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Capítulo 21






¿Qué otra cosa puedo decir? Cojo la bolsa con las ropas limpias y entro corriendo en el cuarto de baño para alejarme de la perturbadora proximidad de Neil totalmente desnudo, aunque estoy enojada esa imagen no sale de mi cabeza.

Ni el David de Miguel Ángel, ni siquiera el mismísimo Eros le hacen justicia a esa belleza tan enloquecedora, no tienen nada que hacer a su lado, se desvanecen, mueren como flores marchitas fuera de estación.

El cuarto de baño está lleno de vapor, se me eriza todo el bello corporal al recordar la densa neblina de aquel sueño, ¿será que no podré olvidarlo?

Me quito la ropa y me meto rápidamente en la ducha, impaciente por sentir el chorro de agua limpia y cálida sobre mi piel.

Levanto la cara hacia el anhelado torrente. ¿Deseo a Neil? ¿Lo deseo desesperadamente como alega mi subconsciente? No, sólo son delirios absurdos, debí haber perdido mucha sangre, o golpearme muy fuerte la cabeza, las neuronas simplemente se salieron de su lugar.

[Es sencillo. Por primera vez en toda tu vida, ojo, no es tan larga, sólo tienes diecinueve, pero por primera vez quieres ir a la cama con un hombre. Quieres sentir sus manos y su boca en tu cuerpo, pero ese hombre es nada más y nada menos que el motociclista peligroso, debes aceptarlo de una vez, lo deseas a morir]

No, no, no, ya lo he dicho antes, es mi mejor amigo.

[Ni que a tu cuerpo le importase eso] replica entre dientes mi subconsciente malhumorada.

Pues a mí sí me importa, mucho por cierto, tal vez tan sólo son imaginaciones mías.

[Serás tonta, te ha besado, dos veces, te ha dicho que te quiere, se ha jugado la vida por ti, le tiene unos celos horribles a William Edwards, ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo fosforescente luminoso en su frente? Saca tus propias conclusiones]

Mi subconsciente asoma su fea e insidiosa cara. No le hago caso. Si le prestase atención mi cabeza se convertiría en un caos, más del que ya es.

El agua caliente me relaja un poco. Mmm... Podría quedarme debajo del chorro, en éste cuarto de baño, para siempre. Cojo el gel, que huele a chocolate, el delirio favorito de Neil, su debilidad desde niño. Es un olor exquisito que se expande en el alrededor.

Me froto todo el cuerpo, e inconscientemente comencé a imaginarme en como debió haber sido cuando estuve desmayada, ya que fue él quien lo hizo, fue él quien me frotó éste gel que huele de las mil maravillas por el cuerpo, por los pechos, por la barriga y entre los muslos con sus manos repletas de múltiples tatuajes.

Madre mía. Se me dispara el corazón como si hubiese corrido en una maratón. Es una sensación muy... muy... No sabría explicarlo.

[Placentera]

Añadió mi subconsciente en pleno apogeo de gritos y risas. Puedes reírte cuanto quieras, pero no te daré esa satisfacción. Ya he dicho que sólo es un amigo y punto.

[Un amigo que excita todo tu cuerpo] la ignoré, continúo con mi baño.

Permanecí bajo el agua todo cuanto pude, dejando que ésta cayera sobre mí.

Quería que me purificara después de todo lo ocurrido, aquellas imágenes volvían una, otra y otra vez para torturarme, para que perdiera poco a poco la confianza quebradiza que tenía en mí misma.

La ducha caliente no me ayudó a relajarme como esperaba que lo hiciera. Al inicio sí, pero luego, todo parecía ahogarme. Llaman a la puerta y doy un respingo.

- No has ni empezado tu desayuno. Lo trasladé de lugar. - la voz de Neil inunda aquel cuarto de baño.

- Va... Vale. - tartamudeo arrancándome agradecida de aquellos recuerdos dolorosos.

Salgo de la ducha rápidamente y cojo dos toallas de un azul prusia. Con una me envuelvo el pelo, y con la otra me seco a toda prisa obviando la divina sensación de la tela frotando mi piel tan sensible luego del baño, sentir ése aterciopelado tan suave y exquisito.

Abro la bolsa, ésta siendo la nota discordante ya que era de un color anaranjado atardecer, muy coralino, mientras todo en aquel apartamento era derivando colores de los tonos azules, de la gran variedad de ellos.

Neil me ha comprado no sólo unos vaqueros nuevos y unas Converse, sino también una camisa rojo carmesí, calcetines de - hello kitty ¿en serio? Neil y sus jodidas bromas - y ropa interior.

¡Madre mía!

Sujetador y bragas limpios... Neil me ha comprado sujetador y bragas limpios. Aunque describirlos de manera tan, no sé, utilitaria tal vez, como sea, no es justo, esto no me lo esperaba.

Es lencería de lujo europea, de un diseño maravilloso, me siento sensual por primera vez en mi vida. Encaje y seda del mismo tono que la camisa.

