Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IV

Antoine se había ido unos minutos después de lo nuestro, argumentando que debía regresar a ver a su esposa para asegurarse de que estaba mejor. Mientras, a mí me dejó con un gran vacío.

Seguí viendo a las jóvenes chicas de mi edad y algunas un poco más grandes. La mayoría estaba por ahí, coqueteando con los chicos, abanicandose o retocandose el cabello. Entonces una, de aproximadamente 17 años, vio que un hombre mayor la veía constantemente, dándole alerta de que la deseaba, cosa que hizo parar en seco el coqueteo.

Pobre de ella. Estoy segura de que ese hombre maduro, le enseñaría muchas más cosas de las que un muchacho podría. Antoine era la prueba.

Ninguno de los jóvenes que se encontraban aquí, serían capaces de besarme de la misma forma. Ni tampoco hablarían con total naturalidad sobre la sexualidad, y por supuesto que no entenderían el placer, como lo hace él.

Esa noche, de nuevo descargué todas mis ganas en un desenfrenado toqueteo. Mordía la almohada al sentir que debía gemir, para que nadie pudiera escucharme. Al terminar, me di cuenta de que necesitaba tenerlo a él, todo para mí. Debía planear alguna forma de tener un encuentro.

Los días pasaban y no encontraba la forma en que mi madre me dejara salir sola, no era propio de una señorita de mi índole hacer semejante hazaña.

Un día, decidimos ir a dar un paseo mi madre y yo, como solíamos hacerlo. Entonces, mientras pasábamos por el parque central, nos topamos a los marqueses. Mi madre se apuró a ir con ellos para preguntar el estado de salud de Gaela, sin embargo, se veía muy bien.

Nos saludamos los cuatro y mi madre preguntó el cómo había estado la noche de mi cumpleaños.

-Mi malestar sólo duró esa noche. Me prepararon una infusión que me ayudó de maravilla.

-Que bueno, excelencia. Hizo mucha falta su presencia en el evento.- Mientras ellas se adentraban en su hablar, yo intentaba cruzar alguna mirada de complicidad con Antoine, pero se le veía incómodo, y siempre trataba de dirigir la mirada a otro lado que no fuera el mío.

Me empezó a molestar el hecho de que hiciera como si no estuviera ahí presente a unos pasos de distancia. Entonces mi madre vio uno de esos puestos con manzanas acarameladas que tanto le gustaba, y por coincidencia, también enloquecían a la marquesa, cosa distinta a Antoine y a mí, que nos resultaba empalagoso. Por lo que ambas mujeres nos dejaron en una banca esperando mientras eufóricas iban a satisfacer su necesidad de dulce.

-¿Por qué no me pones atención? ¿Qué pasa?- Lo dije en voz baja mirando a otro lado para no levantar sospechas, pero asegurándome de que iba a escucharme.

-Tengo una esposa y un título nobiliario. Lo que pasó esa noche fue un error y no se volverá a repetir.- Sus palabras me hirieron en lo más profundo de mi alma, por primera vez estaba experimentando lo que se sentía que te rompieran el corazón.

-No puedes engañarme. Sé que la culpa te corroe, pero sé perfectamente que deseas volver a hacerlo, deseas hacer lo mismo y mucho más.- Su mirada que se dirigía hacia su mujer conviviendo con mi progenitora, cambió de dirección hacia el suelo, sabía que estaba debatiendo entre aceptar la culpa o preferir fingir que no pasó nada.

-No me hagas pecar más de lo que ya estoy haciendo. Peco teniendote en mi mente mientras estoy con ella. Ahora ya no me es suficiente y hago cosas que no debo. Me atreví a tocarme diciendo tu nombre una y otra vez.- La sensación de excitación me recorrió todo el cuerpo justo ahí, en una banca en medio del parque.

-No estamos pecando, es amor, Antoine. El amor lo es todo, más nunca un motivo de castigo.- Nuestras acompañantes se acercaron y nos despedimos como si nada hubiese pasado. Regresé a casa con el corazón en la mano, esperando que mis palabras resonaran en lo más profundo de su corazón.

Tres noches después, llegó a mi ventana una paloma con una carta amarrada a su pata. No tenía sello ni nada que me hiciera reconocer al remitente, así que con la curiosidad picandome, la abrí de inmediato.

"Estimada Beverley:

Escribo esta carta mientras mi esposa duerme en nuestra cama, sólo por el eco que han provocado tus palabras en mi mente. ¿De verdad estás enamorada de mí? Ya soy un adulto, he vivido mucho y a ti te falta tanto por vivir y conocer. Pero, debo admitir que mis sentimientos hacia tu persona, son tan profundos como el mismo océano. Desde que te vi, con ese rostro angelical, y tu pequeño cuerpo aun sin florecer por completo, quedé ensimismado. Entonces, cuando observé a esos ojos grisáceos, tan llenos de curiosidad hacia mí, entendí que había una posibilidad. Lucharé por ti y por este cariño y posible amor que está naciendo, pero por ahora, todo debe mantenerse en secreto.

El motivo de mi carta, además, es para avisar que aún tienen pendiente esa visita al castillo, y que mejor que ahora, que mi esposa está enferma. No se lo digas a tu madre, sólo hazla venir y ofrécete a quedarte para cuidar a la marquesa.

Espero tu respuesta.

Con cariño, Antoine."

Sus palabras me endulzaron el corazón. Sabía que también sentía algo por mi, sólo era necesario presionarlo un poco para que salieran a la luz todos esos sentimientos aprisionados.

Pensé en contestarle pero decidí darle la sorpresa, para así dejarlo con un atisbo de intriga y desesperación por querer saber mi respuesta.

A la mañana siguiente en el desayuno, le propuse a mi madre ir de visita al castillo de los marqueses Rupenauv. Ella aceptó gustosa y me pidió que usara mis mejores ropas. Por supuesto que mis hermanas protestaron haciendo pucheros para que también las lleváramos, pero mi madre les dijo que si aprendían a comportarse, pronto podrían conocerlo también.

Con una media sonrisa, subí a mi habitación y busqué el mejor vestido posible, y siendo un poco traviesa, no me puse calzoncillo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro