Gracias Rubia
FRED
Pase tres días rogándole, no, implorándole al maestro que reconsiderara su decisión, le di todos los motivos por los que trabajar con Emma era una pésima idea, pero el maestro no entendió razones.
Ni aunque le suplique de rodillas me cambio de pareja, o me dejo trabajar solo que sería lo ideal para mí cambió su parecer.
Lo peor era que teníamos que entregar el proyecto el lunes, hoy es miércoles solo tendríamos seis días para lograr un milagro.
Pero no, hemos pasado estos días tratando de convencer al maestro sin éxito alguno.
Salí por milésima vez del salón decepcionado y frustrado, lo peor es que ella no había hecho nada para arreglar esta situación, al menos un “Oye, podemos tratar de hacer el proyecto juntos” pero no, la señorita se ha puesto digna y no me ha buscado.
No la necesito, puedo hacerlo yo solo, solo debo dedicarle mínimo 23 horas al día todos los días, bueno, podrían ser 24, ¿Quién necesita dormir y comer? Eso es para tontos.
Ly y Mónica se ofrecieron a ayudarme, lo cual acepté gustoso, pero en el momento en que les enseñe los planos de la maqueta, los cálculos, características, reglas y ecuaciones, creo que ni el Millennium Falcon vuela a tanta velocidad como ellas lo hicieron.
Pero está bien, no es responsabilidad de ellas ayudarme, es que es obvio que no les iba a contar que debía trabajar con Emma, eso se podría mal interpretar, era mejor dejarlo así.
Los días pasaban y yo me rompía la cabeza en mil pedazos, no estaba quedando tan perfecto como debería, las medidas no salían correctas, hacia algo bien y echaba a perder otra cosa, los cálculos no coincidían con lo pedido, era horrible.
Tuve una jaqueca horrible y eso que solo llevaba dos días trabajando en esto. Este tipo de cosas no suelen pasarme, yo siempre tengo todo bajo control, pero no esta vez, y todo era culpa de Emma, estaba tan enojado con ella.
En realidad no era su culpa, pero si no la culpaba a ella ¿a quién más? A si, por supuesto, puedo culpar al profesor, es un…un…estúpido.
¡AGHHH! Soy tan tonto, ni siquiera puedo insultar a mi maestro sin sentirme mal.
Comencé a golpear mi cabeza contra la mesa «Concéntrate, concéntrate» Cuando entonces alguien golpeo mi puerta, ¿Quién demonios es a esta hora? Maldije en voz baja hasta abrir la puerta.
Tan pronto como la abrí la cerré. Era ella, o sea, ella, estoy seguro que no estoy alucinando por falta de alimentos y de dormir.
«Dios, me veo horrible, bueno, no es que me importe verme mal frente a ella, bueno tal vez un poco»
—Fred, ábreme, traje pizza. ―dijo ella en tono serio.
— ¿Tiene piña?― cuestione antes de abrir.
― ¡Ugh no! ―exclamo ella.
— ¿Al menos tiene peperoni?
―Si, ya ábreme por favor. —exigió ella.
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, no debería ser así, debería arderme la cabeza por enojo, pero no, en todo caso solo sentía que me sudaban algo las manos.
Arregle un poco mi cabello, sacudí mi ropa, bueno de hecho era pijama, me rocié desodorante, creo que más de lo que una nariz humana aguanta, con mis manos trate de dispersar el aroma, no si eso habrá funcionado.
Dude en abrir, pero al final lo hice, no es como que tuviera muchas opciones.
Entonces abrí la puerta, ella se veía fantástica, de hecho se notaba que tampoco había dormido mucho, pero a ella le sentaba genial. Y efectivamente llevaba consigo una caja de deliciosa pizza, caliente, con queso derretido y salsa de tomate, tristemente sin piña.
—Te vez jodidisimo. ― espetó ella.
—Tu tampoco te vez de lo mejor. ― me defendí aunque claro que mentí, porque como dije con anterioridad, ella sí que se ve despampanante.
Ella puso los ojos en blanco, creo que mi comentario no le hizo mucha gracia. Pero aun así dejo la caja de pizza en el escritorio, que ahora mismo parecía un basurero, me daba algo de pena que viera mi habitación así.
Pero en este momento eso no era lo que importaba, lo que importaba era que me estaba muriendo de hambre, estoy seguro que casi me acabé una rebanada de un mordisco. La pizza en general suele ser deliciosa, pero está en especial sabia como un manjar de dioses, podría jurar que gemí de lo bien que me sentí al comer.
―Parece que un huracán arrasó con tu cuarto eh. ―mencionó ella riendo.
— ¿Me lo juras? No lo había notado, no es como que lleve encerrado aquí desde el miércoles adelantando el proyecto que supuestamente debíamos hacer los dos. ―espeté con sarcasmo.
Un silencio incomodo se apodero del cuarto. Pero entonces Emma habló.
—No vengo aquí a pelear Fred, tenemos un trabajo pendiente, no es momento de pelearnos como niños chiquitos―. Aseguro ella mientras tomaba asiento.
—Bueno, entonces ayúdame. ―le dije.
—No, porque primero quería preguntarte algo.
Me quite los lentes para frotarme los ojos, era muy tarde, tenía sueño, quería terminar este maldito trabajo de una vez, no tenía tiempo para estupideces. Pero supongo que ella tomo mi silencio como una invitación a hacer su pregunta.
― ¿Por qué te caigo tan mal? — preguntó ella.
Me senté en la cama. Su pregunta no era lo que esperaba, ¿ella para que quería saber eso?
—No me caes mal Emma. ―afirmé a pesar de no estar muy seguro de mi respuesta.
— ¿No? Porque desde que entramos a la universidad no has hecho nada más que evitarme y contestarme mal cuando trato de acercarme a ti. ―argumento ella.
—No es porque me caigas mal, lo hago porque tengo cosas importantes que hacer, no tengo mucho tiempo para hacer amigos ¿sabes?
― ¿No tienes tiempo de hacer amigos? Yo te he visto muy contento con esas dos chicas, la que estudia psicología y la que estudia comunicación.
«Jaque mate» Si no conociera a Emma, pensaría que estaba celosa, vaya tontería.
—No tengo tiempo para esto Emma, tenemos que adelantar el proyecto.
─Ok, ok, entonces duerme un rato, haré los cálculos yo, porque se nota que no prestaste atención a la clase.
Me sentiría ofendido por su comentario de no ser porque era cierto, aparte no podía rechazar la oferta de dormir mientras ella hacia parte del trabajo, a esto le llamo efectivo trabajo en equipo.
Asentí la cabeza, para luego recostarme, taparme con las cobijas, el tacto de mi espalda contra el colchón fue tan reconfortante ya que me dolía horrible, seguro estaba algo contracturada. Me dormí al instante, esto era justo lo que necesitaba, pero antes de perderme totalmente, dije algo, no sé si se escuchó lo suficientemente fuerte siquiera comprensible.
—Gracias rubia.
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