
Extra
Me negué a aceptar que su destino era morir para darle continuidad a un ciclo sin fin. Me negué a aceptar que existía la posibilidad de que se convirtiera en un ser inmortal que sumergiría el multiverso en oscuridad, y también me negué a aceptar que, en algún momento, él me abandonaría como lo hizo con Ccino. Las cosas que mencioné anteriormente llevaban atormentándome durante meses y aunque él dijera experimentar una sensación similar al amor con mi presencia, dudaba de que sus palabras fueran verdaderas. Era cierto que Nightmare mencionaba las cualidades y fortalezas que le gustaban de mí, pero sentía que sus palabras eran vacías.
Nuestro vínculo se fortaleció con el transcurso del tiempo, ya que iba conociendo aspectos de su sádica personalidad que antes ignoraba. Según lo que me contó Killer, existió un individuo diferente que habitó el cuerpo de "mi compañero", quien descubrió su final al haber tratado de agradarle a sus maltratadores. Esto despertó más inquietudes que desería haber callado en ese instante. ¿Qué me aseguraba que el individuo que tenía por pareja me amaba de verdad (o intentaba hacerlo) y no era aquel otro interviniendo para impedir que tuviera el mismo destino que Ccino? ¿Qué me garantizaba que, en realidad, el Nightmare que alguna vez ocupó ese cuerpo era el que estaba enamorado de mí y no el actual?; parecía que la desgracia me perseguiría toda la vida porque no fue suficiente con que hubiera perdido mi universo. Sí, Nightmare era un bastardo en su máximo esplendor, ya que dañaría y manipularía a cualquiera sólo por el placer que esto le traía. Pero algo me trajo hacia él. Era inexplicable, como si se tratara de un sentimiento que me impulsaba a "Enmendar lo Irremediable". Aunque no podía deshacer todas las atrocidades que él cometía, intervenía a favor de sus víctimas para que escaparan y sobrevivieran a las horribles condiciones a las que eran sometidos sus universos.
En lo más profundo de mi ser negaba ser alguien bueno porque yo era un simple sobreviviente que, por última vez, intentaba hacer bien las cosas. Incluso dudaba de si mi relación con Nightmare era correcta, pero si estar con él traía más calma al multiverso, entonces no importaba. Después de todo, Nightmare sólo me comparaba con los demás, hacía chistes crueles sobre mi situación y minimizaba mis problemas, conteniendo así su personalidad destructiva para mantenerme a su lado. Conociendo las cosas que ha hecho y de las que es capaz de realizar, me sorprendía que nunca me colocó un dedo encima que no fuera para "curiosear". Mi relación no era sana y estaba consciente de ello, pero prefería esto a estar solo. No tenía más opciones: si quedaba solo en el multiverso, enloquecería.
—Si sigues regando esa planta la terminarás ahogando —dijo una voz familiar a mis espaldas. A juzgar por la agudeza de su voz, estaba sonriendo—. Parece que mi influencia está empezando a hacer efecto. Estoy tan orgulloso de ti.
Aborrecía cómo podía ser tan sarcástico y odioso en cuestión de una frase. Salí de mis pensamientos con una expresión irritada, alcé la regadera que sostenía sobre el pequeño cactus que nombré como Terry y, sin dignarme a verlo, coloqué la regadera sobre la mesa más cercana que encontré.
—Qué gracioso. ¿Serías tan amable de cerrar tu sombrilla? Pareces un vampiro y hace un lindo día para solearse —contraataqué provocando que la expresión de Nightmare cambiara a una sorprendida.
—Lo que la señorita menstruante desee. —A veces me entraban unas enormes ganas de estrangularlo... Si es que él tuviera un cuerpo al que estrangular o la necesidad de respirar.
Me giré hacia su dirección viendo cómo cerró su sombrilla y se escondió bajo la sombra más cercana que halló entre siseos. Como sabía que la luz intensa lo lastimaba, decidí ubicar mi jardín en un universo donde nunca anochecía para impedir que él descargara su ira contra mis plantas y tener algo con qué amenazarlo. Lo admito, he dicho cosas desagradables y hasta lo he manipulado para obtener lo que quería. Pero a diferencia de él, yo no disfrutaba las cosas malas que hacía porque yo sí tenía una pizca de empatía y autocontrol, no como él que cuando se enfadaba destruía todo lo que se encontrara a su paso: desde sus libros favoritos hasta mis objetos personales. Como venganza terminaba escondiendo sus cosas, ya que por más que él hiciera y deshiciera yo no me quedaría de brazos cruzados.
