Capítulo 34
Fue entonces cuando Neil decidió relajarse un poco y ayudarme a levantarme del suelo, aún estaba en sujetador.
—¡Espera! Debo buscar mi blusa.
— Olvidate de eso, toma, pontelo. — añadió sacándose la camisa por encima de la cabeza, dejando al descubierto su perfecto cuerpo decorado en tinta.
— Gra...gracias... — saqué mi móvil del bolsillo de los jeans y nos pusimos en marcha.
Bajamos rápidamente las escaleras. Mi tobillo aún dolía, pero yo lo evadía. Sabía que si se enteraban no me dejarían participar de nada y no pensaba quedarme de brazos cruzados.
Neil recorrió todo el lugar desapareciendo por una de las puertas, al rato reapareció con Wells del otro lado.
— Vamos Wood, has de enseñarnos de que va todo esto.
— Tan solo lo hacen para lastimarte, para exponerte de todas las formas más crueles e inhumanas que puedan existir, por desgracia caíste en manos de un psicópata y eres su nuevo juguete o más bien su partida más difícil. Por lo menos la parte de William, la otra parte, pues... No tengo ni la menor idea. — le susurré haciendo que este quedase totalmente fuera de sí. No se lo podía creer.
— Explicate, aún me debes el ¿por qué te marchaste sin avisar? — al escuchar sus palabras mis ojos se encrustaron al suelo. La vergüenza me inundaba.
— Te... te tenía... Te tenía miedo...
— ¿A mí? — Neil se quedó petrificado, como si hubiese tirado de la alfombra bajo sus pies.
— Sí, Neil... fue una equivocación, William me comenzó a decir cosas y yo...yo... No sabía que hacer. — traté de explicarme pero él se levantó de mi lado y salió andando.
— ¡Claro, si tu príncipe te dice que yo soy un violador, asesino en serie y toda la mierda que pudo inventarse su cabeza enferma es más fácil creerle a él que nunca en su put* vida te prestó atención antes que a mí, yo estuve siempre a tu lado, si pajarito volando querías yo te lo daba con tal de que no sufrieras, o pensarás que no valías nada. Era desgarrador ver a una niña de tan solo cinco años decir que no merecía tener vida, te protegía ante todo a pesar de ser un debilucho con lentes, te amaba desde las sombras. Esperando a que un día te dieras cuenta de todo pero no, nunca te dabas cuenta de nada! ¡Ya no puedo más con esto Alondra!
— Neil... — mi voz se convirtió en un leve sollozo, apenas audible.
— Olvida todo lo que he dicho, olvida que te amo, que te he amado desde que tengo uso de conciencia. Olvidalo, te ayudaré pero luego desapareceré de tu vida. — mi corazón se iba haciendo añicos con cada palabra que escapaba de su boca.
No podía creer lo que había escuchado, mi mundo se detenía por completo. Quiere que me olvide que me ama, ¿cómo lo hago? ¿Cómo puedo olvidarlo?
— Neil, piensa mejor las cosas.— añadió Wells al ver como yo parecía no reaccionar.
— Llevo pensándolo desde hace doce años John, ya no lo soporto más... — las lágrimas de Neil se quedan grabadas en mi mente como si fuesen un instrumento de tortura.
Yo solo le he hecho llorar, yo le he hecho tanto daño como sus padres. Jinny tenía razón. Me siento horrible, no valgo nada. No merezco sus lágrimas, ni la sangre que ha derramado por mí. Pero esto, esto acabará pronto.
— Durante el tiempo que estuve en casa de William, él estuvo drogándome...
— ¿A qué te refieres con drogándote? — se alarmó Wells, mientras Neil frenó sus pasos en seco.
— Bien merecido que me lo tenía por desconfiar de Neil, causa y efecto, ¿verdad Neil? ¿Te suena de algo? Causa y efecto... Yo en ningún momento dejé de pensar en ti.
— El libro de Jade... — me miró con ojos nuevamente llorosos mientras me armaba de valor para continuar la platica hasta el final.
— Lo descubrí el penúltimo día, cuando sospeché que algo extraño estaba sucediendo. William parecía alterado, preocupado incluso, mientras se hacía pasar por «buena persona» para ayudarme a resolver mi sueño, le enviaron un e-mail que decía lo siguiente.
Mensaje:
Jinny escapó, joven W.E la hemos perdido.
Instituto de Psiquiatría
— ¡Psiquiatría! ¡Cómo que psiquiatría! — Neil giró nuevamente a la mesa mientras yo conectaba mi móvil a la portátil de Wells.
Eso me hace percatarme que desde que salió de casa no sabe nada de ella.
— Espera un poco, ahora les muestro todo... — esperamos a que esta cargase la información para poder abrir los archivos técnicamente encriptados. — Me llevará algo de tiempo pero lo conseguiré.
