5
Charlie siguió viendo a Ezra cada tarde y cuanto más tiempo pasaba, más entendía sobre sí mismo. Aún no se sentía listo para probar otros colores, para gritarle al mundo quién realmente era, pero sí para decírselo a la persona que más quería: su hermana.
Se sentó con ella y le explicó todo lo que Ezra le había enseñado. Le habló de sus dudas, de la sensación de no pertenecer, del miedo. Y Anna escuchó y escuchó hasta que él se detuvo, con la respiración acelerada y los ojos llenos de lágrimas. Tenía miedo de muchas cosas, eso era cierto, pero lo que más lo aterraba era perder a su hermana, su más fiel compañera, solo por existir. Pero entonces ella sonrió y lo abrazó. Fue de esos abrazos que sanan el alma, que devuelven a su lugar una pieza del corazón que la otra persona ni siquiera quitó. De esos que hacen que cierres los ojos y sonrías y suspires y agradezcas estar vive para sentir algo tan hermoso.
Cuando se separaron, Anna puso sus manos en las mejillas de Charlie y su sonrisa se hizo más dulce.
—Sigues siendo mi Charlie.
Charlie se largó a llorar. Anna volvió a abrazarlo y se quedaron así durante un largo rato, hasta que él se alejó.
—Me alegra mucho que no creas que soy raro.
—Jamás podría pensar eso. Eres mi hermanito. —Anna se detuvo con una mueca—. ¿Quieres que use elle contigo?
Charlie lo pensó. Llevaba semanas pensándolo y aunque le daba miedo, en el fondo sabía que había llegado a una conclusión.
—Sí. Me gustaría.
Anna sonrió.
—Está bien, hermanite. Nunca nada podría hacer que te ame menos, ¿lo sabes?
Charlie se encogió un poco. Lo sabía, en el fondo lo sabía, pero eso no quitaba el miedo.
—Gracias, Anna. —Tomó aire—. ¿Crees que mamá y papá…?
Anna apretó los labios.
—No lo sé.
Charlie asintió y volvió a abrazar a su hermana.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro