsin —me dijo mientras caminamos por el pasillo.

—¿De verdad?, pero se van muy rápido, yo pensé que se iban a quedar más tiempo —dije en tono triste, yo quería que mi mamá estuviera más tiempo.

—Ellos se iban a quedar un mes, pero Ricardo debe viajar a Wisconsin parece que hay problemas con la empresa —nos dijo Olivia.

—¿Es algo grave? —pregunto Sammy.

—Parece que Henry, el contador de toda la vida renunció, ahora Ricardo debe buscar uno y que le inspire la misma confianza que Henry —añadió Olivia.

Samanta sonrió.

—Mi papá es contador, quizás pueda enviarte la hoja de vida de él.

—Claro, házmela llegar y yo luego se la mando a mi hermano —dijo Olivia sonriendo.

—Inmediatamente te la hago llegar —dijo mientras entraba a la habitación a buscar su celular.

—Me imagino que conoces al papá de Samanta —me dijo.

—Claro que sí, es un caballero además un gran ser humano.

—Justo lo que necesita mi hermano.

Ella sonrió y le sonó su celular.

—Bueno ya me llegó la hoja de vida, entonces se la mandaré a Ricardo —me dijo mientras entraba a su habitación y entre a la mía, Samanta ya estaba acostada.

—Me parece genial que mi papá trabaje en la empresa de Ricardo —me dijo mientras sonreía.

—A mí también me emociona la idea, pero sabes hablamos de eso mañana que yo ya me estoy muriendo de sueño —le dije.

—Yo también tengo sueño, descansa Mia.

—Descansa.

Cerré mis ojos e inmediatamente me dormí.

....

—Madre me encantaría que te quedarás más tiempo —le dije a mi mamá mientras le daba un abrazo.

—Qué más quisiera yo mi amor, pero en la empresa de Ricardo me necesitan —me dijo.

—Pero no hagas esa cara que en dos meses me tendrás en Wisconsin.

—Si hija, además quiero que vuelvas estudiar, sabes que tienes mi apoyo.

—Si mami, necesito que me hagas el favor de volverme a inscribir en la universidad.

—Claro que sí mi cielo, me iré a despedir de Olivia y de Samanta.

Ricardo se me acercó y me dio un abrazo.

—Cuídate mucho.

—Lo haré Ricardo, ustedes también cuídense mucho y por favor vigila que a mi mamá no se le vaya a salir decirle a Edward que estoy embarazada.

—No te preocupes que tú mamá no le va a decir nada.

Respire.

—Pero sigo pensando que deberías decirle a Edward, además te recuerdo que un bebé no se puede ocultar por mucho tiempo.

Le iba a responder, pero...

Pasajeros del vuelo: EMR2067 con destino a la ciudad de Wisconsin abordar en la sala 10.

—Ya deben de abordar el avión —le dije a Ricardo.

—Si, ya es hora de irnos, pero tú debes decirle a Edward —me dijo Ricardo mientras me daba un abrazo y se despidió de Olivia además de Samanta.

—Hija por favor cuídate mucho, cualquier cosa me estás avisando —me dijo mi madre mientras me daba un abrazo.

—Mamita vete tranquila que yo me voy a cuidar mucho y vamos a estar bien.

—Eso espero Amelia, porque mi nieto o nieta y tú deben estar bien.

Nos dimos un último abrazo y se fueron.

....

Emma se fue demasiado preocupada pues no se iba muy convencida de que su hija estaba bien, ella conocía a Amelia más que nadie, su hija la está pasando muy mal.

—¿Por qué la vida se ensañó con Amelia —le pregunto Emma a Ricardo.

—¿Por qué lo dices?

—Lo digo porque cuando ella tenía trece años nuestra familia se acaba y cuando creyó ser feliz se enamora del hombre equivocado y para rematar él se casa, Susan está embarazada, luego se entera que también está embarazada, entonces ahí es donde yo me pregunto, ¿por qué la vida es así con Amelia?, ella no se merece todo lo que le está pasando, ya que su único pecado ha sido dejar que Edward jugará con ella.

