XXXIII
-No podemos viajar así, necesitas más cuidados y descansos. Le escribiré a la reina sobre esto y...
-Sólo atrasa el viaje un día, tenemos un compromiso.
-Pero ahora tú y nuestro hijo es más importante.
-Tenemos un deber que cumplir, amor. Estaremos bien, somos muy fuertes, sólo te pido que lo atrases un día para que pueda ir con mi familia a dar las buenas nuevas.- Antoine me veía no muy convencido, sabía que tenía el temor de que perdiera a nuestro hijo y vivir los mismos acontecimientos que con Gaela.
-Lo haremos así, pero no me agrada del todo la idea. Sólo será está vez.-Tomé su rostro y lo besé en la frente y en los labios.
-Adoro que seas mi cómplice.-Se sentó conmigo en la cama y me abrazó dándome pequeños besos en la cien.
-Eres una consentida mimada, pero así te amo.-En sus brazos me sentía la mujer más feliz del mundo, lo tenía casi todo, pero lo que más feliz me hacía era tener al amor de mi vida conmigo.
-Lo sé, pero tu me hiciste así y me sigues consintiendo, así qué, ¿qué puedes esperar?- Giré un poco mi cabeza para darle un beso en la barbilla y verlo a sus dulces ojos llenos de amor.
-Te consiento porque te quiero, quiero que lo tengas todo y nunca te quedes con ganas de nada, así sea de una simple piedra, la recogeré por ti.-Me dio muchos besos en el cuello provocándome cosquillas y risas.
Después de jugar un rato como dos simples enamorados disfrutando la compañía del uno con el otro, Antoine pidió que fuéramos de una vez con mi familia para anunciar sobre nuestro primogénito.
Nos encontrábamos todos en el comedor de mi antigua casa, ese que me había visto comer por diecisiete años. Todos estaban ahí, incluso papá, disfrutando de la compañía de su adorada hija.
-Bien, familia. Hoy íbamos a dar un viaje hacia Valle del Rincón pero tuvo que atrasarse debido a un pequeño inconveniente del que mi esposo se percató está mañana. Cabe decir que hemos llamado al doctor para asegurarnos y nos ha dicho que mi querido Antoine estaba en lo correcto.
-¿Doctor? ¿Por qué llamaron al doctor? ¿Es algo malo? ¿Grave?
-Tranquila, madre. No te apresures, no es nada grave ni de muerte.
-¿Entonces? No estoy entendiendo.- Antoine me tomó de la mano y me vio con complicidad, dándome una sonrisa para que continuara.
-Estoy embarazada.-Todos se quedaron callados viéndonos con una expresión tan sorpresiva que comencé a dudar de si iban a felicitarme o no, entonces mi madre soltó un grito tan escandaloso y lleno de alegría que hizo que todos los demás cambiaran su expresión a una de felicidad.
-Mi pequeña tendrá un bebé, ¿escuchaste eso Pietro? ¡Un nieto!
-Lo escuché fuerte y claro Constantina.-Mi madre corrió y nos dio un fuerte abrazo a ambos y luego acarició mi vientre. Seguida de ella vino mi padre para desearnos buena suerte en esta nueva etapa.-Deseo con todo mi corazón pronto poder cargar al primogénito de ambos, a mi primer nieto.
Mis hermanas también me felicitaron y las más pequeñas estaban sorprendidas al saber que dentro de mí había una persona pequeña y se cuestionaban si iban a tener que abrirme toda la panza para que pudiera salir y yo iba a morir. Fueron reprendidas y obligadas a no volver a hablar por expresar semejantes ideas.
-Necesitas cuidarte mucho más, tus comidas deben ser bien compensadas. Subirás de peso un poco pero es normal, tenemos que conseguirte vestidos un tanto más amplios y hay unos de maternidad tan hermosos.-Mi progenitora no paraba de hablar de la emoción, se le notaba en el rostro cada que decía algo ya que se le iluminaba la cara y no dejaba de sonreír.-Aún no puedo creer que vaya a ser abuela, tengo treinta seis años, aún puedo ser madre.
-Ni lo menciones, Constantina. Dejemos los embarazos para las niñas, nosotros ya cerramos esa fábrica para siempre.- Mi padre solía soñar con tener un hijo varón, así que intentaron seis veces en total pero la oportunidad nunca llegó, así que cuando nació mi última hermana, decidieron no intentarlo más ya que todas las mujeres podíamos ser un grave dolor de cabeza para mi pobre padre.
-En realidad, no estábamos buscando a un hijo aún. Sabía que Beverley era aún muy joven y deseábamos esperar un poco pero creo que Dios no ha bendecido y si así lo quizo Él, le daremos la bienvenida gustosos a nuestro pequeño.
-No podemos hacer nada ante las decisiones de Dios, a veces nosotros deseamos una cosa pero Él tiene otra preparada para nosotros.-Ambos hombres hablaban sabiamente, Antoine era mayor que mi padre, bien podría ser su hermano mayor pero no era así, Antoine se había convertido en el yerno de mi padre.
Pasamos el día con mi familia hablando sobre experiencias vergonzosas de cuando era una bebé y todo el proceso de embarazo que pasaron mis padres. Le advirtieron a mi esposo que tendría cambios de humor y antojos inusuales, y que tendría que ser muy paciente.
Por mi parte, había visto a mi madre embarazada ya que la última pequeña nació cuando ya tenía nueve años, pero desafortunadamente recordaba muy poco porque ya no quería más hermanas, por consiguiente no estuve al pendiente de toda esa etapa.
Al terminar el día, regresamos a nuestro hogar para partir al día siguiente a primera hora hacia Valle del Rincón. Por un lado me sentía algo temerosa de mi embarazo, pero por otra, lo consideraba una señal de que mis planes debían ser ejecutados. ¿Por qué? Porque al estar embarazada el viaje no podría ser rápido, además teníamos un día de retraso, lo que significaba que no alcanzariamos a detener a Dior para que se arreglara toda esta situación. Ahora, mis sueño guajiro era llegar a la cápital y encontrarme con la noticia de que el rey había muerto, eso me ahorraría mucho...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro