Capítulo 2
La voz de William me sacó por completo de mis pensamientos, puedo notar como la cara de Vanessa parece el Vesubio a punto de acabar con Pompeya... que, en éste caso sería yo, yo siempre me llevo la peor parte de todo, incluyendo cuando voy a estudiar con William, Vanessa quisiera verme arder hasta que no queden ni las cenizas sólo porque William quiere trabajar conmigo.
¿Quiere trabajar conmigo? ¿A santo de qué? ¡¿Le ha dicho que no a Vanessa Smith, a la mismísima Vanessa Smith por mí?! Tía Charlotte en serio no sé si creer esto, posiblemente si estuvieras aquí te desmoronarías en risa tan sólo con ver mi cara.
Se me ponen los pelos de punta. No puedo creer que él halla dicho eso. ¡Tierra trágame! De ahora en adelante cada vez que me acuerde de esa pregunta con la cara que tengo puesta y le mire la suya me moriré de vergüenza. Olvídalo Alondra, me regaño a mí misma.
Llego a la conclusión de que, en el fondo, siempre he querido tenerle cerca, desde niña he soñado con hacer algún trabajo con él, siempre he suplicado para que me prestara un tantito de atención pero, ahora que le puedo tener cerca, no quiero, en serio estoy hecha todo un dilema, ni yo misma me entiendo.
Quiero correr, salir corriendo lo más pronto y rápido posible del salón de clases y lanzarme por el primer acantilado que halla cerca o tal vez ponerme en frente del metro, dejar que él haga el trabajo, esa sinceramente suena más razonable y cuerda.
[¿¡En serio!?]
Siento a mi subconsciencia reclamarme como si fuese una niña pequeña, pero no estoy para escucharla en estos instantes. Mi vida ciertamente si no fuese por mi primita pequeña pues no tendría el mínimo sentido. Es una niña adorable, tiene doce añitos.
Cuando la recuerdo veo a una tierna bebita, pues para mi seguirá siendo una bebita, de cabellos cobrizos como los de su padre, lacios y sumamente largos para la edad que tiene, ojos de un gris claro, como si tuviera dos luceros por ojitos, mirada dulce pero penetrante, piel de gran palidez pero con mejillas bien rojas y una sonrisa hermosa de ángel, definitivamente es igual a Alan.
Tía dice que ha crecido mucho desde la última visita que la bruja de Jaqueline, su madrastra le permitió tener, Casey no puede recibirnos debido a que ésa señora no quiere que tengamos el más mínimo contacto. Espero poder verla pronto, continuaba pensando en Casey y no me percate de que el profesor me estaba hablando desde hacia ya un buen tiempo de lo ocurrido en el salón y William me trataba de avisar por lo bajo de la mesa golpeándome con su rodilla en la mía.
—Señorita Wood. ¿Me está oyendo? La noto algo distraída, bueno, más de lo normal desde que ha llegado a principio de mañana al salón — añade el profesor Haggard por lo que agacho la mirada avergonzada de mi comportamiento, debo ser sincera o de lo contrario me sacarían de clase debido a que soy una pésima mentirosa y el profesor lo sabe.
—Lo lamento profesor, no es mi intención aislarme de sus palabras sólo que, estoy teniendo algunos problemas en casa — me excuse de cierta forma y aunque estoy siendo sincera.
[Es muy lamentable de tú parte Alondra]
—Bueno, Señorita Wood, el salón de clases no es lugar para pensar o meditar acerca de asuntos o posibles soluciones para problemas personales, sino que es para prestar atención a los contenidos y al maestro, que no viene a estar gastando saliva y secándose la garganta como para que usted este en Belém con los pastores o en los Jardines colgantes de Babilonia, ¿me entendió? — me reprendió el profesor nuevamente pero ésta vez con un tono más frío, cortante y elevando el volumen de su voz, mostrando autoridad sobre todos nosotros y principalmente sobre mi. Siento como me arden las mejillas y mis lágrimas amenazan con salir, nunca vi al profesor así y tampoco había recibido nunca un regaño en mis diecinueve años ni siquiera de la tía Charlotte.
—Estoy en desacuerdo con usted, Señor Haggard, usted como profesor su papel es apoyar a los estudiantes, la Señorita Wood no pidió tener problemas en su casa, nadie lo pide, lo poco que podría hacer sería ser un tanto comprensivo o simplemente no hacerle pasar éste mal rato en frente de todos nosotros, no le costaba nada llamarle para platicar después de que todos se marchen del aula, con los bochornos públicos no alcanzará que sea mejor estudiante — expresaron aquellos labios color manzana levantándose nuevamente del asiento y dejándonos a todos con la respiración helada por completo, William se estaba enfrentando al profesor, no sólo eso, le estaba reprochando y regañando sus métodos de trabajo aplicados en nosotros con respecto a su actitud el día de hoy.
—Joven Edwards, más respeto a su profesor y no sólo eso, su superior en edad, ya que soy una persona mayor, si yo fuera a ser condescendiente y apiadarme con cada estudiante que venga a mis clases con problemas personales, no hubiese estudiado para profesor y hubiera sido psicólogo. Como adulto yo también tengo problemas, más que ustedes que son unos simples chiquillos, ¿qué problemas podría tener ésta chiquilla que fuese mayor en comparación con los míos? Ninguno, es que ni siquiera todos unidos llegarían a un problema mío y yo no ando quejándome por todos los rincones de los pasillos del colegio, porque quejarse no resuelve nada, no te da soluciones para ésos problemas. ¡¿Me entendió joven William?!
—Pero...
—Una sola palabra más e irán ambos derechitos a la dirección y ésta vez no escatimaré — añadió el profesor Haggard, parecía frustrado y con expresión alterada. Su prudente control ha desaparecido por completo de su rostro. Mientras fruncía el ceño disgustado y se le tensaba cada vez más la mandíbula.
Quería desaparecerme en aquellos momentos en que todos nos miraban, como si no fuera poco con todo lo que tengo yo en mi cabeza y William anotándome un problema más, que se ve que es rico y su papá no deja que le suceda nada a su hijito querido, pero yo no y esto me va a costar un disgusto más para mi tía y bueno para Bertha que es la que se esta llevando la peor parte de todo esto pues es una persona de edad que no debe recibir disgustos, sin embargo tiene que encargarse de mí, por dios William. ¡Cállate!
—Lo lamento profesor, no volverá a suceder — le digo mientras la sangre que se acumula en mis mejillas me quema, siento como me arden y mi vista se incrusta en el suelo.
—Señorita Wood estoy harto de escuchar sus lamentos desde que empezó la mañana y que todo no va a volver a suceder, en serio deje de repetir esas palabras porque se van a gastar y está más que obvio que no volverá a suceder y para que piensen mejor al respecto de todo esto, de su comportamiento tendrán que hacerme varios reportes de Literatura para mañana a primera hora y si alguno falta o llega tarde le expulsaré 3 días seguidos para que no se hagan los graciosos, ¿me oyeron?
—¡¿Qué?! — la mirada de William se volvía turbia mientras se le tensaban los músculos de los brazos, así como la mandíbula y cerraba fuertemente los puños en la tela de sus vaqueros.
—Moderemos el volumen de voz, joven William o no escatimaré ya lo he dicho y les pondré un castigo peor, estoy siendo un poco flexible y estoy dejando pasar la insolencia de hace un momento, que en mis plenas facultades como profesor podría ponerles un castigo mucho peor, incluso hasta la expulsión, ya que como trabajador preferirán más mi profesionalidad ante unos niños como ustedes, un riquillo que está adaptado a que papá le de lo que quiera no más al silbar y otra mimada más de casa que se ha de creer que una simple pelea con mamá es el fin del mundo...— Haggard parece olvidar de dónde me conoce porque esas palabras brotan de sus labios como nunca antes.
—No hace falta profesor, no hay de que protestar, usted tiene toda la razón — le murmuro y William clava sus hermosos ojos azules en mí.
«¿Y qué quería que hiciera? Ponerme en contra de su palabra y retar al intachable de Leonard Haggard, ni loca»
No quiero que me expulsen, no me importa que el profesor hable toda la basura que quiera hablar de mí, de todas maneras él no conoce mi vida del todo hace años como para juzgarme, mi tía me ha enseñado que no me puedo dejar llevar por las provocaciones y en éstos momentos eso es lo que está haciendo el profesor Haggard debido a que trata de que saltemos a nuestra defensiva y así podernos llevar a la dirección con derecho a expulsión, aunque eso pudo hacerlo desde un inicio, no lo hizo porque aún sigue siendo nuestro querido profesor, él no es mala persona, solamente está teniendo un mal día, igual que todos. Hoy es un día digno de recordar. ¡Jueves problemático!
—Entonces serán: Orgullo y Prejuicio, que aparte de todo se discutirá en la próxima clase, Cumbres Borrascosas, Romeo and Juliet y Tess of the D'Urberville, con un pequeño reporte de Harry Potter para modernizar un poquito sus deberes — citó el profesor a lo cual me relajaba el simple hecho de saber que fuesen tales obras literarias que para mi salvación ya he leído antes, no sólo una vez sino que varias veces y me las conozco a la perfección me alegra saber que no sería una bibliografía de ningún soldado o incluso de la Segunda Guerra Mundial, ya que esos libros son muy extensos y dificultaría mucho la realización del informe, con tan poco tiempo y para mañana, ya que serían muchos trabajos, todos desde cero, incluyendo ése, sin ninguna ventaja y menos que menos motivación, el señor Haggard sabe de sobra que si mandaba aquellos trabajos sería pena de muerte para nosotros por ello mandó esas obras, ya que todos nos las conocemos y son tramas muy emocionantes, después de todo él tiene un corazón que quiere mucho a sus alumnos.
Aún así y que el profesor nos reprendiera de la forma en que lo hizo, sentía la mirada de William seguirme durante toda la clase, pese a todo lo que sucedió a él no le importaba en lo absoluto, ¿qué buscaba? ¿Por qué me miraba tanto? ¿Acaso tenía algo en la cara? ¿A qué estaba jugando?
Comienzo a recordar el justo momento en que saltó a defenderme y siento como la sangre me bombea a toda velocidad por el cuerpo y se acumula nuevamente en mis mejillas quemándome la piel.
«—Estoy en desacuerdo con usted, Señor Haggard, usted como profesor su papel es apoyar a los estudiantes, la Señorita Wood no pidió tener problemas en su casa, nadie lo pide, lo poco que podría hacer sería ser un tanto comprensivo o simplemente no hacerle pasar este mal rato en frente de todos nosotros, no le costaba nada llamarle para platicar después de que todos se marchen del aula, con los bochornos públicos no alcanzará que sea mejor estudiante»
La verdad muy en el interior estaba enormemente agradecicida de que me hubiese defendido pero a la vez estoy tan molesta e indignada, puesto que nada de esto habría sucedido si no se le hubiese ocurrido la brillante idea de hacer el trabajo conmigo y hubiera aceptado la petición de Vanessa Smith, que para otros eso sería una oferta imposible de rechazar.
—Entonces, Señorita Wood también necesito hablar con su madre - me comunica el profesor después de finalizar el turno, cuando el timbre resuena en los pasillos y quedo yo de última en salir, se me petrifica el alma al escucharle.
—Dudo que pueda sacarla de debajo de la tierra, señor profesor.
—Entonces necesito que algún familiar suyo venga a verme...— dijo pensando y con la esperanza de que lo que yo había dicho fuese una broma aunque sea de mal gusto.
—Va a ser imposible, a no ser que sea Sherlock Holmes que con un chasquear de dedos podría averiguar en que parte del mundo está mi padre o se gane la lotería para sacar a mi tía del hospital lo dudo, no podrá hablar con nadie — añadí al ser la última en el salón de clases, ya que a nadie le interesa mi vida, no tengo por que estar dando un parte ni una explicación de nada en frente de nadie y menos después de lo sucedido el día de hoy, entonces me queda aún más claro que no soy más que otra tonta en éste mundo, alguien a la que le sobra el aire que respira, estoy cansada de que me miren de esa forma, esas miradas de rechazo, desprecio, de que hubiera sido mejor que la que estuviese bajo tierra hubiese sido yo, no mi madre, quizás por ello mi padre me abandonó, para no tener que ver la cara de aquello que provocó la muerte de su querida mujer.
—Señorita Wood ¿se está burlando de mí ?
—Para nada, profesor Haggard, simplemente le respondo a lo que me acaba de comunicar, que para conocerme hace tanto hace preguntas de más...— estoy en frente de él y me siento como una real idiota, aunque puedo notar como su rostro se suaviza levemente. Intento aclararme las ideas después de lo que acabo de decir hace unos segundos.
Sólo quiero marcharme ¿En qué estaba pensando? Me riño a mí misma. ¿Qué le interesaría de tu vida al profesor? Se burla mi subconsciencia en anchas. Me rodeo con los brazos, me giro hacia la puerta y doy gracias de que no halla nadie en los pasillos. Tía no sabes cuánto necesito de un abrazo tuyo.
Cruzo rápidamente el marco de la puerta, consciente de que la mirada del profesor me sigue mientras camino por el pasillo. Vuelvo un instante la cara hacia él pero no puedo mirarle a los ojos, estoy totalmente avergonzada
—Adiós profesor, nos vemos mañana en clases, con los informes...
Doy media vuelta, me sorprende un poco no tropezar y sin volver a dirigirle la mirada desaparezco por los pasillos en dirección al gran jardín intermedio del colegio. Ya en el oscuro y frío asiento que más alejado se encontraba de la vista del personal de profesores o el alumnado, bajo su débil luz por las ramas de uno de los árboles, me apoyo en el tronco y me cubro la cara con las manos. ¿En qué estaba pensando? No puedo evitar que se me llenen por completo los ojos de lágrimas incontrolables. ¿Por qué lloro?
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