Prólogo
El suelo de madera crujió con las pisadas de aquel hombre barbudo y fortachón, en su mano izquierda tenía una botella de cerveza mientras que en la otra sostenía un cigarrillo al cuál le daba un par de caladas cada dos segundos. Su mano temblaba, poco a poco estaba perdiendo el equilibrio y sus propios estribos. Lo habían botado del trabajo a tempranas horas de la mañana, por lo que se sentía impotente, frustrado y con muchas ganas de golpear cuanta cosa se le pusiese al frente, pero no lo haría, no era tan tonto como para armar un espectáculo frente a la gente y quedar como el monstruo que era y que siempre intentaba ocultar. Por eso, cuando vio que todo a su alrededor daba vueltas se bebió su ultima cerveza de un trago, le dio una última calada a su cigarrillo y pagó al mesero del bar antes de salir y encaminarse hacía su hogar.
¿Hogar? Pensó. Eso ya no se sentía como un hogar y todo por su propia culpa.
Él odiaba admitirlo pero poco a poco destruyó lo que le tomó tanto tiempo construir. Su esposa e hijo le temían y aún así no hacia nada para enmendar ese hecho, tan solo lo empeoraba con cada día que pasaba y hoy no seria la excepción.
Su reloj de muñeca marcaba las 4:26 de la tarde, él nunca llegaba temprano a casa pero con su despido y la carente urgencia que tenía de salir del bar antes de que su verdadero ser saliera a flote, no tenía de otra, tan solo llegaría, comería y se acostaría a dormir, intentaría no estropear nada con su esposa e hijo este día, en una semana su pequeño de seis años cumpliría años y necesitaba demostrarle que podía ser un buen padre.
Con sumo despacio pero con mucha torpeza abrió la puerta de su casa, haciendo que esta chirriara en el acto por la falta de aceite. Cuando sus ojos recorrieron la habitación de la entrada que a su vez hacia de sala pudo observar el diminuto y flacucho cuerpo de su hijo. Por extraño que pareciera algo dentro de él se retorció al ver como el pequeño lo miraba con temor. Pero lo que más captó su atención fue el percatarse de que su mujer no hacia apto de presencia, lo que le indicó que no estaba y que había dejado al niño solo, quizás para verse con algún amante.
El niño sintió mucho más miedo cuando su padre se acercó y lo tomó por los hombros para zarandearlo.
—¡¿Dónde está?! —gritó, furioso. Su aliento a alcohol impactó en las fosas nasales del pequeño, haciendo que este arrugara su rostro por no poder soportar el olor— Te pregunté que, ¡¿en dónde está?!
El pequeño no pudo hacer ni decir nada, estaba en shock, su cuerpo se volvió rígido y sus ojos se abrieron por el miedo.
—¡Hablame, mocoso! ¿Dónde está tu madre?
El niño respiró hondo e intentó decir algo, tenía que hacerlo antes de que aquel hombre perdiera mucho más sus estribos y se olvidara del hecho de que ese pequeño de tan solo seis años era su propio hijo.
—Ella... Ella... —el miedo invadió cada parte de su cuerpo, haciéndole casi imposible el hablar— Está en el mercado. —musitó con temor.
—¡No te creo! —rugió fuera de sí— De seguro está con uno de sus amantes. Y tú estas encubriéndola, mocoso traicionero. —escupió, furioso antes de lanzarlo contra el suelo, haciendo que la cabeza del niño chocara contra una de las patas de madera de la silla.
El pequeño sintió algo caliente recorrer la parte trasera de su cabeza, en seguida notó que se trataba de algo espeso y rojo, se trataba de su propia sangre.
El hombre cegado por los celos y con los efectos del alcohol y las drogas haciendo estragos en él comenzó a golpear una y otra vez el diminuto cuerpo del niño. El pequeño lloraba y cuando no pudo aguantar más se hizo un ovillo en el suelo, cubriéndose completamente, su padre se detuvo solo por unos segundos. No podía pensar ni ver con claridad, tan solo quería que la rabia que sentía por dentro se esfumara y olvidó completamente que su pequeño niño era el blanco de sus golpizas.
Por primera vez en casi siete años se atrevía a ponerle una mano encima al niño, sin importarle si lo lastimaba o lo hacia sufrir.
El pequeño pensó que todo había acabado pero su padre solo tomó un par de respiraciones antes de tomarlo y llevarlo a rastras hasta el sofá y empujarlo contra el. El niño hizo una mueca de dolor cuando su cuerpo sufrió más dolores por el impacto. Las lágrimas fluían de sus ojos, no podía hablar ni gritar, solo rogaba internamente que alguien pudiera salvarlo de esta o que al menos pudiera morir para no sentir más dolor.
El hombre comenzó a desabrocharse sus pantalones antes de posicionarse encima de su hijo. El pequeño niño a su corta edad entendió lo que se avecinaba, el pánico invadió todo su cuerpo. Sentía miedo, mucho miedo, así que solo cerró sus ojos y se preparó para lo que sea que su padre tuviese pensado hacer.
El hombre no había terminado de desabrochar el cierre cuando un dolor intenso se instaló en lo bajo de su espalda, seguido por otros dos dolores desgarradores que le provocaron una muerte instantánea.
Su cuerpo inerte cayó encima del niño, aplastándolo y asfixiándolo. El pequeño asustado se removió insistentemente hasta que logró zafarse del peso del cuerpo y fue cuando pudo comprender lo que había sucedido.
Su madre estaba de pie, con lágrimas en sus ojos y un cuchillo ensangrentando en sus manos. Ella había sido la causante de la muerte de su padre, ella había sido la respuesta a sus ruegos, su madre había llegado a salvarlo antes de que ocurriera algo aún peor de lo que él ya había vívido.
—¡Mamá! —sollozó, asustado— Mami...
La mujer soltó el cuchillo y tomó a su hijo entre sus brazos, apretándolo contra su torso. Ambos lloraron audiblemente. La mujer tomó el rostro del pequeño entre sus manos y comenzó a inspeccionarlo.
—Todo estará bien, bebé. —susurró con su voz entrecortada y las lágrimas en sus ojos— Mami esta aquí y prometo que ya nada malo nos pasará, nada malo te pasará bebé.
El niño lloró inconsolablemente junto a su madre.
Todo había pasado, ya nada podía hacerles daño.
•••
Ok, esto simplemente comenzó fuerte. Quería que vieran un poco más sobre ese día y para que pudieran entender más sobre lo que ha sufrido Ian.
Por ahora solo publicaré el prólogo. Ya luego iré poco a poco subiendo cada capítulo.
Espero puedan tenerme mucha paciencia. Valdrá la pena tanta espera.
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