Uau.

Me quedo impresionada y algo intimidada. Y además es exactamente de mi talla. Pues claro, él me ha bañado, me ha quitado la ropa, debe saber mi talla, eso no sería tan difícil.

Me ruborizo pensando en el castaño en una tienda de lencería comprándome éstas prendas, ¿cómo le mirarían?

Me pregunto a qué otras cosas se dedica para el abastecimiento de lo necesario en el apartamento. Si no tiene empleada, pues, quiere decir que lo hace todo él sólo.

¡Oh dios mío! ¡Neil sabe hacer de todo en su depa!

«¿Qué te sorprende? Es un hombre de casa, con ése sí te casas no pasarás trabajo»

Nada más hay que oírte, ¿quién te dijo que me casaré con él?

«Espera y verás, espera y verás. Yo sé lo que te digo.»

Me visto rápidamente. El resto de la ropa también me queda perfecta. Me seco el pelo con la toalla e intento desesperadamente controlarlo, pero, como siempre, se niega a colaborar, algo ya normal, mi batalla fallida de todos los días.

Mi única opción es hacerme una coleta como la de el día de ayer, pero no tengo goma ¿dónde estará?

Debo de tener una en el bolso del colegio, pero di a saber dónde está el muy condenado. Respiro profundamente.

Ha llegado el momento de enfrentarme al señor ultra mega celoso y mostrarle al Mufasa que trae mi pelo.

Me alivia encontrar la habitación vacía, no quisiera pelear nuevamente con Neil, ya estoy lo suficientemente molesta para tener que lidiar con sus celos de niño con cinco años.

Busco rápidamente mi bolso, pero no está por aquí en ningún lado. Vuelvo a respirar hondo, me armo de valor y voy a la sala de estar de él departamento. Es enorme.

Hay una lujosa zona para sentarse, llena de sofás con unos tonos en grisáceo y blandos cojines aterciopelados que saltan a simple vista, una sofisticada mesita blanca con una pila de grandes libros.

Típico de Neil.

Una zona de estudio con el último modelo de monitor iPhone y una enorme televisión de plasma en la pared.

Neil está sentado a la mesa del comedor, al otro extremo de la sala, leyendo sino me equivoco "El libro de Jade" desde niño siempre ha sido su libro favorito.

La estancia es más o menos del tamaño de una cancha de voleibol. Digo por experiencia, no de juego, pero sí de que me acribillaran a balón limpio, como siempre me veía la tía Charlotte. ¡La tía Charlotte!

- ¡Mierda, la tía Charlotte! - digo con la voz algo ronca.

Neil levanta la mirada de las páginas de su libro hacia mí.

- Ya he hablado con Wells y lo mejor será que no vayas...

- ¿Por qué? - le veo que niega y sé que no me quiere decir, pero esto no se quedará así - Neil, ¡Neil debes explicarme, tengo derecho! ¡Es mi tía!

- Ardilla, según Wells, ella empeoró a eso de las 5:20am, nadie sabe por qué ya que tu tía Charlotte se mantenía estable, pero cayó...

- ¡Mierda Neil, habla! - las lágrimas corrían por mis mejillas.

- Cayó en un coma aparente, por lo visto es de los prolongados, lo otro es que pudieron haberla localizado ya. O simplemente la sedaron de más. Al menos eso es lo que piensa Wells, simplemente tuvieron acceso al cuarto y le dieron una sobredosis. Pero no es nada que no se pueda controlar, tranquila. - sentía como todo a mi alrededor se desmoronaba en miles de pedazos.

- Quiero verla... - musite.

- No puedo dejarte ir. No me mires así, no es que no quiera, Wells me dijo que no es seguro que andes por allí.

- Alguien anda tras de mí ¿verdad?

- Ardilla ¿qué estás diciendo?

- Sabes perfectamente lo que te digo. Lo he visto en mis sueños, mi tía no tuvo un accidente de auto, más bien fueron varias balas incrustadas en sus piernas, por ello cada vez que yo pedía ver los papeles no me los querían enseñar. Siempre me vigilabas desde las sombras, eso fue lo que me dijiste, lo hacías porque también estás metido en esto, sabes algo que yo no sé, pero me incumbe saberlo, estoy involucrada en la situación, más bien la situación soy yo. ¡Habla Neil! ¡No lo niegues, habla y dime que diablos está pasando!

- Lo siento Wood, no puedo decirte...

- ¡YA NO SOY UNA NIÑA PEQUEÑA A LA QUE TIENES QUE PROTEGER DE TODO, TENGO DERECHO A SABER! - le grité a los ocho vientos mientras él permanecía inmóvil.

- Haber Wood, Charlotte, desde que tenías dos años de edad comenzó a indagar en tu pasado, ¿de dónde podrías provenir? ¿Qué había sucedido con tus padres? ¿Cómo llegaste a parar a sus manos? Todo eso... Ella contaba con la ayuda de Wells debido a que él estudió con ella, la conocía de la facultad y todo ese rollo. Yo me uní hace poco tiempo, sabemos que descubrió algo, la mañana en que fue "atropellada" horas antes habíamos recibido una llamada suya, diciendo que al fin había entendido todo, que las cosas estaban más que claras entonces, pero no pudimos verle, terminó en el hospital y desde ese momento continuamos cada uno por su lado averiguando.

- Yo tengo una pista... - le interrumpí, sus ojos se abrieron como dos platos al escuchar mis palabras.

- ¿Qué... qué quieres decir? ¿Cómo?

- Tuve un sueño ésta mañana al despertar y no pienses que estoy loca por favor.

- Wood son las 16:40pm, ya es de tarde.

- ¿Entonces por qué me has dicho que ibas a servir el desayuno?

- Porque para ti lo sería.

- Bueno... olvida eso, lo que pasó fue que comencé a ver imágenes, personas y lugares de mi pasado, pude ver a la madre de Casey, a Alan, mi tía Charlotte más joven, vi muchas cosas, entre ellas a mi tía huyendo de alguien, dos disparos en sus piernas que le impedían caminar, pero desde que cayó al asfalto no soltó de su amarre un portafolio negro. Parecía tener algo muy importante, llega un chico que al parecer estaba haciendo ejercicio, la conoce, le llamo tía, al igual que yo. Ella le entregó el portafolio lleno de según sus palabras, objetos e información que ayudarían a alguien a saber su procedencia, que eso también le ayudaría a él a desmantelar los secretos de su familia. Que debía buscar al mayor de los Hawk, o a su maestro, ellos le ayudarían a encontrarla, para entregarle aquello a ella, a esa persona. Le gritó que corriese, que no mirase atrás y que los buscase, que no se negarían en ayudar.

- ¿Cómo era el chico Alondra? Por favor, trata de concentrarte.

- Era pelirrojo, alto y delgado, sus manos y pies son grandes, y tiene la cara cubierta de pecas, los ojos azules y la nariz larga... ¿Te suena de algo?

- No sé, creo que sí, pero no recuerdo bien.

- Ah... Neil, ¿qué sucedió con el doctor Wells? Desde lo sucedido en el hospital pues no te he preguntado por él... ¿Está bien?

- Sí Wood, no tienes de que preocuparte, John es mucho más fuerte de lo que aparenta, estuvo muchos años estudiando yudo, karate y otras más defensas personales, no quería que algún día le pillasen fuera de lugar.

- No sabes cuanto me alegra, la verdad me siento muy avergonzada, si no hubiese sido por mí nada de esto hubiese pasado. Es algo que no consigo sacar de mi cabeza, no me puedo perdonar a mí misma.

- Claro que puedes ardilla. Lo que sucedió no fue culpa tuya, te estaban esperando, lo tenían todo planeado los muy hijos de la gran puta. Fueron tan pocos hombres que vinieron en manada los animales ésos para poder llevarte, sabían que te resistiría. Eres una guerrera, y cuando te recuperes del todo ese jodido tobillo, vamos a entrenar defensa personal. Wells me reprochó el machismo que tengo, y la sobre protección hacia ti, que debería darte la oportunidad de partirles la cara tu misma a esos malnacidos.

- Me alegra que el doctor Wells te halla hecho entrar en razón playpoy salvaje.

- Eso me ofende...

- Salvaje pero bonito, ¿así está mejor para ti?

- Sí, ahora sí nos entendemos ardilla malas pulgas.

- ¿Has visto mi bolso?

- Está sobre el sofá.

Comencé a buscar en éste pero no encontraba nada, ¿dónde estará la maldita goma de pelo? ¿Wood dónde la has puesto?

- Si buscas esa cosa horrorosa que te recoge el cabello, no te esfuerces más, la he tirado también.

- ¡Neil, con qué derecho!

- Con el derecho de que te ves hermosa con el cabello suelto, te lo digo desde niña, pero tú entiendes por los pies.

- Quiero matarte, pero no lo haré, necesito a mi mejor amigo vivo. Me voy al colegio.

- Por favor Wood, con respecto a Edwards, yo sé lo que te digo...

- Neil, no quiero discutir contigo, odio hacer eso, así que dejame irme. Te prometo que voy a cuidarme, no me sucederá nada. Confía en mí, quiero resolver éste problema cuanto antes. Te juro que regresaré temprano, así podrás poner una película bien buena, hacer palomitas de maíz y pasarnos la tarde y noche entera juntos, despiertos, divirtiéndonos. ¿Qué opinas de los planes nocturnos? ¿Aceptas? Di que sí, dale. - él asintió sonriente pero aún así en su rostro se reflejaba la preocupación.

- Por favor Wood, cuidate de él, no te dejes engañar por su cara de niño bueno.

- No lo haré, no te preocupes... - le deposito un beso en la mejilla y me dispongo a marcharme.

William Edwards, engañar a alguien, definitivamente Neil está muy paranoico.

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