Capitulo 4
El anuncio de la sentencia de pena de muerte para Cassius Verlot no había tardado en ser la principal noticia en Obelia, siendo necesario un par de horas para que la plaza principal se encontrara abarrotada para presenciar la ejecución del hombre.
Aquella seria la primera vez en mucho tiempo que el emperador Claude hiciera una ejecución pública. Siendo la ultima cuando hizo el golpe de estado en contra de su hermano.
La gente abucheaba hacia el sentenciado, el cuerpo del hombre presentaba un estado lamentable. Casi en estado de inconsciencia al lado de los dos guardias que lo resguardaban.
El emperador Claude tomo haciendo frente y a unos metros de distancia del pequeño estrado. Dando un suave movimiento hacia su escudero, Felix Robane.
- ¡Llévenlo al estrado! – ordeno en voz alta, logrando que los abucheos pararan. Los guardias acataron ordenes, llevándolo arrastras hacia donde se encontraba la guillotina y el juez quien diría la sentencia ante la audiencia
Cassius Verlot se retorció en el agarre con la poca fuerzas que tenía, siéndole imposible escapar. Busco a sus alrededores, sorprendido cuando vio al duque Roger Alpheus entre la multitud. La mirada furiosa en sus ojos le hizo entender que él no lo ayudaría y que en ningún momento lo había hecho. Su legua había sido cortada, impidiéndole hablar y eso fue lo único que le peso en ese momento.
No poder tener los medios para decir quien lo había enviado hacer aquello por lo que lo castigaban ahora.
Sus ojos fueron hacia el emperador cuando subió al estrado, temblado cuando vio aquel color enjoyado brillar de un color tan oscuro. La misma mirada que tenía cuando lo había torturada en los calabozos.
Evito verlo de nuevo, dejando que su mirada cayera en su familia. Sus padres, su esposa e hijo se encontraban en primera fila, observándolo con decepción y dolor que solo lo hizo sentir culpable.
-Se anunciara la sentencia de Cassius Verlot – anuncio el juez, abriendo el pergamino de sus manos cuando el acusado fue colocado de rodillas frente a la guillotina – Se le castiga a este hombre por el pecado de atentar contra la vida de un miembro de la familia imperial – el publico presente ahogo un jadeo – Por ello, la sentencia impuesta para el acusado principal es la sentencia de muerte en la guillotina – sentencio, haciéndose a un lado para que los guardias acomodaran a ese hombre bajo la gran cuchilla, amarrándolo cuando intento liberarse del agarre que tenían impuesto en él.
Claude observo aquel hombre mover la cabeza desesperada mente en dirección al público, quejándose y sellando al lado contrario de su familia. Sus ojos enjoyados cayeron en un hombre encapuchado, entrecerrando sus ojos al ver una cabellera platinada.
Claude frunció el ceño volviendo a mirar al hombre quien había dejado de luchar. Su mano se levantó para dejarla caer un segundo después, dando la orden.
La hoja de la cuchilla cayo y un sonido sordo de escucho en la plaza. Todos observando la cabeza de Cassius Verlot rodar hasta caer del estrado. Con aquella muerte, todos supieron lo que el emperador estaba dispuesto hacer si alguien intentaba lastimar a su primogénita.
Ambrose dejo salir un suspiro, observando el gran jardín frente a ella. Inundado de orquídeas amarillas, sus flores favoritas.
Se había olvidado de como lucían antes de que fueran cambiadas por rosas para Athanasia.
Se removió algo incomoda en su asiento, evitando que su espalda se apoya en la superficie del sillón. Respirando la suave brisa floral que le brindaba la noche.
Pero, su calma se vio interrumpida cuando una pequeña bruma rojiza apareció frente a ella, dejando que sus ojos se cerraran por el brillo que la deslumbro.
-Es bueno verte de nuevo, Lucas – murmuro con suavidad, abriendo los ojos para observarlo frente a ella. Recordándolo igual al momento en que hicieron el hechizo. Su cuerpo era adulto a diferencia de ella, lo único que había cambiado era su cabello recortado
-Ambrose – pudo oír su voz decir su nombre con alivio, notando la mirada cansada en su rostro, arrodillándose frente a ella para tomar sus manos - ¿Cómo estás?
-Creo que lo sabes bien – sonrió, dejando que sus manos se entrelazaran en su regazo – Pude sentir rastros de tu magia en mi – un pequeño rubor apareció en las mejillas de Lucas, evitando por un momento la mirada enjoyada de Ambrose
El silencio que apareció fue inundado de calma, ambos sintiendo la suave piel de sus manos y la calidez que los rodeo.
La primera vez que se habían reunido luego de volver.
-Fue Roger Alpheus – murmuro Lucas, luego de unos minutos de silencio – Me lo dijo aquel hombre cuando lo fui a ver...el lo planeo todo
-Lo sé – asintió Ambrose, notando la mirada sorprendida de Lucas – Lo supe antes de volver en el tiempo, cuando volví de Arlanta
- ¿Qué? – Lucas se levanto de un salto, soltando las manos de Ambrose - ¿Lo sabias? ¿Lo sabias y no hiciste nada? – pregunto enojado, alejándose unos pasos de ella
-Lo sabía, pero no pude hacer nada...No cuando no tuve a nadie a quien decirle, Lucas. Nadie me hubiera creído, no después de que me quitaran mi título y colocaran a Athanasia como la princesa heredera – aclaro, esquivando la mirada rojiza del mago
- ¡Yo te hubiera creído! ¿Por qué no me lo dijiste a mí? – La voz de Lucas se elevó, mirando con traición a Ambrose. Desesperado por escuchar una respuesta – Ese hombre te lastimo y lo dejaste con vida cuando yo pude hacer algo por ti
-Lucas...
- ¡No! – La mano de Lucas fue hacia el rostro de Ambrose, tomando con suavidad su mentón, obligándola a mirarlo - ¿Por qué Ambrose? ¿Por qué no pudiste confiar en mi para poder salvarte de esto?
-Tenía miedo, lucas – susurro, perdiéndose en aquellos ojos escarlata – Mi padre me dejo de lado, mi supuesta hermana hizo que todo el mundo estuviera en mi contra y aquella niña que apareció de un momento a otro se encargó de botar a todas las personas que estaban a mi cargo. No confiaba en nadie...y aun si estaba enamorada de ti, tenia miedo de lo que pudiera pasar...de que te alejaras al igual que los demás – sus ojos se cristalizaron, haciéndolos lucir más brillantes de lo que ya eran – No me culpes por tratar de proteger lo poco que tenia
La mano de lucas cayo, al igual que él, arrodillándose frente a la única mujer a quien había amado en toda su vida.
-Desde ahora confía en mí, Ambrose – murmuro sin dejar de observar su mirada de ella – Estoy aquí para ti, nunca dudes de eso – su mirada se suavizo al verla lagrimear, inclinando su cabeza limpio con delicadeza su mejilla derecha – Destruiría todo este imperio si tu me lo pidieras, Ambrose...ese es el poder que tienes en mi
-No quiero tener ningún poder sobre ti, Lucas. Solo te amo por ser tú, deseo que estés a mi lado...eso es lo único que espero de ti.
-Te amo, Ambrose...pero, eres una tonta – rio, besando su frente al verla fruncirse – Déjame ayudarte esta vez, cada persona debe pagar por lo que paso...incluyendo Athanasia
- ¿Cómo piensas que haremos eso?
-Athanasia no es tan inteligente que digamos, solo siguió la línea del conocimiento que tenia y aprovecho eso a su favor para que las cosas fueran como ella deseaba, el que tu no estuvieras cuando ella se presento casualmente frente a tu padre solo facilito las cosas.
Ambrose asintió, entendiendo a donde quería llegar Lucas. Aunque le era aún no caía en cuenta que su hermanastra no fuera ella, sino otra persona.
-Cambiaremos el rumbo de las cosas, incluyendo lo que pasara con Jeannette. En especial con esa mocosa, su magia negra solo provoco todo lo que ocurrió con Claude.
-No deseo que muera – lo interrumpió al ver aquella mirada oscurecerse, lo conocía muy bien como para saber que eso era lo que pensaba hacer – lo único que se podría hacer es quitarle la poca magia imperial que la mantiene estable y eso provocaría que este débil...ella no será un impedimento para nadie si pierde lo único que la hace especial.
Lucas sonrió al ver la seguridad en el rostro infantil de Ambrose. Seguía teniendo ese fuego que había querido mantener oculto...aquel que había hecho que cayera por ella.
- si eso es lo que deseas – asintió mirándola con suavidad, acariciando sus pequeñas manos – Aunque no estoy de acuerdo, respetare tu decisión.
-Te lo agradezco – Ambrose sonrió por primera vez en la noche, mostrando sus abultadas mejillas de bebe. Logrando sonrojar a Lucas - ¿Paso algo?
-Ahh, tú de verdad no sabes lo que produces en las personas – negó divertido al ver su confusión – debemos enseñarte a controlas tu ternura
-Me dices tonta, pero tu dices cosas tontas – chisto haciéndolo reír nuevamente al ver las mejillas de ellas sonrojarse - ¿Qué ocurrió mientras estuve inconsciente? – pregunto, logrando que el cuerpo de Lucas se tensara
-Llegue en el momento exacto, estabas en los brazos de tu padre, prácticamente tuve que arrebatarte de el para poder ver lo que había pasado – murmuro entre dientes apretando ligeramente las manos de Ambrose sin darse cuenta – Te lleve a tu habitación y trate tus heridas personalmente con tu padre vigilándome de cerca. Luego, él sentencio a ese hombre y fue el quien se encargo de torturarlo en el calabozo...aunque fui yo quien le rompió la mandíbula – se encogió de hombros
- ¿Paso algo más?
-Claude hizo una ejecución publica y le quito a la familia de aquel hombre sus títulos de condes – Ambrose abrió la boca sorprendida, no había esperado eso de su padre – Luego vino a aquí por un rato hasta que hice que se fuera, porque quería verte
Ambrose rodo los ojos divertida, llevando una de sus manos al rostro de lucas, acariciando con suavidad su mejilla derecha bajo su mirada sorprendida.
-Gracias por todo
-No hay nada que tengas que agradecer, Ambrose – Lucas sonrió
Sus miradas no se despegaron, sintiendo la misma calidez envolverse. Lucas tuvo que romper la conexión, soltando un suspiro
-Lo siento – declaro, recibiendo una mirada confusa de Ambrose, hasta que sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir la magia de Lucas recorrer su cuerpo como una ráfaga de calor acogedor
Se separo de él, notando que su cuerpo había tomado la forma de antes, teniendo nuevamente dieciocho.
- ¿Qué es lo que...? - su voz se vio interrumpida cuando Lucas tomo su rostro, estampando sus labios contra los de ella Jadeo sorprendida, dándole pase a un beso más profundo
Las manos de Lucas fueron a su cintura apretándola hacia él, tratando de no tocar su espalda magullada. Ambrose se relajo entre sus brazos, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
Solo pudieron separarse cuando el aire comenzó a ser un impedimento para seguir.
-Tenia muchas ganas de volver a besarte – hablo Lucas, estremeciendo a Ambrose cuando su voz sin aliento fue más grave de lo que usualmente era – Aunque lo que deseo hacer no es solo un beso – murmuro sobre sus labios, observando el sonrojo en el rostro de su amante
-Eso tendrá que esperar un poco más – susurro con timidez, provocando una sonrisa en Lucas
-Puedo esperar – asintió, besando castamente sus labios de manera repetitiva – Ahora solo debemos preocuparnos en resolver los cabos sueltos
Ambrose asintió, dejándose llevar por los besos de Lucas, apoyándose en su cuerpo.
Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía querida y amada de aquella manera tan electrizante. Sintiendo su mana y el de Lucas mezclarse de manera tan perfecta que la llenaba de un calor tan acogedor.
