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Capítulo 27

Apenas consigo moverme. Oigo abrirse la puerta. Oh, no... ya está aquí. Lo siento rebuscar la mesita, parece buscar la portátil. Siento como si estuviese crispado en rabia, debe de saber que la tengo yo... o por lo menos sospecharlo. Sabe que no soy boba.

— ¡Londra! — su voz se escucha como si fuese el rugido de una bestia. — ¡Londra, dónde estás!

— En... el baño... — debía hacer algo, pongo voz de quien se siente las bien malas y tan sólo consigo silencio.

— ¿Estás bien? ¿Te sientes algo raro? — su voz parecía buscar indicios de algún malestar muscular, náuseas, no sé.

Eso me confirma que se trae algo entre manos, por ello decido seguirle el juego.

— Pero no te has tomado ni el jugo, ni las cápsulas, ¿acaso quieres pasar un día de perros? — me percate de sus segundas y terceras intenciones tras aquel planteamiento.

[Pasarás un día de perros si te lo tomas] me avisa mi subconsciente con gesto preocupado.

Y tiene toda la razón, William hace demasiada insistencia en que beba un vaso de jugo cada tarde que despierto, por ello el cuerpo me pesa tanto. Me siento tan dormida. Es más que obvio, somníferos... son somníferos lo que hay en los zumos, por ello les cambia el sabor. En algunos no se siente, pero el de manzana es muy delatador.

¡Santa manzana, bendita seas!

— ¿Has visto mi portátil? Planeaba seguir con las investigaciones pero no la encuentro. — añadía algo exasperado.

— No William, nada más me levanté de la cama, corrí al baño. Los vómitos me están matando...

— ¿Quieres que llame a mi médico de familia? — prosiguió con su insasiable insistencia.

— No te preocupes, ya se me pasará. Nunca me han gustado los médicos, ni sus procedimientos. Soy más de té, hierbas y ungüentos... Nada de agujas, pastillas, cápsulas, nada... — mentí descaradamente.

Necesito estar consciente, cada noche sucede algo. Quiero saber si es por los medicamentos o es real. Lo de Neil, se sentía tan real, pero no lo era. Sé que para esta noche no estaré del todo recuperada, pero es un primer paso.

— Ok, continuaré buscando la portátil por allá abajo. Si necesitas algo me llamas, lo que sea. Por mínimo que pueda parecerte.

Siento sus pasos en dirección a la puerta, un suspiro pesado parece escapar de sus labios. Esta se cierra tras él mientras yo le observo por las rendijas del baño. Me quedé sola una vez más, lo necesitaba todo. Neil y Wells deben ver esto.

La copia estaba súper lenta, había demasiada información recopilada. Tantas cosas me daban vueltas en estos momentos. Quiere envenenarme, dormirme, que diablos sé. De pronto me encuentro con aquel vídeo, lo sucedido en la madrugada de hace ya más de una semana.

El único envío que hicieron fue para este hijo de la gran put*. ¡Quiero matarle! ¿Cómo he podido estar tantos años amando a esta escoria? ¿Cómo es que este tipo de maníacos psicópatas continúan sueltos en el mundo? ¿Por qué fui tan estúpida de pensar que podría estar gustándole? ¿A santo de qué?

Pensé desinteresadamente en su acercamiento a mí el jueves, en sus palabras, en todo. Incluso dejé a Neil de lado por él, Neil, pobre de mi Neil. Ha de tener el corazón hecho añicos por mi culpa. No sé si consiga perdonarme, al fin cuando todo iba bien. Cuando volví a encontrarle, cuando me propuse luchar por iluminarlo, ¿por qué soy tan idiota?

Amo a quien no me quiere, y quien da la vida por mí cuantas veces sea necesario, no ni una, ni dos, sino todas las necesarias. A él no le presto la menor atención, definitivamente no merezco vivir. Viene a mi mente entonces la imagen de aquella chica psicópata.

Parecía mucho menor que yo, como si tuviese unos no sé, ¿doce? Sí, la edad de Casey, ¿quién será? Quería matarme pero ¿por qué? ¿Qué le he hecho yo a ella? Mencionó a Neil, ¿qué relación tiene con Neil?¿será una ex? Tan pequeña, lo dudo.

Neil es gilipollas en muchas ocasiones pero no le agrada la idea de los pedófilos, mucho menos para él. Es el primero que revienta como cafetera cuando le hablan de algún tema adyacente a eso. Con él no cuentes para hablar ni de pedofilia, necrofilia, violación, asesinato, y demás cosas.

Cuando tuvo que estudiar esos casos como abogado casi explota. Se irrita considerablemente, así que fuera de ello no sé como esa chica se vincula a él. Tendré que preguntarle yo misma si me la vuelvo a cruzar. El crepúsculo se hacía visible, ¡mierda! ¡Ya es de noche nuevamente! Lo que significa que he de llevar horas en esto.

Miro nuevamente el móvil y al fin la copia señala el cien por ciento.

100% de 40Gb completadas.

Aquello me tranquilizaba. Salí, observando a los lados. Coloqué la portátil bajo los cojines, camuflándola. Luego llamo a William y queda como que no revisó del todo bien. Siento como todo en mi cuerpo vuelve a su lugar. Aún estoy temblorosa pero, al menos más tranquila.

Un viento repentino comienza a invadir la habitación, de pronto todo se siente tan... frío. ¿La ventana estaba abierta? No recuerdo haberla abierto. Sacudí la cabeza en forma de negación, a lo mejor con el susto de la portátil no me percate de que estuviese abierta.

Me tumbé y miré al techo, esperando a que volviese la tranquilidad que tenía la mañana de aquel accidente, mi vida aparentemente normal. ¿Cuántas cosas han pasado desde entonces? Hay tanto que procesar.

¿Por dónde empiezo? Emm... El accidente, la hospitalización de la tía Charlotte, el día del jueves completo, desde William hasta Neil. Tantas revelaciones, sus labios. El saber que me ama, más yo he despreciado ese sentimiento tan puro y sincero por un idiota que no sé que rayos piensa hacer conmigo.

Aquellos cerdos que me secuestraron, alguien me persigue ¿por qué? Los sueños reveladores, pareciesen visiones. La chica psicópata, la expulsión del colegio, venir para acá...

[El principal de los errores] me espeta mi subconsciente.

Sinceramente no planeo excusar mis decisiones sumamente erráticas. Dejar a Neil solo, cuando le prometí que volvería. Huí de él porque este pedazo de imbécil me llenó la cabeza de patrañas, desconfíe de Neil. Eso, solo eso, no tiene perdón alguno.

Un sueño súbito, dulce y profundo amenazó con cerrar mis ojos, a tal punto que Morfeo me rogaba que cayese a sus brazos. No pude resistirme, tal vez debe quedar algún poco de esa droga en mi cuerpo.

Me despierto de golpe, desorientada, asustada. ¿Me he quedado dormida? ¿William, estará aquí? Parpadeo al mirar hacia la tenue luz del pasillo que se filtra a través de la puerta entreabierta del dormitorio, y observo que William no está conmigo.

Doy gracias a todo lo que existe y un suspiro de alivio escapa de mi boca.

¿Dónde está? ¿Qué estará planeando? Levanto la vista levemente para dar un respingo. Plantada, a los pies de la cama, hay una sombra. ¿Una mujer, quizá una niña? ¿Vestida de negro? Es difícil de decir. ¿William tendrá hermana? Me encuentro tan atontada por el sueño que apenas razono.

Aturdida, alargo la mano y enciendo la luz de la mesita de noche y me doy rápidamente la vuelta para mirar pero allí no hay nadie, como si hubiese visto un fantasma. Meneo la cabeza algo desorientada.

¿Lo he imaginado? ¿Soñado? ¿Será efecto de la droga? Me siento y miro alrededor de la habitación, dominada por una sensación de intranquilidad vaga e insistente... pero estoy sola.

