Capítulo 10
Siento que mis mejillas vuelven a teñirse de rojo, ésta vez peor que en la mañana ¿Qué diablos tiene Neil en su cabeza? Mis mejillas deben de parecer la cubierta del Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels. Cállate Neil. Cállate de una maldita vez.
Lo miro y me siento incapaz de expresarme luego de lo que ha dicho. El suelo son como placas tectónicas en movimiento.
[Intenta tranquilizarte, Alondra Wood]
Me suplica de rodillas mi torturada subconsciente por primera vez después de diecinueve largos años con mi persona sin decir algo que pudiese herir su rotundo orgullo pero ¿a santo de qué viene esa suplica?
[Vamos Wood, ¡qué te estás comiendo al peligroso de tatuajes con los ojos! la verdad creo que incluso mentalmente le has quitado la envoltura]
¿Qué? Por supuesto que no, se la habrás quitado tú, yo sería incapaz, Neil es mi mejor amigo desde el jardín de niños, ¿acaso estás loca?
[Loca yo, loca tú, si yo fui quien le quito el envoltorio fue con el permiso total de tu mente, porque te recuerdo que soy tu subconsciente lo cual quiere decir que todo lo que yo pienso pasa por ti, no, lo creas tú, lo que significa que estabas comiéndote al playboy]
Oh, por dios, claro que no, te he dicho que estamos hablando de Neil, eso es imposible, mi corazón siempre a amado a William.
[Sí claro, a tu corazón ahora lo está acelerando el motociclista]
No, no, no y no. Deja de insistir.
— Te... he dicho que... no... — le esclarecí titubeante.
— ¿Segura?
Sus labios esbozan una maliciosa sonrisa y sus ojos parecen divertidos, como si estuviera disfrutando de alguna broma de la que no me entero ¿Qué le hace tanta gracia?
Su voz es cálida y ronca como si hubiese acabado de comer un bombón de chocolate o caramelo... algo así. La verdad me es muy difícil interpretar los extraños sentimientos y pensamientos que se acumulan en mi interior.
Muevo la cabeza intentando bajar de las nubes en las que mi atolondrada y confundida mente está divagando.
El corazón me golpea el pecho a un ritmo frenético, y por alguna extraña razón me arden las mejillas ante su firme mirada encrustadora.
¿Por qué rayos Neil está causando tantos estragos en mis sentimientos? ¿Por qué me siento tan acalorada? Como si hubiese acabado de salir de lo más profundo de un volcán, siento que la piel me arde, me quema mucho, tal como si yo fuese Pompeya en manos del desgarrador Vesubio.
No es sólo guapo, no. Es la belleza masculina personificada, arrebatador en su tan salvaje y peligrosa personalidad, de una forma tan naturalmente seductora. Es como si fuese testigo de la reencarnación del mismísimo Cincuenta Sombras, Christian Grey y sus más oscuros e inimaginables deseos.
¿En qué estoy pensando? ¿Alondra qué dices? Por dios, que estás hablando Neil Hawk, no de ningún otro chico ¿cómo osas pensar tales cosas? Alondra debes de sacártelo de la cabeza, no puedes pensar así de él...
Con el corazón casi estrangulándome debido a aquellos extraños pensamientos.
«Porque éste me ha subido hasta la garganta e intenta salírseme por la boca» ¿qué me está sucediendo?
No atino a nada más que a observar detalladamente cada milímetro de sus carnosos labios color frambuesa, recordándome esto a William, ¿por qué razón todas mis decisiones respecto al plano sentimental son tan difíciles?
Yo amo a William desde que tengo uso de conciencia pero Neil, por él siento algo, no quisiera precipitarme debido a que mi corazón sueña con Will, pero sinceramente estoy muy confundida, Neil siempre consigue lo que quiere, aislarme del mundo.
Creo que me he quedado boquiabierta, y no encuentro ni el cerebro ni la voz. Por momentos no sé que tan extrañas sean las caras que me he de encontrar poniéndole a Neil, mientras espera alguna respuesta con respecto a la interrogante anteriormente hecha.
Me ruborizo sólo de pensar en las tonterías que se me pasan por la cabeza ¿Alondra a qué se debe tantas confusiones con respecto a Neil?
Sonríe, y me da la extraña sensación de que está riéndose de mí, debido a que no he dejado escapar ni una sola palabra de mis labios.
Las palabras comienzan a salir nuevamente de mi boca antes de que pueda detenerlas.
— No te tengo miedo Neil.
