Capítulo 17
Cierro los ojos y me preparo para aquel golpe. Llega con fuerza, en todo el trasero, y la dentellada del cinturón es tan terrible como temía. Grito sin querer y tomo una bocanada enorme de aire. Para escuchar a todos reírse mientras el flash de la cámara del celular me alumbra.
— ¡Cuenta, estúpida puta! — me grita aquel imbécil crispado es rabia.
— ¡Vamos señorita, sonríele a la cámara!
— ¡Uno! — le grito, y suena como un improperio. Quería retener las lágrimas en mis ojos y no abrirle paso a mis mejillas, me costaba pero lo estaba consiguiendo.
No espera ni medio segundo y me vuelve a pegar con toda su fuerza impregnándose en aquella hebilla, el dolor me resuena pulsátil por toda la marca del cinturón. Santo Dios... esto duele, pero aún así debo mantenerme firme.
— ¡Dos! — chillo.
Me hace bien chillar. Puedo retener la rabia que me surge por todo el cuerpo de la impotencia que me traía no poder hacer nada al respecto, tal vez si luego de aquellos seis golpes me dejaban como muerta, me hacía pasar por muerta así no me violarían.
Su respiración era agitada y entrecortada, la mía era casi inexistente, busco desesperadamente en mi psique alguna fuerza interna, tía Charlotte dame fuerzas para poder soportar esto. El cinturón se me clava de nuevo en la carne, incluso puedo sentir la sangre brotar, son unos animales.
— ¡Tres! — vamos Wood, fuerza para resistir.
Se me saltan las lágrimas sin poder controlarlas. Dios, esto es peor de lo que pensaba, mucho peor que lo que podría imaginarme. No se está conteniendo en nada, aunque para mí es mejor esto antes de que me obliguen a lo otro.
— ¡Cuatro! ¡Aag! — grito cuando el cinturón se me vuelve a clavar en las nalgas mientras ellos ríen.
Las lágrimas ya me corren por la cara, justo lo que yo quería evitar, parecer débil. No quiero llorar. Me enfurece estar llorando. La rabia es buena, es mejor que estar lloriqueando, debo dejar de llorar.
Ese animal me vuelve a pegar.
— ¡Cinco! — mi voz es un sollozo ahogado, estrangulado, y en éste momento creo que lo odio, odio sonar tan debilucha.
Uno más, puedo aguantar uno más, por mi vida, por la tía Charlotte, por volver a ver a William, por abrazar una vez más a Casey, por poder dormir en los brazos de Neil.
Siento que el trasero me arde pero ellos me dan fuerzas para continuar, no me puedo quedar aquí, no pueden acabar conmigo, no ahora, necesito saber quién soy, necesito proteger a Casey, necesito descifrar el misterio que se oculta en el pasado de la familia, quiero desenredar mis sentimientos hacía William y Neil, no puedo darme por vencida.
— ¡Seis! — susurro cuando vuelvo a sentir ese dolor espantoso, y lo oigo soltar el cinturón a mi espalda, y me estrecha en sus gruesas manos mis ensangrentadas nalgas, sin aliento, todo sin compasión alguna... yo no quiero saber nada de éstas bestias salvajes, quiero que se alejen y me dejen en paz, casi no tengo fuerzas para moverme — Suéltame... no...quiero... que me toques... — digo en lo que parece un susurro.
Intento zafarme de sus repugnantes brazos, apartarme de él. Me revuelvo pero no lo consigo.
El mayor de mis temores se ha hecho realidad, no tenían intenciones algunas de dejar las cosas ahí, ellos querían más.
Y, por extraño que parezca, ya no tengo fuerzas para luchar, sólo quiero morir de una vez. Me doy cuenta que mi fuerza es por momentos.
El dolor es tan intenso que me es muy difícil creer que pueda seguir en esto. Me siento entumecida. De algún modo he escapado de mi cuerpo y soy de pronto una fantasma observadora accidental de la tragedia que se está desencadenando sobre mí.
Me dejo caer sin ninguna fuerza e incluso atesorando, pensando sólo en el instante que viene a continuación.
Ahora aprieta mi cuello al mismo tiempo en que me obliga a levantarme del suelo.
Vuelve a dejar una bofetada en mi rostro para tratar de espabilarme pero no con los resultados de la primera ocasión.
Se frotó la cabeza, mientras tiraba de mi cabello... y así sucesivamente, todo acciones dolorosas tan sólo para querer mantenerme consciente pero la verdad no me quedaba mucho tiempo observando esa triste escena en que mi vida termina.
Han pasado muchas cosas desde ésta mañana. He tenido los ojos bien abiertos y he podido vislumbrar la magnitud de su depravación enfermiza, son unos animales, bestias, son unos imbéciles depravados, unos pedófilos y ahora sé que no seré capaz de volver a ver a nadie, todo acaba aquí, no seré capaz de dar ni recibir amor.
— ¡Preparate idiota porque aunque te estés muriendo no tendré piedad contigo! — me abrió las piernas y fue con intenciones de apartar mi ropa interior.
Se me erizó el vello y todos los folículos pilosos de mi cuerpo entraron en estado de alerta, el mundo se estaba derrumbando bajo mis pies y dejando ante mí un inmenso abismo al que precipitarme, quiero morir ya.
Oh, no... son tan decrépitos que incluso lo harían con una moribunda, eso es necrofilia, son unos enfermos mentales.
Se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas.
Oigo sus botas acercarse a mí. Oh, no... ya está a mi lado. Deja su mano sobre mi falda y yo me doy media vuelta para alejarme de él, quería huir, pero estaba perdiendo mucha sangre, casi no conseguía moverme.
— Tranquila idiota — me dice, y yo quiero apartarme de él, irme a la otra punta de la carretera, pero estoy paralizada.
No puedo moverme y me quedo quieta, rígida, sin ceder en absoluto, debería pelear por mi vida.
— Te prometo que acabaremos con esto cuanto antes, tan sólo sería más fácil si te dejaras de resistir — me susurra impregnándose el mal olor de su boca en mi nariz.
— ¡Pu... Pu... pudrete! — fue lo único que mis palabras alcanzaban a decir, casi no podía con mi vida, sentía que me faltaba el aire.
Mi subconsciente menea la cabeza con tristeza por lo que sucederá a continuación y la guerrera que llevo dentro ha desaparecido por completo, está horrorizada.
Qué día tan terrible y aciago para mi alma, hoy, éste jueves a sido de lo peor. Me siento tan sola. Necesito a mi madre, quisiera haber podido conocerla, quiero a mi tía, quisiera despertar y que todo fuese un mal sueño, extraño mucho a la tía Charlotte.
Recuerdo sus últimas palabras antes de que la internaran en el hospital y casi no pudiese hablar.
«Haz caso a tu corazón, cariño, y, por favor, procura no darle demasiadas vueltas a las cosas que pasan. Relájate y disfruta. Eres muy joven, cielo. Aún te queda mucha vida por delante, vívela sin complejos. Te mereces lo mejor, deja de pensar que no vales nada en ésta vida porque no es así, vales mucho pero mucho, para un montón de personas, sólo que aún no lo sabes»
Ay tía Charlotte le he hecho caso a mi corazón y ahora tengo el trasero escociendo y las espectativas de salir viva destrozadas.
Tengo que irme. Eso es... tengo que irme. Pero ¿cómo? Tía Charlotte lo he intentado, he intentado cuidarme, pero no estoy hecha para seguir con vida, te equivocaste conmigo, mi vida no vale la pena.
Mi cabeza es un auténtico caos confuso, los pensamientos resuenan y retumban en su interior. Quiero llorar, aferro mis uñas al asfalto gastado de la fría carretera y consigo raspar algo de polvo.
