Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11


— No sabes lo que dices.

— Si lo sé... Neil, no te dejaré sólo, no ésta vez. Prometo que no me daré por vencida. Lucharé para recuperar al chico que sé que aún está en tu corazón, aunque continúes siendo un playboy físicamente salvaje y peligroso.

— ¿Salvaje y peligroso?

— Sí, como tu bestia.

— Respeta a mi bebé.

— Claro playboy lo que digas, ah, sabías que por probar el suelo no me iba a pasar nada...

— Ni lo sueñes. — aludió nervioso aún mirando cada pequeño centímetro de mi bronceada piel.

— Anda Neil, deja el chequeo para otro día, debo llegar a donde está mi tía Charlotte. — cuando volví a intentar levantarme sentí nuevamente que me perforaban los pies — Aggg — ahogué un pequeño gemido de dolor mientras Neil me levantaba en peso.

— No vamos a ningún lado hasta que no te vea un médico.

— Pero Neil...

— Pero nada, necesitas que te vea un médico ya.

Continuamos en el salón de espera unas dos horas mientras sentía que mi cuerpo se estaba dando por vencido y le daba paso al tan anhelado sueño, quería dormir pero me era imposible, mi cuerpo me lo pedía de rodillas, suplicante lo que la idea de saber que no vería a mi tía Charlotte me preocupaba.

Sentía como involuntariamente se me cerraban los ojos, los párpados me pesaban más de lo habitual, había sido un día muy agitado, con demasiadas sobrecargas, mi corazón parecía haber sufrido la visita de innumerables hondas de electro choque, había sido suficiente por hoy.

Me hallaba sumamente agotada y Neil no facilitaba la situación, manteniéndose a mi lado, teniéndome aún encima de él, en su regazo, sentir esa calidez característica de su cuerpo, esos tiernos abrazos que me acurrucaban, su chaqueta por encima del jersey de William que a simple vista cubre, pero no mucho, sus dedos enredándose en mi cabello.

Se veía tan dulce, como quisiera que mi vida fuese un libro de cuentos tan sólo para poder vivir de forma normal, por éstos momentos el mundo a desaparecido por completo, quedando no más yo en brazos de Neil, fue entonces cuando comencé a sentir la tristeza y melancolía de los viejos tiempos, cuanto le he extrañado, cuanto le eché de menos, todas las veces que quise tenerle a mi lado y no pude por su intención de protegerme a cualquier costo y mi terrible orgullo, no pude evitar que una lágrima fugaz se escapace y cayese por mi mejilla volviendo a entintar de rojo las mismas.

— Hey enana ¿por qué lloras? Sabes que tu tía Charlotte va a estar bien, es una mujer guerrera.

— No es eso.

— Si es por lo del pie relajate, a todos nos ponen una inyección de vez en cuando.

— No bobo, no es eso. — no pude evitarlo y tras aquella risa desprovista de tristeza la melancolía se aferro a mi ser, inundando mis ojos como si viniese en camino una tormenta, bloqueando mis palabras mientras lo único que podía hacer era abrazarlo, aferrarme fuertemente a su cuerpo.

— Enana ¿qué pasa?

— ¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué no dejas de creer que soy una niña pequeña a la que debes cuidar? ¿Por qué no te metes en la cabeza que yo puedo cuidarme sola? ¿Por qué te aferraste a dejarme ir? ¿Por qué fuiste tan cobarde? ¿Por qué te esmeras en actuar como si fueses mi hermano mayor? ¿Por qué Neil? ¿Por qué? ¿Con qué derecho? ¡Tú no eres mi hermano, plasmalo en tu cabeza! — le reprochaba ahogando en aquel llanto todas las lágrimas que he retenido desde su partida, todo lo que había callado, a la vez que continuaba derramando lágrimas con el rostro hundido en su cuello, mientras de sus labios no escapaba siquiera el aire que necesitaba para respirar.

No toleraba aguantar más.

— No te imaginas cuanto te he extrañado, cuanto te he necesitado, por favor no me vuelvas a dejar sola, me prometiste que a tu lado conocería lo que era un verdadero cuento de hadas, por favor no me hagas vivir nuevamente ésta cruda realidad, quiero escapar de ella como antes, quiero que me saques de éste mundo, lo odio, odio a su gente, los odio a todos, por favor no me hagas soportar esto sola una vez más, por favor, no me dejes sola de nuevo...

— No mi pequeña, no lo volveré a hacer, te lo prometo. — sentí su voz quebrarse por completo.

Elevé la mirada y me encontré con aquellos hermosos ojos color esmeralda cubiertos de lágrimas, Neil estaba llorando, sus labios temblaban, ésta vez era a él a quien se le teñían de rojo las mejillas.

No sabía que hacer, no quería verle llorar, me dolía enormemente, sentía como si fuese la causante de cada lágrima que recorría su rostro desvaneciéndose en sus divinos y carnosos labios, por cada sollozo suyo era como si un cuchillo hurgara en mi corazón

— Aunque deberías mantenerte alejada de mí. No soy el hombre que crees que soy. — suspira lamentándose entre sollozos.

— ¿A qué viene esto? ¿Por qué siempre quieres protegerme? Se supone que soy yo la que debería decidirlo y yo te quiero a mi lado tonto ¿cómo te lo tengo que decir para que lo entiendas? ¿Cómo quieres que viva sin ti si los últimos años han sido horribles? — frunzo el ceño y muevo la cabeza en señal de negación, no quería que volviera a hacerme a un lado, quería formar parte de su vida y que él estuviese en la mía.

— Siempre te protegeré aunque me cueste la vida, meteré esa idea en tu cabecita para que te vayas acostumbrando, eres muy especial para mí, no me lo perdonaría si algo malo llegase a pasarte algún día por no estar allí cuidando de ti... — añadió y me apretó nuevamente contra su cuerpo.

Lo había extrañado mucho, el tiempo pasaba cada vez más lento, las navidades eran menos divertidas, las tardes eran terriblemente aburridas así como las noches, ya no tenía a mi desastre apocalíptico andante lanzando piedras a mi ventana para poder subir.

Adoraba sentir sus brazos fuertes estrecharme contra sí mismo, era tan acogedor y sobre protector, Neil era fantástico, por mucho que quisiera enojarme con él nunca duraba más de quince minutos sin hablarle, lo necesitaba, era mi medicina de todos los días, incluso cuando me enamoré de William Edwards, siempre estuvo para mí, siempre allí dándome ánimo y fuerzas, no se que sería de mi vida sin la cautivadora y salvaje mirada de esos ojos color esmeralda. Sin él mi vida es un desastre.

— Siempre fuiste fuerte, pudiste vivir sin mí, no sé porque te aferras a tener a éste desastre a tu lado.

— Porque ese fue el desastre que me dio cariño, el que cuando nadie me quería cerca se sentaba a mi lado, estuviste conmigo sin importar mi pasado, no me ataste a él como lo han hecho todos, me diste alas para ser libre sin que su peso recayera en mis hombros, éste es el desastre que yo quiero, lo quiero a mi lado, si no estás yo no funciono, se detienen las agujas de mi reloj, sin ti, no sé que rumbo tomar en ésta vida, voy sin una dirección guía, ya he perdido a muchas personas, no te puedo perder a ti... — le acaricié la mejilla mientras nuestros dedos de entrelazaban y él besaba mi muñeca al mismo tiempo en que juntaba nuestras frentes.

— No me iré nunca de tu lado si así deseas.

— Gracias. — susurré a su oído mientras acomodaba mi cabeza en su pecho, me era necesario dormir, los bostezos comenzaron a salir de mis labios y apoyé mi cabeza en los bien marcados pectorales de Neil.

Después de llevar un corto lapso de tiempo en el que me daba la ligera impresión de que alguien me llamaba pude sentir una vez más esa voz cada vez más cerca.

Sueño:

¿Alondra?se escuchaba una dulce voz mezclarse en el viento.

¿Quién está ahí?

¿Mi pequeña eres ? — volvía a escucharla pero parecía desvanecerse.

¡No te vayas! ¡Regresa!

Fin del sueño.


— ¿Pequeña? ¿Pequeña estás bien? — veía el rostro de Neil adormilado, comencé a mirar para todos lados buscando pero no volví a escuchar aquella voz de ángel.

— Sí, estoy bien, no te preocupes, no es nada sólo...

— ¿Sólo?

— Está bien, te lo diré, soñé con que alguien me llamaba, era una mujer, con una voz dulce y acogedora, parecía de angel.

— A lo mejor soñabas con tu tía Charlotte.

— No, no era la voz de la tía Charlotte, era distinta, era más dulce y tierna.

— Tal vez tan sólo fue un ingenio de tu imaginación o algún espíritu trato de comunicarse contigo, mi abuelo solía decir que aquellos seres que partieron de nuestras vidas dejando todavía mucho por cumplir en adelante para nuestro bienestar se aferran a todas las maneras posibles de comunicarse con nosotros, es ahí que muchos niños le hablan a las estrellas porque sienten en ellas la presencia de aquellos seres queridos que perdieron una vez, ya que dicen que tanto los animales como los pequeños pueden ver cosas. Yo no sé si creer eso o no debido a que yo miraba cada noche el cielo buscando poder sentir el amor de éste nuevamente pero solamente me encontraba con la desgarradora frialdad de la madrugada. Por ello no sé decirte si es real o no, sólo te digo lo que yo he experimentado y pues... no me funcionó.

