Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 10

—Muy bien sabelotodo.—en sus labios se asomó una sonrisa irónica. Me aproximé a ella y le deposite un beso casto en su mejilla pero a la vez lleno de afecto.

—¡Hey! ¿Y se puede saber qué tanto te tiene así? ¿¡No me digas que ya tienes novio!? Si es así quiero que me cuentes todo, mira, con lujos y detalles Karen.

En fracción de segundos mi cara de felicidad se desvaneció como si fuera un globo del que estaba lleno de aire para luego explotar y, dicho eso me acordé la cita de Saúl.

—Claro que no, no se trata de eso.—dije ladeando la cabeza.—Las cosas están marchando como manda la ley.

—Como debe de ser.—dijimos al unísono para luego explotar en carcajadas.

—Aunque me había gustado mejor la idea de verte feliz con alguien.—dice mirándome con ojos cautelosos. ¿Cuántas veces tendré que escuchar eso?

Desde los quince años siempre me han dicho que la mejor medicina es estar con alguien. Y sinceramente eso nunca logra llamarme la atención... Bueno, debo confesar que últimamente si la ha logrado.

Carla me nota muy sumergida en mis pensamientos y me da un pellizco en mi brazo izquierdo, eso sí que dolió.

—Sabes que no me gustan que me pellizquen, Carla.— y me froto la zona ansiosa por borrar la picazón de ese pellizco. Ella ríe y seguimos caminando mientras charlábamos.

—¿Tienes dinero para cenar?—preguntó mirándome de reojo dejándome ver su nariz perfilada. Carla tenía un buen aspecto, su cabello era largo y rizado y sus ojos de color marrón oscuro.

—¡Si!—exclamé con potencial.—Hace unos días me pagaron.

—Que bueno, así me reservo el dinero que pensaba darte, para que le dieras de cenar a tu hermanito... Porque por ti puedes morirte, querida.—yo abrí los ojos grandes, para luego entornarlos.

Era de esas bromas de las que hacía de mal gusto... Aunque ya estoy acostumbrada a su manera de tratar a las personas, Carla es así y así la acepto, siempre y cuando no rebose los límites. Eso es tan solo una muestra que en realidad se preocupa por lo que pueda pasar.

—¡Ay, para tener amigas como tú prefiero tener enemigas!—y eso logró ensanchar su sonrisa bobalicona.

Una hora después Carla decidió volver a su casa y yo a la mía. Y cuando llegué la casa estaba casi derrumbada. ¡Qué horror! Los gabinetes de la cocina ya no están, ¿Qué hicieron con ellos?... Recordé que no debía opinar, así que me trague las preguntas que iba a hacerle a la señora Inés.

Ella me miró expectante, para luego seguir inspeccionando la casa sostenida de su bastón de bambú. Luis estaba dormido, y me imagino lo mucho que ha rendido que logró dormirse con las voces altas de Inés y Osvaldo.

Y de repente no vi mi ropa en mi armario,¿Tan rápido la llevaron al departamento?. La idea de convivir con Inés me aturdía. Me froté la sien, ya con todo esto me estaba doliendo la cabeza, ¡Y cómo no, con tanto sucesos inesperados!

Saúl invitándome a salir, pero primero debo de decir que también se atrevió a besarme sin consultarme. ¡Bah! Si como quiera tenía la sensación que iba a hacerlo, ¿entonces de que me quejo?. Si esas ganas frenéticas desconcertantes lo anhelaba, esa parte es tan... Anti yo. ¿Qué me estaba pasando? ¿Acaso la Karen de antes se fue en el momento que cambie mi ropa de vestir?

Mmm..

—También hace falta un abanico aquí, ¡pero qué calor, padre amado!—comenta Inés lo cual es más que cierto.—Karen ya instalamos todas tus cosas en la casa, también la de Luis... Así que si no te importa nos esperas aya.

¿Qué?

¿Entonces es cierto que no debo opinar absolutamente nada?

Acogí en mis brazos a Luis y me fui directamente al apartamento de Inés, y si... Allí estaba casi la mayoría de mis pertenecías y la de Luis. Mi ropa, mis libros y cuadernos. No tenía ni idea de que iba a hacer en esta casa, porque luego de recostar a Luis en la cama de la señora Inés, me sembré en el umbral de la puerta examinando todo.