Me ruborizo completamente. ¿Por qué demonios Neil está teniendo éste efecto sobre mí? Me siento como una cría de once años, torpe, poniendo mi mejor versión de lo tonta que soy en casi todas las ocasiones, como siempre, y fuera de lugar.
¡Mirada al frente, Wood! Ahora no puedes dar marcha atrás.
Vuelve a dejar una sonrisa a medias de forma triunfante dejándome ver luego esos hermosos y bien perfilados dientes tan blancos como si de la nieve se tratase, tal vez de un lucero... Al mismo tiempo en que se comienza a acercar en dirección a mí, me aterra, de momento siento que las piernas no me responden y saldré corriendo de un instante a otro.
Nuestros dedos se rozan un segundo debido a su intento de tomar mis manos, por lo que las alejo instantáneamente, y ahí está de nuevo esa corriente que sentí hace un rato al subir a la bestia de Neil, eso que me recorre como si hubiera tocado un cable suelto en plena tormenta lluviosa.
Jadeo involuntariamente al sentirla desplazándose hasta algún lugar oscuro e inexplorado en lo más profundo de mi vientre ¿Qué diablos me pasa? ¿Qué ha sido eso? Intento desesperadamente serenarme en lo que él eleva mi mentón.
Me detengo al ver su expresión impenetrable. Sus ojos parecen más oscuros. ¡Madre mía! ¿Qué nos está sucediendo? ¿Por qué razón nos están pasando estás cosas?
Consciente de su ardiente mirada con reflejos de colores y tonalidades esmeraldas. No me atrevo a volver a mirarlo. No podría sentirme más cohibida. De una extraña forma Neil se sentía igual.
— Está bien, entra conmigo Neil. A la tía Charlotte le haría ilusión verte... — puedo ver como esboza una sonrisa triunfante al mismo tiempo en que nos dirigimos hacia la entrada, las puertas se abren y para mi gran sorpresa, Neil me coge de la mano tomándome completamente desprevenida, me la sujeta con sus fuertes y tatuadas muñecas mientras un inmenso calor involuntario me abraza todo mi ser.
Siento aquella extraña corriente recorriendo en totalidad mi cuerpo, y mis ya rápidos latidos se aceleran más aún de una forma considerablemente ardiente. Mientras tira de mí para adentrarnos en la sala de espera.
— Quedate aquí, voy a preguntar.
— Neil, yo sé de sobra donde está mi tía Charlotte.
— Igual es necesario preguntar si puede recibir visitas.
— No es necesario preguntar, ya te lo he dicho.
— Enana ya basta, deja de ser tan orgullosa, las cosas no siempre las tienes que hacer sola, permite a la gente que te quiere ayudarte, no es tan difícil.
— Pero...
— Pero nada, espera me aquí o ven conmigo, creo que será mejor así no te pierdo de vista.
Le seguí aún sin poder evitar esas tan estúpidas ideas que se iban formando en mi mente ¿A qué juegas Neil? Hasta pareciera mi hermano mayor.
Al imaginarme en esa situación un agudo dolor me evita el poder respirar, me corta el aire por completo ¿Por qué me está pasando esto? Neil es mi mejor amigo desde niña ¿por qué me estoy imaginando cosas que no son? Comienzo a sentir que el cariño de hace años, el agradecimiento, la admiración hacia él me hace confundir todo lo que está sucediendo. Yo amo a William, por Neil... sólo siento eso, un cariño inmenso, algo que no cambiaría ni aunque fuese el último hombre que habitara en la tierra, creo. Neil es... es eso... Neil.
— Respira, Alondra, respira...
¡Mierda! ¿Se habrá dado cuenta? Dios mío recuerdame no volver a dirigirle una sola palabra ni siquiera en modo de educación a éste chico, siento que todo me da vueltas y la voz de él es lo único en lo que puede razonar levemente mi cabecita dañada ¿Qué me está sucediendo?
— ¡Mierda, Wood! — me grita Neil en el justo momento que siento que mis pies no me responden.
Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de él justo cuando pensaba que me iría de bruces contra el suelo del hospital. Todo sucede muy deprisa.
De pronto estoy cayéndome, y en cuestión de diminutos segundos estoy entre los fuertes brazos entintados de Neil, me aprieta cuidadosamente contra su pecho. Respiro su aroma a campos de vid, perfume caro y wisky. Huele también a ropa recién lavada y a shampoo de chocolate, ¿todavía lo usa? Neil Hawk eres imposible pero embriagador al mismo tiempo.
Inhalo profundamente, quisiera permanecer en sus brazos una eternidad. Lo que mi cabeza me da demasiadas vueltas, no me siento para nada bien y los pies no me responden, me duele mucho la frente, en los pies comienzo a tener sensaciones de agujas e incluso cristales clavándose en cada milímetro de mi piel.
— ¿Estás bien? — me susurra asustado en su totalidad, el miedo a dejarme caer casi lo había paralizado.
No entiendo porque, tan sólo era el suelo, yo no me iba a caer por ningún precipicio ni nada por el estilo, lo más malo que pudiera haber sucedido era que me hubiese pegado en la cabeza y me tuvieran que dar puntos, pero sería sólo eso, unos puntos, no me iba a morir, no iba a pasar nada, aunque para él parecía que sí, de un momento a otro su mirada parecía pérdida.
Él abre los labios, como si quisiera respirar hondo, dejando escapar un muy notable suspiro a la vez que parpadea velozmente como si no pudiera perderme de vista, así yo me fuese a desvanecer en el viento. Por una milésima de segundo parece algo perdido, la tierra cambia ligeramente en su eje rotatorio y ésta vez las placas tectónicas se deslizan hacia un nuevo propietario, bajo sus pies.
¡Dios mío! La mirada aislada y perdida de Neil es tan tierna y hermosa. Pareciera un niño pequeño que se queda mirando a la nada esperando que suceda algo emocionante que le alegre el día. Pero ¿qué es lo que Neil tanto espera? Él no visualiza la nada, se queda observando mis ojos, perdido, fuera del mundo, como si mis ojos fuesen su nada.
Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a él, y con los dedos de la otra mano me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño, pero que daño espera Neil que me halla hecho si no me dejo siquiera tocar el suelo.
Su pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración ¿Por qué rayos hizo eso? ¿Acaso está loco? Me mira fijamente a los ojos, y por un momento, o quizá durante unos largos minutos, le sostengo esa mirada inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su bonita boca ¿cómo es que Neil puede provocar esto en mi? Es mi mejor amigo de quien estoy hablando, no es William, no es otro chico, es él, ¿cómo es que esos labios pueden hacerme enloquecer en este justo momento?
Con todo lo que está pasando ¿cómo es que me dejo afectar y confundirme así por Neil? Entonces es ahora, por primera vez en diecinueve años que quiero que me besen, que me bese alguien que no fuera William Edwards.
Quiero sentir su boca en la mía, quiero sentir los labios de Neil, quizás estoy delirando, tal vez el dolor de cabeza me está aturdiendo de más pero quisiera besarlo, saborear sus labios, verlo así, con la boca entreabierta y no poder evitar que por mi mente crucen pensamientos perversos, deseos que no creí que podría llegar a sentir, deseos totalmente oscuros que me hacer ruborizar y morderme involuntariamente los labios.
¡Bésame de una vez! ¡Maldita sea!
Le suplico internamente, pero no puedo moverme, doy en cierta forma gracias a eso. Un extraño y desconocido deseo me paraliza. Estoy totalmente cautivada por esa belleza salvaje y seductora que me está haciendo sucumbir ante deseos inimaginables.
Observo fascinada la boca de Neil, y él me observa a mí con una mirada velada, con ojos cada vez más impenetrables ¿en qué estará pensando? ¿Qué ideas han de vagar en esa cabecita salvaje? Respira más deprisa de lo normal en él, y yo prácticamente he dejado de respirar.
«Estoy entre tus brazos. Bésame, por favor. »
No puedo creer que mi mente divague tanto deseando sus labios. Cierra los ojos costosamente, respira muy hondo y mueve ligeramente la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición, pero ¿cómo debo interpretar su silencio? ¿Qué debo hacer? ¿En qué rayos estoy pensando? Alondra Wood sacate eso de la cabeza, es Neil, deja de pensar esas cosas.
Definitivamente leo demasiadas historias, siento que desde que leí Cincuenta Sombras me he traumatizado, ¿cómo es que puedo pensar tales locuras? ¿Cómo puedo imaginarme ésas ideas obscenas acerca de Neil? ¡Me estoy volviendo loca! ¿Será? ¿Será que él también lo siente? ¿Neil también sentirá esa corriente que nos paraliza?
No quisiera hacerle daño, él es muy especial para mí, pero no como quiere, yo no puedo quererle como me desea a mí en éstos momentos, yo amo a William, lo que he sentido hasta ahora por Neil no es más que una locura pasajera, no quisiera lastimarlo, no se lo merece, pero es la verdad, yo no soy para él.
Es un chico decidido, seguro de sí mismo, en cambio yo no, soy todo lo contrario ¿Qué verías tú en una persona que no conoce su pasado? pues este está lleno de fantasmas, su presente está basado en puras lagunas, en vacíos donde deberían haber recuerdos pues no hay nada sólo eso, un agujero que es muy profundo y hace mucho daño, un presente que parte por una insondable confusión y un futuro dudoso, donde no sabes si estarás mañana ¿con quién y cómo estarás?
¿A qué peligros te atenderás? Y ¿qué secretos deberás descubrir? Eso lo hace dudoso, aún así ¿que verías en una persona con éstas características? ¿Podrías arriesgarte y amarle? Claro que no, no serían capaces de hacerlo, alimentarían su esperanza en vano, le prometerían miles de palabras bañadas en oro y rubíes pero sería todo mentiras, sería un futuro labrado en mentiras, desepciones, decisiones que hacen daño, prometiéndote que son por tu propio bien para al final dejarte sola, dejarte como mismo comenzó todo, rota, quebrada desde la raíz, con un dolor el triple de desgarrador que la última vez, con unas heridas que ésta vez te serán imposibles de curar, todas las cosas no suceden como en los cuentos de hadas donde a pesar de tus innumerables defectos siempre hay una persona que aparece de la nada y te ve perfecta.
No, la realidad es cruda y dolorosa, no siempre está el príncipe azul para recogerte después de haber tropezado y haber caído, no, en la realidad tendrás que chocar con todo lo que nunca pensarás ver en un cuento de hadas.
¿Cuántas veces pensaste que éste sería el verdadero amor de tu vida? Millones, por ello fuiste besando sapo por sapo hasta ver si encontrabas ese chico que te convertiría en su reina y te alejaría de todos los dolores de la vida, pero disculpenme eso es imposible, en la vida real no existen hadas madrinas que te concedan deseos, ni príncipes que alivianen tu dolor, ni castillos encantados, no existen, simplemente existe el dolor, el sufrimiento, la envidia, el ¡yo soy mejor que tú!, la pacotilla, el creerse reyes por tener dos pesos en sus bolsillos cuando en realidad no son nada, son polvo en el viento, más tiene la reina de Inglaterra y no alardea de ello cada vez que sale en televisión, por ello el mundo está como está, por culpa de la cruda realidad del ser humano, porque no existe perfección, existe humanidad que a pesar de todo también está pérdida, ya no hay humanidad en ésta tierra, las personas ya son cualquier cosa menos seres humanos, se han alejado tanto de ésta situación que no se percatan que por sus incesantes errores y su petulante orgullo le hacen daño no sólo a sus prójimos y demás personas que lo rodean sino que bañan de sangre e injusticias el mundo, sabiendo que un día éste se los devolverá, aún así no aprenden de lo cometido, continúan abriendo la herida, más grande, más profunda, si es así.
¿Qué quedaría para personas como yo? Personas que ésta sociedad trata como escoria? Salir a la calle y ser señalada, criticada y despreciada como si alguno de ellos se hubiese puesto en algún momento en mi lugar, claro que no lo han hecho, es más fácil hablar, actuar que razonar y entender las cosas. Por ello yo no soy buena para Neil, tampoco para Will, yo... le hago un daño inmenso a ésta sociedad, a veces sería mejor no existir...
— Alondra, por favor podrías dejar de pensar idioteces.
¡Mierda! ¿Me habrá escuchado? No recuerdo haberlo dicho en voz alta. Será que Neil me ha leído la mente...
— ¿Por... por qué dices eso?
— Sabes de sobra porque lo digo, estoy cansado de ver esas caras de desprecio hacia ti misma, te recuerdo que vengo contigo desde que eras una cría... — decía mientras con una mano comenzaba a fijar la estatura — Desde que eras así de enana, siempre igual, malas pulgas y conozco de sobra cuando comienzas a despreciarte a ti misma deseando no existir.
— Le haría un bien y un favor a la sociedad.
— Haber ardilla, ¿Quién diablos te dijo eso? Puede que tal vez les hagas un bien a ellos, pero te perdería el poder ver sus carotas y sus reacciones cuando vean en lo grande que te convertirás, cuando vean que no hay nadie más bella e inteligente que tú, mi enana malas pulgas, allí estaré yo, para que me ilumines con tu hermosa luz.
— ¿Así lograre sacarte de la oscuridad?
— Ardilla sería mejor que no intentarás eso y dejarás las cosas tal y como están, yo podré sentir tu luz, aún desde la oscuridad.
— Te iluminaré tanto que lograré que salgas a brillar conmigo o simplemente... me fundiré contigo en las penumbras de tu oscuridad.
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