Colonizados; Indígenas II
Méceme y ahórcame vida misma (español querido),
que, por tus sueños, mis gritos has de callar
con una estaca en mi garganta
puesta por tus manos insaciables.
Enlázame fuerte con tu dolor
y prende fuego cada uno de mis sueños,
mis horas de añoranza
en años de suspiros.
Veme al fin satisfecha,
retorciéndome y torciéndome,
carbonizada en tu caliente esplendor
que en las aguas no quieres largar
porque no es divertido,
si es que no sufro por ti.
Porque no vale la pena,
si no es a ti a quien ruego un respiro.
Cállame y excítate con las brazas
que abrazan ardientemente mi cuerpo
hasta desaparecer entre tus lujurias,
a pedido de tu ego.
Átame de brazos y piernas,
y con tus dientes despedazame,
y con tus fuerzas divideme,
partiendo lo que me queda de vida
o lo que a ti te queda darme,
de nada más se trata.
Solo de ti y de tu necesidad
de matarme a fuego lento.
A pesar de que mis gritos no quieres oír,
son tus ojos los que saciados me escuchan,
y tus manos las que apasionadas me tocan.
Y, a pesar de que tu vitalidad
no quieres que recorra mi cuerpo inerte,
aquí estoy, tenme en tu poder, goza de mi sufrir.
De eso al final se trata al final, de ti,
y de tu egoísmo al no querer darle
más vida a un indio como yo.
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