La señora de rizos canosos regresó al salón tras unas horas mientras aún todos estábamos tensos para poder evitar que nos quedáramos dormidos. Trajo consigo té y algunas galletas, también un poco de zumo el cual no decidí beber. Ya estaba cansada de los zumos, no podía ver uno sin que un escalofrío involuntario me recorriese todo el cuerpo.
— ¡Aquí está! — grité haciendo que estos despertasen de su enorme cansancio y mirasen fijamente la pantalla — Decidí investigar puesto que la noche anterior a ese día, me desvelé... la habitación estaba fría, la ventana abierta pero yo la había cerrado. Era algo extraño, entonces te vi... — dije mientras miraba a Neil, él parecía confuso. — Debió haber sido efecto de las drogas, pero te vi en la habitación. Quería abrazarte pero una mirada de psicópata apareció en tu rostro, me asusté y retrocedí. No diré cuantas cosas sucedieron porque fue horrible y no pienso recordarlo. Aunque seguía sin entender ¿cómo sucedieron las cosas? ¿Cómo es que Neil entró a esa casa? ¿Por qué traía esa cara? Parecida a la de un maníaco sexual.
— ¿Es en serio? — sus ojos verdes me examinaban esperando que continuara, por ello seguí.
— Recuerdo que digiste y cito (Te voy a foll*r bien duro como la put* que eres, una put* con cara de niña buena e indefensa) fueron las palabras que salieron de tu boca, bueno... no de la tuya, de quien haya estado en la habitación cuando me hayaba drogada. Entonces pensé, será hijo de put*, ¿qué diablos le pasó? ¿Habrá sido porque no fui a su departamento? ¿Definitivamente debo hablar con el doctor Wells?
Les conté haciendo ciertos gestos con ambas manos.
— El padre de William debe de tener su contacto, sea como sea es uno de los mejores médicos de Londres. Dejé la cama a toda prisa, sintiendo la frialdad del suelo, evadiendo el dolor repentino de mi tobillo, de las costillas, los brazos, casi todo. Parecía una flecha, corrí al lavabo del inmenso baño que madre santa parecía otra habitación o incluso la suite de un hotel cinco estrellas. Me escondí en uno de los muros que da para la bañera.
Tomé un poco de aire para continuar.
— Quería llorar, llorar silenciosamente. Sin que nadie me viese. Pero me encontraba con la portátil de William en mis manos. Debía actuar rápido, no quería que me viese con las manos sobre lo mal hecho. En realidad sólo quería el contacto de John. Comencé a teclear, gracias a dios no tenía contraseña, lo más seguro porque era compartida. ¿Dónde estarán los contactos? Mira bien Alondra, ¡mira bien! Me dije a mí misma. El corazón parecía querer salirseme por la boca, pero no pasaba por el nudo repentino en la garganta.
Suspiré nuevamente.
— Neil Hawk (objetivo) Eso era lo primero que visualice. Fue entonces cuando aquella carpeta me dejó totalmente atónita, ¿objetivo? ¿De qué se trataba esto? Eso desplazó toda mi atención. Será que aquí tienen oculto todo acerca del playboy, fue eso lo que cruzó mi mente. ¡Abrelo! ¡Investiga! Era lo que me gritaba mi subconsciente. Obedecí y le di doble click. Comenzaron a aparecer entonces fotografías de Neil, del colegio. Empezaron a brotar lágrimas sin cesar de mis ojos inconscientemente. Otras mientras estabas rodeado de mujeres, consumiendo drogas, con fachas deplorables, bebiendo, borracho entre las esquinas, por los callejones. ¡Dios mío! A eso te referías con tu pasado. Por eso me quería lejos de ti.
Él solo agachaba la mirada.
— Observaba tu rostro en las imágenes y no podía evitar abrazar la portátil sollozando, me lastimaba saber que pasaste por todo ello y no estuve a tu lado. Continué viendo, salían fotos entonces de cuando tenía diecisiete. Cuando debías pasar el servicio. Hay fotos tuyas con el uniforme, con distintas armas.
Perfecto dominio de las armas de fuego, Neil Hawk, es el estudiante número uno de los expedientes.
— Fue uno de los e-mail que recibió el padre de William, no, no, no era para su padre. Era para él. W.E era como lo conocían, por William Edwards. Mandó a que espías vigilasen tu vida, cada movimiento tuyo está en estas imágenes. Inclusive un vídeo. — pulsé éste para poder reproducirlo.
21/8/2020
•Señor, tenemos al punto en la mira, dada la orden le damos fin al objetivo.
Podían ver como yo lo había visto, le apuntaban con una franco a Neil, este se veía calmado, como si no estuviese sucediendo nada. Lo tenían todo planeado, estaban desde los edificios para poder disparar sin ser vistos.
