Amaris abrió los ojos y se encontró sobre una mesa quirúrgica. Intentó mirar hacia los lados, pero algo detenía su cabeza. Desesperadamente trató de moverse, pero estaba atada de manos y piernas, y aunque usaba toda su fuerza, no podía liberarse.

De repente la superficie donde estaba, comenzó a moverse y quedó posicionada de forma vertical. Asustada la joven miró al frente y su mirada se cruzó con la del Doctor Haber.

- ¿Pensabas que podías escapar de mí? – preguntó sarcásticamente.

- No... no puedo estar aquí de nuevo – dijo entre lágrimas - ¿Qué hice yo para estar aquí?

- Eres especial, pero no tanto – dijo mientras extraía un bisturí con hoja de physicorum (uno de los materiales más fuertes del planeta) de una caja con otros instrumentos – En lo que a mí respecta solo eres un trabajo.

- ¿Qué ser tan enfermo puede querer algo así? – dijo enfurecida.

- A veces olvido que prácticamente creciste entre estas cuatro paredes – comentó – Solo digamos que le interesas a un inversionista visionario – dijo mientras acercaba el bisturí al rostro de la joven.

- Pero no soy la única ¿cierto? – preguntó.

El científico colocó el bisturí junto con los demás instrumentos. Quedó pensativo un instante y se preguntó si debía responderle aquel experimento.

- Eres astuta no lo voy a negar – comentó – No, no eres la única, y no serás la última, seguiré haciendo esto hasta que no quede ninguno de ustedes.

- ¿Por qué?

- Crecí entre personas como tú, tuve que esforzarme el doble para intentar estar a su nivel y aun así me menospreciaron por ser normal – hizo una pausa y buscó el bisturí – Así que cuando alguien me dio la oportunidad de invertir los roles, la tomé.

- No entiendo.

- Solo mírate – dijo apuntándola de pies a cabeza con el bisturí - Indestructible, poderosa, invencible... ¿Y qué hiciste para merecer esos dones? ¡Nada! ¡Solo fue suerte!

- Ya veo, son celos – dijo la muchacha.

- ¿Celos? - repitió el malvado y sin dudarlo clavó el bisturí en el brazo derecho de la joven haciendo que se soltara un alarido que retumbó en la sala - ¿Crees que me convertí en el mejor científico del mundo solo por celos? ¿Crees que todo esto es por qué estoy celoso de unos seres que ni siquiera deberían ser considerados animales? ¡Hice, hago y haré todo lo que hago para deshacerme hasta del ultimo de ustedes! – dijo mientras retiraba y volvía a insertar el bisturí en el brazo de la joven, y ella gritó de dolor.

- ¡Niña, ya despierta! – le decía la científica mientras la tomaba por el brazo intentando hacer que reaccionara; pero Amaris, casi por instinto, la tomó del cuello – Solo fue... una pesadilla – articuló con la respiración entrecortada.

La joven, al darse cuenta de que todo solo había sido un mal sueño, la soltó. Intentó ayudar a la científica, pero ella se apartó. Amaris se había quedado sola en la sala, rodeada de pesadillas en la oscuridad.