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Parte 16: TORTITAS Y SENTIMIENTOS DECLARADOS

A la mañana siguiente me desperté sola en la cama, no había ni rastro de Lion. Me levanté aturdida, ni siquiera sabía qué hora era. Lo primero que hice fue mirar el teléfono, era temprano, alrededor de las 9 de la mañana. Me puse en pie mientras escribía un mensaje a mi madre para dejarle saber que aún estaba viva y a salvo, después fui en busca de mi anfitrión.

Al llegar a la cocina aún vestida con una de las camisetas de mi buenorro y temporal novio vi a una chica que me era total y absolutamente desconocida tomando café y comiéndose una montaña de tortitas, como si la casa fuera suya. La damita sin nombre tenía el pelo rojizo con algunos reflejos color castaño, además de las mechas californianas.

De repente sentía muchísima vergüenza llevando únicamente una camisa de Lion y mis bragas de algodón color negro, ahora mismo me daba pena a mí misma. ¿Cómo había podido ser tan estúpida como para creer que todo iba a ir bien con este inglés salido?

La chica giró la cabeza al notar mi presencia y por la expresión de su rostro estoy completamente segura de que se había sorprendido tanto como yo.

Miles de ideas se amontonaron dentro de mi cerebro en el mismo instante, parecía que iba a estallar pero solo quería desaparecer de la faz de la Tierra, ella no dejaba de mirarme como si hubiera visto un fantasma o algo por el estilo y yo solo quería que dejara de hacerlo. A cada momento me sentía más sucia y penosa, las ganas de huir de esa casa y de la vida de Lion me atormentaban. Por un momento pareció que ella estaba a punto de decir algo, pero mis piernas reaccionaron en ese oportuno instante, corrí a la habitación e Lion, me vestí con la misma ropa que había llevado anoche y me recogí el pelo lo más rápido que pude.

Atravesé la casa como una bala y abrí la puerta justo cuando Lion llegaba de vete tú a saber dónde. Tropecé con él pero eso no me detuvo de mi meta de bajar a toda prisa las escaleras de lo que ahora me parecía una espantosa y horrible casa del terror que solo daba lugar a que las chicas salieran miedosas y humilladas como nunca pensaron que lo serían cuando soñaban con llevar trajes de princesas y ser las dueñas del corazón de quienes amaban.

Lion al verme bajar tan rápidamente mientras lloraba en silencio se quedó boquiabierto, ajeno a todo lo que había pasado por mi cabeza al ver a otra chica en la cocina mientras yo dormía escasa de ropa en su cama.

- GEMA, GEMA, espera por Dios.- dijo llegando hasta donde yo estaba y agarrándome del brazo con fuerza.

Le miré a los ojos con la más profunda decepción, asco e ira con la que se puede mirar a un hombre. Ni siquiera estaba enfadada con él, sino conmigo misma por ser tan extremadamente estúpida como para enamorarme de él, como para dejar que su conducta me afectara, los hombres son criaturas destinadas a ser odiadas desde que nacen hasta que consiguen que todas las mujeres respetables a las que conocen acaben sufriendo por ellos. No hay nada, NADA que les haga más feliz y que alimente más su ego que el hecho de saber que la mujer que más lo ama llore y sufra por él. Eso era algo que yo ya sabía, pero que en algún momento había comenzado a darme igual.

No sé si mi cara lo asustó o le sorprendió, la verdad es que no me quedé para averiguarlo, porque en el momento en el que me soltó salí como alma que lleva el diablo en dirección a mi casa, estaba lejos, pero esa era la menor de mis preocupaciones ahora mismo.

Tardé varias horas en llegar a mi hogar, no comí nada de nada, incluso sabiendo que la noche de los sábados era noche de pasta loca, algo que se habían inventado mis padres cuando averiguaron que los macarrones volvían locos a mis hermanos pequeños. Tome la ducha más larga de la historia, quería sentir como el agua limpiaba toda mi vergüenza además de lo patética que me sentía.

Cuando me tiré en la cama, rebotando como de costumbre debido al retroceso del material del colchón y lo delgada que me estaba quedando de lo poco que comía desde que conocí a Lion Sanders. Estuve un largo rato mirando el techo blanco de mi habitación mientras escuchaba música de mi lista de reproducción al estilo cortarse las venas nivel adolescente con el corazón roto, algo que todas las chicas tenemos para eso días del mes. Cuando quise darme cuenta la noche ya había caído, mi teléfono había sonado muchísimas veces, algunas de Joana, para que la perdonara o para hacerme sentir aún peor de lo que ya estaba, otras eran llamadas y mensajes de Lion, cuyo número ya tenía registrado en mi lista de contactos.

Como no me sentía con fuerzas como para hablar con la traidora de mi ex amiga ni con el patético intento de Travis Maddox, al que había dejado entrar con demasiada facilidad en mi vida, simplemente dejé que sonara las veces que le diera la gana, hasta llegué a ponerlo en silencio para poder recrearme en mi depresión inminente.

Tras un rato más haciendo nada productivo con mi vida escuché como una moto aceleraba delante de la puerta de mi casa así que me asomé para ver quién podría ser a estas horas. Para mi sorpresa vi como Summer bajaba de la moto de Lion y este le señalaba cuál era la puerta en la que debía tocar para poder hablar conmigo.

Bajé a toda velocidad por las escaleras a pesar de los obstáculos, que mis adorables hermanitos tenían estratégicamente colocados, abrí la puerta antes de que ella tuviera la oportunidad de tocar el timbre y la abracé con todas mis fuerzas.

- ¿Se puede saber que ha pasado?- dijo mi nueva mejor amiga con una voz serena y tranquilizadora que necesitaba escuchar.

- Mejor arriba, mis padres están por la casa y no quiero que estalle la tercera guerra mundial.

Summer asintió y me siguió por el salón y las escaleras rumbo a mi cuarto, apagué la música para que ella no tuviera mucha idea de cómo estaba de ánimos en esos momentos aunque sospechaba que ella ya se había dado cuenta. Noté enseguida de que ella no estaba acostumbrada a ver demasiadas cosas juntas, ya que al ver la diminuta habitación que tenía se quedó ojiplática y a punto del desmayo. Aún en toda su sorpresa vino hasta donde yo estaba y se sentó a mi lado en la cama, sonriendo levemente para que me animara aunque solo fuera un poco mientras se dedicaba a acariciarme el pelo.

- Cuéntame, Gema, ¿Qué ha pasado con Lion?

Le expliqué absolutamente todo, la apuesta, las dudas, el cómo me había enamorado perdidamente de él sin quererlo desde un principio, como lo había odiado desde el primer momento en el que le conocí. También le conté como nos habíamos conocido, por supuesto en ese momento de la historia, Summer casi muere de un ataque de risa para poco después atragantarse con algo al saber que yo era en realidad una feminazi asqueada con el sexo masculino. Por último le expliqué como me había sentido de mal al saber que todos mis miedos se habían hecho realidad en segundos, lo sucia y avergonzada que me había sentido. Esto es lo que hacen las verdaderas amigas, contarse sus cosas y apoyarse en las buenas y en las malas decisiones. Vamos... si hasta le describí como era la chica a la que había visto comer en la cocina de Lion, podrían haber hecho un retrato robot para la policía con mi descripción.

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