—Sigo sin entender porqué escogiste el universo más caluroso que existe en todo el multiverso —gruñó Nightmare—. ¿No era mejor cultivar plantas resistentes al frío que necesitaran la mínima cantidad de luz solar para crecer?
—Es la misma razón por la cual tú escogiste el universo más oscuro en todo el multiverso para crear una biblioteca —respondí con obviedad.
—Touché. —Chasqueó su boca al percatarse de que cuestionarme era inútil.
Caminé hacia su posición, planté un beso sobre su mejilla y una vez que alejé mi rostro del suyo observé cómo frotó su manga sobre la zona. Él siempre fue un desagradecido, pero yo fui quien decidió mantenerse a su lado. Mi espíritu ya estaba demasiado quebrantado como para que él me hiciera añicos, pero aún tenía esa chispa de determinación que me permitía confrontar al Rey de las Pesadillas cada vez que intentaba utilizarme.
—¿Qué te trae por aquí? —pregunté sonriente mientras buscaba la regadera.
—Vine a pasar tiempo contigo. —Me detuve un segundo para analizar lo que dijo. Debía haber otro motivo por el cual vino a este universo porque él siempre me utiliza como excusa para obtener accesos—: ¿Qué sucede? ¿Te parece raro que quiera pasar tiempo contigo?
—No, lo que me parece raro es que estés demasiado tranquilo. ¿Lograste conquistar otro universo o algo por el estilo? —cuestioné viendo cómo negó con la cabeza.
—Sólo amanecí de buenas. —Abriendo la sombrilla que cerró previamente por mi culpa, se acercó a mí por detrás y me abrazó.
Cerré mis cuencas ante el tacto. Su aura negativa era sofocante, pero como ya estaba acostumbrado casi no me afectaba. Apreciaba sus esfuerzos por mostrarme afecto a pesar que en muchas ocasiones terminaban siendo gestos inapropiados. Ahora bien, aprovechando esa serenidad que él tenía y que nadie nos podía escuchar, lancé la inquietud que llevaba meses molestándome.
—¿Todavía piensas comer de la manzana dorada y volverte un ser inmortal? —Así la regadera que sostenía entre mis falanges.
—Para eso fui creado, Geno —contestó apoyando su cabeza sobre mi hombro—. Mi propósito es crear caos y de ello depende toda mi existencia.
Evité vocalizar frases que dieran inicio a una discusión. ¿Por qué todo debía regirse a un guión asignado por aquellos creadores que sólo buscaban diversión? ¿Es que acaso mi destino fue pudrirme en aquel vacío?; formé una mueca disgustada tragándome mis maldiciones hacia su persona. ¿Por qué él estaba dispuesto a abandonarme y a desocupar aquel hueco existencial que surgió en mi alma por culpa de la destrucción de mi universo?
—Pero no me molesta postergar mi final para estar más tiempo contigo —mencionó ejerciendo más fuerza en el abrazo. Coloqué una mano sobre su pómulo—. Aun si los siglos se sientan como días...
—No sé cuál sea tu concepto de amor, pero ámame durante ese tiempo que tú consideras como un simple pestañeo... —susurré abriendo mis cuencas.
Noté cómo besó mi pómulo en un intento desesperado de acaramelar la situación. Coloqué la regadera sobre la mesa de nuevo, posé mi mano sobre la de él y la llevé sobre mis costillas, ubicándola encima del fragmento de alma que me mantenía con vida. Acepté esta vida subordinada con tal de tenerlo a mi lado, a sabiendas de que esta relación no era lo mejor para mí y más al confirmarme que con sólo una mentira o lo mínimo que alguien me podía ofrecer era suficiente para conservarme vivo.
—Lo haré... —Escondió su rostro en mi hombro en lo que pareció ser un gesto de vergüenza al ser tan apacible conmigo. De lo contrario, él estaría escondiendo alguna risa por haberme mentido. Sólo Dios sabrá qué significaba su gesto.
Ámame aunque me duela, ámame aunque tu amor me consuma y ámame aunque me arrepienta de haberte conocido, porque nadie más me buscaría y dependía de tu mera presencia para estar en paz. Si de verdad me amabas como decías hacerlo, entonces sácame de este abismo de la misma forma en que tú me sacaste del infierno al que fui condenado, aun si eso significaba someterme al infierno que tú mismo creaste. No confiaba en tus manos para que me cuidaras porque me destruirías igual o peor que él, pero te di la oportunidad de que me demostraras que podías cambiar si lo que sentías por mí era real. No podré cambiarte, no lo haré y aprendí que yo no te haré mejor persona. Sólo te suplico que desistas de tu propósito y huyas conmigo, ya que yo no merecía, ni nadie más, sufrir las consecuencias de tus malas acciones.
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