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❝Paseo y café❞

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Desperté muy tarde.
Yoongi ya no estaba a mi lado y el reloj a mi izquierda marcaba las tres. Me levanté de la cama con todo el pesar del mundo. Luego de hacer mis necesidades y darme lo que debería ser un baño matutino, aunque no lo era, bajé hasta la sala en donde encontré a Yoongi sentado en la mesa con varias cartas y leyendo una en especifico. No quería interrumpir su lectura así que antes de hablar besé su mejilla en símbolo de «buenos días» o «buenas tardes» porque como antes mencioné, ya era bastante tarde, y luego Yoongi sonrío en lo que terminaba de leer. 

—¿Es para ti? —Pregunté cuando bajó la carta y me miró.

—Es para mi. —Dijo con desgano—Al parecer, mi familia se acordó mágicamente de que existo.

—¿Es de tus padres?

—De mi padre y de mi hermano—Asintió, tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. —Me invitaron a cenar en su casa, el sábado.

—Mañana es sábado. —Acaricié sus dedos suavemente mientras nos mirábamos.

—Da igual, no tengo pensado ir.

Me levanté de mi asiento, su agarre en mi mano era tan cálido que me tentaba a necesitar más de su tacto. Así que me tomé el atrevimiento de sentarme en su regazo y abrazarlo por los hombros.

—¿Te gustaría contarme por qué?—Di suaves caricias en su nuca.

—No tengo buena relación con ninguno de ellos. Y estoy realmente sorprendido de haber recibido una carta de esas personas. —Tomó mi mano y la acercó a sus labios para depositar cortos besos en mis nudillos. Comenzaba a amar el hábito que tenía de juntar su boca con mi piel. —En primer lugar, ninguno de los dos posaba su confianza en mi. Ambos creyeron que yo era lo suficientemente débil para morir en el entrenamiento, antes que en batalla. Ellos solo me menospreciaron y en cada oportunidad me hicieron saber que eran superiores a mi. En especial, la esposa de mi padre.

—¿Y qué hay de tu madre?

—Murió poco después de darme a luz. O quizá la mataron por dar a luz al hijo bastardo de un lord. —Me miró a los ojos y yo a él. Me estaba confiando sus orígenes, algo de lo que no habíamos hablado nunca. —Y al ser el bastardo del apellido Min, nunca podré tener nada más que ese título.

—Bastardo o no, eres mejor que todos los que te subestimaron. —Posé mi mano libre en su mejilla, mirándolo atentamente. —Tu padre, tu hermano y quien sea que te haya subestimado, tendrán que tragarse sus propias palabras. Porque ahora eres un héroe de Velance, es mucho más de lo que ellos podrían llegar a ser.

—No necesito cerrarles la boca. —Negó mirándome. —Ellos solos ya la cerraron escribiéndome esa carta. Su pueblo está en ruinas y quieren que vaya mañana para pedirme dinero, contactos o un lugar cerca del presidente. Por lo visto, lo único que les queda es sólo un título con el cual no tienen poder de nada.

—Entonces no vayas. Si están tan desesperados, vendrán arrastrándose hasta aquí suplicando por tu benevolencia.

Ahora lograba entender muchas cosas. Cuando Yoongi estuvo preso en Merland ninguno de sus familiares hizo nada por él, porque no sabían. ¿Y por qué no lo sabían? Porque ellos se habían conformado con aquel cadáver que encontraron calcinado, un cadáver que no era el de Yoongi sino que era de un combatiente de Merland. Su propia familia se negó a venir a reconocer el cuerpo y es por eso que un subordinado de Yoongi tuvo que hacerlo.

Pensé en que aún me quedaban muchas cosas por conocer de Yoongi, sobre su familia, sobre él. Siempre fue un hombre reservado, con un carácter inquebrantable y personalidad firme, sin embargo la timidez que lo envolvía en este último tiempo desde que nos reencontramos en Merland no era propia de él y, conforme pasaban los días, me hacía más ruido.
Sentía que me estaba ocultando parte de él, que me hablaba muchas veces con condescendencia y eso cada día se tornaba más molesto. Había puntos sensibles que él no quería tocar, pero si no los tocaba, nunca sanarían.

Esa tarde terminamos de desayunar y cada uno se sumió en sus tareas. Yoongi estaba pintando las paredes de su habitación mientras yo escribía la carta que le enviaría a Jackson, la que era más o menos así.
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“Para: Jackson Wang
De: El general Park Jimin

He estado investigando el nombre de tu madre en Velance. Me hubiera gustado no tener que darte esta noticia por correspondencia, sin embargo, la distancia nos pone muchos límites para tratar sobre algo que ahora es de interés común. Descubrí que el nombre tu madre, Lunátice, le pertenecía sólo a dos personas en Velance. Lamentablemente ambas mujeres ya han fallecido. Te envío mis condolencias por tu pérdida.
Por otro lado, he descubierto que por obra del destino o una simple casualidad, tu madre y la mía llevaban el mismo nombre.
Desde aquí intentaré investigar sobre mi madre y si tuvo una vida en Merland. Para ser sincero desde toda mi infancia jamás he sospechado algo, pero si tú tienes una foto de ella o puedes facilitarme información que sea relevante, entonces así podre quitarme la duda de que probablemente tú y yo seamos hermanos.
Seguramente tienes mucho que asimilar, así que tómate tu tiempo en responder la carta, yo de todas formas estaré esperando tu respuesta.”


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Dejé la pluma a un lado y doblé la carta, le coloqué mi sello y la guardé en el sobre donde previamente le había anotado la dirección a la que sería enviada.
Observé el reloj en la pared y me levanté de la silla tomando mi saco dispuesto a viajar hasta la ciudad para enviar la carta.

—¿Saldrás cariño?

Escuché cuando bajé las escaleras. Yoongi estaba sentado en el aterciopelado sofá con un libro en sus manos y con el cabello húmedo debido a que se había dado un baño.

—Iré a la ciudad a llevar la carta ¿Gustas acompañarme? —Lo observé cerrar su libro y levantarse de su asiento como respuesta.

Busqué las llaves del auto que estaba aparcado en el galpón de la casa, al parecer mi amigo se había encargado de equiparme con todo lo necesario para mi comodidad. Tendría que agradecerle a Namjoon una vez más por tomarse las molestias de haberlo hecho mientras estuve en coma.
Yo no era un conductor excepcional, generalmente el que conducía era Yoongi, así que le di las llaves para que él lo haga.

—Qué precioso. —Dijo el mayor admirando el azulado automóvil y subiéndose en él como niño con juguete nuevo. Me senté a su lado y cerré la puerta cuando este arrancó la máquina.

El trayecto desde nuestro hogar hasta la capital fue de lo más cómodo. Yoongi me relataba el último libro que había leído, diciéndome a detalle toda la trama porque supuso que no lo iba a leer. Y estaba en lo correcto, porque prefería mil veces que él me lo cuente con ese claro detalle y su estusiasta energía que me mantenía atrapado a él cada segundo. Cuando finalizó su relato, había estacionado el auto.

—Es un romance retorcido. —Dijo bajando del auto para abrirme la puerta y yo lo dejé porque me encantaba ver lo caballero que era.

—Es una tragedia, ella termina asesinada por su pretendiente. —Dije mientras llevaba la carta en la mano, caminando a su lado.

—Y él termina asesinado también por el pretendiente de ella. Al final, ambos mueren. —Sentí su mirada posada en mi mientras subíamos las escaleras para entrar al correo, al estar bastante lejos de la casa, teníamos que llevarlo directamente para que hagan el envío ya que los carteros no llegaban hasta nuestra dirección. Por lo cual, si en algún momento recibía una carta de Jackson tendría que venir a buscarla aquí mismo.

—¿Te imaginas que algún pretendiente mío intente asesinarnos? —Dije mientras lo miraba de reojo.

—El final sería otro. —Yoongi dice asintiendo—Contigo cariño, no tengo nada a que temerle. En todo caso, ya tuvimos a un loco apuntandonos directo en la cara y aún así le quitaste el arma.

—Y tú me salvaste el pescuezo más de una vez, así que tienes razón.

La charla se extendió un poco más hasta llegar a la recepción en donde hice mi encargo y me respondieron que llegaría a su destino en dos semanas aproximadamente. Así que lo más probable era recibir una respuesta de Jackson en un mes o quizá más tiempo. Salimos del lugar con Yoongi y nos detuvimos en la entrada, yo particularmente me detuve. Estábamos en la capital y una idea se me cruzó por la mente.

—¿Vamos a dar un paseo?

Yoongi sonrió de inmediato como respuesta y tras ello empezamos a caminar por las adoquinadas calles de velance. La capital era enorme, su amplitud y su arquitectura eran impresionantes. Vimos como empezaba a atardecer cuando llegamos a una cafetería donde nos sentamos en una mesa al aire libre  a comer tortitas y tomar café. Un grupo de jóvenes caminaba por la calle peatonal, dos chicas con vestidos pomposos con corsés ajustados y sus faldas acampanadas. Luego dos muchachos vestidos con trajes entallados, tomándolas de las manos, cortejando a las damas que parecían ser de familias nobles o de clase muy alta.
Miré a Yoongi divertido puesto a que todo ese lozano mundo estaba muy lejano a lo que nosotros conocíamos realmente. Yoongi y yo éramos dos hombres rotos, corrompidos por la cruel guerra y la triste realidad que nos arrebató todo, excepto a nosotros mismos. Veíamos a los jóvenes con sus vidas privilegiadas, no juzgandolos, sino deseando que la vida no sea tan cruel con ellos como lo fue con nosotros. Posé mi mano sobre la de Yoongi, siendo este el único gesto cercano que podíamos tener en público. Yo no sabía lo que era tener un cortejo, ni lo que era una cita, pero quizá beber café tomando la mano de la persona que más amas en el mundo, se le parezca un poco.

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