Las manecillas del reloj daban casi las siete de la noche. ¿Qué?

Por supuesto que sigo con la idea de dejar plantado. Me imagino su cara de furia cuando no aparezca a su encuentro. Sonreí ante eso y procedí ir a la cocina por un poco de agua, la sed era tan infinita como si hubiese pasados varias semanas sin sentir una gota de agua por mi garganta.

***

Escucho que llaman a la puerta mientras los tres estábamos sentados en el sofá viendo la dichosa novela de Inés. Nunca pensé que una vez que abriera la puerta me encontrara con Saúl por lo que me quede petrificada frente a él, mientras me dedicaba una mirada que descifraba el mensaje de: "Pensaste que te ibas a salir con la tuya".

—¿Quien es, Karen?—quizo saber Inés llena de curiosidad y alzando la cabeza para ver si lograba ver de quién se trataba.

—Amm. Nadie, de seguro es algunos de esos niños jugando.—y cerré la puerta ante sus narices con un toque de nerviosismo recorriendo por mi piel hasta mis entrañas. Verlo de nuevo propinó aquella sensación tan... Magnifica.

Inés arrugo la frente lanzándome una mirada expectante. Y yo, a pesar de eso trataba de calmar todas esas sensaciones bulliciosas que querían sacarme de control.

Hasta que otro portazo se escuchó.

—Sabía que algo te traías.—dice mientras abre la puerta poniendo mi corazón a mil por segundos.

—Hola, señora, yo soy Saúl De Los Cristo.—y le extiende la mano con una sonrisa amable. Primera vez que veía a Saúl sonriendo, debería de hacerlo más a menudo, eso logra hacerlo más jovial y atractivo.

Dios mío, que pensamientos tan locos estoy teniendo respecto a este mequetrefe.

Idiota.

—Si se quién eres, Karen, es de mala educación cerrar las puertas en la cara a las personas.—me riñe ¿qué clase de conspiración es esta?

El comentario de Inés logró confundirme mas.

—Adelante, señor Saúl, póngase cómodo. Le apetece una limonada.

¿Qué?

—No gracias, señora, es usted muy amable, pero solo vine a buscar a esta bella dama.—y dibujó una sonrisa maquiavélica que descifraba "Te dije que sabía jugar más que tú".

Muy buena jugada Saúl, hasta ahora, querido.

—¿Ustedes saldrán?—pregunta Inés incrédula, casi con los ojos desorbitados por la sorpresa.

Saúl no dejar de mirarme de pies a cabeza y me incitaba a pensar que solo quería divertirse conmigo igual que a todas, que por supuesto hay una diferencia: No me voy a dejar engatusar por un cabron como el.

—Claro que...—balbuceé pero fui interrumpida por el imbecil.

—Si.—completó la dichosa frase. ¡Mierda!

Había tenido un bonito día y este cretino me la a acabado de arruinar, ¿qué se supone que haré?

Mandarlo de vuelta por donde vino. Si, eso haré.

—Me permites un momento para hablar con Karen, señor Cristo.—le dice Inés con esa voz melodiosa que me ha dejado confundida. Y de repente me lleva hacia el fondo de la cocina. Arrugue la frente haciendo que la curiosidad vagara en mi cuerpo, entonces de ahí comenzó a coger de mis manos con cierta preocupación.

—¿Qué intenciones tiene este fulanillo, Karen?—me pregunta con los ojos muy abiertos y cautelosos pero a la vez con el ceño de preocupación.

—No lo sé.—me limité decir sin aliento, sin mirarla a la cara. No podía hacerlo después de lo que ha ocurrido entre Saúl y yo.

—Karen, te noto extraña. ¿Hay algo que quieras decirme, que no lo sé? ¿Qué pasa entre ustedes?—inquirió con mayor insistencia. Todas esas preguntas me ponían nerviosa.

Dios mío. Y lo que me da rabia es no saber responderle como debería. Algo en mi interior me empuja a permanecer callada y todo por culpa por ese pelele.

—Es que.. No.. Sé. El se ha estado comportando muy... Extraño.—balbuceé.

—Karen, quiero que le pongas un stop, él no es para ti. Así que ve con él.

¿Qué? Casi me atraganto con mi propia saliva por el asombro. Inés incitándome a que vaya con él. ¡Dios mío!

—Si, ven con él, cariño. Háblale claro, es hora de que tú sola resuelva tus propios problemas. Dale frente como la mujer decidida que eres, confió en ti.—me soltó de las manos e hizo un ademán para que fuera. Algo dentro mi quería pero a la vez no, y tengo miedo de que cosas extrañas me empiecen a suceder. Digo ya está sucediendo, pero lo que no quiero es ceder ante él, no quiero ser una más del montón... De su montón.

Me dirigí nuevamente a la sala y una sonrisa risueña me sorprendió. Otra vez su sonrisa ¿por qué no lo hace a menudo, en vez de estar con cara de perro?

A unos centímetros me froté las manos nerviosa y un rubor encendió mis mejillas. Y esa sensación otra vez acorraló a mi cuerpo con a penas verle a los ojos. Su expresión se ablando, me miró cauteloso dejando vagar sus ojos por mi cuerpo entero.

—Y bien, ya nos vamos.—dice con una voz carrasposa y gruesa. Mi corazón se aceleró y solo me limité a asentir.

Cuando baje las escaleras un coche azul marino me sorprendió de golpe. No se mucho de autos, pero sé que son de esos que solo los ricos podrían tener.

—Señor Saúl, usted tiene muchos autos. Nunca había visto este.

—Solo dime Saúl. Y con respecto al auto, lo acabo de comprar hace algunos días.—confiesa mientras me abre la puerta del copiloto.

¡Que derrochador es este hombre, que no se conforma con la Jeepetta Lands Rovers!

—¿Y qué hiciste con tu Jeepetta?—le pregunto una vez al auto. El me mira de reojo mientras lo enciende. Luego lo pone en marcha alejándonos de la casa.

—Esta guardada. Es usted muy curiosa, Karina.—y usted un ladrón.

—Tengo que asegurarme de la persona con quien ando, que es usted.—El se sorprende y aparta la vista de la calle para mirarme unos segundos.

—Ok, si eso se trata. Yo también tengo muchas cosas que me gustaría preguntarle, por ejemplo... ¿Quién es esa señora? Sé que no es tu abuela, ni nada tuyo.

¡Pero qué entrometido!

El nota mi expresión y amaga lo que es una sonrisa para tornar su rostro serio.

—Eso no le importa.

—Bien, entonces cada vez que me haga una pregunta le diré exactamente lo mismo, Karina.

Su voz me resulta irritante y lo sé quiero hacer ahora mismo es bajarme de su auto y volver al apartamento. ¿Quién se cree que es?

El silencio reino hasta llegar a un restaurante elegante. Los comensales estaban disfrutaban del ambiente con una música melodiosa de fondo. Este tenía las decoraciones de un color cálido, de madera rústica y diseño de mosaicos, mozos con Trajes azul marino que llevaban bandejas de platas que brillaban y por último; una mesas redondas de manteles blancos que a su centro adornaba un servilletero.

Era sencillo pero a la vez con un poco de elegancia. No se para que nos fuimos tan lejos del barrio, esa era una de las razones por la cual me encontraba impaciente, nerviosa y en alerta. Saúl deslizó una de las sillas hacia atrás como todo un caballero para después de sentarme rodear la mesa hasta la otra que quedaba a mi frente.

Poco después uno de los mozos se acercó sonriente ofreciéndonos el menú. Era de un rojo llamativo que contenía la lista de sus servicios.

¿Pasta a la boloñesa? ¡Enserio!

—¿Qué te apetece comer, Karina?—me interrumpe de mis pensamientos que me dejaban maravillada con el contenido del menú para volver a la cruel realidad.

Fuese muy distinto si hubiese sido tan grosero. Eso me desconcierta y cambia repentinamente mi cara a lo que él frunce el ceño desconcertado.

—¿Qué pasa?

—¿Por qué me trajiste aquí, cuales son tus intenciones?—pregunto en un hilo de voz. Su rostro se endureció y sus ojos se tornaron fríos, y me hizo recordar el primer día que lo conocí.

—Creo que te debo una, me he portado pésimo contigo.—su respuesta me desconcertó.

Por un momento había pensado que uno de los dueños de la gran casa De Los Cristo, uno de los hombres más poderosos del barrio, me estaba coqueteando. Entonces en ese momento por alguna razón desconocida, esa respuesta hirió una parte de mi.

—Por lo menos lo admites.—espeté con indiferencia. Si una cosa se me daba bien, es el control; aunque por lo visto me he comportado como el peor cuero de la avenida.

—Entonces, si fue por ese motivo ¿por qué me besaste el otro día?—dije mirándolo fijamente a los ojos. Sentía una sensación chispeante que quería emerger en mi cuerpo y, por segunda vez me he dado el privilegio de ver a Saúl nervioso.

—Bien, ganaste, Karina.—dice con voz derrotada.

—Me llamo Karen, no Karina.—le corregí pero sabía por dentro de mí que me estaba empezando a gustar como me llamaba, como su voz resultaba tan melodiosa y mágica cuando lo decía.

¿Qué estaba pasando conmigo? ¡No me reconozco!

—Lo sé, pero prefiero llamarte Karina y así será..—sentenció con frialdad.

¿Qué? ¿Entonces lo hacía a propósito?

Idiota.

—Comienza a hablar, no tengo todo el tiempo y por supuesto que no me iré cuando se te de la gana.—¡Bien hecho, por cabron!

El soltó una risita sensual que logró confundirme. ¡Lo hacía a propósito!

—Solo quiero que seamos amigos nada más,eres una mala pensada. Quiero saber más de la chica de ahora. ¿Qué te parece si después de salir de aquí, damos una vuelta cerca del bulevar.—tragué en seco.

Parecía tan adorable y tierno, pero así son los hombres; se comportan y después cambian por arte de magia. Son todos unos idiotas.

—Prefiero que me lleves a casa.—le digo con cara de pocos amigos. No defraudaré a Inés, se muy bien que anda buscando otra cosa como lo hace con todas.

En ese momento el mozo volvió a pararse frente a nosotros y él ordenó cenar lasaña para los dos. ¡Ni siquiera pidió mi opinión! ¡Estupido!

***

Después de cenar en aquel restaurante nos encontramos nuevamente en el auto de camino a casa. El silencio reinaba, pero todavía la sensación bullía en mi interior haciendo que mis ojos acaricien su nariz perfilada varias veces sin percatarse.

Pero de pronto sentí que me tocó los muslos haciendo que me sobresalte atónita con los ojos muy abiertos. Entonces en ese instante me puse histérica, gritándole como loca una vez de darle un manotazo a su mano confianzuda... A ese imbecil confianzudo.

¿Que se cree, que estoy chorreándome de baba por el?

¡Está muy equivocado!

—¡Para, Para!—grite fuerte pero él seguía conduciendo con el entrecejo fruncido. Queriendo saber una reacción lógico dentro de su cabeza por mi comportamiento desenfrenado.

—¡Te dije que pares cabron de mierda!—estallé una vez más y sin más frenó en medio de una carretera desierta.

Procedí a bajarme del auto y estallé la puerta fuertemente caminando por el lugar sin saber dónde me hallaba. Nunca había visto el lugar. Escuché que también había salido del auto y corriendo hacia mí me jaló del brazo.

—¡No me toques!—exclamé eufórica lanzándole una cachetada Sonora en su mejilla.

La furia corría por mis venas ¿Cómo se atrevió a tocarme?
Nunca debí aceptar la invitación, cuanto lo odio.

—Eres muy atrevida, pero ¿Sabes qué? Me gusta, eso fue lo que me atrajo de ti, tu rebeldía.—¿Qué?

—Eres un maniático, nunca vuelvas a ponerme un dedo encima, imbecil.

—Esta bien... sé que me pasé. Pero ya van dos veces que me abofeteas, la próxima me la cobraré.

—¡Eres un asqueroso!—exclamé furiosa.—Un ser despreciable, un animal, te odio.

—Ya basta. Eres muy escandalosa, ya no soporto tus gritos. Vamos adentro, no quiero que por tu culpa me roben el auto.—y me agarró del brazo derecho a rastras.

Pero esta vez me senté en los asientos de atrás mirando hacia la ventanilla mientras el carro marchaba. Los locales grandes y luminosos lograban captar mi atención desvaneciendo la furia que sentía. ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Dejar de trabajar como niñera en la casa De Los Cristo?

Tenía que encontrarle una solución a todo esto que me estaba ocurriendo. No puedo dejar permitir que este sujeto domine mis emociones, y se adueñe de mis pensamientos como últimamente lo ha hecho.

No es un bueno para mí, no quiero y no puedo dejarme llevar por tal desliz. No, como un tipo como ese. Pero por descabellado que sea, me resulta fascinante esta nueva experiencia. Una experiencia que me empuja y arrastra a vivirla, aprovecharla.

A través del retrovisor pude sentir sus ojos clavados a los míos; unos ojos ardientes como el fuego. Entonces sentí que también esa especie de llama ardiente indagaba en mi poniéndome los vellos erizados.


Sentí que nos brazos me sacudieron y abrí los ojos de golpes. ¡Me había dormido! Pero, ¿cómo cuanto tiempo?
El extendió su mano con media sonrisa en sus labios y me incitó a recorrer afuera. La brisa se colaba fuerte por mis cabellos y,en ese entonces me había dado cuenta de que nos encontrábamos en el mar.

La luna llena alumbraba el centro de las olas de una manera mágica y he caído en la cuenta de que nunca había visto algo tan espectacular como esto.

—Te dije que me llevaras al barrio.

—Vamos a dar una vuelta en la playa. Hace mucho tiempo que quería hacer esto,vamos.

—Yo puedo sola.—dije negando agarrar su mano.

Paseamos por la playa uno alejado del otro. Las aguas de la orilla aventuraban mis pies, yo también quería hacer esto; no lo puedo negar. ¿Pero de noche, y con este sujeto depravado? Ags, es una interesante mala suerte.

—¿Por qué no lo haces con una de tus "Amigas"?—le pregunté.

—¿Hacer qué?—inquiere mirándome de reojo. Y yo permití mirarlo detenidamente su camisa arremangada, ¿En qué momento lo había hecho?

—¿Traerla aquí, sin tanto querías hacerlo?

—Nunca me atreví, estaba esperando a una persona en específico.—eso me enmudeció,¿entonces aquella persona era yo? Cuando iba a decirle algo el continuó diciendo.—Esta playa me acuerda mucho cuando niño, esta zona está restringida... Aquí nadie se baña, pero cuando pequeño mis padres solían traerme.

Oh.

—¿por qué está restringida?

—los bañistas estaban inconformes, la marea sube de manera escandalosa y a través del tiempo nadie quería bañarse aquí.—me explicó entumecido.

¿Por qué me trataba de esta manera tan confusa?

Estaba más que claro que Saúl, no quería decirme, no quería decir porque me ha traído hasta aquí. Necesito una respuesta más lógica.

—¿Entonces no me vas a decir porque me trajiste aquí, y por qué soy esa persona específica?—sus ojos se clavaron en los míos de manera sutil parándose justo a mí frente.

Y yo me detuve mis pies ante su mirada sin poder evitarlo. Una electricidad invadió mi cuerpo quedándome trémula, sin saber qué decir ni qué hacer.

—¿De verdad quieres saber?—murmuró.

—Eso creo.—le dije sin aliento, perdiéndome en el iris de sus ojos los cuales me miraban chispeantes de deseo.

–¿Acaso no te das cuenta de que me gustas?—dice en un hilo de voz que me embriagó y caí en la tentación de dejarme llevar por sus labios junto a los míos.


Qué linda confesión le hizo Saúl a Karen.

¡Y qué muchachita tan terca en admitir que siente algo por él!

Espero que le haya gustado este capítulo. Con algo un poco más diferente que la verdadera trama de la historia. Pues lo hice con el fin de complacer a un lector de la novela, que me aconsejó que debería de empaparme más en la historia en vez de estar dando tantas explicaciones.

¿Están de acuerdo con eso o sigo como verdaderamente estaba?

¿Piensan como ese lector que quiere que me entregue por completo a los acontecimientos de los personajes, o quieren que continúe revelando anécdotas de mi país?

Quiero saber sus opiniones. Y espero que este capítulo sea grato y bueno para ustedes.

Besos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: