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¿Y eso a mi que me importa?

FRED

Primera clase del día, Procesos de diseño urbano ambiental, solo me había recargado con una taza de café, no sabía si sería capaz de sobrevivir así.

Mi mente viajaba a todos lados menos a donde debía, mis ojos tenían un punto cómodo en la sala, ella tenía el cabello amarrado en una coleta, lo que la hacía ver más estilizada, sus facciones tan simétricas de perfil desviaban mi atención.

—Fred, ¿podrías decirme cual es la teoría de la arquitectura para poder continuar? —preguntó la maestra haciéndome brincar del susto.

No había entendido la pregunta, ¿fue una pregunta en todo caso? ¿O solo era retórico para llamarme la atención por no estar atento?

Comencé a balbucear, no me gustaba que la gente me llamara la atención, solo había tomado un café, por favor Dios apiádate de mi alma y mi cordura.

¡Dios! Yo ni siquiera creo en Dios, estoy jodido de verdad.

Entonces una arrogante y presumida voz respondió lo que la maestra quería, lo que yo por mi estupidez no pude.

—Simple, la teoría hace referencia a los distintos factores que debe poner en observación el arquitecto en cuanto el medio ambiente y como no afectarlo, al menos no de forma estética. —dijo ella sin siquiera dudarlo, ella sabía de qué hablaba, como si toda su vida hablara de eso.

«Yo también me sabia la respuesta» Pensé enojado, es más, diría algo ardido, no me gusta que me ganen las respuestas en clase, mucho menos ella.

La clase termino y tenía un descanso, de al menos diez minutos, de hecho era de una hora, pero tenía algunas tareas por adelantar. Siempre me esperaba a que los pasillos se quedaran vacíos, no me gustaba caminar entre gente que salía volando de sus salones como si de animales se tratara, pero aun en el pasillo vacío, escuche pisadas detrás mío.

Cada vez se acercaban más y más rápido, pensé que solo era alguien que iba tarde a su clase, pero entonces, cuando vi a Emma caminando codo a codo conmigo me confundí un poco.

—Creo que a alguien se le olvido tomarse una taza más de expresso antes de iniciar el día. —dijo ella esbozando una sonrisa.

«¿Cómo me conocía tan bien si ni siquiera hablábamos?»

No me gire a verla, sabía que si lo hacía podría sonrojarme o algo, cualquier cosa haría que ella se burlara de mí.

—Lo siento pero algunos no podemos estar tan enérgicos como si nos hubiéramos metido tres rayas de cocaína. —conteste.

—Uff. Que rudo Fred, ¿algo más? —pregunto ella frunciendo el ceño.

Ella estaba dispuesta a irse, su cara tenía una expresión rara, como si estuviera decepcionada de mi respuesta.

—Perdón, no era mi intención, sonar tan grosero. —me disculpé.

—Si claro lo que digas. — ella comenzó a apresurar su paso dejándome atrás, sin embargo, se giró a verme, solo para rematar. —Y para que lo sepas, no son tres rayas de cocaína, son tres botes de Monster. —explicó ella mientras me enseñaba su precioso dedo medio.

— ¿Cómo es que no mueres por taquicardia o algo así? —pregunté sin moverme, ella seguía caminando.

—Porque ser la mejor de la clase y molestarte, lo vale. ―soltó ella, mientras desaparecía de mi campo de vista.

«Molestarte lo vale» ¿Eso qué significa? No quería crear teorías desesperadas donde Emma resultaba estar perdidamente enamorada de mí y que yo no lo notaba porque soy un tarado.

Sí, creo que una taza de café altera mis ideas, pero no me hace muy productivo, al menos no como quisiera.

«Tres Monster» Recordé las palabras de Emma, que chica más loca, tres botellas de bebidas energéticas, no gracias, aún tengo amor propio.

Cuando termine de bajar las escaleras, me encontré a Lyra, estaba sonriendo más de lo normal. Algo bueno sucedió supongo. Comenzamos a caminar juntos y ella no dejaba de sonreír, era una sonrisa pícara, como si de una niña planeando una travesura se tratara.

― ¿Por qué sonríes tanto? Se te van a acalambrar las mejillas—. Dije sin mucho humor.

Me sentía irritado, no sabía porque.

—Fred estaba hablando con la chica más sexy de todo el campus y Ly quiere el chisme completo—. Dijo ella en tercera persona.

Ly tenía la maña de hablar en tercera persona cuando no quería ser del todo directa, era bastante chistoso, al menos para mí. Sonreí ante su comentario, no sé cómo fue la sonrisa porque claro, no puedo ver mis propios gestos, pero al parecer ella lo mal interpreto.

―Ella te gusta. Admítelo, solo la mencione y reíste como tonto―. Aseguro ella.

―No saques conclusiones tontas Ly, ella no es mi tipo, aparte, sabes que eso del “amor” no es lo mío.

— ¡Agh! No seas amargado Fred, el amor es necesario.

―Ajá, me lo dice la chica que en lo que va del año ha rechazado al menos a cinco chicos.

― Bueno, eso es muy distinto.

— ¿Y porque es distinto? ―. Pregunte.

Ly balbuceo un rato, al final no dijo nada, dándome la razón, ambos estábamos en las mismas, dos amargados que evaden el amor a diestra y siniestra como si de una enfermedad mortal se tratara.

El amor es como una enfermedad que te carcome hasta dejarte sin nada, en serio, nada.

No entiendo como los demás están tan obsesionados en encontrarlo. Como si no hubiera cosas más importantes por las que preocuparse por ejemplo; Calificaciones, la escuela, su promedio, no sé, ¿no decepcionar a sus padres tal vez?

La gente de mi edad se preocupa por banalidades sin darse cuenta de que su futuro pende de un hilo, son unos imbéciles. Lo sé, sueno como si me sintiera superior a ellos, no se equivocan, si me siento superior, Ly dice que debo trabajar en eso, pero ella quiere que trabaje en cada uno de mis defectos, eso sería de verdad muy cansado.

Supongo que para ser bueno en algo debes dejar muchas otras cosas de lado ¿no es así?

«Vamos Fred, una fiesta no te acabara, la cruda tal vez, pero la fiesta no» Recuerdo cuando Emma me dijo eso, estaba tan emocionada por su primera fiesta en la universidad.

No fui, eso es obvio, esa semana tendría examen, no podía distraerme. Pensé que tendría ventaja sobre ella, pero no, como siempre, ella destaco con un examen perfecto, ganándose, corrijo, robándose los halagos que yo merecía.

Todavía volteo a verme, sonriendo, como odiaba que hiciera eso, sus gestos me gritaban con descaro “¿ves que soy mejor que tú aún sin estudiar?”

Sacudí mi cabeza tratando de que mis pensamientos se dispersaran.

Moons y Ly hablaban de quien sabe que, mi mente divagaba en otro lado, estaba tomando mi tercera taza de café, a la mitad de esa comencé a sentirme más despierto. Me puse mis lentes de nuevo (suelo quitármelos cuando me quiero despejar) para mi mala suerte, mis ojos giraron en una sola dirección, como si no hubieran miles de puntos más hacia dónde mirar.

La rubia estaba con un chico, alto, no tanto como yo, tal vez, 1.80, su cabello estaba desordenado, ¿no tiene gel acaso? Ambos estaban platicando, no sé de qué, ni quiero saber, ella sonríe como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo.

Mi estómago se revolvió, solo un poco, no al grado de vomitar, pero si al grado en el que te sientes mareado.

No debería preocuparme, ella siempre está rodeada de chicos apuestos, no ha de ser algo serio.

«Y si fuera algo serio ¿a mí que me importa?» pensé enojado.

—Mónica, ¿ese tipo de allá te parece guapo? ―. Le cuestioné.

―Meh.  

Ok, entonces tampoco es la gran cosa. « ¿Y A MI QUE ME IMPORTA SI LO FUERA?» Me regañé a mí mismo.

Estampe mi cabeza contra la mesa, dándome un golpe que seguro me traerá consecuencias en un rato. Maldición.

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