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Obedecerla

Amelia.

—¿Que hacemos aquí? —mire de un lado a otro y me abrace a mi misma.

Mason me a traído en medio del bosque lo cual me da un poco de miedo, por las noches está suele ser zona de lobos.

Está usando un pantalón marrón y una chaqueta de color vino.

Mason suspiro.

Aunque suene extraño, desde aquella noche que volvió de la casa de Fleur, a estado muy dócil. Algo que me preocupa en extremo.

—Necesito decirte algo —murmura mirándome fijamente.

—¿Que es?

Él guarda silencio y se pasa una mano por el cabello.

—Mason, me estás asustando.

Coloco una mano detrás de su espalda y saco algo de por debajo de su chamarra, al volver a sacar su mano, di un paso atrás.

Era un arma.

—Mason, que carajo, ¿Para que quieres eso?

—No es para mí —me la ofreció y la tome de un tirón, solo porque creí que estaría más a salvó en mis manos que en las suyas —, quiero que sepas que aceptaré la decisión que tomes, sin importar si tú decisión sea matarme.

—¿De que hablas? —mi voz ya comenzaba a ser histérica.

—Fleur está embarazada —dio una larga respiración — y es muy probable que sea mío.

Nos mantuvimos en silencio, mi mano se aferró con fuerza al mango de la pistola.

Le di unos segundos para darle la oportunidad de decir si era una broma. Esas palabras nunca llegaron.

Creo que pudo ver la determinación en mis ojos y en la firmeza de mi mano, porque justo un segundo antes de que disparará logro apartarse.

La bala rozo su brazo rasgando su chaqueta y luego su piel, la sangre broto en un ligero chorro antes de que Mason colocará su mano sobre la herida.

Volví a apuntarle con el arma.

Para ese punto, ya estaba respirando como un perro rabioso.

—Amelia —hizo el ademán de acercarse y está vez apunte a su cabeza.

—¡Cállate! —ladre —, ¡Cállate! —esta vez, mi mano estaba temblando— ¡Porque no tienes idea de cuánto me estoy conteniendo ahora mismo para no matarte!

Mason supo que no iba a lograr contenerme, se acercó de un salto y golpeó mi mano para que soltará el arma. Está salió volando hacia algún lugar a mi lado.

Se colocó detrás de mí y me abrazo por la espalda, comencé a forcejear con él. Mason comenzó a reír.

—Sabia que no ibas a decepcionarme —aumento el agarre de mis brazos y está vez, sentí que comenzaba a lastimarme. No dije nada.

—¿Sabías que dispararía? —pregunte entre dientes.

—Si, porque eso habría hecho yo —senti el líquido caliente en mis brazos. Mason estaba sangrando, mucho.

Lo escuché jadear ligeramente.

—Si no me muevo habrías dado justo en el blanco —dijo con dificultad.

—Debi apuntar a la entrepierna —murmure en voz baja, más para mí que para él.

Lo escuché reír.

—En tu situación yo lo habría hecho.

Resople.

—¿Te parece esté un buen momento para alardear?

Mason rió.

—Siempre es un buen momento —jadeó.

—Dijiste que aceptarías mi decisión, pero aun así no me dejaste dispararte de nuevo.

—Estoy aceptando tu decisión —murmuro —, si no te detienes, eventualmente el cansancio y el sangrado harán que me desmaye y después, tal vez muera si me dejas aquí.

Comencé a disminuir mis tirones, hasta que simplemente Mason me estaba abrazando. Sentí que las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis ojos.

Apreté mis manos en puños.

El enojó se estaba transformando en dolor.

Mason me soltó, rápidamente mis manos se dirigieron a mi rostro para cubrirlo y aunque lo intente, no pude evitar comenzar a gritar mientras me dejaba llevar por el llanto.

Después de un rato, por fin pude detenerme.

Me gire a ver a Mason, tenía una expresión impasible.

—¿Enserio disfrutas de verme sufrir se este manera?

—Eres un espectáculo digno de ver cuándo estás rota, preciosa.

Él recibió una bofetada cómo respuesta, su rostro se giro debido al golpe y escupió un poco de sangre.

—Deberia dejar que mueras aquí maldito idiota.

—Si —tocio un poco, ya comenzaba a verse pálido —, eso deberías, pero ambos sabemos que harías cualquier cosa para salvarme.

Respire pesadamente y me acerque a él hasta que nuestros pechos se tocaron, alce la cabeza para mirarlo fijamente a los ojos.

—Si logras llegar solo a casa voy a curarte, si no... —mire de un lado a otro sin preocupación — bueno, si no llegas ambos sabemos que te habrá pasado —le di un corto beso en los labios, su sangre me mancho un poco.

Le sonreí, le di una palmadita en el pecho y me aleje de ahí rápidamente.

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