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Masón.

—Vaya, parece ser que realmente subestime tu obsesión por es pequeña puta —Daniel se rie mientras afila un pequeño cuchillo en una roca.

Decidí ignorar el hecho de que había llamado a mi Amelia puta y simplemente continúe con lo que vine hacer, no quiero alargar esto demasiado.

—Me subestimaste al creer que no vendría por ella, es mía.

Daniel sonrió y pude ver la diversión enmarcada en sus ojos bicolor. Mis ojos.

—En realidad esperaba que lo hicieras —jugueteo con la punta del cuchillo contra su pulgar —, te divertirás mucho al ver cómo he dejado a esa lindura.

Mis manos se apretaron al rededor del arma en mis manos.

—Te juro que lamentarás el haberle puesto un dedo encima —alce el arma en su dirección.

Daniel rio.

—Puse mucho más que mis dedos en ella hijo.

Baje el arma y dispare en su entrepierna, Daniel se dejó caer al suelo mientras gritaba del dolor.

—No podrás volver a poner nada tuyo encima de nadie después de esta noche, te lo juro.

+

Para cuando logro terminar con él, he quedado empapado de su sangre. Solté un suspiro y salí de la habitación para dirigirme a dónde estaba Amelia, abrí la puerta. Adam al verme se aparta de ella, la miro ligeramente, ha adelgazado bastante.

Sin poder evitarlo, la abrazo desde atrás y fundo mi nariz en su cabello.

Su aroma alivia toda la rigidez de mi cuerpo. Por fin está entre mis brazos de nuevo.