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Cuatro

El verano trae un 'lo siento' susurrado, acompañado de una sonrisa tímida, como el sol que asoma después de la tormenta.

En esa disculpa y en esa mirada, ambos descubren que las heridas comienzan a sanar.












Gavi suspiró mientras esperaba a un taxi a la salida del circuito.

Ojalá hubiera venido con su auto, después de ese amargo encuentro con Franco, lo único que quería era llegar a su casa y dormir hasta olvidar lo sucedido.

Pero entonces, un auto se detuvo a su lado. Un auto carísimo, de esos que no había visto ni en los garajes de sus compañeros más ricos.

El vidrio bajó lentamente, revelando a Franco en el asiento del conductor, con una expresión que no era fácil de descifrar.

—Subí.—Dijo, en un tono serio.

—Eh, no es neces..—Intentó decir Gavi, incómodo.

No le apetecía una segunda ronda de tensión con Franco, y menos en un espacio tan cerrado.

—Dale, subí, no seas terco.—Insistió Franco con un dejo de impaciencia.

—Mirá que no te voy a morder.

Gavi miró el auto y luego a Franco, dudando, pero al final suspiró, resignado.

Quizás sería menos incómodo que quedarse ahí esperando, abrió la puerta y subió.

El silencio fue inmediato, Franco arrancó el auto, y Gavi miraba de reojo cómo el argentino tamborileaba los dedos en el volante, claramente incómodo.

¿A dónde lo llevaba? Franco parecía querer decir algo, pero cada vez que abría la boca, volvía a cerrarla, apretando los labios.

Finalmente, Gavi no pudo aguantar más.

—¿Por qué paraste? —Preguntó en voz baja, tratando de ocultar su nerviosismo.

Franco suspiró, sin apartar la vista de la carretera.

—Porque me sentí como un pelotudo, la verdad. Me pasé, te agarré ahí y te solté todo como si vos tuvieras la culpa de todo lo que pasó. Y no, no es así.—Admitió, frotándose la nuca.

—Pensé que… Que invitarte a almorzar sería un buen primer paso para disculparme.

Gavi lo miró sorprendido, no esperaba esa sinceridad, ni mucho menos que Franco se disculpara. Parecía realmente afectado por su reacción en el baño.

—Eh… gracias.—Murmuró Gavi, sintiéndose un poco más relajado.

—Igual, creo que tenías razones para enojarte... No sabía que… Marc te había dejado de esa manera.

Franco asintió, mirando al frente, no había mucho más que pudiera decir sobre Marc sin hacer que el ambiente se volviera más tenso.

Pero entonces, Gavi soltó un suspiro profundo, como si estuviera cargando un peso que quería liberar de una vez por todas.

—Yo… yo también estoy harto de fingir que no me afecta, ¿Sabes? —Gavi tragó saliva, sintiendo cómo el nudo en su garganta comenzaba a deshacerse.

—Marc y Pedri… son todo lo que odio ver ahora. Yo… —hizo una pausa, intentando juntar el valor para hablar.

—Estoy enamorado de Pedri, pero verlo con Marc es como… —se le quebró la voz por un instante.


—¿Te digo algo? Y esto me hará sentirme peor, al principio creí que vos eras la pareja de Marc.

—¿Qué?

—Es... Es complicado.

—Es como si me estuvieran clavando algo cada vez que los veo juntos.

Franco lo escuchaba en silencio, asintiendo despacio, él también había tenido esa misma sensación.

Se dio cuenta de que ambos estaban en la misma situación, atrapados en un triángulo doloroso en el que ninguno había pedido estar.

—Te entiendo.—Dijo Franco, con una voz suave que no solía usar.

—Es como si fueran… no sé, como fantasmas que te persiguen. Pensás que podés olvidarte de todo, que vas a estar bien, pero después los ves juntos y te cae encima todo otra vez.

Gavi asintió, sintiendo que, por primera vez, alguien realmente entendía lo que estaba pasando.

—Es… agotador, la verdad. Trato de fingir que no me afecta, pero es imposible. Lo peor es que ahora, cuando intento evitar a Pedri, también tengo que esquivar a Marc, y es como… —Soltó una risa amarga.

—Como si el destino quisiera burlarse de mí.

Franco apretó el volante, asintiendo en silencio.

—Sabés que pensé que eras el problema, ¿No?

—Pero ahora me doy cuenta que en realidad vos y yo… Somos iguales. Nos lastimaron, nos dejaron por alguien más, pero no tiene nada que ver con lo que hayamos hecho o dejado de hacer.

—Es todo… culpa de ellos, al final.—Sacudió la cabeza.

—Marc nunca tuvo el valor de decirme la verdad, hasta que alguien más le movió el piso.

Gavi lo miró, y por un momento, sintió algo que no había sentido en mucho tiempo, alivio y en cierto modo, se sentía libre, libre de poder expresar sus sentimientos sin que nadie lo juzgue, al contrario, Franco lo entendía.

—Gracias, Franco… —Dijo en voz baja.

—Gracias por decirme todo esto, no sabía que… que alguien podría entenderlo.

Franco sonrió de lado, una sonrisa cansada pero sincera.

—Vos tranquilo, Gavi, si algo aprendí, es que el dolor compartido pesa un poco menos. Y quién sabe… tal vez, algún día, dejemos de verlos como esa herida que no cierra.

Gavi asintió, dejándose llevar por la calma que le daba saber que ya no estaba solo en este caos en el que no había pedido estar.

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