—Lo mismo me pregunto, Amelia no merece nada de esto, pero el culpable de todo es Edward, él jugó con Amelia como se le dio la gana.

—Es que ahora que lo vea quisiera contarle todo para que vea cómo le jodió la vida a mi niña y no lo digo por el bebé, ya que ese angelito es una bendición para nosotros, lo digo es por la tristeza que irradia mi hija, ¿viste su mirada?

—Claro que sí, me partió el alma ver a Amelia así, ella es tan hermosa persona y su tristeza se le veía desde la luna, pero Edward debe responder por su hijo o hija, Amelia no lo hizo sola.

—Ella no quiere amor, a pesar de que me muera por decirle a Edward que mi hija espera un bebé suyo no puedo hacerlo porque Amelia no quiere que él se entere.

—Y debemos respetar su decisión, pero su bebé y ella tendrán nuestro amor además del amor de Olivia y Samanta.

—Hablando de Samanta, hay que contratar a su papá.

—Así es, ya tengo entrevista con él para las 5: 00p.m hoy.

—Me parece muy bien, y sobre Amelia vamos a ver qué pasa quizás ella después si decida contarle a Edward.

—Es cierto amorcito, esperemos a ver qué pasa.

....

—¿Te gusta? —me pregunto Susan.

—No puedo creer que hayas comprado una lavadora, la que hay en la casa está buena.

—Pues a mí no me gusta así que por eso la compré, además es bueno irle metiendo cosas a nuestro hogar.

—Susan nosotros no tenemos un hogar.

—Pero si vamos a tener un bebé y estamos casados, tú eres mi esposo.

—¿Y qué tiene qué ver eso?

—Pues somos un hogar.

Le iba a responder, pero un taxi se parqueo al frente de nosotros se bajaron Ricardo y Emma.

—Buenas tardes —les dije.

—Buenos tardes Edward, señora —nos dijo Ricardo, Susan entre los dientes le contesto, Emma ni nos volteo a mirar.

—Creída, ya se cree pues la reina del mundo solo por haberse conseguido un marrano con dinero, ash es que la odio —dijo Susan mientras hacía coraje.

—¿De qué hablas? —le pregunté sin mostrar importa.

—Te hablo de que Emma se cree la última Coca-Cola del desierto solo por haberse casado con semejante bizcocho.

Rodeé los ojos.

—Más bien sigamos subiendo las cosas que compraste —le dije.

Para rematar «el perfecto día que estoy teniendo», llegó Violeta.

—Hola amiguis —grito Susan las dos se saludaron delicadamente.

—Me encanta esa lavadora, yo quiero una así —nos dijo Violeta, yo asentí.

—Subiré estás cosas, nos vemos arriba —tomé la caja que estaba ahí y subí a mi apartamento.

....

—¿Cómo va tu matrimonio? —me pregunto Violeta.

—Mal, creo que me va peor que antes con él —le dije.

—Pues eso veo, estoy viendo a Edward más serio que antes.

—Y lo peor de todo es que aún no olvida a la tonta de Amelia.

—Lo mismo me pasa con David, yo comencé con él una relación, pero estoy consciente de que aún quiere a Samanta.

—Algo tenemos que hacer para que ellos olviden a esas mujeres —le dije a Violeta, pero ella se rio.

—Susan si tú con un hijo no has podido hacer que Edward te quiera, mucho menos podrás hacer que olvide a Amelia —me dijo entre risas, yo bufé.

—Ash, está bien, pero algo tengo que hacer —Violeta no dijo nada más, solo tomo una caja, subió al apartamento, yo estaba cuidando las demás cajas.

—Sube esa caja —me dijo Edward.

—No puedo no ves que estoy embarazada —le dije rodando los ojos.

—¿Y eso qué?, ya tienes casi cuatro meses de embarazo así que ya pasamos el peligro de que lo pierdas así que sube esa caja.

—Pero...

—Pero nada, sube esa caja y punto.

Cogí la caja de mala gana y Edward es un maldito imbécil, lo odio cada vez más y mucho más, es más fue un error haberme casado con él, lo único que me consuela son sus millones, nada más.

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