Ara

El viento comienza a llevarse poco a poco la arena que hasta hace unos momentos molestaba nuestra vista. Las peleas en la playa siempre serán de mis menos favoritas. Prefiero las que son en plena ciudad, o mejor aún, las que se llevan a cabo debajo del océano, donde tengo mucha más movilidad y me siento más en mi hogar que en cualquier otro sitio.

Si fuera a morir, me gustaría que fuera entre las aguas en las que nací. Pero tal parece que ese no será un problema. La marea sigue subiendo cada vez más, y eso solo puede ser a causa del poder del rey del océano. Si tardamos más tiempo, inundará toda la zona, acabando con los humanos que se encuentran en la costa y obligando a los monstruos a salir de las profundidades de su escondite. Si acabar con el rey ya es difícil, lo será aun más si tiene a su lado a un gran craken. Tenemos que terminar con esto ahora.

Aumento la velocidad de mis pasos, y poco a poco vuelvo a distinguir la figura amenazante del monarca al que una vez seguí. Tiempos muy oscuros, sin duda. Preparo una flecha, pero no cualquiera. La ventaja de que pase un año entre una guerra y otra, es que es posible preparase con mejor armamento, y este es uno de los últimos descubrimientos de mi mundo, al que le tengo muchas expectativas.

El rey siente mi presencia, ya que se voltea justo cuando estoy a punto de lanzar la flecha. Sus ojos llenos de ira me miran con una intensidad asesina. Si tan solo él supiera que he vivido un infierno estos últimos años, y que nada de lo que haga ahora va a ser capaz de asustarme en lo más mínimo.

-Espero que te guste la energía nuclear -digo, soltando la flecha.

Una explosión sucede en el momento en que la flecha toca su piel. No es necesario que la penetre, solo un pequeño toque es suficiente para que el estallido sea proporcional a la fuerza del daño. La energía está concentrada de tal manera que solo afecta al objetivo y no a las demás personas que se encuentren alrededor suyo. El rey apenas tiene tiempo de levantarse cuando Mara aparece por detrás y junto con la ayuda de otra Amara, logran cortar la mano que sostiene el tridente, tirándolo al suelo.

-¡Ya basta! -grita, tomando a la otra Amara del cabello y estrellado su cuerpo contra el suelo.

Él invoca agua a su alrededor e intenta tomar energía de ella, pero algo falla. Se supone que el rey del océano tiene el poder de usar las habilidades de todas las criaturas que habitan el mar, incluyendo la magia que a nosotras tan bien nos ha funcionado. Sin embargo, en ninguna batalla lo hemos visto usarla. Es como si se olvidara de su existencia o simplemente no fuera capaz de invocarla. Es extraño, pero nunca hemos indagado lo suficiente en ello.

En cuánto ve que su plan falla, Amara aprovecha para dispararle en repetidas ocasiones, apuntando sus balas a su pecho y aleta, y aunque son ataques fuertes, apenas son capaces de causarle algún daño. El hombre a su lado hace lo mismo, a pesar de que ve que no está haciendo mucho efecto. Sigo sin saber quién es o que papel tiene en está pelea, pero eso es algo que tendré que resolver después.

Vuelvo a apuntar mis flechas contra él, pero me detengo en cuanto vea a una Amara correr hacia el rey. Todas tenemos la misma apariencia, pero de alguna forma ella se ve más ingenua y no hay ningún tatuaje cubriendo sus brazos. Es la novata. Creo haber escuchado entre las otras Amaras que se hace llamar Mar. Justo cuando creo que va a atacarlo con la pequeña daga que empuña, ella lo evade y se lanza sobre la arena para tomar el tridente.

-¡Devuélveme eso, maldita niña!

Mar apunta el tridente hacia él, y éste brilla de forma ardiente bajo su tacto, al punto de que parece que su piel se quema.

-¿Por qué hace esto? -pregunta. Su voz, a pesar de ser solo un susurro, es audible para todas nosotras-. ¿Cuál es la razón de está guerra? ¿Por qué tanto odio a los humanos?

Es una pregunta que varias de nosotras nos hemos hecho con el pasar del tiempo, pero no importa cuánto busquemos por respuestas, nunca hemos logrado obtener más información de la que ya tenemos.

El rey lanza una carcajada helada, que se combina con el frío de la marea que sigue subiendo hasta llegar a nuestras rodillas, haciendo que nos quedemos quietas ante toda esa combinación de factores.

-A ti te traicionó un humano -dice, y un escalofrío recorre mi cuerpo cuando pronuncia esas palabras-. Bueno, a mí me pasó justo lo mismo. A mí...

Antes de que pueda continuar, una Amara se acerca y aprovecha que está distraído para encajar su espada en uno de sus costados. El rey se retuerce de dolor y se gira furioso hacia la ondina que se ha atrevido a herirlo, obligando a Mar a atacar antes de que él pueda dañar a otra de nosotras. El tridente brilla en sus manos y en cuánto el rey vuelve su atención a su arma, está lanza un rayo directo a su corazón.

La luz me ciega por unos instantes, y cuando la oscuridad vuelve a cubrirlo todo, el rey del océano yace en la arena, con quemaduras en cada centímetro de su cuerpo. El olor a piel quemada inunda mi nariz, y ni siquiera el agua del océano es suficiente para eliminar el ardor de sus escamas.

Me acerco con pasos cautelosos, al igual que otras como yo. El rey no se mueve, pero una débil respiración sale de sus branquias. Él aún no está muerto, pero tiene que estarlo. Aquí no hay lugar para la misericordia ni la piedad. Si le damos la oportunidad de recuperarse, será nuestro fin.

Cargo una de mis flechas en mi arco, al mismo tiempo que Amara carga su arma y Mara alista su lanza. Las tres apuntamos a un único punto: su corazón. Tres armas, tres disparos, un solo final.

Y finalmente, la maldición de este año ha terminado.