Sus ojos se abrieron al sentir la mano de Lucas en su mentón, sobresaltándose al verlo ya mirándola intensamente. Abriendo sus labios con su pulgar para poder profundizar aquel beso, de manera tan abrazadora que Ambrose tuvo que sostenerse de los hombros de lucas cuando sintió sus piernas debilitarse.
Su mente se nublo, dejándose envolver por la bruma de aquel sentimiento tan intenso.
Los minutos pasaron y las caricias fueron más audaces, siendo lucas quien tomara haciendo en el sillón con Ambrose encima de él. Ambos tan absortos en el otro, creando un ambiente fogoso que solos ellos podían saciar.
Claude miro extrado a su hija, ladeando la cabeza cuando la vio somnolienta. Sus ojos brillantes enjoyados se veían opacos y una capa de sonrojo cubrían sus mejillas.
Una de sus manos fue a su frente, sobresaltándola. Frunció su ceño al no sentirla caliente.
- ¿Hay algo que te moleste? – pregunto con suavidad, bajando su mano para tomar un mechón de cabello y colocarlo detrás de su oreja derecha.
-No, todo está bien – asintió Ambrose, nerviosa al ver a su padre mirarla con tanta intensidad – Solo no pude conciliar el sueño - Claude asintió entendiendo rápidamente el porqué.
-Las heridas tardaran un par de días más en cicatrizar, luego de eso el mago se encargará de desaparecerlas – Ambrose frunció ligeramente su nariz, sin entenderlo – Por lo que vi ya se ha creado costra, por lo que no te ardera esta noche
Ambrose se sorprendió, pero no tardo en asentir dándole la razón. Después de todo no podía decirle que ese no era el motivo por el cual no había podido conciliar el sueño.
-Tus clases se reprogramarán para la próxima semana – anuncio Claude, alejando su mano de Ambrose para sostener su taza de té – Serán las clases que tenías anteriormente e iras en compañía de Félix como tu escudero personal, hasta encontrar uno indicado para ti – Ambrose suspiro aliviada que fuera el quien lo dijera – Ahora... ¿Me dirás por qué elegiste las clases intensivas? – pregunto Claude distraídamente, no queriendo presionar mucho a su hija
Ambrose asintió en silencio, tomando un bocado de su crema volteada. Nerviosa sin saber si decirlo o no. Pero, sus labios se abrieron, recordando las palabras que Lucas le había dicho la noche anterior.
-Hace unas semanas atrás me encontré con el duque Alpheus – al escuchar ese apellido, Claude se tensó al igual que Félix, quien dio un par de pasos hacia adelante para poder escuchar mejor a la princesa – El dijo que una princesa heredera debía tener mejores clases de las que tenia para poder entender mejor cuales eran mis deberes
La sala se quedo en silencio luego de las declaraciones de la princesa. Hasta que el sonido de una taza romperse sobresalto a Ambrose
Su mirada fue a su padre, notándolo como una pequeña sonrisa aparecía en su rostro, demostrando una emoción muy diferente a lo que decían aquellos ojos oscuros enjoyados.
- ¿Eso fue lo que paso? – pregunto, limpiándose con una servilleta la poca sangre que salía de su mano. Mirando fijamente a su hija quien asintió ayudándolo a controlar el sangrado. Ambrose nunca había mentido y mucho menos a él. No había dudas de que lo que decía era cierto.
Su mirada fue a Félix, asintiendo. Observándolo hacer una reverencia y retirarse en silencio de la sala.
-No hagas caso a cualquier persona, Ambrose – regaño con suavidad, llevando su mano hacia la frente de su hija para dar dos pequeños golpes con su índice – Si alguien te dice algo, me lo dices, ¿De acuerdo? – Ambrose asintió dejándose cargar por su padre – Deja que tu padre se encargue de los demás
Claude recostó a su hija en su pecho, sintiendo su propio mana removerse inquieto en su cuerpo. Tal parecía que debía adiestrar mejor a los perros.
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