— Entonces es mejor pensar que a sido tan sólo un sueño como cualquier otro.

— Será lo mejor, no te vuelvas loca queriendo averiguar que significa eso, regresa a dormir si quieres.

— Creo que ya he dormido bastante Neil, necesito ver a la tía Charlotte ahora.

— Espera un poco ardilla, recuerda que a ti te tiene que ver un médico.

— Sí Neil, lo sé, me has dicho que no podré ver a mi tía si no me ve antes un médico.

Él tiempo pasaba y pasaba. No había en los pasillos ningún indicio de que se fuese a aparecer algún doctor, era algo muy frustrante, yo quería ir a ver a la tía Charlotte, Bertha debía de estar muy preocupada por mí, nunca me he demorado tanto para llegar, incluso ya estaba oscureciendo, fue entonces cuando una bata blanca cruzó por aquellos pasillos dejando ver a Neil su rostro.

— ¡Doctor Wells! — grito Neil dejando ver que en la distancia un señor mayor, de aspecto envejecido, un poco maltratado podría decirse debido a la presión ejercida por aquel hospital, ojeras notables consecuencia de las noches de desvelo, mulato de piel, considerablemente alto y con alguna que otra cana predominante en su cabello, al éste voltearse y contemplar a Neil se quedo algo confuso.

— Disculpa joven ¿lo conozco? — reparó en un tono cálido y paternal pero agotado de tanto ajetreo.

— Wells soy yo Neil Hawk, nieto de James Mayer...

— ¡Oh por dios! Muchacho como has crecido, ni pensar que solías ser un niñito tan pequeño, con gorrito, lentes y siempre escondido tras James. — le abrazó cálidamente provocando una carcajada de parte de Neil. — ¿Qué te trae por aquí muchacho? ¿Y el viejo James? ¿Cómo está? ¿Cómo lo llevan los achaques de la vejez? — «ay no» la mirada de Neil se nubla involuntariamente mientras trata de que su voz no se rompa en millones de pedazos tal como si fuese un cristal reducido añicos.

— Mi abuelo falleció hace unos cuantos años John... — aunque realizó un intento muy fuerte no pudo evitar que su voz se escuchara como si estuviese reprimiendo un llanto desgarrador desde hace mucho tiempo atrás.

— Pequeño, lo siento mucho, no estaba enterado de ello. — Neil no lo pensó dos veces para acercarse al señor de bata blanca y aferrarse a él como si de su abuelo se tratase — No te preocupes Neil, yo estoy seguro que el viejo James siempre estará a tu lado muy orgulloso de su nieto.

— No tanto John, he decepcionado la imagen que mi abuelo tenía de mi persona, me he metido en hábitos que no debía, las cuatro cosas que el abuelo me dijo que deshonraban a la familia.

— Drogas, alcohol, mujeres y cigarrillo.

— Sí, ya pasé por rehabilitación para las drogas, estoy limpio, el alcohol lo controlo, sólo tomo cuando hay algo que celebrar, las mujeres se fueron hace tiempo, la verdad creo que eso de estar con una hoy y otra mañana nunca me cayó bien, pero el cigarrillo John, no consigo despegarme del muy condenado.

— Puedes venir los Martes a mi consultorio, te mando por e-mail la dirección, así charlamos un rato y de paso te alejo de todo eso muchacho. Tienes toda una vida por delante, si James pudiera verte simplemente el dolor lo mataría de nuevo al contemplarte tan destruido por culpa de tus padres, él siempre supo que tú eras un chico especial, algún día sabrás porqué.

— John, necesito tu ayuda, ésta es Alondra Wood.

— ¿Tu novia?

— No, no, no... — tartamudea mientras trata de poder continuar explicándole mi caso — Es una amiga del jardín de niños.

— ¿Del jardín de niños?

— Sí John, tengo que cargar con ésta ardilla malas pulgas desde que era un crío. — el señor de bata blanca me recorre con la mirada y me regala esa sonrisa paternal de hace un rato.

— ¿Qué sucede con ella?

— Se ha caído varias veces al suelo, dice que siente como si algo le perforara la piel en sus pies, ¿podrías ver que tiene?

— Claro, siganme.

Seguimos con la mirada al señor de bata blanca mientras recorría los pasillos se un lado a otro, tomaba por distintas direcciones.

«Éste hospital era un susodicho laberinto»

Neil me llevaba en brazos para evitar que mis pies tocasen el suelo. El señor Wells se detiene enfrente de una puerta con unos tonos de madera tanto claros como oscuros barnizada en su totalidad con un bonito cerrojo en metal tintado en dorado, saca unas llaves del bolsillo derecho de la bata que trae puesta mira su reloj y frunce el ceño a la vez que abre la puerta, clavando nuevamente la mirada en Neil.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro