Mírame
Camino de un lado a otro por la cabaña, Mason está en la sala, tumbado en el sillón, está leyendo un libro.
Es un escenario digno de admirar si me lo preguntan.
Casi soy capaz de sentir el fastidio expirar de su cuerpo con cada paso que doy, está es la décima vez que camino frente a él y se que en cualquier momento me pedirá que me detenga, así que cada vez vuelvo más ruidoso mi caminar.
Cuando doy la décimo tercera vuelta es cuando por fin logro sacarlo de quicio. Masón cerro el libro de golpe y me miró.
—¿Que es lo que quieres?
—En este momento saber en que día vivo no me caería nada mal, la verdad —le regreso sus palabras, pero al contrario de mí eso a él parece encantarle —, y por supuesto, saber la hora en que me duermo también.
Una sonrisa forzada se extiende por su rostro.
—Perfecto te daré un calendario y un reloj, ¿Feliz?
—No —me cruce de brazos y Masón arqueo una ceja divertido —, pero me basta con eso, por ahora.
—En cuánto entiendas qué lo único que necesitas es a mí te daré todas las demás cosas banales que puedas necesitar.
—Hay cosas banales que necesito en las que tal vez no puedas dar la talla —mi comentario lo hizo sonreír mostrando sus blancos y perfectos dientes. Se levantó rápidamente, asustandome.
Está usando un pijama completamente negro que consiste en un pantalón holgado y una camisa de tiras que deja ver lo tonificado de sus brazos. Si cabello aún está húmedo y está pegado ligeramente a su frente.
—¿Cómo cuáles? —se lamió discretamente los labios mientras mantenía su sonrisa. Odio tanto nuestra diferencia de alturas.
Las palabras salen de mi boca antes de que pueda arrepentirme o de que pueda detenerlas.
—Como el sexo.
Su expresión se congelo y todo mi cuerpo tembló. El ambiente cambio y si había sentido una mínima seguridad durante todo mi encarcelamiento está desapareció y un profundo miedo se calo por todo mi interior.
—Creo que al menos merezco la oportunidad de cambiar tu perspectiva —su voz sale en eco, como si viniera de lo más profundo de su garganta.
Trago y antes de que pueda responder el timbre que no sabía que la cabaña tenía suena. Mi ceño se frunció.
El pelinegro dió vuelta sobre su eje y salió de la sala en camino a la puerta principal, escuché como abrió las cuatro cerraduras y luego otra voz se mezclo con la suya.
Me mantuve quieta en mi lugar, expectante.
Segundos después, Masón emergió por la puerta con un chico siguiéndole por atrás, tenía el pelo mucho más negro que él y sus facciones eran tranquilas y serenas, en cuanto me vio se detuvo. Sus ojos negros indagaron en todo mi cuerpo.
—No —nego, con la cabeza. Tiene una voz dulce —. Me niego rotundamente a ser parte de esto.
—Que lastima, ya estás aquí y yo tengo cosas que hacer afuera —Mason volvió a salir por la puerta y el chico volvió a seguirlo. Está vez no me quedé ahí parada y también los seguí.
—Mason —el chico usa un tono serio que hace que el nombrado se carcajee.
—Tu tono serio no funciona conmigo, Adam —se burla. Al menos se que no soy la única.
Seguimos a Mason hasta su habitación y es entonces cuando veo las maletas.
—No —digo yo también —, no me dejaras sola con —miro al pelinegro de arriba abajo —... Con este.
—Lo que la secuestrada dijo —dice él.
—Esta decisión no está a discusión —nos aclara tomando sus maletas y saliendo de la habitación.
—¡Masón! —le grito y no solo noto que es la primera vez que le alzo la voz, también es la primera vez que digo su nombre en voz alta. Él se mantiene ahí parado en medio del pasillo, luego gira el rostro para mirarme con tranquilidad.
—No haría nada que te afectará —me dice —. Y si este cabron te pone un solo dedo dónde no deba le cortó el brazo.
Tras su amenaza nos deja a mí y al desconocido y se marcha.
Escuchamos la puerta cerrarse y corro a la ventana más cercana para verlo marcharse en un auto.
—¿Se llevó mi auto cierto? —pregunta con resignación detrás de mí y suspiro.
—Si.
—Que hijo de puta.
Nota:
Adam apareciendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro