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Capitulo I: Tormento del pasado.

Una frase se repite mucho en mi cabeza mientras camino: El tiempo tiene la virtud de disipar los afanes de venganza y extinguir los impulsos de aversión. Durante todos estos años me lo dijeron mucho, esperaba que tuvieran razón, que tarde o temprano, aquel sentimiento que más daño me hacía se fuera, sin embargo, hasta el día de hoy está aquí, y más vivo que nunca.

Un día como hoy, hace siete años, aquellas personas me quitaron lo más importante para mí, mis padres, me los arrebataron por el simple deseo de poder y reconocimiento.

En esta ciudad siempre hubo dos familias, las más ricas y poderosas, Harris y Cooper.

Ambas tenían un sentimiento de rivalidad, sin embargo, no llegaba a más que eso, simple aversión entre ambas, pero para sorpresa de todos, con el comienzo de los negocios entre ambos apellidos el sentimiento estaba olvidado, o eso parecía, pero todo cambió aquella fatídica noche. En la casa de la familia Harris hubo una cena, nada fuera de lo usual que pasaba cada fin de semana, pero alrededor de las nueve de la noche el caos comenzó, los disparos llegaron y junto con ellos los gritos. Todo fue muy rápido, a los minutos llego la policía, pero el ataque ya había terminado.

Hubo varias víctimas, entre ellas el matrimonio Harrison, se esperaba que también la hija de la familia estuviera entre los desdichados, sin embargo, nunca la encontraron, ni viva ni muerta, fue como si la tierra se la hubiera tragado.

Las investigaciones comenzaron, aunque no duraron mucho, se fueron por lo más obvio, un robo, que resulto mal para los asaltantes, todo eso una mentira barata, pero lamentablemente la única persona que podía confirmar la verdad o la mentira, no estaba al alcance de nadie, lo peor de todo es que esa persona soy yo.

Ese día logré escapar de mi destino gracias a la señorita Amanda, una de las cocineras, con la cual siempre tuve mucha confianza. Estaba con ella en la cocina, conversando cosas que ya no logro recordar, y en ese momento comenzaron los gritos, nos pusimos alerta, no paso ni un minuto y escuchamos los disparos. Rápidamente, me obligo a ir hacia la puerta trasera, yo en ese momento ya estaba desesperada por volver hacia donde estaban mis padres, sin embargo, hubiera sido una locura.

Cuando pasamos por el patio trasero, logré ver algo, vi los ojos de uno de los empleados de la familia Cooper, en el momento no logre procesarlo, sin embargo, luego entendí absolutamente todo.

Desde ese día viví en las sombras, con la constante pena de la muerte de mis padres, a los cuales no logre ni siquiera darles una despedida. La señorita Amanda y su familia me ocultaron y protegieron más de lo que debían, arriesgándose ellos mismos, ya sea por meterse en un problema con la policía o que aquella familia diera con mi paradero.

No deje de pensar en algún plan desde el día cero, prometí vengar a mi familia, vengarme de esa familia, de ese chico, el cual nos usó para maniobrar el plan de su familia, el cual también me uso y me ilusiono.

Camino hacia la figura de aquel hombre, el cual me espera con una cálida sonrisa, una que deseó borrar en este momento. Lo observo de arriba hacia abajo, su pelo castaño y sus ojos algo rasgados, su piel morena y la pequeña diferencia de estatura entre ambos.

Con educación extiende su mano hacia mí, sin borrar aquella sonrisa. Correspondo el gesto y estrecho su mano con firmeza, sin dejar de lado el contacto visual que se generó entre ambos.

-Un gusto, señorita...

-Amelia Brown -hablo mirándolo, intentando poner mi mejor sonrisa-. Soy la nueva asesora económica.

-Me alegro de por fin conocerla -dice con un tono amable-. Mi nombre es Vincent, la ayudaré en lo que sea necesario para adaptarse.

Le dedico una última sonrisa y miro la gran casa detrás de él, la cual está rodeada por un amplio jardín. Vincent me indica que lo siga, lo cual hago sin decir nada más, ya que bastante me está costando sostener una sonrisa, lo cual no pensé que sería tan difícil.

Me hace un recorrido por casi toda la casa, de la cual intento memorizar cualquier dato que sea de mi utilidad. Seguimos así hasta que llegamos a mi supuesta oficina, de la cual me entrega la llave.

Me explica un par de cosas administrativas, y luego de unos minutos se despide de mí con una sonrisa, explicándome que me adapte al lugar y que mañana comenzaría mi trabajo. Parecía dispuesto a irse, pero cuando está a punto de cruzar la puerta y dejarme con el silencio se detiene y se gira hacia mí, observándome con esos ojos color miel.

-Disculpe, pero ¿Nos hemos visto antes?

Esa pregunta hace que por mi cuerpo corra un frío, uno que llega hasta el alma, obligando a mi mente a hacerme unas preguntas que sentía resueltas. Mi corte de cabello no es el mismo, el color tampoco, mi ropa cambio y obviamente los años pasaron, sin embargo, un miedo se apoderó de mí durante un segundo.

Doy un largo suspiro y lo miro con una de mis mejores sonrisas.

-Lo más seguro es que no, lo recordaría.

Respondo con una seguridad que hasta a mí me sorprende, pero que parece haberlo dejado satisfecho. Sonríe una última vez y sale por la puerta.

Lo miro irse con paciencia, la misma que he tenido durante todos estos años, la misma que seguiré teniendo hasta dejarlos en el suelo; sin embargo, un miedo sigue aquí, esos latidos volvieron nuevamente, esos que tenía hace siete años, esos que nos llevaron a la oscuridad, los cuales no esperaba volver a sentir.

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