— Joder, ¡William trató de matar a Neil! Sabía que era depravado y criminal pero no para tanto. — añadió Wells pasmado, Neil no parecía inmutarse.
••Abran fuego.
La voz de William inundo aquel vídeo.
— Él mandó a matar a Neil, él nunca hizo nada malo, y siempre dijo la verdad. Tenía su permiso de armas, claro, estuvo de militante. No era nada de negocios turbios ni las mil mierdas. Por ello es que tienes tan perfecto dominio de cualquier arma. O me equivoco Hawk.
—Para nada... — espetó impasible.
•Aceptado señor.
Cuando éste fue a disparar un balazo le atravesó la sien, cubriendo de sangre la cámara con la que grababan, la cual también recibió un disparo. Neil se percató. Por eso es que no soporta a William.
— Entonces pensé, pero ¿para qué tener esos documentos? Aquí hay datos de falsificación, mensajes que él le hizo a un abogado y un empresario para que le resolviesen datos falsos para incriminar a alguien, ¡querían meter a Neil en la cárcel! Sabes que el dinero hace maravillas. — dije mientras le miraba y él asentía. — Pues no me dio la gana. Salí corriendo del baño y comencé a rebuscar mi móvil, debía de tenerlo por algún lado. Pero ¿dónde? Revisé en casi todos lados, pero no encontré nada. La otra habitación. Obvio. Él no quería que fuese, ¿por qué sería? Me colé por el pasillo vigilando a ambos lados, entré en la habitación y me percaté de que todo estaba tal y como lo dejé antes de acostarme ¿qué está pasando aquí? Me acerqué a las sábanas, donde pude contemplar unos extraños polvos blanquecinos. Decidí tomar un poco de ellos en el colgante que me dio Bertha para guardar la pequeña fotografía que tengo con la tía Charlotte y con Casey cuando éramos niñas. Wells después si deseas la examinas pero estoy segura que son somníferos con alguna extraña droga.
— Por supuesto.
— Vi mi móvil entonces rápidamente volví a colarme en el lavado. Busqué la portátil, nerviosa, temblorosa, preocupada, seleccionando cada e-mail enviado y recibido, fotografiando todos. Borré los papeles originales, las copias, la carpeta de Neil, todo de seguridad, copia y respaldo incluso entrando en otros dispositivos, como su laptop, el monitor, su móvil, con mucho cuidado de despertar las alarmas. Seguí husmeando y encontré carpetas con distintos nombres.
Charlotte Wood Beckham (Cumplido)
John Wells
(Fracasado)
Bertha Bramson Galli
(Objetivo en espera)
Casey Brown Wood
(...)
Alan Brown Ainsworth
(...)
Jinny Hawk Mayer
(Cumplido-perdida)
Neil Hawk Mayer
(Caso fallido)
James Mayer Sellers
(Cumplido)
Alondra Brown Wood
(Proceso)
Henry Stone Wood
(En busca)
— No hago más que fotografiar cada una de esas carpetas, conectando mi móvil para trasladarlas a mis archivos. La copia demoraba mucho por lo que comencé a indagar en algunas, aquí hay imágenes de lo sucedido con mi tía Charlotte, imágenes de aquel pelirrojo hablando con ella, con un portafolio negro en brazos. ¡Mi sueño era real! ¡Le buscan! Me adentré en la carpeta y comencé a ver fotografías de él. Al fin consigo ver bien su rostro, ¿por qué William tiene todo esto? ¿Por qué hay un archivo con el nombre del abuelo de Neil? ¿Por qué en mi archivo soy Brown Wood, al igual que Casey? ¿Qué está pasando? De repente unos pasos me dejaron petrificada. Salí y tuve que comenzar a pues... fingir. Lo que me delató, fue tu hermana.
— ¿Jinny?
— Ella se apareció cuando yo iba al colegio a hablar con Haggard, esperaba el autobús y entonces ella se acercó, hablando de forma extraña.
— ¡Explicate en sí! ¿qué forma?
— Yo me distraje viendo un anuncio enfrente. Cuando alejé la vista del anuncio en el edificio, oí que gritaban mi nombre. ¿Será Neil? ¿Habré dejado algo en su depa? Fue lo primero que pensé. Según sentía que ésta se acercaba me percaté que era una voz femenina. –¿Señorita Wood? ¿Alondra Wood?– me volví, sorprendida y una chica joven con la piel pálida se me acercó con cautela.
Neil no me perdía ni el mínimo gesto.
— Parecía un fantasma, como si de un momento a otro fuese a desaparecer... tan blanca y extrañamente inexpresiva. ¿Acaso estoy soñando despierta? Pensé –¿es la señorita Alondra Wood? – repitió a pesar de que ya había contestado su pregunta anteriormente asintiendo, y sus facciones permanecían estáticas aunque estuviese hablando conmigo, o bueno, hablándome a mi porque yo no le había dirigido la palabra.