¿De verdad estaré sola?

Me froto los ojos. ¿Qué hora será? ¿Dónde estará William? Pensar que puede estar planeando algo contra la vida de Neil me estremece por completo. Miro el despertador alumbrado en azul: son las dos y cuatro de la madrugada.

Vaya, he dormido demasiado.

De pronto la ventana se abre con un ligero zumbido y bajo los pies lentamente hasta el suelo frío de la habitación, nuevamente el viento vuelve a usurpar mi espacio personal.

Caigo en la cuenta de que he estado aquí desde el viernes por la tarde. Parece que haya pasado mucho más tiempo. William me ha dejado la puerta del todo abierta. Me acerco, la cierro y, no sé porqué, pero en cuanto estoy de espaldas me quedo paralizada instintivamente, como si algo fuese a suceder.

Tardo un momento en darme cuenta de que es porque hay una persona pálida y totalmente fuera de sí de pie junto a la mesa enfrente del espejo, justo al lado de la ventana. Está sosteniendo una pequeña pistola: era la chica psicópata que me observaba inexpresiva.

Dios mío...

Está ahí junto a la ventana, mirándome con semblante impasible e inquietante y con una pistola en la mano. Mi subconsciente es víctima de un colapso mental del que no creo que despierte ni bajo la mayor tormenta con un cable eléctrico en la sien.

Parpadeo repetidamente veloz mirando a la joven, mientras mi mente no para de dar vueltas frenéticamente. ¿Cómo ha entrado? ¿Dónde está William? ¡Por Dios...! ¿La habrá mandado a matarme para no ensuciar sus manos? A éste punto todo es posible.

El miedo creciente y gélido que amenaza a mi corazón se convierte en terror y se me erizan todos y cada uno de los folículos del cuero cabelludo, las manos e incluso las piernas.

¿Y si él le ha hecho esto?

Parece estar muy perdida. Mi respiración empieza a acelerarse, la adrenalina y un pánico paralizante invaden todo mi cuerpo, centímetro por centímetro. Mantén la calma Alondra Wood, date una terapia. Mantén la calma... repito mentalmente como un mantra una y otra vez.

Ella ladea la cabeza y me mira como si fuera un espécimen no identificado. Pero aquí el espécimen no soy yo, ella viene de otro lado más indistinguible.

Siento que he tardado muchos siglos, incluso un millón de años en procesar todo esto que me está sucediendo cuando en realidad ha transcurrido apenas unas fracciones de minutos. El semblante de ella sigue totalmente inexpresivo, impasible y su aspecto tan desaliñado y enfermizo como mismo se presentó el viernes.

Sigue llevando esa bata azul de hospital mugrienta, se veía negro por la oscuridad y parece necesitar desesperadamente una buena ducha, su piel la pide a gritos. Tiene el pelo grasiento y lacio pegado a la cara, y sus ojos color siena tostado se ven apagados, turbios y vagamente confusos, como si se hubiese perdido.

Pese a tener la boca absolutamente dañada, intenta hablar. Pero no lo consigue. Entonces algo me vino a la mente dejándome estupefacta.

— ¿Jinny? ¿Te llamas Jinny? ¿Verdad? — alcanzo a decir al cabo de unos minutos, largos minutos.

Ella sonríe, pero no es una sonrisa natural, sus labios se curvan de un modo desagradable incluso prácticamente inhumano.

— ¿Tú me conoces? — susurra y su voz es un sonido fantasmagórico, suave y ronco. Todo al mismo tiempo.

Resulta confuso. Pobre.

— No, pero lo he deducido — le digo con dulzura, como si me dirigiera a una pequeña de año y medio — ¿Estás aquí por ti sola? ¿Dónde está William?

Cuando pienso que puede haberle dicho que me matase o me hiciese algún daño se me desboca el corazón, como si fuese un corcel salvaje.

A ella se le demuda la cara de tal modo que veo una tristeza oscura aflorar en sus ojos, creo que está a punto de echarse a llorar... parece tan desvalida, maltratada, herida.

— Sola —susurra— He llegado sola...

Y la profundidad de la tristeza que contienen esas únicas palabras me desgarran el corazón. ¿Qué quiere decir? ¿William no tuvo nada que ver? ¿Está ella sola? ¿Ha llegado sola hasta mí, por sus propios medios?

Oh... no... tengo que combatir el llanto inminente y el miedo asfixiante que me oprimen la garganta.

— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Puedo ayudarte? ¿Por qué me buscas, Jinny? ¿Necesitas decirme algo?

Pese al sofocante ahogo que siento en mi pecho, mis palabras logran conformar algunas preguntas atentas, serenas aparentemente y amables.

Ella frunce el ceño como si mis preguntas la aturdieran por completo. Pero no emprende ninguna acción violenta contra mí, a pesar de tener entre sus manos el arma. Sigue sosteniendo la pistola con gesto relajado, como si no fuese consciente de tenerla.

Yo no hago caso de la opresión que siento en el cerebro y pecho e intento otra cosa.

— ¿Te apetece un zumo de manzana?

¿Por qué le estoy preguntando si quiere zumo de manzana? Esa es la respuesta de William ante cualquier situación de estos días en los que yo presente crisis, o me duela algo... drogarme y me surge ahora en un momento totalmente apropiado.

Dios... pienso en tener que usar la misma táctica que él y se me retuerce el estómago, a Neil le daría un ataque si me viera ahora mismo como estoy actuando.

Él ya habría echado mano de su preparación militar y a éstas alturas ya la habría desarmado o incluso la tuviera con las manos atadas, aunque sea con una toalla. De hecho, ahora que me percato, no me está apuntando con la pistola.

A lo mejor puedo acercarme, sin que ocurran daños. Jinny mueve lentamente la cabeza de un lado a otro, como si destensara el cuello o simplemente como loca.

Inspiro una preciada bocanada de aire para tratar de calmar el pánico que me dificulta la respiración y me acerco hasta la mesita de noche donde descansa el vaso con zumo y las pastillas. Ella tuerce el gesto, como si no entendiera del todo que estoy haciendo y se desplaza un poco para seguir plantada frente a mí, amenazante.

Cojo el vaso con una mano temblorosa y tomando la jarra vierto aquel líquido dentro.

Conforme me voy moviendo mi respiración se va normalizando. Eso creo, ¿por qué mierdas no puedo tener una vida normal? Si... si ella hubiese querido matarme, seguramente ya me habría disparado.

Me mira perpleja, con una curiosidad enorme pero muy ausente. Ella no debe estar bien. Mientras enciendo el interruptor de la lámpara para traer luz a la habitación, no puedo dejar de pensar en Neil. ¿Qué tiene ella con él? ¿Cómo le conoce?

— ¿Estás con alguien? ¿Tienes algún familiar? — pregunto con cautela.

Ella inclina la cabeza hacia un lado y, con la mano izquierda –la que no sostiene el arma– coge un mechón de su melena desaliñada, colocándola tras su grasienta cara y empieza a juguetear con él, a darle vueltas como si fuese una pequeña y a enrollarlo.

Resulta evidente que es algo que hace cuando está muy nerviosa, perdida o lo hará sin sentido alguno y al fijarme en ese detalle, me impresiona nuevamente cuánto se parece a Neil. Espera, en el móvil decía Jinny Hawk Mayer.

Ella el viernes dijo y cito –¿Qué tienes para alejar a mi hermano? Neil no es bueno...– ¡es hermana de Neil! Mi ansiedad está llegando a un nivel que casi me resulta insoportable, y espero su respuesta con la respiración contenida.

— No tengo a nadie, estoy sola. Completamente sola. — murmura entristecida.

Eso no me tranquiliza. Quizá William no esté aquí, pero eso no quita que le pueda hacer daño. Esa sensación de alivio al pensar que no está me da fuerzas. Pero me tensa el pensar que le pudo haber hecho algo a ésta chica.

¡Contra, es su prima!





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