El martes es uno de los peores días de la semana, es una locura y tengo el peor horario de todos, que si historia del arte, debate de la política actual, artes escénicas ya que mi padre cree que una mujer dedicada a la política debe saber actuar y a última tengo psicología del comportamiento humano. Todo cosas totalmente inútiles de las que nada me sirve, excepto la última asignatura ya que lo que realmente deseo ser cuando termine aquí es policía federal especializada en negociación.

Bueno... no nos vayamos por las ramas, la cuestión es que no tengo tiempo para mí misma los martes, ni antes ni después de clases. Tengo muchas clases extraescolares así que en resumen, es un asco de día, el peor de todos, prefiero mil veces los lunes.

Por suerte para mi, parece que no hay ni rastro de Lion Sanders, lo cual era un gran alivio para mí. Ni siquiera me importa lo que sea que esté haciendo o donde está, incluso me alegro de no tenerle rondando cerca que mi persona, de esta forma puedo mentalizarme, puedo olvidarme de sus ojos y de su tacto, de los labios dulces que saben a gloria al entrar en contacto con los míos, entiendo porque las mujeres lo adoran, entiendo porque tiene tanto ego, pero yo no seré una más de sus conquistas. Simplemente tengo que expulsarlo de mi sistema, sacar a la fuerza de mi mente su imagen perfecta y el piercing de su labio, sí ese piercing me está volviendo majara.

Al salir de clase ese mismo día me topo con una chica, una chica bastante mona con el pelo teñido de rosa, bueno... es más correcto decir que tiene mechas rosas por el pelo y parecen haber sido dadas a lo loco salteadas por el pelo... aunque no le quedan nada mal. Los ojos los tiene verdes, lo sé porque los clava en mi, si las miradas matasen yo ya estaría en la mesa de autopsias; y un cuerpo que estoy muy segura que no le da complejo lucir y de hecho luce cada segundo como si fuera una prostituta de lujo de Las Vegas. Dios estoy obsesionada con los EEUU.

La chica me mira con desdén mientras se levanta y no hace amago de ayudarme, aunque tampoco se molesta en disimular sus modales, los cuales por lo poco que he podido ver son inexistentes. Su gesto me hace levantar una ceja en forma de reto.

- Lo lamento, estaba un poco distraída y no te vi.- le dije intentando recuperar mi compostura habitual.

- Ya... mira zorra, la próxima vez atiende a lo que haces o la próxima vez te arranco tu pelo horroroso.

- Y me lo dice la versión porno de Barbie, Dios lo que me faltaba por oír.- dije pasando de ella y siguiendo mi camino hacia casa para después dirigirme a las clases extraescolares que ocupaban mis martes hasta casi la hora de la cena.

Para no alargarme demasiado, mis tardes del día más horrible del universo consistían en clases privadas de ciencias políticas, piano y etiqueta en situaciones desesperadas, todo muy aburrido e inútil.

En la clase de piano me tocó interpretar una pieza de Chopin, fantasie impruptu, una pieza endiabladamente complicada, pero que una vez dominas te hace sentir como una verdadera diosa de la música. Por otro lado en la clase particular de ciencias políticas, hablamos y debatimos sobre la monarquía y sobre mil cosas más que harían que cualquier persona se quedara tan dormida como en un documental de tortugas, aun no sé cómo pude permanecer despierta.

Al llegar a casa mi madre estaba estirada en el sofá medio dormida, mirando Dios sabe qué en la tele, el verla así me ponía enferma y como siempre que la pillaba intentando descansar puse los ojos en blanco y me acerqué a ella con suavidad.

- Hola, mi pequeña princesa... ¿cómo ha ido el día? – dice mientras se levanta y me abraza con sus suaves y débiles manos.

- Hola, mami, todo bien, aunque la clase de ciencias políticas es un tormento del bueno. ¿Y tu día que tal ha ido? – pregunté aunque ya conocía la respuesta.

- Muy agotador... apenas me dejan un respiro en el hospital.

- Deberías descansar más, eres buena en lo que haces pero esa no es razón para que te mates a trabajar.

- Sabes que no puedo hacer eso, el dinero, los colegios... mantener a Roy en la universidad...

- Ya no estamos en Florida y Roy puede apañárselas solo, es el hermano mayor por el amor de Dios.

- Lo sé, pero...

- Pero nada.- dije interrumpiéndola.- todo va bien, además tienes a Hardy de tu lado, así que a dormir, yo me encargo de los enanos... venga...

La obligué a dormirse mientras yo daba la cena a los gemelos y de paso yo me comía un sándwich de mermelada y crema de cacahuete.