— No permitiré que me traten como a una puta y sucia ramera — susurro cuando vuelvo a sentir ese dolor espantoso de sus manos tocando mi trasero dañado, y lo oigo soltar una carcajada mientras comienza a abrirse nuevamente la cremallera del pantalón a mis espaldas, el idiota de la cámara continúa grabando y los otros observando el panorama.
Intento zafarme de su agarre y le lanzó a los ojos aquel polvo que lo deja sin poder verme trato de salir corriendo pero otro de ellos me sujeta cuando se llevan a aquel idiota hacia adentro del auto.
— ¡No me toques! — le digo con furia contenida.
— ¡Oye Matt, cuando acabes con ella, aunque sea muerta me la dejas ahí que me la voy a comer todita! — dijo aquel asqueroso mientras lo metían en el auto para que no tratase de abrir los ojos.
Me enderezo y los miro fijamente, y ellos me observan excitados, pero precavidos, como si yo fuera a echar a correr de un segundo a otro, aunque ganas no me faltaban.
Me limpio rabiosa las lágrimas de los ojos con el dorso de las manos y le lanzo una mirada feroz a todos esos imbéciles incluyendo al de la cámara.
— ¿Esto es lo que les gusta de verdad? ¿Verme así? Verme que les suplique ¡Se van a la mierda malditos pedófilos, hijos de puta, vayan a hacerse cargo de sus mierdas y dejenme en paz! — les grité, causando que uno de ellos se me acercó y me dio una patada en la boca que me hizo escupir la sangre que brotaba de aquel labio roto.
— ¡A mí nadie me habla de esa manera, me escuchas puta!
— ¡Lo siento pero la única puta que yo veo aquí la tengo enfrente mío!
— ¡Ohhh!
— ¡Esa estuvo buena!
— ¡Andale Matt! ¡La chica te ha dado un golpe bien bueno!
— ¡Maldita estúpida! — dijo mientras me tomaba fuertemente de los cabellos tirando de éstos.
Me cuesta creer que mientras mi mundo se está derrumbando a mi alrededor, convertido en un montón de cenizas estériles, y que todas mis esperanzas hayan fracasado cruelmente en el asfalto.
Aún puedo hacerme la valiente y que acaben con mi dolida existencia de una buena vez.
Cuando me vuelvo hacia ellos los miro fijamente, sin expresión alguna en mi rostro, parecería una muerta viviente.
El animal que tengo enfrente cierra los ojos, frustrado, cerrando los puños con cierta rabia y me pega en el estómago.
Lloro desconsoladamente ante la idea de que no puedo mantenerme firme, soy patética. El dolor es indescriptible... físico y mental... metafísico... lo siento por todo mi ser y me cala hasta la médula.
Sufrimiento. Esto es sufrimiento, mi vida siempre a girado en torno al sufrimiento, con algunos detalles felices, mi tía Charlotte, Neil, Casey, la anciana Bertha, todos aquellos que no volveré a ver. Y me lo he provocado yo misma, cada daño me lo he causado yo, por querer descubrir cosas de mi pasado, por dudar de quien soy o simplemente por mi sola existencia.
Desde lo más profundo de mi ser me llega un pensamiento desagradable e inesperado de mi subconsciencia que llevo dentro, loca por hacer una crítica en el peor momento que puede haber, ella tuerce la boca con gesto despectivo.
[El dolor físico de las dentelladas del cinturón no es nada, nada, comparado con ésta devastación, con lo que sigue y te harán a continuación]
Quisiera acurrucarme en los brazos de la tía Charlotte, abrazándome con desesperación, aferrándome a ella, mi cuerpo no resistirá más.
De pronto se escucha desde la zona más oscura de la carretera unos disparos que envuelven de terror mis oídos, mientras aquellas bestias corrían hacía mí para aferrarse a una salvación segura, pero ninguno de ellos alcanzaba a llegar hasta mi cuerpo, una de las balas atravesó a quien me sujetaba por detrás, el hombre de enfrente que me tomaba de los cabellos no le dio tiempo a reaccionar puesto que ya en su sien se había encrustado otra bala, la fuerza que ejercía mi peso sobre mi cuerpo causó que no pudiera mantenerme en pie y éste golpeara el piso rápidamente, tenía miedo, mucho miedo ante aquellos disparos, saldría de las manos de unos violadores a las de un asesino en serie.
Mi horror aumentó cuando éste hombre encapuchado se fue acercando, cada vez más a mí, con aquella arma en sus manos, tenía todo el cuerpo paralizado, no sabía que hacer.
De pronto lo veo soltar la pistola, dejarla caer al suelo, me tomó en brazos, lo observé buscando una razón para que dejase caer el arma y la idea turbia e incluso escalofriante de que se le pasara por la mente lo mismo que querían hacer aquellos idiotas me petrificó de dedos a cabeza.
— ¡Te estaban grabando! ¿Dónde está el móvil de esos imbéciles hijos de puta? — esa voz me sonaba familiar, muy familiar, pero ¿de dónde? Sólo pude girar un poco la cabeza en dirección a donde éste había caído y lo vi dirigirse ahí e incluso meterlo dentro de sus ceñidos vaqueros de mezclilla color oscuro.
Se quitó la capucha y el pañuelo negro que cubría su boca dejándome ver esos labios color frambuesa que tanto conocía y recién hoy había probado su sabor. Era Neil.
Tengo la cabeza apoyada en su brazo, mientras mi cuerpo se encuentra cubierto por su negra camisa, dejando su perfecto torso al descubierto.
Su mirada recorría cada una de mis heridas, al mismo tiempo en que comenzaba a sanarlas con unas cosas que traía en su motocicleta, no me había sentido tan alegre de ver aquella bestia hasta éstos momentos.
Por lo visto la mayor parte de los golpes recayó en mi cuerpo, ya que en el rostro lo único que tenía era la patada que me partió el labio, las bofetadas que me mantenían la piel roja y el fuerte golpe en la cabeza, que era lo que me hacía sangrar desenfrenadamente.
Contemplo su hermoso rostro. No dice nada acerca de lo sucedido, pero me mira fijamente, sin pestañear apenas.
Ay, es tan arrebatadoramente guapo, es increíble en lo que se concentra mi mente en éstos momentos. En tan poco tiempo desde que lo he vuelto a ver, he llegado a quererlo tanto, pero tanto que me confunde incluso de que forma es que le quiero.
Alargo el brazo todo magullado, le acaricio la mejilla y paseo la yema de los dedos por el final de sus bellos ojos verde esmeralda mientras una lágrima cae por estos. Él los cierra y suspira profundamente de forma culpable.
— Lo siento — me susurra devolviendo a mi nariz ese delicioso aroma que destila su cuerpo al acercar su frente a la mía.
Él abre los ojos y me mira atónito cuando yo sonrío.
— ¿Por qué?
— Por no haber llegado a tiempo, porque pude haber evitado que te hicieran todo esto, porque estuve a punto de perderte y eso no me lo voy a perdonar nunca en la vida. Alondra yo...
Se me encoge el corazón otra vez y sucumbo a una nueva oleada de sollozos silenciosos.
Tomo su rostro entre mis manos y rompo con el espacio que nos separa, le beso así como él sigue besándome suavemente, con ternura, pero yo me mantengo consciente de que no sé que es lo que realmente estoy sintiendo hacía él, tal vez tan sólo fue el miedo de pensar que si no hubiese llegado todo para mí ya habría acabado.
Pasamos una eternidad así tumbados, sin decir nada ni el uno ni el otro. Él se limita a abrazarme y yo, poco a poco, me relajo y dejo de llorar.
Amanece y la luz suave del alba se hace más intensa a medida que avanza el día, y nosotros seguimos tumbados, en silencio sobre aquella carretera abandonada.
— Te he traído ibuprofeno y una pomada de árnica — dice al cabo de un buen rato mientras acaricia mis mejillas y yo suspiro, no me quiero tocar el trasero, tampoco quiero que él vea como es que me han dejado, me siento sucia, asquerosa, avergonzada de mí misma.
Me vuelvo muy despacio en sus brazos para poder mirarlo, la vergüenza no es tan sólo por lo que me hallan hecho sino porque yo he jugado con sus sentimientos, no debí besarle sabiendo de lo que éste siente por mí. Soy una idiota.
— Tranquila — me dice, y yo quiero apartarme de él, irme de su lado, la vergüenza me carcome, deseo marcharme y no volver nunca, pero estoy paralizada.
No puedo moverme y me quedo quieta, rígida, dejando que sus manos me devuelvan el alma al cuerpo y la tranquilidad consigo.
— No me rechaces, Alondra, por favor — me susurra acariciando mi cabello, mientras yo cedía acomodándome en su regazo, necesitaba de sus mimos, me sentía muy lastimada y Neil siempre ha sido mi todo en momentos así.
Era increíble la facilidad que tenía de relajar mi cuerpo, de arrullarme y darme cariño como no me lo han dado hasta ahora, un cariño diferente.
— Wood yo sería incapaz de hacerte algo que no quieras y mucho menos lo que te han hecho y pensaban hacerte esos cerdos — añadió a la vez que dejaba pequeños besos sobre mi cuello, borrando todo rastro de aquellos asquerosos acontecimientos.
Me abraza con ternura y, hundiendo la nariz en mi pelo, me besa el cuello nuevamente.
— No me odies — le susurro, inmensamente triste.
— ¿Por qué debería odiarte ardilla? — escucharle nombrarme de esa forma me hace soltar una carcajada que me causa un gran dolor en las costillas.
— Porque cuando me besaste te pegue, ahora volví a besarte, pero aún así...
— Lo sé Wood, te conozco desde niña, ¿crees que no se cuando haces las cosas por agradecimiento?
— Es que... no lo he hecho por... Olvidalo... no lo entenderías.
— Mira Wood yo no te obligaré a que sientas algo que en realidad no está, si me amas yo quiero que sea verdadero, no por agradecimiento mucho menos que sea fingido, porque fingir un sentimiento que no existe eso es... como estar muerto... Y no te preocupes, ¡ardilla! No tengo intenciones de enfadarme contigo, menos aún odiarte, así que puedes estar totalmente tranquila, ahora dejame ver que fue lo que te hicieron — añadió Neil lloroso mientras colocaba su mano en mi entre piernas y sus ojos se volvían turbios e incluso horrorizados al sentir la sangre por lo cual al imaginarme que fue lo que pensó de forma precipitada pues coloque mi mano en su mejilla y la giré para que me mirase.
— No es lo que piensas, no llegaron a hacerme nada, llegaste justo a tiempo para evitar eso, les di tanta riña de una forma patética y lamentable de la cual no me enorgullezco pero le agradezco porque gracias a eso me salvé, alargue todo hasta que llegaste tú.
— Pero ésta sangre no viene por causa de tu cabeza, ¿de dónde viene ésta sangre Alondra? — ante su interrogante no pude hacer más que agachar la mirada y desear rotundamente poder hacer como las avestruces.
— Neil... no tienes que... no tienes porque... preocuparte... no es...
— ¡Alondra dejame ver de una jodida vez! — tomó la chaqueta y la quito, como no vio nada en mi espalda su mirada se dirigió a la falda ensangrentada.
Notó a lo lejos el short color crema que yo traía debajo puesto y entonces fue uniendo las piezas hasta que me tomó del brazo y me levantó la falda.
«Sentía como la cara me ardía tanto como el trasero o posiblemente más, ¿qué hacía Neil mirando mis nalgas?»
Lo veo alejarse y volver a acercarse de forma extraña. Él cierra los ojos, frustrado, y se pasa la mano por el pelo ahora bien peinado, me mira enfadado, la ira saliéndole por todos los poros, crispado de una rabia incontrolable, se pasa las manos por el cabello nuevamente. Le sostengo la mirada confusa pero luego avergonzada.
