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Capítulo 3


Me dejo caer del asiento buscando el poco césped, húmedo que rodeaba a aquel árbol, enfadada conmigo misma por ésta absurda reacción, necesitaba sentir algo natural, no ficticio, estoy cansada de las cosas ficticias, falsas, al igual que las personas. Levanto las rodillas y las rodeo con los brazos.

Quiero hacerme lo más pequeñita posible. Quizá éste disparatado dolor que me genera mi existencia, mi sola existencia sea menor cuanto más pequeñita me haga, quisiera ser microscópica o más bien, no existir.

Apoyo mi cabeza en las rodillas y dejo que las irracionales lágrimas fluyan. Estoy llorando y llorar no me va a resolver ningún problema, no sacará a mi tía del hospital, no me dará valor, no me dará fuerzas para tener a Casey, para alejarla de esa maldita mujer. Qué ridícula, qué ridícula soy. Desde que he venido al mundo soy un estorbo, causo pérdidas, le hago daño a ésas personas que tanto quiero, quiero ser valiente pero no sé cómo, no puedo, simplemente no puedo.

Mis sueños están frustrados así como mis esperanzas de que en algún momento lograr captar la atención de alguien, de saber ¿quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Por qué me abandonaron? Así como un pequeño sueño en un rincón bajo la almohada, destrozado, todo destrozado.

Nunca a nadie le interesó mi vida salvo a mi tía, que me salvó, fue la única persona que me acepto, aún sin padre, aunque fuese abandonada por mi propia madre, ella no me rechazó, mi vida siempre a consistido y consistirá en un rechazo constante, sin compasión, eterno y resulta que la única persona que me entiende en éste mundo, que puede disipar ésa realidad, me la quieren arrebatar.

¿Cuándo dejará la vida de golpearme, de apalearme? ¿Por qué no me da una oportunidad de vivir una vida como cualquier otra persona? Sin dinero, eso no es tan necesario, pero si con una familia, en un hogar, humilde, no importa, bajo un puente, se puede soportar, pero con ese beso de buenas noches, el saber que tienes una madre que te ama.

Entiendo el por qué me odian tanto, no soy como las demás, tía dice que soy como un marciano, siempre me hace reír con eso, aunque los marcianos no son muy lindos pero bueno, se ajusta a mí.

Siempre he sido de las que nadie elegía en Química porque fuese inteligente, sino porque querían ponerme el mechero en la cara, hacerme una cortada, tal vez una reacción química que explotase y me cayese todo encima pues sí, en el tennis pues ocurría lo mismo, ésta última la entiendo sinceramente, ya que correr y hacer algo más a la vez como saltar, mirar la raqueta o estar atenta a la pelota no era para nada lo mío.

Soy un auténtico desastre para el deporte en sí, bueno no para todo deporte porque soy muy buena en el volley según la tía Charlotte pero en el colegio no me dejaban jugarlo y si tenían la supuesta intención de hacerlo el balón terminaba en mi cara, la cual estaría cubierta de sangre, siempre buscaban hacerme daño, por ello la tía Charlotte se volvía loca cada vez que me veía llegar así, entonces venía la típica excusa de «Tropece y caí de bruces al suelo» y la hora de pedir perdón, como «Disculpa no lo volveré a hacer» pero casi siempre me volvía a pasar, de ahí que me convirtiera en una auténtica negada del deporte.

Muy en mi subconsciente entendía a Anastasia Steele, sólo que, no todas tenemos la gran dicha de encontrarnos en ésta vida con un fantástico Christian Grey, la mismísima perfección literaria de la señorita Steele y de muchas mujeres, ese hombre que la encuentra bella en cualquier momento, incluso vomitando, que con total sinceridad, nadie luce bien así, pero él, el Grey literario la ve hermosa aún en ese estado y estando también como según dice ella y cito -desaliñada, pálida, delgada, sin un cuerpo llamativo como el de la señorita Katherine Kavanagh, más que torpe-

Pero si te fijas en la muchacha y Dackota es hermosa, mucho más que eso, en ella no se debe aplicar que se sienta inconforme con ella misma, pero en mi caso no, soy ridícula, sin un pasado, con un presente confuso y dudando de un futuro, pequeña, creo que si mido 1.55m eso es mucho, o por lo menos es lo último que recuerdo haber medido, así como otros tantos defectos que no tengo manera de enumerar, yo sé que de defectos está hecho el ser humano, ya que nadie es perfecto pero... conmigo se pasaron, se les pasó la porción, dieron en exceso.

Ahora si hablamos del plano sentimental, en ese plano siempre he expuesto mi corazón en exhibición para múltiples y diversas heridas, desde niña, al tener la esperanza de que las personas me aceptarían pero no, también al regalárselo en bandeja de oro con esmeraldas a un niñato millonario como William, cabe decir que un amor de persona o bueno eso pienso, bueno para que haga con él lo que le plasca , sin importarle siquiera cuánto puede llegar a lastimarme o si siquiera me podría recuperar algún día de ese daño incontrolable que me causa a diario.

Claro, no le importa porque no lo sabe, no me ve, si me viera igual tampoco pensaría decírselo, así que no sé, de esa manera aún no sé, solamente me hago ideas, vagas ideas de lo que podría ser ese chico, de cómo se ha de comportar con los demás, aunque hoy fue muy valiente y amable, pero aún así no sé, en realidad no sé, a pesar de que le amo no le conozco sentimentalmente, su forma de ser es algo para algunas personas muy íntimo y no piensan mostrarla así porque sí, yo sólo me guío por sus actitudes con respecto a quiénes lo rodean, hasta el chofer se lleva súper bien con él, así que se ve alguien bueno, no le tratarían así si no lo fuese, aunque sinceramente podría que no fuese así pero me apuesto cualquier cosa que nunca a terminado en ningún momento llorando como niña de dos años, escondida tras la oscuridad de un árbol.

Incluso mi prima Casey que es pequeña de edad, porque va camino a ser más alta que yo, incluso ella es más fuerte que mi persona, bueno es que me percato que hasta una hormiguita lo es.

¡Basta! ¡Basta ya Alondra Wood!

Me grita metafóricamente mi subconsciente, con la mano izquierda en la cintura, el mismo megáfono de hace un rato en la derecha, negando frustrada con la cabeza mientras su mirada se vuelve cada vez a cada segundo que pasa más penetrante.

Sólo sientate de nuevo en el banco, secate esas lágrimas que no vale la pena estar así por algo que ya pasó, saca un libro y pues centra tu cabecita en algo que sabes hacer muy bien y que te saca de este mundo, leer, estudiar entre muchas cosas, sólo tienes que mantener la mente ocupada así como el corazón y los pensamientos de ésta manera, no das lugar a algo triste, evitas llorar y te mantienes ocupada. Olvida lo que sucedió en el salón de clases hace un rato... Olvídalo.

¡Ahora mismo! Deja de auto compadecerte, eso da más que pena... Eres más fuerte que esto, has aguantado muchas cosas y aún sigues de pie. Recuerda que eres una Wood, criada por Charlotte Wood, esa rubia incansable que nunca pierde una pelea y mucho menos terminó lloriqueando por las esquinas.

Respiro hondo varias veces por unos muy largos minutos y me levante para sentarme en el banco. Ánimo Alondra, no volverás a recordar esto, lo anotarás en las hojas de ese diario rosa que te dio la tía Charlotte, tu diario de incidentes que no se deben repetir en la vida, jamás y estudiarás de alleno para los exámenes finales.

Cuando consigo calmarme de una forma que nunca antes había logrado hacerlo, ojalá poder ser así de segura siempre, esto me sorprende, entonces se acerca William con un portátil en una mano. La sonrisa con la que se acerca a mi lado se desvanece por completo y es reemplazada por una enorme cara de preocupación en el justo momento en que se sienta a mi lado en el banco y aparta el portátil.

—Wood ¿qué pasa? ¿Estás bien?— muevo la cabeza como sé que haría Ana Steele cuando quiere evitar que la santa inquisidora Katherine Kavanagh se la quiera comer a sus respectivas preguntas incómodas y hacer el papel de madre más que sobre protectora.

Aunque al igual que a ella no me sirve de mucho, por no decir que a mí en especial no me sirve de nada, sólo consigo que su intriga y preocupación aumente mucho más de como ya estaba antes de que yo ladeara la cabeza para dar a entender que no quería hablar de ello, es que hasta para eso soy pésima, no sé ni para que lo intento yo y mi costumbre de seguir a los personajes literarios.

A veces me pregunto si esos dos serán familia pero luego recuerdo que Kate es un personaje literario revivido por la imaginación y unas fantásticas películas de una trama increíble, aunque ese parentesco me hace pensar que quizá esa sea la razón y la verdad escondida tras el perfecto perfil de William.

Ser un personaje salido de la literatura que él si encajaría como figura literaria, una de las tantas maravillas que nos trae este mundo, una de esas hermosas cosas que me aislan de la tierra, eso explicaría todo, que William fuese hermano de la tan bella y sexy Katherine Kavanagh.

—¿Has estado llorando? — Bueno sinceramente creo que eso a de ser más que obvio, mis mejillas están rojas, siento que me arden como si tuviera fiebre y he de tener los ojos con una extraña mezcla de colores entre un rojo bien resaltado y un castaño caramelo bien quemado.

Por primera vez, no deseaba huirle a la presencia de William, no tenía fuerzas para salir corriendo como en la estación, sentía que si me levantaba me caería, mis pies estaban tan débiles como yo, por lo menos me favorece que no me afecte tanto que él este aquí, ahora, en éstos momentos, aunque si comienzo a pensar de seguro me veo horrible y despeinada, ha de parecer que alguien me pego fuerte en la cara o que participe en una competición de boxeo ganándome una buena paliza.

Por ello trato de hacer un intento fugaz de querer ocultar mi feo rostro, elevo mis manos y dejo caer aquel libro que había sacado del bolso el cual planeaba comenzar a leer.

«Dios mío ¿Cuándo dejarás de lloriquear y hacer el ridículo Alondra? ¿Cuándo te cansarás de ser tan cobarde? ¿Cuándo?»

—Hey, no tienes por que cubrirte, llorar no es algo malo... Todos tenemos sentimientos.

—Sí ... pero... es... de débiles, yo soy débil y... siempre lo seré...— tartamudeo

—¿Qué, llorar?... Para nada Alondra, llorar no es de débiles, al contrario, es señal de que has sido fuerte por demasiado tiempo, no quiero volverte a escuchar hablar así de ti misma, eres la chica más valiente que conozco. No tienes de que avergonzarte, en vez de ello deberías dejar que de una buena vez esas lágrimas vistan tus mejillas, eso te dará fuerzas para después ser más valiente — me aparta las manos dulcemente del rostro, estrechandolas con las suyas y dejando asomar esos hermosos ojos zafiro que me evalúan preocupados e indecisos pero ¿por qué indecisos? Entonces siento como sus brazos me rodean y acercan mi rostro a su pecho.

Me estaba abrazando, elevo la vista y mis ojos se topan con los suyos, regalándome esa sonrisa que tanto veo en mis sueños, esos labios color manzana que suelen ser mi mas rotunda perdición, no consigo apartar la mirada de esos hermosos ojos azules, con un brillo mágico tan... dulce y tierno...

Busco en su mirada una pista de por qué este chico me vuelve tan loca desde niña, de ¿por qué le amo tanto? Y de repente me parece algo más que obvio, hasta una niña sería capaz de percatarse. Es demasiado guapo, gentil, dulce y atento pero somos polos muy opuestos y, de distintos mundos, así funciona el amor ahora, bueno desde los tiempos pasados, es algo que prevalece aunque pase la historia, aún estando en el siglo XXI las diferencias socialmente económicas continúan asechando a Cupido en su labor de unir a aquellos que se aman con el alma y corazón en las manos, sin fijarse en todo lo otro que le sigue por detrás a la herencia, en cuantos millones se calcula su fortuna o los números que se hallan escritos en los cheques y en la cuenta bancaria.

Me veo a mí misma tal como si fuese Marte estando tan cerca del inmenso y ardiente Sol, pero, a la vez tan lejos, que podría quemarse o fundirse en alguna de sus tantas hondas de calor, en sus enormes manchas, pero simplemente permanece girando a su alrededor sin otra opción como si no tuviera escapatoria, presentando unas temperaturas superiores a los 425 °C que serían capaces de fundir la roca con tan solo tenerle en frente, estar de cara a él, mi Sol, mi refugio, como dice Pablo Alborán.

Mientras que a cada segundo que pasa me muestra que para él no soy más que una chica invisible y que se apiada de mi sólo porque de seguro le doy lástima pues, entonces en las sombras de su mirada mi cuerpo se haya así como pasando de Marte a Mercurio a más de 170 °C bajo cero, congelado en el tiempo, como una noche tormentosa de nevada en el más crudo e infinito invierno.

Me encuentro flotando a millones de años luz de la tierra, confundiendo lo que parecerían mariposas con alertas, alertas que tratan de de advertirme, de hacerme ver que no soy buena para William, no soy la chica que merece tener a su lado, no soy la indicada, aunque eso es algo que él con su continuo rechazo hacia mi persona, es lo que ha querido demostrarme todos estos años y yo... como estúpida nunca me daba cuenta, estaba ajena a la realidad, ciega por completo, quizás porque ya sabía de esto, pero mi corazón se negaba a entenderlo, se negaba a entender el por qué no debía amarle, ¿por qué me enamoré de un chico que no puedo amar?

¿Por qué mi corazón aún se aferra a él? ¿Por qué simplemente no puedo cortarlo de raíz y ya? Dejar de sentir esto que me desgarra todo el cuerpo internamente, que me consume, que le hace daño a mi mente ¿por qué simplemente no puedo parar de quererle?

Mi corazón es tan testarudo que se niega a escuchar la voz de la razón, se niega a entender que le ha amado todos estos años en vano, aunque que podría esperar él de una chica como yo, que no conoce su pasado, no sabe de sus padres, que la abandonaron por ser una desgracia andante, ¿cómo William podría amar a alguien así? Que sólo lleva dudas a cada paso que da, dejando un camino de inseguridades tras ella, alguien que no tiene la suficiente fuerza y valentía de mantener a su lado a los seres que ama, alguien que no puede proteger a las personas con las que añora estar, alguien... que no puede protegerse ni a sí misma.

Con sólo pensar en eso siento que un puñal se clava en mi pecho traspasando mi corazón ya tan malherido, a falta de mimos y consuelo, por lo cual no puedo evitar que más lágrimas vuelvan a inundar mis pupilas y se deslicen nuevamente por mis mejillas. A lo que él sube una mano y siento como su pulgar recorre las mismas ya empapadas por aquel mar de aguas salobres, asciende en su recorrido y me limpia varias lágrimas que amenazan con salir.

—Puedes llorar, yo estaré aquí para abrazarte, cuidar de ti y brindarte mi apoyo Alondra...

—¿Co...cómo sabes... mi nombre? —pude notar como en sus ojos se veía un tono de un color algo extraño, como de culpa y... su voz sonaba nerviosa, parecía que pudiera quebrarse en cualquier momento.

—Disculpa es... que he leído el forro de tu agenda ...— suspire algo resignada, ¿sólo eso? ¿Tanto nervio tan sólo por eso? Entonces volví a romper en llanto, ¿cómo es que alguien puede ser tan perfecto?

¿Por qué aún después de todo le sigo amando? ¿Por qué mi corazón desea sufrir tan cruelmente aún sabiendo que no es correspondido? ¿Cómo aún así sigue siendo tan tarado y sabiendo que no es para él que no le conseguirá nunca no deja de amarle, no desiste? ¿Por qué no desiste? ¿Por qué me arrastra a sufrir esto que solo él eligió? ¿Por qué?

William acaricia mi cabello dejándome una mezcla agridulce en mi interior que me hace sentir pésima. En mi cuerpo mantengo preso un mar de sentimientos que me desgarran, hacen que sienta como poco a poco me desangro, entre dolor con agradecimiento, amor con desamor, alegría con tristeza, ¿odio? No yo, aún después de saber que nunca me vera de la forma en que yo le veo que soy invisible para su corazón aún después de eso, soy incapaz de odiarle, ¿qué culpa tiene él? Ninguna, no puedo culparle por una ilusión que se ha creado mi corazón desde el jardín de niños, no puedo culparle, definitivamente una mezcla agridulce.

En otro momento hubiera adorado estar en sus brazos, sentir ese aroma único de su cuerpo que no consigue esconder la loción, ese perfume con olor a frutas de bosque que crea una mezcla mística con su divino aroma creada y bendecida por los fantásticos dioses griegos, este chico es un dios griego llevado a la mortalidad, sentir la tela suave de su ropa bajo mis dedos, los latidos de su corazón acelerado...

¿Acelerados? ¿Por qué William tiene los latidos del corazón tan acelerados?


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