Durante un par de meses, Mason y yo no salimos de casa.

El sale un par de veces durante la noche, al principio no le tomo importancia, pero de nuevo comienza a ser preocupante, al grado de que incluso, en esta ocasión, tengo a Adam, Pierce y Fleur en mi puerta.

—¿Dónde está Mason, Amelia? —sin pedirme permiso, el ojigris se adentra en mi casa seguido de los otros dos.

—Hola a ti también, Pierce —cerre la puerta.

—¿Dónde está? —esta vez, es Fleur la que pregunta.

—Salio hace un par de horas.

—¿Cuántas? —Pierce comienza a perder la paciencia.

—No lo sé, no apunto su hora de salida y su hora de entrada.

Los ignore y camine hasta la cocina.

Antes de que llegaran, estaba preparando albóndigas para la cena. Tenía antojo de albóndigas desde días antes.

Los escuché seguirme.

—Amelia, esto es algo serio —Adam sonaba preocupado.

Suspire y me gire a verlos un poco molesta.

—Con ustedes todo lo es —empuje a Adam y estos comenzaron a retroceder —, no me interesan sus preocupaciones, ya no, ya accedí demasiado. —señale a Pierce con mi dedo —. No voy a ser tu puto espía, no quiero, estoy cansada de ustedes, sus peticiones y toda su mierda.

El ojigris me tomo de la camiseta.

—¡Te expusiste a esta mierda al decidir estar con Mason!

Lo pate con mi rodilla en la entrepierna y me soltó dando un par de pasos atrás.

—¡Me expuse a la mierda de Mason, no a la de ustedes! —los empuje hacia afuera aprovechando el dolor de Pierce por el golpe —, ¡Solo estoy dispuesta a cargar con Mason, ya no puedo más! —tome aire y me recargue sobre la puerta, sentí que el aire comenzaba a faltarme —, encarguense... Encarguense de sus... —me mareé y tropecé un poco —... De sus problemas.

—Amelia... —Adam, su voz sonaba tan lejana.

—¿Amelia, estás bien? —Fleur trato de acercarse a mí pero la aparte de un empujón.

Baje torpemente del pórtico antes de estrellarme contra algo semihumedo, el olor metálico me dió náuseas.

—¿Amelia?

Los brazos de Mason me rodearon.

—Mason...

Mason

Amelia cayó desmayada sobre mis brazos.

Alce la vista a los tres pares de ojos que nos observaban antes de colocar mi mano bajo sus rodillas y cargarla.

Comencé a caminar a adentro de la casa, sin prestarles atención.

Escuché sus pasos siguiéndome.

Al entrar en nuestra habitación la dejé sobre la cama. Al girarme me encontré con los tres con la mirada puesta en Amelia.

—Ella no está... —Adam no pudo terminar de decirlo —, no puede estarlo, ¿Cierto?

—Claro que puede —Pierce miro la habitación —, estos dos cojen como si no hubiera un mañana.

—Amelia no está embarazada —zanje —, está estresada, toda la situación se le está viniendo encima y ustedes —los señale —, no dejan de joder.

—No tendríamos que joderte sino fueras por ahí asesinando personas —Fleur intervino.

—Ese es problema mío —me apresure a decir —, cualquier problema que tengan conmigo lo resuelven conmigo —me acerque —. Si me entero que volvieron a perturbar la paz de Amelia nosotros tendremos un problema.

No dijeron nada, así que continúe.

—Ahora, si me perdonan, tengo una esposa a la que debo cuidar.