Respiré hondo.
— Estaba realmente debatiéndome si era un sueño, o no –¿Sí? – añadí ésta vez en palabras algo dudosa. Se paró en la acera y se me quedó mirando como a un metro de distancia, y yo, totalmente inmóvil, le devolví la mirada. ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Cómo me conocía? Saltó a mi mente entonces el hecho de que puede que la hallan mandado a preguntar por mí. –¿Puedo ayudarte? – pregunté buscando segundas intenciones, pero parecía perdida. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Por qué se veía tan... demacrada? –No... sólo quería verte, y advertirte...– Habló con una voz muy baja, inquietante. Y tenía un pelo oscuro no como el mío, sino que de un color azabache que contrastaba radicalmente con su tono de piel tan blanco, súper fina y elegante pero maltratada. Sus ojos eran castaños, color siena tostado, podría decirse así, pero inexpresivos. No había la menor chispa de vida en ellos, como si no fuese real en lo absoluto. La tristeza afloraba grabada en su precioso y pálido rostro. ¿Qué le había pasado a ésta chica? ¿Por qué me ha buscado? No parecía venir con malas intenciones, al contrario, no parecía saber siquiera donde estaba parada. –Lo siento... pero no estoy entendiendo nada– le dije educadamente, intentando ignorar el escalofrío que me subió por la columna vertebral al escuchar salir de sus labios la palabra advertencia. La miré de cerca, y tenía un aspecto raro, descuidado y desvalido, en cierto grado hasta psicópata, o por lo menos debía tener algún trastorno a mi forma de ver. La ropa que llevaba le queda dos tallas más grande de lo que era su menudito cuerpo, pareciese una, una bata de hospital. ¡Joder si que era una bata de hospital! ¿Cómo es que nadie la había visto salir? ¿Qué sería capaz de hacerme? Se echó a reír, con un sonido extraño y discordante que incrementaba mi pánico. –¿Qué tienes tú para hechizar a mi hermano y alejarlo de mí? – preguntó con tristeza. Mi pánico se convirtió en confusión.
Neil permanecía estático.
— Perdona... ¿quién eres? ¿Quién es tu hermano?– le pregunté –¿Yo? No soy nadie de quien tengas que preocuparte, más bien debes preocuparte de él– movía la cabeza con gestos frenéticos.
–Neil no es bueno, Neil es basura... Alejate de él... Si aprecias tu vida, desaparece... Le harías un gran favor a éste mundo si dejases de vivir, si dejaras de robarle oxígeno a la humanidad.– Levantó un brazo para pasarse la mano por la melena desorganizada que le llegaba a poco más debajo del hombro, y al hacerlo se le levantó la manga de la bata que traía puesta y se le vio un sucio vendaje alrededor de la muñeca. Dios... ¡Es una suicida! ¡Una psicópata! ¡Ya no tengo ni la menor idea de lo estoy pensando! Fue lo que me gritó mi subconsciente. No me quedaba más que fingir despreocupación, pero lo cierto es que me concentré al máximo en no desplomarme. De repente mis piernas parecían de plastilina. Me alegré mucho de haber decidido quedarme en la parada de autobuses y no moverme de lugar, con el gentío, ella no debía poder hacerme nada. ¿¡Estás segura!? ¡Es una jodida psicópata, le da lo mismo matarte ahí mismo donde estás parada! Me restregó nuevamente una voz saliente de lo más profundo de mi psique, por un momento había perdido la conexión con mi cuerpo, a muy mala hora. Ella volvió a soltar una carcajada y dejó a la vista una navaja, todo mi ser comenzó a temblar de pronto.
Traté de recordar cada detalle.
–¡Wood! – escuche los gritos del profesor Haggard a lo lejos, que iba a cruzar la calle. Ella se detuvo y ocultó la navaja con una risa maníaca.–Que tenga un buen día, señorita Wood, ya tendremos otra oportunidad de charlar– Dio media vuelta y subió andando la calle mientras yo me quedé clavada en el sitio. Vi cómo su delgada silueta desapareció de mi vista, perdiéndose entre los trabajadores que salían en masa de sus despachos en el edificio de enfrente. Tu hermana casi me mató de un susto. Haggard me dijo al cruzar que me habían expulsado, yo quise alejarme, aún estaba aturdida por todo, salí corriendo, choqué con alguien, más bien caí encima de alguien, era William, al parecer la estaba buscando, él me dijo de ir a su casa, que necesitaba respirar, me dejé convencer, me dijo horrores de ti, lo peor, fue que por un momento le creí...
— Mi hermana Wood, ¿qué sucedió con Jinny?
— Pues... Ella...ella...
— Ella ¿qué?
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