— ¡Cómo mierdas han podido hacerte eso! ¡Joder debí haber llegado antes!
— No ha sido tu culpa — murmuro, haciendo una mueca de dolor al incorporarme para tocar nuevamente su mejilla.
— ¿No? — susurra como si lo hubiera dejado de un golpe sin aliento.
Oh, no...
— No puedes decirme eso, Alondra. No... es un error, claro que sí, debí estar aquí, demoré demasiado — dice horrorizado recordando las heridas que vio en mi cuerpo más aún las de mi trasero.
— Hey, yo estoy bien, eso sólo son rasguños, sanarán pronto, ya lo verás.
— Wood, deja de tratar de disfrazarlo, te hicieron daño, tienes la piel de ahí, esa que ocultas a sangre viva, por dios.
— Por favor Neil, no insistas más, yo prefiero mil veces estar a sangre viva antes de que por querer venir más rápido te hubiese sucedido algo, no me lo habría perdonado, no quiero perderte — corrí hacia él tambaleándome debido a las heridas, entonces me caí sobre su cuerpo apoyando mi cabeza en su pecho, alcé lentamente la misma y éste se quedó mirándome mientras me sostenía para que no me cayese en otra dirección, las lágrimas se hacían presentes en mis mejillas, no pude evitarlo, me mordí el labio y me aferré a él fuertemente.
— Alondra...
— Neil, no sé que diablos es lo que siento pero por favor no te vayas, no te alejes más, quiero estar a tu lado, no me interesa si es peligroso, no me importa si puedo morir, si muero al menos será contigo, ayudándote, por favor no quiero que hallan más secretos, sé que no es lo que esperas de mí, estoy muy confusa, siempre he amado a William y ahora llegas tú de la nada, luego de tantos años sin verte y me revuelves el mundo, me giras todo de cabeza, mi vida está patas arriba desde que apareciste...
— Shh — sin apenas percatarme los labios de Neil estaban sobre los míos, su mano se encontraba en mi cabello tirando suavemente de éste mientras su lengua se abría paso por mi boca de una forma apasionada, necesitada, deseosa, quería alejarlo pero no lo conseguía, a pesar de que no está bien continúo cayendo en esos labios tan peligrosos, ¿qué diablos me sucede?
Él hace que me olvide del mundo, de que estoy en una carretera abandonada, bueno estamos en una carretera abandonada, causa que de mi memoria se borre todo aquello que no tiene porque estar ahí, se me olvidan los días, las horas, los años, las cosas que me dijo cuando comencé el colegio.
Olvidé incluso que me dolía enormemente todo el cuerpo, inclusive mi tobillo y su esguince, continué sintiendo la calidez de su boca, sus manos acariciar mi mejilla, enredarse en mi cabello, su lengua bailando junto a la mía la danza más sensual que nunca antes había podido escuchar.
Sentía como mordía levemente con los dientes mi labio inferior, todo mi cuerpo se estaba erizando con cada diminuta caricia de parte de él, poder colocar mis manos sobre su pecho perfectamente estructurado, esos tatuajes que me encantaría observar uno a uno, Neil era un sueño de chico, pero yo... yo no era para él así como él no es para mí, yo amo a William, por Neil... estoy muy confusa, quisiera entender.
Por primera vez dejaré actuar a mi corazón haber que ideas se trae consigo acerca de el amor, ¿a quién amo en realidad? ¿A William o a Neil?
Siento que mi cabeza está hecha un verdadero lío, y a mi parecer me he vuelto adicta a los labios de éste tonto playboy. Quiero parar pero no puedo, es entonces cuando siento que mi cuerpo me continúa doliendo mucho, tanto así que me alejo de los labios de Neil por cuentas de un fuerte dolor en el estómago y me siento mareada, los párpados se me comenzaron a cerrar por si sólos y la voz de él la podía escuchar de forma leve tal como si fuese una ilusión de mi mente.
— ¡Alondra!
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