Capítulo 3
Día 27. Año 95. El sujeto L-Y013 se ha desprendido. La secuencia de genética sufrió una mutación que no pude prever al entrar en contacto con la proteína B-A2. Desconozco como solventar el problema en un futuro próximo.
Día 45. Año 95. Todo parecía funcionar con la nueva secuencia genética B-Z3, sin la proteína B-A2 el sujeto estaba estabilizándose y manteniendo su forma. Sin embargo, a los veintisiete días de gestación, se produjo un fallo y murió. Creo que se trata de una reacción adversa a los ácidos de la cápsula gestacional, probaré con un entorno menos hostil para mis próximos proyectos.
Día 150. Año 96. Feliz Nuevo Barbarian. Resulta absurdo que sigamos celebrando el nuevo año, cada 200 días, cuando estamos rodeando el cadáver de una estrella que ya no podemos ver. Pero de todos modos, aprovecharé la ocasión para tomarme un poco de aceite de cerveza en mi laboratorio. El sujeto Z-Y2K ha mantenido la secuencia genética durante 45 días. Los cambios de cápsula y proteínas parecieron funcionar y la estructura física se está modelando adecuadamente. Sin embargo, estoy seguro de que será un proceso largo. Las condiciones ambientales no son las adecuadas y la reproducción celular está casi inactiva.
Día 145. Año 96. El sujeto Z-Y2K parece responder a estímulos externos. Su desarrollo neuronal está casi completo y está aprendiendo a mover los apéndices. Calculo que podrá salir de su cápsula en las próximas 75 horas. Si todo sale bien, esta será la última entrada de este diario.
Amber suspiró y cejó el libro sobre la corta madera que les servía de mesa. Aquel restaurante, escondido en la parte trasera de un mercado, había sido saqueado mucho tiempo atrás. Pero, de todas formas, Craig había logrado amueblarlo hasta convertirlo en algo mínimamente acogedor.
—¿Nada? —preguntó desde la cocina improvisada.
Pese a ser un restaurante, el abandono y el hambre de los suburbios habían llevado a muchos Barbarians a llevarse cada pequeña cosa que había en él. Incluidas las rejas de la estufa. Lo cual los había obligado a tomar un bidón y rellenarlo de suficiente combustible seco como para mantener un fuego para cocinar.
No podían quejarse, tenían algo que comer y un sitio donde resguardarse. Eran unos verdaderos privilegiados.
—Son todos registros antiguos—resopló, tratando de no aspirar demasiado el intenso humo—. No hay muchas explicaciones. Mi padre estaba intentando gestar algo, el Neobarbarian, probablemente; pero cada vez que lo conseguía, la criatura moría.
Craig jadeó una risa mientras alimentaba el fuego con pequeñas astillas de madera sintética. Ya ni siquiera se molestaba en usar guantes. Era como si su cuerpo hubiera recordado como era vivir en los pisos inferiores.
—El doctor Haller era un hombre testarudo—murmuró negando con la cabeza—. Apuesto a que consiguió crear al Neobarbarian solo para demostrarse a sí mismo que podía hacerlo.
Desplegó una sonrisa, pese a que su garganta se sentía apretada.
—¿Tu crees? Estoy segura de que se obsesionó con crearlo porque se negaba a dejarlo morir.
Craig asintió, mirándola con diversión.
—Eso suena como algo que el doctor haría.
Dejando los registros sobre la mesa, se acercó hasta el chico y se hundió en su pecho. El fuego los caldeó de inmediato. Pero Amber no se dejó engañar por el momentáneo segundo de paz, esa llama oscilaba a tanta velocidad que estaba segura de que se apagaría si se descuidaban.
Mientras Craig deslizaba los brazos por su cintura, tomó un puñado de astillas con cuidado y lo lanzó a las llamas. Apenas duraban unos instantes en contacto con el fuego, pero la pequeña ave que habían comprado en el mercado negro se estaba dorando segundo a segundo. No era mayor al tamaño de una pelota de tenis y tendrían que repartírsela, pero al menos cargaban su cuerpo con algo que no fueran verduras transgénicas.
—¿Estás bien? —susurró, besando su hombro.
—No—admitió—. Creí que encontraría más. Una prueba de que papá no estaba intentando crear al Neobarbarian o que sus intenciones eran otras. Diferentes a Settle. Pero no hemos encontrado nada y, sino lo hacemos, papá será recordado como un terrorista.
—No dejaremos que eso pase—respondió con contundencia.
Amber se apoyó en su pecho, dejando que su cabeza cayera en el espacio de su cuello mientras veían la carne dorarse. ¿Cómo hubiera sobrevivido al mundo exterior sin Craig? No sabía caminar, ni orientarse. Apenas era capaz de recordar qué comidas eran tóxicas para su cuerpo pese ser baratas y abundantes, como las legumbres azules del mercado. Calmaban el hambre, pero te hacían sentir ingrávida y perdida.
—Siento haberte arrastrado a todo esto—susurró, aferrándose a su camisa. Su hombro parecía estar completamente recuperado, pero Amber no podía olvidar que Craig se había interpuesto para que un mutante no la hiriera.
—Nunca me has arrastrado a nada—respondió, removiendo el ave—. ¿Recuerdas el día que el doctor me llevó al Templo? Estaba seguro de que podría robar un par de cosas y venderlas porque siempre iba muy bien vestido.
Sonrió, asintiendo. Recordaba ese día a menudo. Había sido la primera vez que conocía a otro ser humano que no fuera su padre.
—Pero luego el doctor me pidió que me quedase contigo y te hiciera compañía. Creo que buscaba un hermano mayor para ti—vaciló con una risa—, pero acabó consiguiendo a alguien que se metió en tu cama después.
—¡Estuvo una semana sin hablarte!
Aunque las risas salían de su cuerpo, no pudo detener el flujo de lágrimas que cubrió sus mejillas y empapó la camisa de Craig. La dejó llorar mientras le acariciaba la espalda, alimentaba el fuego y movía el ave, pero nunca se apartó.
—Decidí quedarme—murmuró en su cabello—. Y no he tenido ni una sola razón para arrepentirme de ello.
Apretó los ojos, notando latidos dolorosos por todo su cuerpo.
—¿Recuerdas lo que dijiste cuando estabas curándome?
—Creo que me va a costar mucho olvidar ese momento—respondió, sumergiendo sus brazos alrededor de su cadera—. Estaba aterrorizada.
Craig sonrió. Lo supo por la forma en la que su mejilla saltó sobre su cabello. Siempre hacían eso; se estiraban y salpicaban sus pómulos con dos preciosas manzanas sonrosadas.
—Sobre nuestros hijos...—dejó caer la frase, torciendo el estómago de Amber.
—No tenemos hijos—exhaló.
—Todavía no—corrigió con voz alegre—. ¿Pero cuando el Neobarbarian desaparezca? No voy a dejarte descansar.
—Por el amor de toda la Ciudad Vertical—resopló, alejándose de él—. ¿Se supone que eso era sexy?
Craig se encogió de hombros, retirando al fin el ave del fuego.
—Puede no sonar muy sugerente, no lo niego. Pero es que no trataba de ser sugerente—se estiró para tomar una pequeña cubierta de cristal que usaban de plato para los dos y dejó el minúsculo cuerpo del ave sobre ella—. Trataba de ser sincero. Quiero hijos. Muchos. Muchísimos.
Una risa ahogada la abandonó. Irónica, pero también anhelante.
—¿La idea de conseguirnos un puesto superior a base de cuotas infantiles iba enserio?
—Yo siempre hablo en serio—repuso su compañero, giñándole un ojo—. Vamos a comernos a esto antes de que se enfríe.
Amber sonrió y se dirigió a la mesa improvisada, apartando todos los libros y registros de su padre con cuidado. Craig recuperó el resto de las verduras que habían acumulado dentro del bidón y se dirigió hacia ella.
—¿Sabes que no eres ignifugo? Deja de meter las manos en el fuego.
—Las quemaduras no son nada—repuso con tranquilidad—. De pequeño me rompí un dedo del pie y tuve que...
—¡Reconducirlo tú mismo! ¡Ya lo sé! —interrumpió molesta—-. Creo recordar que te pedí que jamás volvieses a hablarme de esa historia.
Elevando las cejas, le dejó un improvisado tenedor hecho con púas metálicas y se sentó a su lado.
—¿No te gusta?
—¡No! —exhaló, aferrándose a su costado—. Por supuesto que no me gusta. No quiero imaginarte viviendo solo en la calle, siendo un niño y sin tener siquiera la posibilidad de ir al médico por un hueso roto.
—Es parte de mi infancia, Amber—suspiró—. Mi madre fue repudiada y, cuando por fin entró en un harén, me dejó a las puertas del Nivel Uno con tres años. Ya lo sabes. No es algo que puedas borrar por doloroso que sea.
Un escalofrío la recorrió, pero se obligó a escucharle. Su madre había sido una completa basura, pero Craig había sobrevivido y crecido. Convirtiéndose un hombre bueno y cariñoso, entregado a los que lo amaban. En esa historia solo había una perdedora.
—No te hagas responsable de cosas que no te pertenecen, Amber.
Suspiró con frustración y asintió. Tenía toda la razón, pero la idea de que esa perra dejase a Craig abandonado siendo tan solo un bebé le rompía el alma.
—A todo esto, he pensado que quizá deberíamos bajar el Nivel Uno—comentó mientras abría las diminutas pechugas del ave. Sin pensarlo dos veces, pinchó una generosa cantidad de carne y la dirigió a los labios de Amber.
No tenía apenas sabor, tan solo podía sentir la desagradable textura de filamentos resecos y el fuerte sabor de la ceniza. Sin embargo, era proteína. Una que le hacía falta desesperadamente.
—Creo que nos iría genial ir al laboratorio—continuó—. Si los militares no lo han encontrado estará lleno de información y provisiones. No podemos seguir a este ritmo, nos gastaremos todos los ahorros antes de que acabe el año.
Tragó la carne y suspiró.
—No quiero que bajemos después de las heridas que has sufrido.
—Oh, tranquila. No tengo intención de volver a ponerme entre las fauces de un monstruo mutante. La próxima vez, nos lanzaré a las cloacas.
Una carcajada la abandonó. De alguna manera, Craig siempre decía lo correcto.
—Iremos con más cuidado esta vez—afirmó, tomándola de la mano—. Entramos y salimos con toda la información y provisiones que podamos.
Amber asintió, sintiéndose algo culpable por depender tanto de su compañero. Pero, eso es lo que hacen las parejas, ¿no? Confiar y tirar del carro cuando el otro no podía.
—Esta bien. Pero me añadiré otra modificación, quiero un biomapa de objetivos. No nos la jugaremos dos veces.
Craig dudó un momento, pero luego asintió y se encogió de hombros.
—Mañana iremos a instalártela antes de bajar—exhaló, luciendo incómodo con la idea.
Aunque Amber sabía que él odiaba las modificaciones, agradeció que no discutiera con esto. No podría soportar otra emboscada o ver herido a Craig de nuevo. No se veía capaz de volver a pensar en perderlo.
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Me siguen faltando 420 palabras para llegar a las 8k, es que de verdad eh AJAJAJAJ CLAWN
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