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—¿Lo conoces?

Él no me responde, solo sigue sujetando el timón con fuerza. No lo veo con claridad, pero noto que está muy tenso; sus brazos, su cuello, su mandíbula y hasta su abdomen. Lo puedo sentir bajo mis palmas.

Yo en lo personal ni se como me siento. Quizás esté asustada o nerviosa o ansiosa... no lo sé. Pero en estos momentos, me preocupa mucho el cómo se siente él con respecto a lo que vió.

—No lo conozco, solo sé de su existencia. —me pareció que su voz sonó más gruesa que hace unos días.

Me sobresalto un poco por su repentina respuesta, pero también me hace sentir extrañada la forma en la que dijo eso.

—Entiendo...

Llegamos a un taller abandonado y él frena de golpe. Esa acción hace que me estampe a su espalda dura y definida.

Al parecer yo fui la única que se vio afectada, porque él no se movió ni un centímetro a pesar de que yo choqué contra él. Me despego lentamente echándome hacia atrás para bajarme.

—Oye, ¿estás enojado conmigo?

Silencio.

Parece que no está de humor, no se porqué me está tratando así. Yo no le he hecho nada. Me coloco a su costado, pero él no voltea a verme. Su cabeza está recostada hacia atrás y sus manos están extendidas hacia el volante y tiene los ojos cerrados.

Debo admitir que se ve bastante sexy así. No se si es porque tengo un tiempo sin verlo, pero se ve más... varonil. Más hombre...

Más atractivo.

Sigo mirándolo sin poder apartar la vista. Él abre los ojos, me mira y entonces lo entiendo; en sus ojos puedo ver una tormenta de emociones colisionando y fusionándome entre sí.

Esa mirada es tan intensa y profunda que me deja sin aliento.

—Oye. —me llama, enderezando su cabeza; para verme mejor, supongo—. Entra.

—¿A dond...? —antes de que pueda terminar él señala en dirección al taller. Quiere que entre allí. Nunca he sido tan obediente con nadie más que con él, así que hago exactamente lo que él me pidió que hiciera.

Escucho como se baja y estaciona la moto en un lugar seguro, luego, oigo pasos dirigirse hacia mi. Yo no detengo mi andar, de hecho, ni siquiera me giro para confirmar que es él, porque lo siento de forma tan certera que es imposible que no lo sea.

Entro al taller, antes de cerrar la puerta él se interpone y entra sin preguntar si quiero su presencia o no. Aunque, si soy sincera, he estado esperando este momento por algún tiempo; estar con él, a solas.

Estamos uno frente al otro, mirándonos. Su mirada me desnuda sin compasión, y me estremezco sin querer. Después de unos largos segundos de silencio, él decide hablar:

—Te he traído aquí porque quiero decirte algo.

—¿Qué cosa?

Suspira profundamente, sus ojos reflejan el poder y seguridad que tiene sobre la situación, siempre me ha dado curiosidad, ¿cómo es que él siempre parece tener el control sobre todo? 

—Quiero que seas mi novia.

Mi corazón da un vuelco. Mis latidos van acelerando poco a poco y siento mis manos empaparse de sudor.

Entonces, sin esperar una aprobación, él da pasos firmes hacia mí mientras me da la mirada más intensa que me han dado en toda mi vida, me agarra del mentón con fuerza sin llegar a lastimarme...

Y me besa.

Lo hace con esmero, de una manera tan apasionada que tengo que sujetarlo de los hombros.

Él empieza a subir de nivel sujetándome fuerte de la cintura mientras con la otra mano le da un apretón a mi trasero. Se separa unos centímetros para darle un ligero mordisco a mi labio inferior.

Ambos nos quedamos viendo a los ojos, yo un poco temerosa y él seguro y decidido.

—¿Y bien? —me da otro mordisco, tentándome— ¿Qué dices? ¿Aceptas ser mi novia? —dice muy bajito, su cálido aliento roza mis labios y me dan ganas de besarlo de nuevo, pero supongo que debo contestar.

¿Manjiro Sano me gusta de verdad?

No quisiera darle una respuesta sin tener esto claro, así que me alejo con cuidado. Mikey me hace sentir muchas cosas, me hace estremecer e incluso he hecho cosas con él que no haría con cualquiera, o mejor dicho: con nadie.

Pero eso no impide que tenga dudas de mis sentimientos hacia él, y ese es el problema; no se lo que siento por él aún.

—Lo siento, pero no puedo aceptar.

Frunce el ceño y procede a mirarme como si estuviese apuntándolo con un arma. Da un corto paso hacia mí.

—¿Por qué?

Inhalo con calma mientras me armo de valor para responder con sinceridad.

—Quiero estar segura de lo que siento por ti antes de dar este paso —me pellizco los dedos frenéticamente—. No quiero... no quiero que esto acabe mal, y por eso, me siento responsable de que empiece bien.

Mikey se queda viéndome sin saber que decir. En sus ojos puedo ver la confusión que está experimentando, en su rostro está plasmada una máscara de "lo escucho y no lo creo".

—Eso... ¿es un "no"? —la mirada que da me hace sentir desnuda, siento que me invita en silencio a decirle todo lo que me inquieta en este momento.

—No completamente, solo... —cielos, su mirada me está matando—... es solo que me gustaría conocerte un poco más, y me gustaría que tú también me conozcas más. Para así saber en qué lió nos estamos enredando.

Él se queda unos segundos pasmado, luego deja caer sus hombros, nos quedamos mirando por unos lagos segundos hasta que él ríe con incredulidad, parece que aún no se puede creer que no me he dicho un "si" rotundo. Mis manos empiezan a sudar por la anticipación, no tengo idea de cuál será su respuesta, solo espero que no me saque a patadas de aquí.

Se posiciona más erguido.

—Bueno, supongo que esto es lo pasa cuando pides una relación seria —ahora luce más calmado, parece que no se tomó a mal mis intenciones—. Acepto tu propuesta, chica Alzheimer.

Exhalo con alivio.

—Por cierto, ¿cómo es tu apellido?

Frunzo el ceño con incredulidad.

—¿Qué?

—Nunca me dijiste cuál es tu apellido.

—Pues... Hanagaki, soy Kanna Hanagaki.

La expresión de Mikey era todo un poema.

—Hana... gaki —parecía estar atando clavos en su mente, bajó la mirada, luego volvió y me miró—. Tremendas hijas de puta —escuché que murmuró algo, pero no se si escuché bien.

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Nota:

Ahora viene lo bueno. 🤭
Bueno, no ahora, pero esta cerca, paciencia. 🤫🫠

• ¿Qué opinan sobre la historia desde el principio hasta ahora?

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