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Persíguete.

Cuando llegamos a la casa de Fleur un pequeño escalofrió me recorre la espalda, es medianamente grande, dos pisos, acabados rústicos y grandes ventanales. Es linda de ver, pero transmite un aura peligrosa, como seguramente debieron de haber sentido Hanzel y Gretel antes de entrar a la casa de galleta de la bruja.

Suspire mientras Fleur introducía la llave de su casa, había vuelto a ser ella misma después de un rato del viaje en el auto, lo deduje después de que diera un pequeño frenon y parpadeara sin entender muy bien donde estaba, luego me miro y pareció entender de que se trataba.

Una vez abrió se hizo a un lado para dejarme pasar, entre lentamente. Su casa parecía ser minimalista, grandes muebles y poca decoración. Solo había una foto colgada en la pared, Mason estaba en ella y fue de hecho la razón por la que me llamo la atención, Adam y Pierce estaban sentados en un sillón, con Fleur entre ellos, Mason estaba detrás, de pie con una sonrisa juguetona apretando el cuello de Fleur. La foto parecía ser de hace quince años, poco después de sacar a Fleur del psiquiátrico. Ignore mi, de hecho, casi inexistente punzada de celos y seguí a Fleur a la cocina.

Ahí estaba Adam tomando un vaso de whisky, su expresión fue difícil de descifrar cuando me vio, fue una mezcla de muchas cosas, extrañeza, confusión, ira, pero sobre todas, familiaridad, me miro con familiaridad.

Al verlo me fue imposible no ver a Hanzel, Adam ahora lucia claramente mas mayor, con los pómulos mas marcados y el cuerpo mas tonificado, pero seguía manteniendo la misma mirada gentil, igual que mi hijo. Su mirada divaga en mi figura, detallada finamente por el vestido color verde bosque que se pega a mi cuerpo.

—Hola Amelia —Tenia la voz mas ronca y profunda, pero mantenía su usual tono agradable.

Su saludo se sintió tan familiar, pero tan extraño, cómo un vaso de agua después de un maratón.

—Hola Adam —susurre, un poco de mi valentía se había esfumado, no por el miedo, si no por algo mas profundo, el cariño que sigues manteniendo por un viejo amigo incluso después de una gran pelea.

Sentí una punzada en el cuello, parecido a una señal de peligro que alertaba que debía girarme. Sonreí un poco en su lugar.

—Hola a ti también, Pierce. —lo mire sobre mi hombro, como suponía estaba ahí, de pie detrás de nosotras, mirándome fijamente. Mirando mi cuerpo, fijamente, porque incluso tardo unos segundos en verme a los ojos.

—¿Aceptaras? —su tono es gélido, suena como imagino yo debería sonar un sótano embrujado, profundo y aterrador.

—Sigues siendo igual de desesperado.

—¿Ahora divagas igual que Mason? —arqueo una ceja.

—Soy su esposa desde hace casi quince años, algo de él se me habrá pegado. —me encogí de hombros.

Pierce rodo los ojos y entro a la cocina. Escuche un ligero chasquido del viento y me hice a un lado, un cuchillo aterrizo a un lado de mi cara, encajándose en la pared. Me vi en el reflejo del cuchillo.

Eso estuvo un poco cerca. Solo muy poco. Todos nos giramos en dirección a la atacante, Kaia estaba ahí con varios cintillos en la cara y muchos hematomas. Sonreí orgullosa, mi Hanzel no tenia ni un solo rasguño y parecía que a ella la había arrollado un camión.

—¿Que tal la recuperación? —pregunte en un tono burlón.

—Eres una...

—Kaia —Adam la detiene, su tono es ligeramente mas serio, la chica bufa y sale de la cocina, por la ventana.

Me reí un poco, ellos me miraron mal. 

—Hija de Pierce, ¿cierto? —mi diversión no disminuye.

—Eso no es lo importante —Fleur me interrumpe —, ¿Lo harás o no?

—Dije que no tomaría una decisión hasta hablar con Adam, a eso vine. Y a reírme un poco de tus hijos, no lo niego. —la rubia me mira mal y yo sonrió.

Pierce y Fleur miran a Adam, buscando su aprobación, él toma el restante de su whisky de un trago y luego asiente, en cuanto lo hace ambos salen de la cocina. Adam me mira.

—Lindo vestido.

—Linda barba.

Mi comentario lo hace reír, su risa es pastosa y me hace sentir vieja, lo conozco desde que tengo dieciocho años y ahora estamos aquí, teniendo poco mas de los treinta.

—Debo decir que te ves extrañamente bien conservada.

—No vine aquí a que me halagues, bueno un poco si, pero no tanto. —me reí, el se sirvió mas whisky y me dio su vaso, le agradecí, olfatee ligeramente y al no detectar nada raro le di un pequeño sorbo —¿Por que aceptaste dejar a Hanzel en mi casa, Adam?

—Tenia fe. —dice después de un breve silencio.

—¿En que?

—En ti, a pesar de todo, de la locura que somos —explica—, de alguna manera sigues siendo normal, incluso si eres la mujer mas peligrosa del planeta. Hace mucho que nosotros dejamos de poder hacer eso.

Suspire.

—Entiendo lo que dices, aun así, de una manera u otra, Hanzel es, peligroso.

—No esperábamos menos de ti, lo importante es que incluso siendo así, Hanzel sigue teniendo un alma dulce, propia de ti, su madre.

Que reconozca mi lugar me da cierta calma. Suspire.

—Hace cinco años, paso algo... Hanzel hizo algo.

Adam debe detectar el cambio en mi mirada, porque su postura se vuelve seria. 

—¿Que paso?

Hay un gran momento de silencio, mire el vaso con whisky y luego lo vi a él.

—Mato a alguien. 

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