XVII
Prianka despertó en su habitación en la parte de abajo, Antoine la había llevado junto conmigo argumentando que se había desmayado. Poco a poco se fue incorporando y puso su mano en la cabeza confundida sobre los últimos hechos.
-¿Qué pasó?
-Pasó que estabas de ofrecida con el marqués. Guarda tus cosas que esta misma noche te vas y tu familia se enterará de lo que hiciste.- De inmediato se puso pálida y volteó a ver a Antoine esperando a que dijera algo para intervenir, pero él decidió mirar hacia otro lado.-¿Qué pensabas? ¿que el marqués Antoine se iba a fijar en ti, una sirvienta? No seas tonta.
-No tiene esposa y puede querer a quien él quiera.
-Él me quiere a mí, niña ilusa.
-Aquí la única niña eres tú. ¿Cómo el marqués se fijaría en alguien que a duras penas le están creciendo pechos?- Estaba muy cerca de ella sentada en una silla al pie de la cama, así que sólo me bastó extender el brazo para poder darle una cachetada.
-Te dije que hicieras tus maletas. Agota más mi paciencia y todo el pueblo se enterara de lo promiscua que eres, serás la vergüenza de toda tu familia y mal vista por la sociedad.
-Le diré a la señora Gaela del amorío entre ustedes.
-¿En serio? Anda, hazlo. Yo tengo la aprobación de ella para estar con Antoine, pero tú...¿acaso quieres que se entere del pequeño incidente que acaba de pasar? Te estás quemando demasiado y mi paciencia se acaba. Te di una orden.- Aún con la mano en la mejilla, Prianka se levantó de la cama con el rostro rojo de la rabia. Me hice a un lado y le abrí la puerta. Ella tomó las maletas que aún estaban con ropa dentro ya que acaba de llegar hace dos días.
-¿Qué es lo que haces?-Comenzó a poner sobre la cama otra vestimenta, así que cuando le cuestioné me vio como si fuera algo obvio.
-Pongo sobre la cama la ropa para cambiarme.
-No lo harás. Si fuiste capaz de sentirte orgullosa de que el marqués te viera así, tendrás el mismo sentimiento de andar de ese modo por las calles.
-Pero esto es inapropiado.
-Ya hablé.- con lágrimas en los ojos guardó el vestido en la maleta de nuevo.- Escoge un buen par de zapatos, porque caminarás hasta tu casa.
-¿Qué?
-Beverley...-Antoine me habló pero lo tomé de la mano y la apreté para que me dejara seguir.
-Señorita, por favor. Tendré que caminar hasta a las afueras de OliveHill.
-Pues empieza ya.- Se sentó en la cama mientras llorando se ponía unas botas lo más rápido que pudo. En cuanto salió de la habitación hablé con Antoine.
-¿De verdad harás esto?
-Tranquilo amor, manda al carretonero de la paja para que vaya atrás de ella revisando que camine, cuando llegue a la mitad del camino podrá subirla y llevarla hasta su casa. ¿Si amor? Es para que aprenda la lección.- Le di un beso cerca de los labios mientras él me observaba con una sonrisa.
-A veces das miedo, pareces toda una señora de la casa cuando apenas tienes dieciséis años.
-La edad no limita el carácter.- Le guiñé y salí de la habitación con él detrás de mí.
-¿Ya te vas?
-Debo dé, se hace tarde y no es apropiado que ande afuera tanto tiempo.
-El cochero te llevará.- Me guió hasta allí y se despidió de mí dándome un beso en la mano, asegurándome que de inmediato mandaría al carrotenero a hacer mi voluntad.- Eres muy complaciente.
-Todo sea por ti.
El camino a casa fue corto, en mi mente repetía una y otra vez las imágenes de ambos caminando de la mano, mientras me recordaba las cosas que me había dicho que le gustaban, y las que no. Me pregunté si él estaría haciendo lo mismo con mis respuestas, o si simplemente las había dejado en el olvido esperando que cuando fuera el momento, pudiera recordar algo mínimo.
Al día siguiente, al mediodía, tenía a Hugh llamando a mi puerta. Corrí a recibirlo como siempre para darle las buenas nuevas.
-Te tengo una muy buena noticia. Sólo tres personas lo saben así que, es un secreto.
-¿Ahora qué hiciste, Beverley?
-Prepárate porque tu mejor amiga se casará.
-¿Mi mejor amiga?- Nos encontrábamos en el patio trasero como siempre bajo el gran árbol en la banca. En cuanto escuchó la noticia, me observó como si le acabara de decir el mayor enigma del mundo.
-¿Por qué los hombres son tan tontos?- Dije mientras veía hacia el cielo con los brazos extendidos.- Yo, Hugh, yo me casaré.
-¿Qué? ¿Con quién?- Su expresión cambió y me dedicó una de sorpresa con los ojos muy abiertos.
-Pues con el marqués, ¿con quién más?
-¿Sigues con esa locura?
-No es una locura.-Me dediqué a contarle con lujo de detalles todo lo que había pasado estos últimos meses mientras su boca se abría ante la incredulidad de lo que mis labios contaban.
-Beverley, pero, ¿qué hiciste? Arruinaste un matrimonio. Acabaste con la felicidad de Gaela.
-No la victimices, su tiempo ya pasó y no supo aprovecharlo, ahora es mi turno de ser la dueña de los ojos de Antoine y la marquesa de todo OliveHill.
-No puedo estar de acuerdo con esto, yo...
-Tienes que estarlo.- Lo tomé fuertemente del brazo mientras lo veía a los ojos.- Tú saldrás ganando con esto por el simple hecho de escucharme y apoyarme. No lo arruines.
-Bev, ¿qué te está pasando?-Tomó mi mano con la suya y la fue apartando lentamente mientras yo me daba cuenta de lo dura que había sido.
-Lo siento, yo, es que estoy muy nerviosa con todo esto. De verdad, lo siento.
-Beverley, estás muy alterada porque sabes que todo esto está mal y es peligroso. Yo guardaré tus secretos pero no puedo protegerte allá afuera o de aquellas personas que te observarán y verán que hay algo raro.
-Todo lo que hago, es por amor. Y si por amor he de morir, lo haré feliz.- Me vio con el rostro triste y besó mi mano.
-Yo también te tengo una noticia. Como ya sabes, tengo diecinueve años y ya debo tener aunque sea alguna candidata para casarme. Mis padres deseaban que fueras tú pero les dije que no te interesaba. Afortunadamente he encontrado a una joven que ha sido del agrado de ellos y por supuesto mío, así que tal vez, si las cosas se dan, también me esté casando.
-¡Hugh! Eso es muy bueno.- Su sonrisa y el brillo en sus ojos mientras lo platicaba me decía que realmente le gustaba aquella chica.
-Es a largo plazo, no será ahorita ya, tal vez en tres o más años, pero planeo darle el anillo de compromiso muy pronto.
-¿Y quién es la afortunada joven?
-Es Juliette, tu hermana.
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