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❝Muy romántico❞
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—Museo de bellas artes Velencianas. —Leí el cartel que estaba frente al edificio. Miré a Yoongi que admiraba las columnas talladas de mármol y la enorme puerta de roble también tallada con espirales, flores y arabescos.
—¿Entramos? —Dijo volteando su mirada hacia mi, esperando mi aprobación. Así que asentí.
Nos habíamos recorrido casi toda la ciudad caminando y hablando sobre cada cosa que nos resultaba curiosa. No era novedad que para mi esta era la primera vez que caminaba por la ciudad para realmente pasear, las pocas veces que pude caminar por estas calles no fueron nada más que para hacer trámites.
Tomé la mano de Yoongi e ingresamos al lugar que por el horario y el día, estaba bastante vacío. Supuse que los fines de semana debía ser más concurrido.
Jamás había visitado un museo, está claro también que no había hecho mucho más que vivir como campesino e ir a la guerra, así que toda la vida en la ciudad me resultaba curiosamente interesante. No había ido a la escuela así que todo lo que aprendí, como leer y escribir, fue simplemente porque mi madre me enseñaba en casa. La otra mitad de mi vida, en la que viví con mi tía fue más o menos igual, era hacerle recados, leer muchos libros y darle una mano en lo que se necesitara en la casa.
Ante mis escasos estudios y conocimiento, lo poco que sabía sobre el arte era sacado de los libros que leí sobre diversos artistas.
—¿Por qué hay tantos desnudos? —Dijo Yoongi entrelazando nuestros dedos y frunciendo el entrecejo.
—Lo habrá pintado un viejo pervertido. —Dije riendo y seguimos admirando los demás cuadros. —Mira ese. —Le señalé un cuadro en donde había un joven de rubios cabellos y rosadas mejillas, llorando con un puñal clavado en el pecho. —Su rostro... ¿No crees que realmente expresa algo?
—Parece que lo traicionó su amada. —Dijo mirando la pintura con atención. —No, es decepción. No llora porque lo traicionó, llora porque se decepcionó de ella.
—La obra se llama "Decepción" —Dije y lo miré con una sonrisa burlona.
—Chico listo. —Tomó mi cintura y me atrajo hacia él en un abrazo. —No te burles, ya estoy grande para leer letras tan pequeñas.
—¿Qué son treinta y tres años? Estás en pleno jolgorio de tu vida. —posé mis manos en su pecho, mirando hacia los lados asegurándome de que no pase nadie.
—Por supuesto que lo estoy, contigo la vida es un eterno jolgorio. —Juntó nuestras frentes y yo sonreí feliz.
—¿Vamos a besarnos aquí? —Susurré sobre sus labios.
—Eso quisieras. —Sentí un beso en el ápice de mi nariz y luego el adverso se apartó tomando nuevamente mi mano, caminando juntos para seguir admirando los cuadros hasta que pasamos a una habitación en donde sólo habían cuadros de flores. —Recuerdo que en el campamento militar me hablaste toda una noche sobre ese libro de botánica que leíste sobre...
—El lenguaje de las flores. —Dije admirando el cuadro de unos hermosos girasoles.
—El lenguaje de las flores. —Repitió y acarició el dorso de mi mano, vimos a una pareja salir de la habitación cuando nosotros entramos pero ahora había entrado otra. No quería que nos molestaran por tomar nuestras manos así, en público, pero Yoongi parecía totalmente ajeno a las miradas de los demás. —Me dijiste que las amapolas son tus favoritas... ¿Y ya sabes que significan?
—El libro del lenguaje de las flores era de mi tía, pero por desgracia la hoja en donde hablaban sobre las amapolas fue devorada por las termitas. Sin embargo, no lo he averiguado aún, algún día quizá lo haga. —dije sincero, llegamos a un cuadro en donde las amapolas descansaban en un enorme campo junto al atardecer.
—No, déjame buscar su significado por ti. Quiero decírtelo en un día muy especial. —Mi mirada en la pintura se apartó totalmente para así posarse en el perfil del mayor. Lo miré con profunda atención, totalmente embelesado por lo que acababa de decir.
—Eso fue muy romántico. —Dije sin apartar la mirada, él sonrió y me miró a los ojos.
—Soy muy romántico contigo ¿Recién te das cuenta? —Lo sentí más cerca, posando su mano libre en mi cintura, apretando su agarre en mi mano la cual era sostenida por él. Nos encontrábamos frente a esa hermosa pintura de amapolas tan rojas con sus tallos verdes y ese precioso atardecer con tonalidades cálidas que te provocaban ganas de mirarlo por horas.
—¿Qué haces? —Dije conteniendo el aliento, la pareja seguía en lo suyo pero si se volteaban nos verían fácilmente y podrían armar un escándalo.
—Mírame a mi. —Susurró cerca de mi boca y yo aparté la mirada de esa pareja para verlo a él con atención, olvidándome por completo que existían más personas en el mundo que él y yo.
Su boca llegó a posarse sobre la mía naturalmente, un toque suave y cálido de labios que se habían estado deseando durante toda la tarde. Dos bocas que tenían todo el derecho del mundo de encontrarse juntas cuantas veces quieran y donde sea, después de haber estado tanto tiempo distanciadas.
El beso fue tan romántico que detallarlo me haría derretirme como un caramelo. Sólo puedo decir que cuando terminó, las amapolas se veían más bonitas.
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[...]
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Había pasado ya un mes entero desde que envié la carta para Jackson y todavía no he obtenido ningún tipo de respuesta. Supuse que iba a tomarse su tiempo ya que quizá enterarse de la muerte de su madre no le sentó para nada bien. Sin embargo, sabía que el correo era realmente lento.
Una tarde Yoongi y yo nos encontrábamos regando nuestra huerta en donde teníamos muchas verduras ya casi listas para cosechar. Cuando vimos que en un árbol de limones se había quedado atrapado un gatito lo suficientemente pequeño.
—Mira ese minino. —Dijo Yoongi sonriendo mostrando sus dientes y señalando al tembloroso gatito que se aferraba a la rama del árbol.
—¿De donde habrá salido? Intenta agarrarlo que yo iré a buscar un poco de leche. —Vi como el mayor empezaba a trepar el árbol y yo me adentré en la casa, buscando un poco de leche y echándola en un tazón. Irene me vio haciéndolo y luego me siguió cuando le dije que había un gatito asustado en el árbol.
—Debe ser de nuestros vecinos, escuché que tienen una gata que hace unas semanas dio a luz a muchos gatitos. —Dijo Irene mientras agarraba la falda de su vestido para luego sentarse en césped.
—¿Qué tan lejos están nuestros vecinos?
—Subiendo la colina, viven cerca del río. Fui hasta allá porque escuché que el señor es pescador entonces quise comprarle algunos pescados para preparar en la cena. Seguro que el gatito me siguió.
—Mira que bonito es. —Yoongi bajó del árbol con el gatito en su hombro, clavaba sus pequeñas garras en la camisa del mayor.
—Deberíamos llevarlo a su dueño. —Dije mientras me acercaba a acariciar la frentecita del pequeño y blanco animal.
—¿Y si nos lo quedamos? —Yoongi acerca su mejilla hasta el gatito y me mira como un niño pidiendo permiso para adoptar una mascota.
—Llevemoslo con su dueño y le preguntamos si nos lo quiere dar. —Dije rendido, el mayor podía conseguir lo que quiera de mi si me miraba de esa maldita forma.
—La casa está a cinco minutos de aquí caminando, vayan mientras preparo el almuerzo. —Dijo Irene levantándose para así regresar a la casa.
Ya nos había indicado donde quedaba el lugar así que tomé la mano de Yoongi para caminar juntos por la colina en busca de la casa del pescador. Cuando llegamos vimos una cabaña bastante humilde en frente de un inmenso lago, había un bote atado a un mástil y varias redes y cañas de pescar. Una joven de cabello naranja estaba sentada en un banco de madera, llevaba una camisa color marrón oscuro y unos pantalones sueltos. La muchacha se volteó a mirarnos y frunció el ceño.
—Hola... Somos tus vecinos. —Dijo Yoongi cargando el gatito en sus brazos. —Este de aquí se te perdió, estaba en nuestro árbol.
—Así que ustedes tenían a nubecita. —Dijo en un tono campesino muy característico. —Gracias por rescatarla.
—De... De nada. —Dije mientras Yoongi le entregaba el gatito.
—¿Y ustedes por qué no vienen tan seguido por acá? —Dijo acariciando al animal. —Siempre viene la mujer gritona.
—¿La... Mujer gritona? —Dije algo divertido.
—Si esa que viene con sus vestidos todos llenos de barro. Le dije que se ponga unos pantalones pero ella sigue y sigue con que no es de dama usar pantalones. —Su acento rural era muy divertido.
—Oh hablas de Irene. —Dije mientras me cruzaba de brazos y sonreía.
—Y a mi qué. —Se encogió de hombros. —Soy Sophie ¿Usted?
—Park Jimin y este de aquí es Min Yoongi. —posé mi mano en el brazo del ajeno.
—Linda cicatriz. —Dijo mirando al mayor, haciendo referencia a la cicatriz en el rostro de Yoongi. —¿Quieren algo de beber?
La menor no esperó a que respondamos ya que se dio la vuelta y entró a la cabaña, cuando salió lo hizo con dos vasos llenos de limonada.
—Gracias Sophie. —Dije agarrando un vaso y bebiendo un poco del refrescante líquido.
—Gracias a ustedes por traer de vuelta a nubecita. Creí que la había perdido para siempre, hace poco su mamá murió y dejó a todos sus bebés conmigo. A veces no puedo cuidarlos a todos. —Con Yoongi nos miramos y luego este habló.
—¿Cuántos tuvo?
—Eran ocho pero dos se murieron al nacer, hace una semana le tuve que regalar uno a mi tía y otro a mi abuela. —Vimos como los cuatro gatitos salían de la cabaña y corrían hacia los tazones de comida que habían afuera. —Esas bolas de pelos son tan tiernas, yo los adoro. Ven que todos tienen el pelaje marrón con franjas oscuras, nubecita es la única totalmente blanca igual que su mamá.
—Son muy hermosos. —Dijo Yoongi acercándose a acariciarlos, los gatitos de inmediato empezaron a frotarse contra él en busca de atención y yo me derretí internamente al tener esa imagen tan tierna del mayor.
—¿Qué edad tienes Sophie? —Pregunté viendo que claramente la adversa aún era muy pequeña y estaba sola en esta cabaña.
—Tengo quince. ¿Y usted? —preguntó y le dije mi edad—No lo parece, yo le daría unos veinte.
—¿Es ese un cumplido? —Dije divertido y ella se río.
—¿Y usted grandote? —Preguntó —¿Qué edad tiene?
—Treinta y tres. —Dijo Yoongi con nubecita en su hombro.
—Este si tiene cara de treinta. —Lo señaló con el pulgar. —¿Quieren adoptar a nubecita, verdad?
Yoongi miró a la joven con sus ojos llenos de brillo, el gatito se frotaba contra la mejilla del mayor.
—Está bien, pueden llevársela sólo si van a cuidar bien de ella. —Se levantó para despedirse de la gatita.
—Sophie, puedes visitarnos cuando quieras en casa. Nubecita estará feliz de verte y podemos comer los ricos platos que prepara Irene. —Dije mientras me levantaba y dejaba el vaso en el asiento.
—Estoy sola la mayor parte del día, mi apá se va de pesca por temporada así que quizá vaya a visitarlos. Avísenle a la mujer gritona que iré en pantalones. —Se escuchó una carcajada y luego reí tras ella. Me había alegrado muchísimo conocer a aquella joven tan divertida y espontánea. Estaba feliz de que, la única vecina que teníamos, sea tan agradable. Con Yoongi nos despedimos de ella y regresamos a nuestro hogar con el gatito nuevamente en el hombro de Yoongi. El mayor estaba feliz con la nueva integrante de nuestra familia, aquella gatita tierna que se apareció en nuestro árbol. Y yo estaba feliz por eso y por haber hecho una nueva amiga.
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